Estimados amigos:
Este escrito tiene la intención de demostrar que la crisis política ha
llegado a su cúspide después de un largo tiempo donde el Perú, como país vive
bajo la agudización de algo mayor como es la crisis estructural. Su existencia
como república democrática no se llega a consolidar, porque mantiene las carencias
desde los días iniciales que dejará de ser colonia para ser independiente (*).
Como veremos en el escrito, estas carencias se quedaron impregnadas, lo que
ha hecho posible que la organización republicana no fuera tal, solamente lució
como una fantasía; es decir, hubo un remedo con lo cual se vivió en el engaño
de ser país y menos aún de lograr ser nación, dado que buena parte de su pueblo
no pudo reflexionar si en verdad con las etapas de prosperidad se construía país
y hasta muchos se sintieron ciudadanos con objetivos de llegar también a ser
nación.
Estas intentos de aparecer como una organización de superiores alcances
no tenía bases para ser lo que se creía que éramos, la realidad nos puso en
alerta de que teníamos que superar la condición de república incompleta, donde
teníamos dirigencias que no solo respondían a los grupos de poder; sino que
rechazaron el bien común, por los intereses particulares. El Estado fue
instrumentado para servirse de él, para realizar sus negocios, no creían en los
derechos ciudadanos, ni en la igualdad y menos en la participación de las
mayorías, por ejemplo en la realización periódica de elecciones libres.
Esta situación obliga a cambios y reformas, sin embargo, los que
intentaron hacerlo no tuvieron éxito, y las constituciones políticas solamente
serían y son declamaciones en papel mojado en tinta, y se abusa de ellas para
que nada cambie, y que todo siga igual. Pensar que las constituciones se
formulan en los congresos y equivocadamente, los parlamentos se convierten en
islas, colocándose en un pedestal en que sus miembros se sienten superiores y
actúan valiéndose de su inmunidad que los hace parecer como personajes que sin
ser gobierno como ellos dicen, resultan sobrepasando sus funciones.
En el presente escrito tomaremos al poder legislativo como el punto más
importante de la frustración de lograr una república democrática. La hipótesis procederá
a demostrar que el mayor instrumento del anticambio es el legislativo; en
especial en estas últimas décadas reforzadas por mayorías imprevisibles, para
sobrealimentar su actuar en este momento, a través de su distintivo mezquino de
la unicameralidad, a fin de que no se consolide la república soberana, pues al
ser ente rector su objetivo es la institucionalidad, lo que significa organizar
un Estado al servicio de todos, y que, correlativamente la dación de las leyes
se elaboren bajo un principio fundamental en favor tanto del patrimonio que es
del todo colectivo, como del respeto a la persona humana y la construcción de
la calidad de vida de su población.
El tema en esta oportunidad será extenso, pero se merece, pues se
considera tomar todas las variables posibles que demuestren que el poder
legislativo unicameral resulta el punto que aflige a quienes somos miembros de
la república, y que estamos dispuestos a reflexionar en función del progreso
cercano por acceder y compartir tanto sus productos sociales, como la
redistribución de la producción económica.
En breve tiempo alcanzaremos el artículo que ofrecemos para su lectura.
Atentamente,
Fernando Arce Meza
(*) Otro si digo: la situación de conflicto
político en estos momentos de la vida de la república no es coyuntural ni
circunstancial como tener al presidente Martín Vizcarra simplemente opinando;
es decir, el haber archivado el proyecto del ejecutivo sobre el adelanto de
elecciones, no es el actuar autónomo de un poder del Estado frente a otro poder
que discrepa, por tanto tampoco significa un enfrentamiento de poderes.
La
crisis es de poder, no entre ejecutivo y el legislativo y/o del judicial, este
conflicto es entre los grupos conservadores que no han sabido gobernar y que
han acarreado muchas acciones de corrupción, pues arrinconando presidentes,
sujetando al congreso y utilizando a sus mayorías para acallar y no tomar en
cuenta los cambios en el orden de la conformación del legislativo con la
presencia de la unicameralidad, la misma que resulta madre de todos los
desaciertos desde 1995 a
la fecha en la conducción y gestión del Estado.
En el
Perú han surgido nuevas organizaciones y una ciudadanía que intenta reflexionar
sobre las condiciones inapropiadas en la vida de la población, caso del abuso personal y colectivo, el
autoritarismo en el comportamiento, el robo, el doble discurso, los que directa
e indirectamente atentan contra los valores de austeridad y de redistribución
de la riqueza, ocasionando no solo la protesta, sino que el poder ejecutivo en
la persona de su presidente, ha pasado del intento por corregir, a la acción de
proponer reformas fundamentales en el orden político y judicial que son bases
de institucionalidad, de permanencia de gobiernos y de orden para esclarecer la
pésima conducta de los políticos, de empresarios sin doctrina de responsabilidad
social y de grupos minoritarios que actúan al borde de la ley con negocios
turbios del narcotráfico y de la apropiación de tierras principalmente.
El
conflicto existente es entre quienes reclaman reformas frente a quienes dan la
cara dura del anticambio, son estos últimos venales, capaces de continuar
cometiendo fechorías y repartiendo sinecuras a altos funcionarios como son los
magistrados del tribunal constitucional, este antecedente evidencia vesania y
expresión de que el Perú no puede ser dirigido por personas que no creen en los
valores de la moral de trabajo, de la ética personal y que ambicionan el poder
para cometer actos contrarios al orden socio/económico, no solo del patrimonio
de todos los peruanos, sino del acomodo y el soborno como expresión de sus
perversas intenciones contrarias a los fueros de la república y a los símbolos
más sagrados de su historia milenaria y de la peruanidad como fin último de ser
nación sin destruir la diversidad cultural.
Finalmente,
la solución no está en cuestiones de legalidad, el problema es político. Hay
juristas que son excelentes académicos pero todavía les queda como a todos los
peruanos los comportamientos coloniales, densos residuos que impiden entender
otras ramas del saber de las ciencias sociales y políticas, caso del
comportamiento que tienen fuerza popular y el aprismo decadente en su actuar
prepotente que utiliza escuadrones de resistencia fascista, en que luce su haz
de las doctrinas autocráticas. Asimismo dan prioridad al legalismo, que no se justifica,
ni se cambia o se rechaza por otro legalismo, ello viene ha demostrar que no se
ha entendido los momentos y los nuevos tiempos y lamentablemente no aprecian
los sueños de progreso que requieren los pueblos en pobreza y atraso.
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