El surcoreano Byung-Chul Han (F. Fischer Verlag / Archivo).
El filósofo coreano y ensayista bestseller alerta que el coronavirus
podría llevarnos a una sociedad de vigilancia total: el control digital podría
imponer el régimen chino y jaquear las libertades occidentales.
17/04/2020
La amenaza del
terrorismo ya bastante nos lleva a someternos a medidas denigrantes de
seguridad en los aeropuertos sin oponer la menor resistencia. Con los brazos en
alto dejamos que nos escaneen el cuerpo. Permitimos que nos palpen en busca de
armas ocultas. Cada uno de nosotros es un terrorista en potencia. El virus es
terrorismo que viene del aire, representa una amenaza considerablemente mayor
que la del terrorismo islámico. Resulta intrínseco a la lógica de todo esto
pensar que la pandemia tendrá consecuencias
que transformarán al conjunto de la sociedad en una zona de seguridad,
en una cuarentena permanente en la que cada uno será tratado como un potencial
portador del virus.
Europa y Estados Unidos están
perdiendo todo su esplendor en medio de la pandemia. Van a los tumbos. Parece
que son
incapaces de controlar la epidemia. En Asia, lugares como Taiwán,
Hong Kong, Singapur, Corea del Sur o Japón supieron controlarla con relativa
rapidez. ¿A qué se debe esto? ¿Qué ventajas sistémicas evidencian los países
asiáticos? En Europa y en Estados Unidos el virus se encuentra con una sociedad
liberal en la que se propaga sin esfuerzo. ¿Acaso el liberalismo tiene la culpa
del fracaso europeo?¿Será que
el virus se siente a gusto en el sistema liberal?
El panóptico del coronavirus rastrea tus contactos
Pronto se impondrá la idea de que
la lucha contra la pandemia indica actuar a pequeña escala, es decir, poniendo el foco en la persona, el individuo. Pero el liberalismo no
permite fácilmente un procedimiento de este tipo. Una sociedad
liberal se compone de individuos con libertad de acción que no autorizan la
injerencia estatal. La sola protección de datos impide la vigilancia a pequeña
escala de las personas. La sociedad liberal no
contempla la posibilidad de hacer de las personas, individualmente, el objeto
de la vigilancia, por eso no le queda más remedio que el shutdown, con
consecuencias económicas masivas. Occidente llegará pronto a una
conclusión fatal: que lo único capaz de evitar el cierre total es una
biopolítica que permita tener acceso ilimitado al individuo. Occidente
concluirá que la protegida esfera privada es justamente lo que ofrece refugio
al virus. Pero reconocer esto significa el fin del liberalismo.
Trabajadores médicos en el hospital
de Dongsan en Daegu (Corea del Sur) / DPA
Los asiáticos están combatiendo
el virus con un rigor y una disciplina que para los europeos resulta
inconcebible. La vigilancia se centra en cada persona en forma individual,
y esto constituye la principal diferencia con la estrategia europea. Los
rigurosos procedimientos asiáticos recuerdan a aquellas medidas disciplinarias
adoptadas en la Europa del siglo XVII para combatir la epidemia de la peste.
Michel Foucault las describió de manera impactante en su análisis de la
sociedad disciplinaria. Las casas se cierran por fuera y las llaves se
entregan a las autoridades. Se condena a muerte a quienes violan la
cuarentena. Se mata a los animales que andan sueltos. La vigilancia es total.
Se exige obediencia incondicional. Se vigila cada casa en forma individual.Durante
los controles, todos los habitantes de una casa deben asomarse por las
ventanas. A quienes viven en casas que dan a patios traseros se les asigna
una ventana al frente por la cual asomarse. Llaman a cada persona por su nombre
y le preguntan por su estado de salud. Quien miente se expone a la pena de
muerte. Se establece un sistema de registro total. El espacio se vuelve una red
anquilosada de células impermeables. Cada quien está atado a su lugar.
Cualquiera que se mueva pone en riesgo su vida.
El confucianismo coreano busca vencer al virus
En el siglo XVII Europa devino en
una sociedad disciplinaria. El poder biopolítico penetra hasta en los más
mínimos detalles de la vida. Toda la sociedad se transforma en un panóptico, es
atravesada por la mirada panóptica. El recuerdo de esas medidas disciplinarias
se ha desvanecido por completo en Europa. En realidad, eran medidas mucho más
rigurosas que las que toma China ante esta pandemia. Pero se podría decir que la Europa de los siglos XVII y XVIII es la China actual.
Entretanto, China ha creado una sociedad disciplinaria
digital con un sistema de crédito social que permite una vigilancia biopolítica
y un control sin fisuras de
la población. Ni un solo momento de la vida cotidiana escapa a la observación.
