Escribe:
Milcíades Ruiz
Antes que el
Parlamento accesitario entre en funciones, ya empezaron los amarres y repartijas entre los electos, bajo el engañoso cartel “Acuerdo por
la gobernabilidad” en el que los resabidos maniobreros pescan a río revuelto.
Opinar negativamente, no es bueno, sobre todo cuando la prensa lo resalta como
positivo. Pero así entró a Troya, el caballo brindado por los aqueos y eso nos
ha quedado como lección.
Los
testaferros se aseguran así la captura del poder en el Congreso y de las
Comisiones parlamentarias estratégicas que filtran los proyectos e
investigaciones políticas. Así se gestan los amarres de la corrupción, como ya
es costumbre, en las licitaciones por obras públicas y en los sub contratos
como los que tenía la empresa del presidente. Los amarres, tiene el don de la
ubicuidad: Están en todas partes.
Pero lo que
quisiera resaltar es nuestra permisibilidad ante las malas prácticas de
gobierno. Nos hemos acostumbrado a ellas, a tal punto que no nos llama la
atención, y los amarres políticos adquieren visos de derecho consuetudinario.
Nadie dice nada porque es legal hacer trampa. De este modo, el gobierno
parlamentario, lleva en sus entrañas el germen de la corrupción, gestada
precisamente por quienes electoreramente dijeron que iban a luchar contra ella.
La
corrupción tiene muchas formas, desde las soterradas hasta las descaradas. Toda
picardía con fines inconfesables es condenable pero la picardía política es un
culto y la honestidad un pecado. Entonces, lo más probable es que el nuevo
Parlamento tendrá una agenda y desarrollo legislativo producto de los amarres y
conveniencias, como ya es estilo desde hace muchos periodos de gobierno.
Quienes de
buena fe han accedido a ser parlamentarios saben que, si no están amarrados a
un lobby o grupo parlamentario influyente, no valen nada. Son marginados en los
debates, no dan curso a sus iniciativas legislativas, no tiene apoyo político y
queda inutilizado. De modo que, lo quiera o no, termina sometiéndose al
chantaje para tener protagonismo.
Entonces,
las esperanzas de que los nuevos congresistas serán diferentes a los anteriores
se diluyen y las reformas que solo son maquillaje para mejorar los fraudes
electorales y judiciales, tendrán el sello de los amarres que son formas
consentidas de corrupción política. En esta perspectiva, no podemos esperar que
la población tenga fe en los partidos políticos victoriosos, ni en los
religiosos electos, cuyos destapes de inmoralidad los ponen al descubierto.
Todo indica
que seguiremos en los mismo y que, los malos hábitos políticos persistirán por
que como dice la sentencia popular: “Gallina que come huevos, …aunque le corten
el pico, lo seguirá haciendo”
Frente a
ello, ¿qué podemos hacer? Pues, manifestarnos de la mejor manera haciendo ver a
la población nuestra disconformidad con las malas prácticas políticas y así,
erosionar el poder de los partidos de derecha. Callar, nos hace cómplices
permisivos y favorecemos a nuestros adversarios. O no.
Febrero 2020
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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