19/03/2020
Entre los
innumerables efectos geopolíticos y tectónicos del coronavirus, que son
impresionantes, uno ya es claramente evidente. China se ha reposicionado. Por
primera vez desde que las reformas de Deng Xiaoping comenzaron en 1978, Beijing
considera abiertamente a los EE.UU. como una amenaza; lo declaró el ministro de relaciones exteriores Wang Yi hace
un mes en la Conferencia de Seguridad de Múnich en el pico de la lucha contra
el coronavirus.
Pekín está
dando forma, paso a paso, con gran cuidado, a la narración según la cual, desde
los primeros casos de pacientes infectados con coronavirus, los dirigentes ya
sabían que se estaba bajo una guerra híbrida. La terminología utilizada por el
presidente chino es elocuente. Xi dijo abiertamente que era una guerra. Y que
era necesario iniciar una "guerra popular" como contraataque. Y describió el virus como "un diablo".
Xi, por su
formación, es confuciano. Y a diferencia de otros antiguos pensadores chinos,
Confucio no admitía discusiones sobre fuerzas sobrenaturales y
juicios post-mortem. Sin embargo, en el contexto cultural chino,
"diablo" se refiere a "diablos blancos" o "diablos
extranjeros": guailo en mandarín, gweilo en
cantonés. Xi, allí, hizo una fuerte denuncia, en código.
Cuando Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos
Exteriores de China, expresó en un tweet incandescente que "es posible que
el Ejército de los Estados Unidos haya traído la epidemia a Wuhan" –el
primer disparo en esta dirección, proveniente de un funcionario de alto rango–
Beijing lanzó un globo de ensayo, señalando que el guante había sido lanzado.
Zhao Lijian hizo la conexión directa con los Juegos Militares de Wuhan en
octubre de 2019, que incluyó una delegación de 300 militares estadounidenses.
Lijian citó
directamente al director de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), Robert Redfield, quien, cuando se le
preguntó la semana pasada si se habían descubierto muertes por coronavirus de
forma póstuma en los Estados Unidos, respondió que "hoy algunos casos han
sido realmente diagnosticados de esta forma en los Estados Unidos".
La
conclusión explosiva de Zhao es que el Covid-19 ya estaba activo en los EE.UU.
antes de que fuera identificado en Wuhan – debido a la ya completamente
documentada incapacidad de los EE.UU. para probar y verificar las diferencias
con la gripe.
Sumando todo
esto al hecho de que los genomas de coronavirus recogidos en Irán e Italia ya
han sido secuenciados, y ya se sabe que no son la misma cepa de virus que
infectó a Wuhan, los medios de comunicación chinos ya han hecho y están
preguntando abiertamente sobre una conexión con el cierre en agosto del año
pasado de un laboratorio militar de armas biológicas declarado
"inseguro" en Fort Detrick, los Juegos Militares y la epidemia
de Wuhan. Algunas de estas preguntas se han hecho – y permanecen sin respuesta–
dentro de los propios EE.UU.
Quedan
preguntas adicionales sobre el no transparente Evento 201 en la ciudad de Nueva York el 18
de octubre de 2019: un ensayo de simulación de una pandemia mundial causada por
un virus mortal, precisamente el coronavirus. Esta magnífica coincidencia
ocurrió un mes antes del brote en Wuhan.
El evento
201 fue patrocinado por la Fundación Bill & Melinda Gates, el Foro
Económico Mundial (FEM), la CIA, Bloomberg, la Fundación John Hopkins y la ONU.
Los Juegos Militares Mundiales comenzaron en Wuhan el mismo día.
Independientemente
de su origen, que aún no está establecido de manera concluyente, tanto
como los Tweets de Trump sobre el "virus chino", Covid-19 ya impone
interrogantes inmensamente serios sobre la biopolítica (¿dónde está Foucault
cuando se le necesita?) y al bioterrorismo.
La hipótesis
de trabajo de que el coronavirus es un arma biológica muy poderosa, si bien no
provocará el Armagedón, revela que esta arma es el vehículo perfecto para un
control social generalizado – a escala mundial.
Cuba se alza
como una potencia biotecnológica
Xi con su
cara cubierta con una máscara quirúrgica, visitando el frente de Wuhan la
semana pasada, fue una demostración gráfica para todo el planeta de que China,
con un inmenso sacrificio, está ganando la "guerra popular" contra
Covid-19. Así también, la movida de los rusos, estilo Sun Tzu, contra Riad,
cuyo resultado final fue el barril de petróleo mucho más barato, ayudó, a todos
efectos prácticos, a iniciar la inevitable recuperación de la economía china.
Así es como funciona una buena asociación estratégica.
El tablero
de ajedrez cambia a una velocidad vertiginosa. Después de que Pekín
identificara el coronavirus como un ataque de armas biológicas, la "guerra
del pueblo" estalló, con todo el poder del estado. Metódicamente.
Sobre la base de "todo lo que sea necesario". Estamos entrando en una
nueva fase, que será utilizada por Beijing para recalibrar sustancialmente la
interacción con Occidente, y bajo normas muy diferentes en lo que respecta a
los EE.UU. y la Unión Europea.
El poder
blando (soft power) es esencial. Pekín envió a Italia un avión de Air
China con 2.300 cajas grandes de mascarillas quirúrgicas. Las cajas dicen:
"Somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo
jardín". China también envió un gran paquete humanitario a Irán a bordo de
ocho aviones de Mahan Air, una aerolínea que está bajo sanciones ilegales y
unilaterales del gobierno de Trump.
