Desde las profundidades Ares envía sus representantes
Si el congreso
extraordinario precisa las normas que para las elecciones del 2021 los
movimientos políticos están obligados a efectuar elecciones primarias bajo la
vigilancia de la ONPE, es más que probable
que de los nueve movimientos que han llegado al congreso para el 20/21, por lo
menos tres o cuatro ya no figurarán, entre ellos UPP porque ya no podría ser vientre
de alquiler; otro caso es el partido PP (podemos), considerando que su invitado
Daniel Urresti ha sido elegido con una alta votación y a la vez con mucha
vehemencia se enfrenta a quienes aparecen como los dueños de dicho movimiento, no
siendo partido, preguntamos, ¿podrá Urresti formar su propio partido?, ello
dependerá de cuántos de sus pares elegidos lo seguirán, y a la vez, él deberá
tener un desempeño sobresaliente como parlamentario, bajo esas premisas ¿se
cumplirán sus expectativas de ser candidato presidencial?
En síntesis,
resulta muy difícil para los movimientos políticos la mejora en sus
organizaciones, en especial si llegan a practicar la democracia interna y estén
en condiciones de realizar elecciones primarias.
Hasta el momento AP, APP, Somos Perú, Partido Morado, Fuerza Popular e
inclusive la izquierda se encaminan a efectuar dichas elecciones primarias,
previas al escrutinio general del año 2021. Para el resto de movimientos parece
un imposible.
La conformidad de
ser partidos medianamente organizados nos lleva a considerar que AP (por
ejemplo sus 25 congresistas están afiliados al partido), APP, Somos Perú,
Partido Morado y la izquierda de estar unida, estos alistarían sus candidatos a la presidencia; asimismo,
estarían en las mejores posibilidades de formar alianzas, en la primera como en
la segunda vuelta.
Tanto AP como APP de
acuerdo a los resultados electorales su presencia se hace más nítida en las
tres regiones: costera, serrana y selvática, lo que atestigua que sean estos dos partidos los que
ocupan los dos primeros puestos del total, a buen seguro tendrán sus candidatos
propios a la presidencia; sin embargo, en el caso de SP (somos Perú) para tener
una firme presencia en el futuro congreso, su opción es sumarse a uno de los
dos partidos mencionados.
La persistencia del
partido Morado depende del comportamiento de sus representantes y a la vez que hayan
superado el grave incidente que tuvo Julio Guzmán. Será difícil que este
personaje sea el candidato, no les quedará otro camino que entre sus actuales
dirigentes designen a su propio candidato, o de lo contrario, tienen la opción
de que su candidato a la presidencia sea un invitado de nivel. También le cabe
la opción de formar alianza con otros partidos, no olvidando que más parece un
partido limeño.
Fuerza Popular que
habiendo sido un movimiento obstaculizador al ejecutivo y por ese hecho el
congreso fue disuelto, ello ha mermado mucho su arrastre, y aparece muy debajo
de su promedio que llegaba al casi 30% del electorado; sin embargo, se puede
apreciar que con sus 15 representantes al congreso extraordinario, ellos están
distribuidos con mayor presencia en Lima, sin dejar de tener representación en
provincias. Es probable que de tener candidato propio a la presidencia, éste sea
una cara nueva, con lo que haría posible que vuelvan los votos que en su mayor
parte migraron al Frepap.
Un comentario
especial, es referente a que si ¿el Frepap se dividirá o dejará de existir?, pues
a partir de marzo de este año se vislumbra que se vea envuelto en graves
incidentes, tomando en cuenta la verticalidad de su dirigencia teñida de nepotismo
y de que los allegados a Jonás Ataucusi no solo son un círculo cerrado que, por
cierto no practican la democracia interna; sino que también hay en juego mucho
dinero, incluido lo proveniente del narcotráfico; de ocurrir los destapes éstos
evidenciarán certeramente que se produciría una división o su desaparición como
partido e inclusive como organización religiosa. Frepap como partido se
quedaría disminuido en el número de partidarios y sus electores -una buena parte- que proceden de los grupos evangélicos
y los “pobres de honestidad” volverían a FP (fuerza popular).
En cuanto a UPP,
este no es un partido, ni podrá seguir siendo un vientre de alquiler para el
2021, si es que consideramos que aprobados los nuevos dispositivos de cómo se organiza
un partido, ellos estarían imposibilitados ante nuevas condiciones normativas
para participar en el año 2021. Asimismo, está pendiente que el invitado Antauro
Humala sea liberado de la cárcel y se inscriba en UPP, lo que haría posible ser
candidato a la presidencia de la república, ¿de no ser liberado UPP desaparecería?
Es importante manifestar
que una buena parte de los votos emitidos el 2020 a UPP son de la izquierda, y ante el fracaso de
la liberación de Humala volverán a la izquierda, siempre y cuando, ésta se encamine
a lograr su unidad. Esta posibilidad no es para asustarse, si es que la
izquierda unida sabiamente designa un candidato a la presidencia de reconocidas
cualidades y sus programas sean de avanzada, de reformas, lo que reforzaría a
la izquierda como un movimiento progresista. Esto se produciría si es que las
bases y dirigentes están convencidos de participar en actos electorales en el
marco de la democracia político liberal (respetando las libertades públicas), a
la vez se encamine en términos de la modernidad, olvidando y desterrando el
pasado sectario y totalitario: stalinista, maoísta, fidelista y/o chavista. ¿Ello
se logrará? O seguirá siendo un imposible que se constituya la izquierda unida.
Se aprecia que los
resultados de las elecciones extraordinarias 2020 muestran dos cosas muy
reveladoras: una, que son pocos los partidos con presencia a nivel país; y la
segunda es que para ser ganadores el 2021 se tiene que conseguir una alta votación en Lima
Metropolitana. Asimismo, el sentirse ganador se reforzaría mucho más, si no
aparecen movimientos como el Frepap, ni surja un fenómeno como el de Urresti.
El caso de Urresti
su votación es propia de su hablar y hacer, sus electores se identifican con
sus actitudes confrontacionales para efectos de acabar con la inseguridad
ciudadana; asimismo, sus antecedentes de exministro del interior lo colocan
como la persona que quiere acabar con los robos, asaltos y crímenes de toda
laya, aun cuando no toma en cuenta las formas de cómo tratar los problemas en el
contexto de la ley y la democracia. A esto se añade el juicio que aun se le
sigue, acusado y envuelto en el marco de quienes en misión de poner un alto al
terrorismo, incurrieron en actos que salen de los canones establecidos para
combatir la subversión, haciendo cuestionables las metodologías diseñadas, que
son reemplazadas por un voluntarismo que de manera precipitada -sin las
comprobaciones necesarias- combatieron a quienes aparecían de aliados o
partícipes de los cuadros de la subversión.
Esto significa que
la imposición de la autoridad crea la conducta autoritaria, la misma que, para
un sector de los peruanos se hace más que imprescindible al decir que es bueno gobernar
bajo el ejercicio de la mano dura; sin embargo, se olvida al Perú que tiene tres
formas de gobierno, y dos son descentralizadas, y que, por cierto no seguirían al
presidente cuyo peso ejecutor tenga signos autoritarios, menos cuando los gobernadores
regionales y alcaldes municipales son elegidos en el contexto del vivir
democrático y popular.
Las conductas de ribetes
autoritarios que alcanzan a ser autoridad de gobierno elegida, paradójicamente pone
en riesgo los avances a favor del régimen de la democracia en el que queremos vivir,
donde sus fueros jurisdiccionales aún no se han fortalecido y no se universaliza
que “la autoridad se ejerza con autoridad”, obedeciendo a los principios del respeto
a las personas, a los debidos procesos y a la institucionalidad que se encamina
a ser permanente.
Daniel Urresti no
es un político para el sistema y el régimen de la democracia, su formación militar
en que él ha extremado su personalidad de ejecutor de acciones terminantes y del
mandón que no dan pausa para evaluar, repetimos no son compatibles para que
alcance a ser presidente de la república. Urresti de parlamentario parece que
estaría demás, más bien es ejecutivo, empero la última palabra será en cómo habrá
de desempeñarse en el parlamento.
Al ser candidato
invitado y aceptado por aclamación en el PP no es semejante con quienes son
elegidos en elecciones primarias. Los partidos que reúnen condiciones para
tener los presidenciales, sus bases deben tener información clasificada como es
el caso de Urresti que muestra su condición de caudillo.
En el Perú se ha
trastocado confundiendo caudillo con líder, las dirigencias en particular para
los procesos de elección presidencial, no han distinguido que el caudillo es un
personaje con signos de mandón y que cuenta con un grupo adicto e
incondicional, y donde una buena parte de los electores se identifican con las
pulsaciones y discursos que son promesas de salvación nacional, y con un
voluntarismo sin tregua destinado a que todos los problemas cotidianos van a
ser resueltos con la sola presencia del caudillo.
Durante las últimas
décadas los partidos han perdido fuerza organizativa, y solo se han convertido
en clubes electorales, donde han proliferado personajes, muchos de ellos
improvisados y que han tenido soportes extra partidarios, que representan
intereses de grupos, especialmente económicos los cuales han colaborado
financiando las campañas electorales. De esta forma los partidos solo han sido
cascarones sin promoción de adherentes, y menos de ámbitos de diálogo e
intercambio de ideas, en consecuencia se renunció a ideologías, principios
programáticos como valores que, a la vez se manifestaban en planes y programas
de acción destinados a formar cuadros partidarios que serían de ser los
soportes del gobierno al ganar en los procesos electorales.
El olvido de todo
lo antes dicho, hizo que en los movimientos políticos no hubiera necesidad de
tener líderes, ni organizaciones que respondieran a los reclamos como son las necesidades sentidas de
la ciudadanía; por eso los partidos no ponderaron los problemas acuciantes del
corto plazo y de una perspectiva a mediano plazo, a fin de encontrar planes y programas,
y más bien hicieron gala, paradójicamente de contar con un grupo de personas reconocidas:
profesionales, académicos, deportistas y empresarios, quienes daban muestra de
su aprecio por la persona designada, a la cual le brindaban apoyo, resaltándose
los que en forma reservada, resultaban los financistas de la campaña
presidencial. De esta manera el candidato se constituía en un candidato aparentemente
muy competente y popular.
Empero, había un total
desconocimiento de por lo menos indagar, todo lo relacionado con su hoja de
vida, además de informarse sobre la honestidad personal y su ética de trabajo
cuando desempeñaba cargos extra partidarios, siendo importante resaltar que el
candidato era un hombre público que tenía el equilibrio de respetar el status
quo; es decir, tenía que cuidarse para no cometer ningún desliz sobre temas
vinculados a los aspectos de la familia y del género, omitía los temas sobre el
mercado de trabajo y de otro punto que pudiera mostrar posición vinculada a cambios
en la vida económica del país.
Lo dicho se
convertía en una constante que ha supervivido durante los treinta años, y que,
han permitido la elección de candidatos para tan importante cargo; sin embargo
esta constante de cómo los presidentes han sido elegidos -nos encontramos que
no ha habido uno mejor que el otro-, todos los ex presidentes, en el tiempo que
hemos señalado sin excepciones, terminan enjuiciados, encarcelados y próximos a
ser sentenciados por muchos años de carcelería. Fujimori, Toledo, García,
Humala y PPK no se diferencian uno del otro, ellos llegaron al poder, a través
de procesos electorales y que ninguno aparentemente fuera impuesto, como
tampoco hay duda que estos ex presidentes se comportaran como mandones, bajo
autoritarismos abiertos, asolapados y que tuvieron que gobernar bajo la mirada
y presión de los grupos de poder económico, incluido el hecho evidente de sus
allegados y hasta de su propia cónyuge que de una manera u otra colaboraban en
el gobierno; todos demostraron que sus actos de gobierno eran semejantes, bajo
el adagio “de ser más de lo mismo”.
La ineficiencia de
los malos gobiernos no sólo fue exclusiva de quienes ejercieron el cargo de
presidente durante los últimos treinta años, los otros poderes del Estado como
el congreso mostraron su inoperancia en su tarea fiscalizadora y legislativa.
Los congresos pactaban entre los grupos políticos para formar la mayoría que
apoyaba el accionar del poder ejecutivo; sino también hubo el caso excepcional
de la fuerte oposición del congreso en el periodo que comenzó en el 2016, la
mayoría congresal fue obstruccionista, que no solo impidió el ejercicio del
gobierno, sino también acarreó consecuencias en el orden político, social y
económico de la república, ello motivó que el congreso fuera disuelto en medio
de la crisis institucional. La disolución ha sido causa para que por primera
vez se convoque a un congreso extraordinario.
La elección de este
congreso y en las próximas elecciones generales, éstas deben salirse del
libreto de lo pasado en estos últimos treinta años, para que nunca más se elija
presidentes insensatos y de congresos inapropiados que, contrarían construir la
democracia republicana; empero, estos deseos que motivan vivas esperanzas; sin
embargo, no son mayoritarias para la ciudadanía, porque todavía no tenemos
partidos consolidados, son pocos los que han logrado presentar candidatos
elegidos por sus propios militantes, todo ello prueba el descontento de la ciudadana
que se expresó en el ausentismo, los votos blancos y viciados, que en su
conjunto bordean el 50% del total.
Las minorías
ganadoras nos muestran los rezagos de la falta de organización y coherencia, el
caso de APP sigue manejado y acaudillado por su fundador, el cual cuando ha
llegado a ser alcalde y gobernador, su desempeño en estos importantes cargos no
ha sido exitoso, lo mismo ocurre con su desarrollo profesional y personal
familiar donde no tiene nada de transparencia. Con estos antecedentes ¿será
candidato a la presidencia de la república el 2021?
Otro movimiento, correspondiente
a la minoría ganadora es acción popular, cuyos candidatos elegidos por sus
bases, buena parte de ellos carecen de experiencia parlamentaria; sin embargo,
cuenta con formación política y muchos con calidades profesionales destacables
y son portadores de valor cívico, en el congreso habrán de surgir líderes, no
caudillos, considerando que estos últimos en AP están presentes, personas que por
cierto no han llegado a cultivar liderazgos, dado que sus trayectorias no han
seguido lo dejado por la generación de los fundadores que, en su haber tuvieron
triunfos electorales que permitieron ser gobierno; estos caudillos no han
reflexionado de lo que significa formar parte de la generación posterior a los
fundadores exitosos de acción popular. Uno de ellos se alejó del partido,
perdiendo la continuidad, al acceder a ocupar cargos expectantes en gobiernos
que no eran de AP, y dañó su trayectoria pública al comportarse influyendo para
favorecer a un futuro familiar en aspectos de carácter tributario, hecho que puesto
en evidencia a la ciudadanía, se vio obligó a renunciar a los cargos
importantes que mantenía.
Hay también quien
habiendo llegado hace poco y que inclusive fue candidato el año 2016 por AP, no
ha tenido el equilibrio necesario para repensar de sus orígenes de simpatía
aprista, su último comportamiento público ha evidenciado que no se ha sacudido de
su pasado político, pues a la muerte de García Pérez su discurso de despedida
no solo era al amigo entrañable, sino parecía de un militante fervoroso del
movimiento aprista, ello se ha considerado un agravio a la militancia de acción
popular. Este señor hasta ahora no se ha disculpado, su explicación del hecho era
necesario que terminara en un perdón y reencuentro.
Estos ejemplos nos
muestran que la falta de sensibilidad y sensatez es propia de los oportunistas
y de simples caudillos, lo que se confirma cuando el mismo día en que AP
celebraba el haber sido la primera minoría electoral, estos personajes se
exhibieron y festejaron, ello mereció repudio generalizado, ¿se sentían los
artífices de esta jornada política y califican para ser candidatos?
Esto nos lleva a
reflexionar, que al igual que en acción popular, también en los otros
movimientos políticos existen estos personajes que impiden la renovación bajo la
presencia de las nuevas generaciones, llevando a los partidos a su
desprestigio, caso del aprismo a punto de desaparecer: El comentario se
extiende al comprobarse que estos personajes están cargados de densos rezagos de
conductas muy propios de la vieja política, y que, lamentamos que aún imperen en
los ambientes políticos de nuestro país.
Abrigamos la
esperanza que este congreso extraordinario impere el equilibrio, gracias al
diálogo conducente a concertar una agenda que complete lo avanzado en las
reformas políticas electorales y del sistema judicial. Asimismo, la ciudadanía
espera el inicio de una reconstrucción dirigida al equilibrio de poderes, donde
el congreso no se vea invadido por el poder ejecutivo, ni el nuevo legislativo
sea confrontacional con el poder ejecutivo.
El anhelo de todos
los peruanos será que este congreso marque el paso, para que en las elecciones
generales del año 2021 los partidos políticos sean auténticos, sin excepción, dispuestos
a la democracia representativa “que implica la subordinación de los agentes
políticos a los actores sociales. La democracia debe volver a ser
representativa. Pierde su fuerza y se convierte en un instrumento de gestión
política en las manos de los poderosos si no se vincula vigorosamente con los
movimientos societales populares, si no representa las demandas y las protestas
de quienes sufren la dominación de unas elites que se refugian detrás de un
principio impersonal de racionalidad y orden”. (Touraine, Alain: ¿Podremos
vivir juntos?, págs. 265 y 266 en temas de “las condiciones de la democracia”).
El volver a la
democracia representativa, ella está abierta a las reformas que se hacen
necesarias en el orden económico bajo la perspectiva de acabar con las brechas
de la desigualdad y de sus dolorosos enfrentamientos de protesta, en un Perú
que en casi 200 años ha sido una república incompleta, porque en ella predominó la exclusión y las discriminaciones
etno/culturales, y que, hizo posible la existencia de la desigualdad casi
siempre en el continuo de las prácticas antidemocráticas y de gobiernos
autoritarios abiertos y solapados bajo la dirección de caudillos presidenciales.
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