César Risso
LA EXPRESIÓN “IZQUIERDA” se ha convertido desde hace
algún tiempo en una suerte de fetiche. Bajo esta denominación se pretende
abarcar a las tendencias político partidarias y movimientos que cuestionan en
general las consecuencias económico-sociales de las políticas que se han venido
aplicando en nuestro país en las últimas décadas.
La
prueba más palpable de esta aseveración se encuentra en la evaluación que están
haciendo los grupos de “izquierda” de las últimas elecciones al Congreso.
Dicen, entre otras cosas, que si la izquierda se hubiese unido, hubiera tenido
la más alta representación en el Congreso; que si hubieran aceptado la defensa
conjunta de los votos, etc., les hubiera ido mucho mejor. En base a estas
consideraciones, acusan a los líderes de las agrupaciones de izquierda que
postularon al congreso separadamente, de egoístas, entre otras acusaciones.
La
evaluación de los resultados de las elecciones tiene que considerar las
propuestas de cada agrupación e individuo, en el marco de su concepción de
clase. Una característica notoria es que las propuestas han girado en torno a
problemas concretos como: inseguridad ciudadana, reforma de la Constitución,
etc. Algunos otros han realizado propuestas sobre el aumento de las
remuneraciones, la reducción de la jornada laboral semanal, etc.
Como se
puede apreciar en las propuestas, la doctrina ha estado implícita. En este
sentido, tanto la derecha como la “izquierda”, han desplegado sus propuestas en
el marco del sistema capitalista. El cambio de la Constitución, por ejemplo,
apunta a cambiar el llamado modelo neoliberal. Pero esto último aparece como
una consigna aislada del contenido que se le había venido dando. Unos
consideran que la actual Constitución promueve la depredación de nuestros
recursos naturales; otros, que predispone a la destrucción del medio ambiente;
y, finalmente, otros, que da carta blanca a la burguesía nativa e imperialista,
para que a través del libre mercado explote a los trabajadores, e imponga
precios de monopolio.
En
ningún caso el cambio de la Constitución, a través de cualquiera de las vías
legalmente existentes, se ha propuesto para cambiar el actual sistema
económico. Todas las propuestas apuntan a mejorar la actual constitución
burguesa, o a retornar a la constitución de 1979.
Se trata
pues para estas agrupaciones de maquillar la explotación capitalista. La
izquierda que ha venido participando en las elecciones es burguesa. Es el ala
izquierda de la burguesía. De modo que no podemos contabilizar los votos de
esta izquierda como si fueran votos por el socialismo. Son votos por un
capitalismo moderado.
Las
propuestas más avanzadas han sido las del Frente Amplio y de Juntos por el
Perú. Por la lectura de las propuestas, no se podría designar a otras
organizaciones políticas que han participado en las elecciones al Congreso,
como agrupaciones de izquierda. Entiéndase que estamos considerando a estas dos
agrupaciones como organizaciones de izquierda en el sentido de ala izquierda de
la burguesía.
Los
aspectos programáticos que presentaron estas dos agrupaciones, que pueden
hacernos pensar que son de izquierda, son los siguientes:
Propuestas de Juntos por el Perú
·
Procesos transparentes para exoneraciones
tributarias de empresas.
·
Acabar con los regímenes laborales.
·
Cambiar la constitución política del Perú.
·
Reducir la jornada laboral de 48 horas a 40 horas.
Propuestas del Frente Amplio
·
Nueva constitución y una asamblea constituyente que
pueda hacer modificaciones de manera integral y articulada.
·
Cambio del modelo económico.
·
Promover la ley de ordenamiento territorial a fin
de evitar la deforestación y minería ilegal.
·
Sueldos y pensiones dignos a los trabajadores.
·
Más rigurosidad para otorgar exoneraciones a las
empresas.
Como se puede apreciar, además de la reducción de
la jornada laboral, y de la mejora de las remuneraciones, que afecta
directamente a la burguesía, porque vería reducida sus utilidades, los demás
puntos muy bien pueden ser propuestos por la propia burguesía.
Es como
si estos partidos de izquierda fueran sindicatos. Su lucha se desenvuelve
dentro de la empresa burguesa y, en el mejor de los casos, a nivel nacional.
Del
socialismo, no se ha dicho nada en la campaña electoral de las diversas
agrupaciones de izquierda.
Es
evidente que no se puede reducir la izquierda peruana a las agrupaciones que
bajo este membrete postularon al congreso. La izquierda socialista proletaria,
está presente en pequeñas agrupaciones dispersas a nivel nacional.
