18/03/2020
En la
segunda semana de marzo-2020, fuimos sorprendidos por la petroguerra entre La
Federación Rusa y el reino de Arabia Saudita. La negativa de Rusia a aceptar el
recorte de producción petrolera propuesto por los saudíes, fue el detonante de
semejante desbarajuste planetario. Varios analistas han señalado que detrás de
este desencuentro petrolero, estaría la mano de Washington, intentando
desalojar a las petroleras rusas del mercado mundial. Otros investigadores
contraviniendo esta opinión, ven en la decisión saudita, el intento del país
árabe, tendiente a desalojar a la competencia del esquisto norteamericano del
mercado energético. En lo que sigue, intentaremos fundamentar la tesis de que
detrás de la petroguerra ruso-saudí, se esconde una jugada geopolítica-petrolera
maestra del líder ruso Vladimir Putin.
A partir de
la caída de la Unión Soviética en 1991, el gobierno mundial del capital dio la
orden de apoderarse de todas las riquezas materiales del fenecido proyecto
histórico. A tal efecto, ese mismo año en La Haya se creó el Tratado de la
Carta de la Energía, cuyo fin fundamental era brindar al capital occidental
europeo, todas las condiciones favorables para apoderarse de los recursos
energéticos de las exrepúblicas soviéticas. Al mismo tiempo, la OTAN dio
inicios a una agresiva política de cerco militar a la naciente federación rusa.
Las sanciones yaquis a las empresas que laboren en la construcción del
gasoducto ruso-UE, forman parte de la caja de herramientas de occidente para
domesticar a los rusos. La globalización propuesta por occidente aspiraba
a engullirse la expatria del socialismo real.
Sin embargo,
lo que los estrategas occidentales perdieron de vista fue el devenir histórico
que hizo de Rusia la gran potencia del siglo veinte. La Rusia de Lenin y Stalin
era una construcción histórica de la dinastía de los Romanov, encabezada por
Pedro El Grande. Este monarca se propuso la erección de un imperio, a través de
la occidentalización de su reino. Más tarde, la tesis estaliniana del
“Socialismo en un solo país”, fue la continuidad geopolítica del reinado de los
Romanov.
Una vez
fenecido el proyecto socialista, los medios de producción acumulados durante el
periodo soviético fueron a parar manos de la nomenclatura ex comunista,
devenida ahora en una agresiva burguesía nacional de vocación imperial. Como
toda burguesía naciente, esta burguesía rusa va a utilizar su estado para
afianzarse interiormente y luego, por los imperativos del proceso de
acumulación, necesariamente, iría por su tajada del mercado mundial
capitalista. Seria cuestión de tiempo para que el oso burgués ruso retara
geopolíticamente al imperialismo estadounidense.
Para
erigirse en primer actor de la política mundial, la burguesía rusa cuenta con
una serie de legados que hacen palidecer de envidia a sus oponentes, entre
otros:
1.-La
vocación imperial milenaria de los Romanov
2.-Un
descomunal desarrollo de las fuerzas productivas precedente.
3.-El
arsenal tecnológico-militar-atómico heredado de la URSS
4.-Un
ejército vencedor de los nazi en la Segundo Guerra Mundial
5.-Un aparato
de inteligencia -la KGB-, capaz de penetrar los centros de decisión del
capitalismo occidental.
6.-Una
escuela diplomática probada en los avatares de la Tercera Internacional y la
Guerra Fría.
7.-La
relación amistosa con los pueblos del Tercer Mundo y/o países no alineados
8.-Una
sideral reserva de recursos naturales (sobretodo petróleo)
9.-Rusia es
el país más extenso del mundo con una superficie de 17.098.242 km².
Con este
acerco geohistórico, Vladimir Putin se ha propuesto destronar la hegemonía
política mundial del capital euro-yanqui, y a tal efecto, la última jugada del
monarca saudí, le ha venido como anillo al dedo, pues de esta manera, el nuevo
Zar se propone alcanzar los siguientes objetivos geopolíticos:
A.-Liquidar
el petróleo de esquisto norteamericano utilizado por USA para quebrar a la OPEP
y Rusia.
B.-Resquebrajar
la unión de USA con Arabia Saudita
C.-Sometiendo
a Arabia Saudita, Putin toma el control de la OPEP y dictará los nuevos precios
del petróleo.
D.-Eliminar
la colaboración petrolera entre USA y las ex naciones soviéticas como
Bielorrusia.
E.-Destronar
el petrodólar a través del control de la OPEP e imponer una nueva moneda y un
nuevo sistema de pagos internacionales.
F.-Lograr el
sometimiento definitivo de la Unión Europea a los dictados energéticos de
Moscú.
G.-Auxiliar
a China en la reconstrucción de su economía con petróleo barato
H.-Provocar
una Crash bursátil en occidente que facilite la transición hegemónica hacia el
mundo euroasiático.
I.-Consolidar
la presencia rusa en el Medio Oriente, desestabilizando a Arabia Saudita e
Israel como brazos armados del imperialismo occidental.
J.-Bajarle
el morro al capital financiero, entronizando el predominio del capital
productivo asentado fundamentalmente en China.
En atención
a lo expuesto, podemos afirmar que Arabia Saudita le ha facilitado a Putin, la
concreción de una enorme jugada en la geopolítica petrolera, indicativa que un
nuevo orden internacional está asomando su cara euroasiática en estas primeras
décadas del siglo XXI. El sector energético transversaliza todo el modo de
producción capitalista, y hacia allí se dirige el Zar Putin para ponerle fecha
a la hegemonía occidental del capital.
https://www.alainet.org/es/articulo/205328
No hay comentarios:
Publicar un comentario