Opinión
17/02/2020
Recientemente
fue posible conocer un oficio cursado por el Departamento Oeste de la Dirección
contra el Terrorismo –la DIRCOTE- y dirigido al entonces Decano de la Facultad
de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el
profesor José Carios Ballón Vargas,
Mediante el
documento citado, la entidad policial solicitaba a la autoridad académica
Sanmarquina un reporte referido a un Taller de Filosofía Marxista programado
por la entidad entre el 28 de abril y el 17 de mayo del año pasado.
Le requería
“urgentemente” un informe a su despacho, confirmando la realización del evento,
y adjuntando una nómina completa de los organizadores del mismo, así como las
grabaciones y fotografías de intervenciones y participantes.
El sólo leer
este insólito pedido debiera producir una viva indignación y un mayúsculo
rechazo, dado que el sentido común nos llevaba a suponer que esta práctica
ridícula, había sido ya “dado de baja” por nuestra preciada “inteligencia
policial”, que dispone de los recursos más sofisticados para saber qué hace -y
qué piensa- cada uno de los peruanos.
Hoy, en
efecto, gracias a la informática y a la cibernética, los organismos de
“Inteligencia” que se precien de serlo, cuentan con avances de orden
tecnológico y otros, que le permiten hasta adivinar qué piensa hacer cada
ciudadano en el Perú y el mundo.
Pero he aquí
que no. Que las Divisiones Especializadas de la Policía requieren de la
colaboración desinteresada de las autoridades académicas a las que confunden
con meros “soplones” de poca monta, encargados de controlar asistencia a los eventos
que se programan y, además, tomar foto de quienes estén allí, a más grabar sus
palabras para aliviar el trabajo a la policía.
Y lo piden
así al Decano de la Facultad, con el mismo insólito desparpajo con el que
podrían requerir una nómina de “profesor rojos” para investigar sus acciones.
La reacción
ciudadana no se ha hecho esperar. En redes –desde donde se recogió el brulote-
han surgido diversos criterios. Unos, se han sorprendido porque se investigue
un tema académico, como un Taller de Filosofía.
Otros, han
sostenido que ésa era más bien una función policial, y no universitaria.
Pero los más
se han preguntado que habría respondido el Decano Ballón, ante tal exigencia.
Y sí, cada
quien ha tenido una dosis de razón en la materia. Y es que más allá de la
curiosidad policial, asoma una sostenida dosis de ridículo en la demanda que
las ínclitas autoridades policiales plantean.
La policía
debiera saber que las Universidades son autónomas, y tienen todo el derecho del
mundo a organizar eventos académicos y políticos como les plazca.
Pero,
además, debieran entender que el Marxismo es una ciencia y una filosofía que
debe ser estudiada sin que eso provoque urticaria alguna.
Finalmente,
podrían darse cuenta que las autoridades universitarias no tienen a su cargo
tareas de soplonaje.
No sabemos
el contenido de la respuesta que el Decano dio a este curioso engendro. Pero es
de suponer que o no mereció respuesta alguna, o que ella fue una réplica
contundente y directa de un Decano que tiene conciencia de sus deberes y
responsabilidades.
https://www.alainet.org/es/articulo/204776
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