Por
ahora el tamaño de las organizaciones socialistas proletarias es lo de menos.
Se trata de desarrollar una labor de difusión de las ideas socialistas. He aquí
un déficit importante en este último proceso electoral. La situación era
propicia para desplegar una difusión masiva de la doctrina socialista y de las
propuestas para el Perú.
Las
campañas se han centrado en la crítica de los efectos negativos del
capitalismo, y en la difusión de algunas de las reivindicaciones inmediatas del
pueblo peruano.
La
propaganda socialista es necesaria en todo momento, pero en los periodos
electorales permite una difusión masiva. De modo que lo que discurre lenta y
parcialmente en cada lucha concreta, como medio para difundir el socialismo, se
presenta en condiciones inmejorables en los periodos electorales.
Si hubiese
postulado al congreso una agrupación que representa al socialismo proletario, y
hubiese hecho una campaña socialista, entonces los votos podrían contabilizarse
como votos a favor del socialismo. Pero como las agrupaciones de izquierda que
han postulado al congreso han hecho una campaña a favor de un capitalismo
moderado, entonces los votos que estas agrupaciones han recibido no se pueden
contabilizar como votos por el socialismo.
El error
de las pequeñas agrupaciones de la izquierda proletaria está en que han tratado
de llegar al Congreso a través de las agrupaciones de la izquierda moderada,
burguesa. Esto lo han hecho seguramente con la finalidad de tratar de no
espantar al electorado con propuestas como la necesidad del cambio del sistema capitalista
por el socialista. Es decir, han querido llegar al Congreso no como
agrupaciones, sino como individuos.
La
participación individual de representantes de la izquierda proletaria, no puede
hacerse siguiendo el juego del ala izquierda de la derecha. De haber existido
representantes de la izquierda proletaria en las agrupaciones de izquierda que
postularon al Congreso, habría que concluir que estos se camuflaron en estas
agrupaciones, en lugar de plantear sus puntos de vista de clase.
La
política de frente en la campaña electoral debe seguir la pauta de que cada
agrupación debe asumir su concepción de clase abiertamente y, en consecuencia,
difundir su doctrina, pero asumiendo el programa de reivindicaciones inmediatas
acordadas en el frente.
Lo
necesario en una campaña electoral de la izquierda proletaria es difundir un
programa de reivindicaciones inmediatas, así como hacer propaganda por el
socialismo. Esta es una labor permanente, pero como ya hemos señalado, en los
periodos electorales la difusión es mucho mayor.
De haber
llegado algún genuino representante de la izquierda proletaria al Congreso,
tendría varias labores que cumplir: denunciar permanentemente los males del
país y de la situación precaria de los trabajadores, como consecuencia del
dominio del sistema capitalista; proponer proyectos de ley que favorezcan a las
clases trabajadoras; fiscalizar el uso de los recursos públicos; proponer
proyectos de ley que tiendan a fortalecer las bases de una futura organización
socialista de la sociedad peruana; promover la difusión del socialismo en
general, y de las experiencias socialistas en el mundo, etc.
El
balance de la labor de la izquierda proletaria en este último proceso electoral
arroja un saldo negativo. Lo primero, es que no se aprovechó este periodo para
desarrollar una amplia campaña por las ideas socialistas. Lo segundo, es que no
se ha sabido reconocer a las agrupaciones de izquierda como representantes del
ala izquierda de la burguesía. Lo tercero, es que no ha habido ni la capacidad
ni la voluntad de plantear una propuesta socialista para aglutinar a los
pequeños grupos y tendencias proletarias a nivel nacional. En cuarto lugar, no
se planteó una política de frente para la lucha electoral, que permitiera al
pueblo identificar, en la izquierda proletaria, sus intereses de clase. Por
último, se siguió el señuelo de la expresión “izquierda”, sin reconocer que en
el periodo actual, es necesaria la unidad de la izquierda proletaria, alrededor
del reconocimiento de las ideas fundamentales del socialismo, con el ánimo de
forjar los instrumentos tanto materiales como espirituales que nos conduzcan a
la concreción del socialismo en nuestro país.
En nuestro
balance no podemos asumir el pasivo de la izquierda que promueve un capitalismo
moderado.
En todo
caso, es nuestra responsabilidad que el pueblo no haya tenido la opción de
votar por la izquierda proletaria, por los representantes del socialismo.
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