domingo, 17 de noviembre de 2019
El 16 de noviembre de 2019 Rebelión publicó un artículo de Chris Hedges titulado ¿El dilema de Vladimir Lenin? Me generó indignación
y rechazo. Si hubiera sido una exposición conceptual, pues bueno, su trabajo
hubiera tenido más legitimidad teórica, pero es un artículo lleno de puras
opiniones construidas a base de retales. Algunos intelectuales, y este es el
caso de Hedges, hablan de la historia como si ellos mismos estuvieran fuera de
la historia. Es lo mismo que le sucede a Chomsky, que habla como si hubiera una
razón en sí misma, no histórica, que examina a su luz los hechos históricos. O
examinan desde las condiciones históricas actuales, desde la conciencia y
espiritualidad del mundo de hoy, los hechos del pasado. Un gravísimo error.
Solo someteré a crítica dos fragmentos del artículo de Hedges.
Primer fragmento de Hedges: “Vladimir Lenin tiene
dos legados. El primero como brillante estratega revolucionario. El segundo
como Lenin, el nuevo zar. Irónicamente, fue el campeón más ferviente en Rusia
de lo que logró erradicar: la anarquía revolucionaria. Su opúsculo “El Estado y
la revolución” era una manifiesto inequívoco, con Lenin escribiendo que
“mientras haya Estado, no habrá libertad; cuando haya libertad, no habrá
Estado”. Pero Lenin en el poder, al igual que Leon Trotsky, fue un oportunista
que hizo una serie de promesas, como “todo el poder a las soviets”, que no tenía
intención de cumplir. Empleó el terror político, arrestos generalizados y
ejecuciones para aplastar a los comités autónomos de soviets y trabajadores.
Dirigió una élite gobernante centralizada y autocrática. Criminalizó la
disidencia, prohibió la competencia entre los partidos políticos, sofocó la
prensa e instituyó un sistema de capitalismo de Estado que despojó a los
trabajadores de su autonomía y derechos. Él, como Maximilien Robespierre, puede
haber pensado en sí mismo como un
idealista, pero una de sus camaradas apartadas, Angélica Balanova, citando una
línea de Goethe, declaró que “deseaba el bien…pero creó el mal”. El estalinismo
no fue una aberración. Fue el heredero natural del leninismo”.
Formularé una respuesta crítica a este primer fragmento
de forma directa. Decir de Lenin que fue un zar es sencillamente una estupidez.
La revolución soviética fue quien acabó con el régimen de los zares en Rusia,
un régimen terriblemente explotador,
opresor y cruel. Era un régimen semipatriarcal, semifeudal y
semicapitalista. Es obvio que este mundo zarista, aunque los bolcheviques se
hicieron con el poder político, no podía liquidarse sino en muchas decenas de
años. De ahí que la huella de ese mundo siguiera presente y muy presente en el
mundo económico, político, ideológico y cultural del sistema soviético. Y
Lenin, como cualquier otro político de esa época, pertenecía a ese mundo y, por
consiguiente, vivía bajo las influencias de ese mundo. ¿Alguien puede pensar que en un mundo bárbaro
puede escapar a acciones bárbaras? ¿Alguien puede pensar que en un mundo en
guerra puede escapar a acciones violentas que le procuran la muerte al prójimo?
Solo pueden pensarlo los idealistas que creen en la razón absoluta, una razón
que no es histórica, una razón que solo anida en la cabeza de los
intelectuales. Pero los intelectuales idealistas nunca cambian el mundo, solo
se imaginan que puede ser cambiado. De ahí que la mayoría de sus afirmaciones
no sean históricas y, por consiguiente, no sean verdaderas.
Afirma Hedges a continuación que Lenin fue “el
campeón más ferviente en Rusia de lo que logró erradicar: la anarquía
revolucionaria”. Eso no es cierto. En las dos grandes revoluciones sociales de
1905 y 1917 de Rusia los anarquistas no constituían ninguna fuerza política
destacable. Las fuerzas políticas más importantes, aparte del partido
bolchevique, fueron los trudoviques, los kadetes, los mencheviques y los
eseristas. Después detallaré más esta idea. Hedges añade después que “su
opúsculo “El Estado y la revolución” era una manifiesto inequívoco, con Lenin
escribiendo que mientras haya Estado, no habrá libertad; cuando haya libertad,
no habrá Estado”. ¡Qué cosas! ¿Habrá leído Hedges este libro de Lenin? Todo el
mundo sabe que el objetivo final de los comunistas es el mismo que el de los
anarquistas: destruir el Estado, pero el Estado como organización de la
violencia, no el Estado en tanto organización
económica y administrativa. Pero
los comunistas se diferencian claramente de los anarquistas en lo que afecta a
cuándo y cómo puede lograrse este objetivo estratégico. Y ese objetivo, la
destrucción del Estado como violencia organizada, queda muy pero muy lejos,
debe pasar aún varios siglos. Por otra parte, hay que distinguir con claridad
entre el sistema de Estado y el sistema de Gobierno. Todos los sistemas de
Estado son dictaduras en la medida en que quieren conservar las condiciones
económicas que convierten a una determinada clase o a varias clases en
dominantes. Mientras que el sistema de gobierno nos indica si hay
multipartidismo o no, si hay elecciones libres o no, y si los tres poderes, el
legislativo, el ejecutivo y el judicial están claramente separados y gozan de
autonomía. La obra de Lenin “El Estado y la revolución” fue un análisis hecho a
toda prisa sobre el sistema de Estado y no sobre el sistema de gobierno.
A continuación Hedges añade la siguiente afirmación:
“Pero Lenin en el poder, al igual que León Trotsky, fue un oportunista que hizo
una serie de promesas, como “todo el poder a las soviets”, que no tenía
intención de cumplir”. ¡Qué falta de cuerpo y argumentación teórica tiene esta
afirmación! Si llueve utilizo el paraguas; si no llueve, no lo utilizo. Quien
haya estudiado mínimamente la revolución soviética de 1917, sabrá que las cosas
ocurrían a una velocidad de vértigo; y que la consigna que hoy era válida,
mañana no lo era. Los soviets fueron al principio un poder al lado del poder
del Estado, pero una vez que los bolcheviques tomaron el poder, el poder se
concentraba en el Estado zarista heredado y no en los soviets. El Estado es el
ejército, la policía, la administración de justicia, la administración
económica, un sinfín de departamentos y miles de funcionarios, entre otras
cosas. Y todo esto no lo tenían los
soviets sino el Estado zarista heredado. Además, de acuerdo con la experiencia
socialista a lo largo ya de 100 años, la destrucción del Estado burgués y la
creación de un Estado nuevo socialista se presenta como muchísimo más complejo
de lo que a principios del siglo XX se pensaba. Pero la clave en la revolución
soviética fue que el Estado heredado por los bolcheviques no era un Estado
burgués desarrollado ni mucho menos un Estado mínimamente burgués: la huella
feudal era en ese entonces demasiado profunda y extensa.
Ahora Hedges nos relata todo lo que hizo “el
malvado” Lenin: “Empleó el terror político, arrestos generalizados y
ejecuciones para aplastar a los comités autónomos de soviets y trabajadores.
Dirigió una élite gobernante centralizada y autocrática. Criminalizó la disidencia,
prohibió la competencia entre los partidos políticos, sofocó la prensa e
instituyó un sistema de capitalismo de Estado que despojó a los trabajadores de
su autonomía y derechos”. Qué fácil es afirmar y cuán difícil es argumentar y
analizar. Primera pregunta: ¿Hay alguna guerra o revolución donde el terror no
esté presente? Respuesta: ninguna. ¿Hubo terror en la revolución soviética de
1917? Pues sí. ¿Conoce Hedges alguna guerra desde inicios del siglo XX hasta
nuestros días donde no haya existido el terror? A esta pregunta solo se puede
responder con un no rotundo. ¿No sabe Hedges que la revolución soviética de
1917 es uno de los frutos de la primera guerra mundial? Si no lo sabe, debería
saberlo. ¿No sabe Hedges que la revolución soviética fue la primera revolución
socialista en una de las naciones más atrasadas de Europa donde ni tan siquiera
se había producido una revolución burguesa? ¿No sabe Hedges que la gran
dificultad histórica de la revolución soviética estuvo en que tendría que
realizar las tareas históricas de la burguesía rusa ya que ésta no las realizó?