El
presidente serbio Aleksandar Vucic no pudo ser más explícito: "El único
país que puede ayudarnos es China. Hasta ahora, todos ustedes han entendido que
la solidaridad europea no existe. Nunca ha sido más que un cuento de hadas en
papel".
Bajo duras
sanciones y demonizada desde siempre, Cuba sigue siendo capaz de hacer avances
gigantescos, incluso en biotecnología. El antiviral Heberon –o Interferón Alfa 2b– un
medicamento, no una vacuna, se ha utilizado con gran éxito en el tratamiento de
pacientes contaminados por el coronavirus. Una empresa conjunta en China está
produciendo una versión inhalable del medicamento y al menos 15 naciones ya
están interesadas en importarla.
Ahora
comparen todo eso con el gobierno de Trump, que ofrece mil millones de dólares
para sobornar a los científicos alemanes que trabajan en la empresa de
biotecnología Curevac,
con sede en Turingia, en una vacuna experimental contra Covid-19, contando con
"reservar" la vacuna para ser utilizada "sólo en los Estados
Unidos".
¿Operación
psicológica (psy-op) para la ingeniería social?
Sandro
Mezzadra, co-autor, con Brett Neilson, de The Politics of Operations:
Excavating Contemporary Capitalism, ya está tratando de determinar conceptualmente en qué punto
está actualmente la lucha contra Covid-19.
Nos
enfrentamos a tener que elegir entre una vertiente maltusiana –inspirada en el
darwinismo social– "liderada por el eje Johnson-Trump-Bolsonaro" y,
por otro lado, una vertiente que apunta a la "recalificación de la salud
pública como herramienta fundamental", ejemplificado por lo que hacen
China, Corea del Sur e Italia. Hay importantes lecciones que aprender de Corea del Sur,
Taiwán y Singapur.
La opción
fuerte, observa Mezzadra, está entre admitir una "selección natural de la
población", con miles de muertes, o "defender la sociedad",
empleando "diversos grados de autoritarismo y control social". Es
fácil imaginar quién se puede beneficiar de esta reingeniería social, una remezcla,
para el siglo XXI, de "La máscara de la muerte roja", de Allan Poe,
1842 (Consortium News).
En medio de
tanta desgracia y tristeza, cuenten con Italia para que nos ofrezca tonos de
luz, a la Tiepolo. Italia ha elegido la opción de Wuhan, con consecuencias
inmensamente graves para su ya frágil economía. Los italianos en cuarentena
reaccionaron notablemente cantando desde sus balcones: un verdadero acto de
revuelta metafísica.
Sin
mencionar la justicia poética de la verdadera Santa Corona ("coroa"
en latín) que está enterrada en la ciudad de Anzu desde el siglo IX. Santa
Corona fue asesinada en el gobierno de Marco Aurelio en 165 d.C., y ha sido una
de las santas patronas de las víctimas de las pandemias durante siglos.
Ni siquiera
trillones de dólares que llovieron del cielo por un acto de misericordia divina
de la Reserva Federal pudieron curar a los enfermos de Covid-19. Los
"líderes" del G-7 tuvieron que recurrir a una videoconferencia para
darse cuenta que no tienen ni idea de qué hacer, incluso cuando la lucha de
China contra el coronavirus le dio a Occidente una ventaja inicial de varias
semanas.
El Dr. Zhang Wenhong, que trabaja
en Shanghái, uno de los principales expertos en enfermedades infecciosas de
China, cuyos análisis han sido hasta ahora precisos, dice que China ya salió de
los días más oscuros de la "guerra popular" contra el Covid-19. Pero
el Dr. Wenhong no cree que termine en el verano. Ahora, la misma idea, para el
mundo occidental.
Aún no es
primavera, y ya sabemos que un virus es suficiente para destruir sin piedad a
la Diosa del Mercado. El viernes pasado, Goldman Sachs dijo a no menos de 1.500
empresas que no había riesgo sistémico. Falso.
Fuentes del
banco en Nueva York me dijeron la verdad: el riesgo sistémico se volvió mucho
más serio en 2020 que en 1979, 1987 o 2008, debido al mayor riesgo de colapso
del mercado de derivados de 1.500 millones de dólares.
Como dicen
las fuentes, en la historia, nunca se ha visto nada parecido a la intervención
de la Reserva Federal mediante la todavía poco comprendida eliminación de los
requisitos de reserva bancaria en los bancos comerciales, lo que desencadenó
una expansión potencialmente ilimitada del crédito, para evitar una implosión
de los derivados resultante de un colapso total de las bolsas de productos
básicos y de valores en todo el mundo.
Esos
banqueros pensaron que funcionaría, pero, como ahora sabemos, todo ese ruido y
furia nunca significó nada. Y queda el fantasma de una implosión de derivados –
en este caso no causada por lo que se temía antes (que el Estrecho de Ormuz se
cerrara).
Comenzamos
apenas a entender las consecuencias del Covid-19 para el futuro del
turbo-capitalismo neoliberal. Es cierto que toda la economía global fue
golpeada por un insidioso, literalmente invisible, interruptor de circuito.
Puede ser sólo "coincidencia". O puede ser, como algunos argumentan valientemente, parte de una operación
psicológica masiva que crea el entorno geopolítico y de ingeniería social
perfecto para la dominación del espectro completo.
Además, a lo
largo del arduo camino, con inmensos sacrificios humanos y económicos, con o
sin un reinicio del sistema mundial, una pregunta más apremiante sigue siendo:
¿las élites imperiales seguirán insistiendo en la guerra híbrida contra China
para la dominación de todo el espectro?
(Traducción
ALAI.)
- Pepe
Escobar es periodista brasileño y corresponsal de
varios medios internacionales.
Publicado en
inglés en Asia Times,
17/3/2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario