Natalia Seliverstova
La humanidad está
regresando a la esclavitud, un brillante ejemplo de esto es el surgimiento de
la economía de plataformas, afirma el escritor socialista ruso, historiador y
uno de los fundadores del Frente de Izquierda de Rusia, Alexéi Sajnin.
La economía de plataformas
está representada por tales servicios como Airbnb, Amazon, Alibaba, Uber, que
permiten a los usuarios solicitar servicios básicos sin o con el menor número
de intermediarios. Esta nueva economía crea empleos que requieren baja
cualificación, ofrecen un salario mínimo y garantías sociales. Reúne a
mensajeros, limpiadores, repartidores, asistentes, etc.
"Tales trabajos están
generalmente dirigidos a servir a un cliente en particular. En esencia, este es
el resurgimiento de la antigua profesión de sirviente, que solo se divide en
funciones separadas. La sociedad de servicios, de hecho, se convierte en la
vieja sociedad de sirvientes", escribe Sajnin en su artículo
para el medio ruso Gazeta.ru.
Y esta es una tendencia
mundial. Por ejemplo, la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU informa que
7 de las 10 ocupaciones de más rápido crecimiento en Estados Unidos pertenecen
a la mano de obra mal pagada en el sector de servicios: empleados de
enfermería, camareros, cocineros, vendedores, mensajeros. El Parlamento de
Suecia recientemente permitió la creación de todo un grupo de "trabajos
sencillos" ("enkla jobb" en sueco): ascensorista, zapateros,
porteros, etc.
Según un estudio realizado
por expertos de la OCDE, en los últimos años, casi todo el crecimiento del PIB
en los países desarrollados se debió al crecimiento del empleo en los trabajos
de baja productividad y mal pagados en el sector de servicios.
©
AFP 2019 / Dita Alangkara
Sin embargo, como explica
el escritor ruso, este no fue siempre el caso. Después de la Segunda Guerra
Mundial, los comunistas en el campo socialista y los socialdemócratas en los
países desarrollados de Occidente siguieron una política para adelantar el
desarrollo del capital humano. Invirtieron en educación, en programas de
capacitación avanzada, proporcionaron garantías sociales y, en general,
redistribuyeron el ingreso nacional a favor de la clase trabajadora. Esto llevó
al hecho de que la fuerza laboral gradualmente se fue volviendo más cara, pero
más y más cualificada.
Como resultado, la
productividad laboral mundial creció rápidamente. Por ejemplo, en la década de
1960 y principios de 1970, según las estadísticas de la OCDE, en 37 de las
economías capitalistas más grandes, creció un 3,3 % anual. Después de la
liberalización de la economía en los años 1980-1990, estas tasas comenzaron a
disminuir rápidamente. En 1995-2007, la tasa de crecimiento anual promedio de
la productividad laboral cayó a 2,6%. En 2011-2015, esta cifra ya era del 1,7%,
y en los últimos 5 años del 0,9%.
"Pero, ¿por qué el
progreso técnico en lugar de un trabajo desafiante, interesante, creativo, bien
pagado y de alto rendimiento crea este tipo de trabajos basura como mensajeros
y repartidores? Es muy sencillo. Tal es la lógica del capital", responde
Sajnin a su pregunta.
El rápido crecimiento de
la productividad laboral hace que el mercado se sature. Las necesidades básicas
de las personas están más o menos satisfechas. Todos están alimentados,
vestidos, provistos de vivienda, educación y transporte. La gente se relaja,
pero el crecimiento económico comienza a disminuir.
El capitalismo keynesiano,
que dominó el mundo hasta los años 1970, buscaba una salida a esta crisis en la
creación de nuevas necesidades, lo que resultó en la aparición de la sociedad
de consumo.
"Sus mecanismos aún
funcionan, pero son cada vez menos eficaces", afirma el experto ruso.
Recuerda que en los
últimos 40 años los ingresos y la riqueza se han concentrado en manos de una
pequeña minoría. Esto es el fruto de las reformas neoliberales que destruyeron
el volante del capitalismo de consumo, empobreciendo a la mitad de la población
y convirtiendo a la segunda mitad en esclavos de sus créditos.
"Hoy en día, la
mayoría de nosotros simplemente no tenemos dinero para comprar todos los
dispositivos nuevos", comenta el socialista ruso.
La otra salida no es
perseguir el crecimiento de la producción, sino reducir gradualmente el tiempo
de trabajo, invertirlo en algo digno de una persona: educación, participación
en la gestión de la sociedad, creación de nuevos estilos de vida, ciencia,
arte, creatividad, nutrir nuevas generaciones, es decir, reducir la proporción
de trabajo rutinario en la vida, propone Sajnin.
Pero aquí surge un
problema: la extracción de ganancias comerciales es posible solo a través de la
apropiación por parte del capitalista, el empleador, de una parte del tiempo de
trabajo de sus empleados.
Si el tiempo de trabajo se
reduce constantemente, también se funde la base misma de las relaciones
capitalistas y la producción de mercancías. Incluso Karl Marx explicaba que si
la producción se automatizada totalmente y los trabajadores eran reemplazados
por máquinas, entonces el capitalismo, como formación social, se vuelve
imposible, ya que la fuente de extracción de plusvalía desaparece.
Por lo tanto, la cuestión
del tiempo de trabajo es de crucial importancia para el capitalismo.
"Y aquí hay una
contradicción sin solución: el crecimiento de la productividad laboral lleva a
una reducción en el tiempo de trabajo socialmente necesario, lo que significa
que socava la base misma del capitalismo como modo de producción. Por lo tanto,
el capital se opone a este crecimiento por todos los medios, transfiriendo una
parte creciente de la economía al área del trabajo manual improductivo, en la
esfera de la "economía de sirvientes". Incluso las altas tecnologías
en el marco del sistema capitalista están empezando a funcionar no para hacer
nuestra vida más interesante, cómoda y creativa, sino para reducirla a trabajos
basura aburridos y rutinarios", escribe Sajnin.
Según su punto de vista,
el capitalismo moderno ha agotado su potencial de desarrollo.
Los analistas de la OCDE
también llegan a la conclusión de que los empleadores de los países
desarrollados se benefician más de la contratación de empleados baratos que de
la inversión en nuevas tecnologías. Pero incluso donde aparecen estas
tecnologías, conducen a un deterioro en la situación económica de la gente
común, que cada vez más recurre al mercado laboral basura.
"Hace mucho tiempo el
capitalismo, con su productividad generalizada, convirtió la esclavitud y la
servidumbre en no rentables, liberando a cientos de millones de personas para
participar en la explotación capitalista eficaz. Pero hoy en día, los intereses
del capital hacen necesario bombear millones de vidas a las industrias de
servicios personales más estúpidas, improductivas y sin sentido, que son cada
vez menos diferentes en su funcionalidad de la esclavitud", concluye el
escritor ruso.
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