¿Cómo puede Hedges hacer esas afirmaciones sin tener en cuenta las condiciones
históricas concretas que concurrían en la Rusia y la Europa de 1917? Muy fácil: porque analiza los hechos desde fuera
de la historia, desde la atalaya de la razón absoluta, que como se sabe es
ajena a las determinaciones históricas nacionales. Por último, cuando habla del
capitalismo de Estado cuanto menos debería hacer uso de conceptos económicos.
¿No sabe Hedges que el capitalismo de Estado está mucho más cerca del
socialismo que la economía individual campesina que predominaba en la Rusia de
1917? Pues, a tenor de lo dicho, no lo sabe.
Segundo fragmento de Hedges: En este segundo
fragmento abreviaré un poco para no cansar. Hedges dice que según Rosa
Luxemburg el líder de los bolcheviques, Vladimir Ilích, era enemigo del
socialismo democrático; y que según Mijaíl Bakunin los marxistas se proponían
reemplazar al capitalista por el burócrata. También Bakunin, según Hedges,
afirmó que la sociedad marxista no era más que el capitalismo bajo una
administración estatal centralizada y sería aún más opresivo. Y por último,
añade Hedges, que Noam Chomsky catalogó a Lenin de dictador, de desviarse a la
derecha y de contrarrevolucionario”. No
deja de asombrarme esta forma tan pobre y superficial de razonar. He tenido que
recurrir a un trabajo de Lenin titulado Los
partidos políticos en Rusia, perteneciente al Tomo XVIII de sus obras
completas y que cubre el periodo de marzo a noviembre de 1912. Trato con ello
de que el lector conozca algunos aspectos de la realidad rusa de aquel entonces
y sepa con fundamentos cómo evaluar el papel de Lenin en la historia. Hacer
afirmaciones, como hace Hedges, sin la más mínima ilustración histórica es puro
ideologismo. Lenin nos detalla cómo estaban representadas en la III Duma las
distintas clases en Rusia de 1912, qué partidos lo representaban y cuántos
escaños tenían. De un total de 437 escaños, los terratenientes tenían 268
escaños representados por cinco partidos: Derecha, Nacionalistas, Nacionalistas
independientes, Octubristas de derecha y Octubristas. Uno de los principales
partidos de los que Lenin cataloga como derecha se llamaba Unión del Pueblo Ruso. La burguesía tenía 115 escaños representados
igualmente por cinco partidos: Progresitas, Kadetes, Grupo polaco, Grupo
polaco-bielorruso-lituano y Grupo musulmán. La burguesía de izquierda tenía 14
escaños representado por el Grupo Trudovique. Y la clase obrera tenía 13
diputados representado por el Grupo socialdemócrata. El resto de los escaños,
27, estaba en manos de Apartidistas. No hay que ser muy listo para saber que
los terratenientes, que querían mantener sus privilegios feudales, tenían la
mayoría de los escaños; hecho político que pone de manifiesto el atraso
económico, social y político de la Rusia de 1912.
En ese mismo texto teórico Lenin nos proporciona
algunas informaciones políticas, ideológicas y económicas que nos permiten
representarnos la realidad de la Rusia de aquel entonces. Primera información:
“El programa de la Unión del Pueblo Ruso
repite, en la práctica, la vieja consigna de los tiempos de la
servidumbre: religión ortodoxa, autocracia y nacionalidad”. De hecho en el
programa de la Unión del Pueblo Ruso se afirma que dicho partido debe servir de
firme apoyo al trono del zar. Segunda afirmación: “En Rusia europea, menos de
30.000 terratenientes poseen 70.000.000 de desiatinas; lo mismo tienen
10.000.000 de familias campesina con las nadiel más pequeñas”. Añade Lenin que
cada campesino pobre tenía siete desiatinas por familia y hogar; y que era “muy
natural e inevitable que con semejante “nadiel” el campesino no pueda
subsistir; solo puede morirse poco a poco”. Tal vez Hedges sepa así lo que es
el terror económico. Tercera información: “Además, la misma clase de terratenientes nobles proporciona al Estado la
inmensa mayoría de funcionarios altos y medios”.
Es obvio que cuando Bakunin afirmó que los marxistas
pretendían sustituir al capitalista por el burócrata, no sabía lo que decía.
¿Por qué? Porque, como afirmó y documentó Lenin, la inmensa mayoría de los
funcionarios altos y medios los proporcionaba la nobleza y no la burguesía. Si
tenemos en cuenta el poder representativo que tenían los terratenientes en la
III Duma, es obvio que el Estado de aquel entonces era mucho más feudal que
capitalista. Los burócratas se los encontraron los bolcheviques en el Estado
que tomaron por las armas. Y fueron estos burócratas los que terminaron por
ganarle la batalla al partido bolchevique y en todos los terrenos. En Rusia no
hubo revolución burguesa; pero no por culpa de los bolcheviques, sino por la
debilidad de la burguesía que no aplastó a la nobleza y a los terratenientes.
Por último, con respecto a la afirmación de Chomsky
de que Lenin se desvió a la derecha y que fue un dictador y un
contrarrevolucionario, solo puedo decir que hablar es muy fácil y hacer muy
difícil. También creo que el conocimiento del pensamiento de Vladimir Ilích por
parte de estos pensadores es muy pobre. Las obras completas de Lenin alcanzan
los 42 tomos. Y en sus obras se puede encontrar de todo. Se podrá estar en
desacuerdo con sus concepciones, pero era un líder que argumentaba y
fundamentaba todas sus ideas.
Pero hagámonos una pequeña idea de la realidad que
vivió Lenin y de algunos hechos universales. Decía Marx que el comunismo -o el
socialismo- no se haría realidad si la revolución socialista no se producía de
forma simultánea en las naciones más avanzadas del mundo: Inglaterra, Francia,
Alemania –y habría que añadir EEUU. En estas naciones el factor subjetivo
siempre ha estado enormemente atrasado, nunca la clase obrera de estos países
ha cumplido con su misión histórica. Y han sido estas naciones las que más
opresión, explotación y terror han producido en el mundo. Y los intelectuales
de estas naciones, y en especial los intelectuales de izquierda, no se han
sentido responsables de lo que han hecho las sociedades a las que pertenecen.
No tienen conciencia de su corresponsabilidad en todo lo que hacen sus
naciones, hablan como si vivieran al margen de su propia sociedad y como si su
razón fuera absoluta, libre de las
determinaciones histórico- nacionales. Decía Lenin en víspera de la revolución
soviética de 1917 que Alemania en su sentido económico estaba mucho más cerca
del socialismo que Rusia, pero también lo estaban Inglaterra y Francia. Pero en
sentido político Rusia estaba más cerca del socialismo que Alemania. En lo que
se convirtió Rusia durante y después de la revolución soviética de 1917 es fruto
de esa contradicción. Pensemos que la clase obrera en Rusia en 1917 era el 8
por ciento de la población. ¿Cómo fue posible que con esa clase trabajadora tan
reducida el partido bolchevique logró hacerse con el poder del Estado? Con la
más feroz de las disciplinas y de las centralizaciones. Y a su cabeza el genial
Lenin, pero no solo Lenin, el partido bolchevique tenía numeroso cuadros
intelectualmente muy poderosos. Evaluar el papel histórico de Lenin al margen
de las condiciones históricas nacionales e internacionales que le tocó vivir es
puro idealismo. A mi juicio Vladimir Ilích Ulianov, tanto en el ámbito de la
teoría como en el ámbito de la práctica, es la figura política más grande del
siglo XX. Todavía los historiadores, politólogos e ideólogos deben hacer
justicia con él.
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