Se monitorea cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes
sociales. Se utilizan 200 millones de
cámaras de vigilancia con reconocimiento facial. Quien cruza un
semáforo en rojo, tiene contacto con personas opositoras al régimen o publica
comentarios críticos en las redes sociales vive en peligro. Quienes, en cambio,
compran comida sana o leen los periódicos oficialistas, sonrecompensados con créditos
baratos, seguros de salud o visas de viaje. En China esta
vigilancia total es posible porque no existe restricción alguna
al intercambio de datos entre los proveedores de internet y de telefonía móvil
y las autoridades. Así que el Estado sabe dónde estoy, con
quién me encuentro, qué estoy haciendo en este momento, qué ando buscando, en
qué pienso, qué compro, qué como. Es muy probable que en el futuro el Estado
también controle la temperatura corporal, el peso, los niveles de azúcar en
sangre, etc.
La vigilancia digital total de la población está
demostrando ser por demás eficaz contra el virus. Cualquiera que salga de la estación de trenes de Beijing es
capturado por una cámara que mide su temperatura corporal. Si tiene temperatura
alta, se informa por teléfono móvil a todas las personas que iban en el mismo
vagón. El sistema sabe quién, cuándo y dónde iba sentado en el
tren. Y las personas potencialmente infectadas se detectan usando solo datos
tecnológicos. Las redes sociales informan sobre el uso de drones para vigilar
la cuarentena. Si una persona abandona clandestinamente su cuarentena, el dron
vuela hacia ella y la insta a volver a casa. Incluso puede que el dron
imprima una multa en el momento y la deje caer sobre su cabeza.
Parece que se está produciendo un cambio de paradigma en el control de la
pandemia y Occidente no termina de darse por enterado. El control de la
pandemia se está digitalizando. No sólo la combaten virólogos y epidemiólogos
sino también ingenieros informáticos y especialistas en big data.
Distancia. El subte en Seúl,
Corea del Sur. /EFE
En la lucha contra el virus, el individuo es vigilado
individualmente. Una aplicación le asigna a cada persona un código QR que
indica con colores su estado de salud. El color rojo indica una cuarentena de
dos semanas. Solo pueden moverse libremente quienes puedan mostrar un código
verde. No es solo China, otros países asiáticos también implementan la
vigilancia individual. Para detectar personas potencialmente infectadas se
cruzan los más diversos datos. El gobierno de Corea del Sur está
considerando incluso la posibilidad de obligar a las personas que entran en
cuarentena a llevar un brazalete digital que permita controlarlas las 24 horas
del día. Hasta ahora ese método de vigilancia estaba reservado para quienes
habían cometido delitos sexuales. De modo que, frente a la
pandemia, cada individuo es tratado como un criminal en potencia..
El feudalismo
digital
El modelo asiático para combatir el virus no es
compatible con el liberalismo occidental. La pandemia pone en evidencia la diferencia cultural
entre Asia y Europa. En Asia sigue imperando una sociedad disciplinaria, un colectivismo con fuerte tendencia al disciplinamiento.
Se aplican sin más medidas disciplinarias radicales que encontrarían fuerte
rechazo por parte de los europeos.No se las percibe como restricción de los derechos individuales sino
como cumplimiento de deberes colectivos. Países como China y Singapur
tienen un régimen autocrático. Hasta hace pocas décadas también en Corea del Sur
y Taiwán prevalecían condiciones autocráticas. Los regímenes autoritarios hacen
de las personas sujetos disciplinarios, las educan para la obediencia. Y Asia
está marcada por el confucianismo, que dicta la obediencia incondicional a la
autoridad. Todas estas peculiaridades asiáticas resultan ventajas sistémicas
para contener la epidemia. ¿Será que la sociedad disciplinaria asiática
terminará imponiéndose a escala global a la luz de la pandemia?
Contra el eclipse del deseo
Ni siquiera es necesario
remitirse a Asia para señalar el peligro que la pandemia representa para el
liberalismo occidental. La vigilancia panóptica no es
un fenómeno exclusivamente asiático. Ya estamos viviendo en un panóptico
digital global. Las
redes sociales también se parecen cada vez más a un panóptico que vigila y
explota sin piedad a los usuarios. Nos exponemos voluntariamente. No entregamos nuestros datos por la fuerza sino por necesidad
interior. Constantemente
se nos incita a compartir nuestras opiniones, preferencias y necesidades, a
comunicarnos y a contar nuestras vidas. Después, los datos son analizados por
plataformas digitales dedicadas al pronóstico y a la manipulación de
comportamientos, y explotados comercialmente sin tregua ni cuartel.
Incluso ellas. Un barbijo sobre
la cara de una estatua en honor a las mujeres que fueron sometidas a esclavitud
sexual por los japoneses. / EFE/EPA/YONHAP SOUTH KOREA OUT
Vivimos en un feudalismo digital. Los señores feudales
digitales como Facebook nos dan la tierra y dicen: ustedes la reciben gratis,
ahora árenla. ¡Y la aramos a lo
loco! Al final, vienen los señores y se llevan la cosecha. Así es como se
explota y vigila la totalidad de la comunicación. Es un sistema extremadamente
eficiente. No existe la protesta porque vivimos en un sistema que explota la libertad en sí misma.
El capitalismo en su conjunto se está transformando en
un capitalismo de vigilancia. Plataformas como Google, Facebook o Amazon nos
vigilan y manipulan, con el propósito de maximizar sus ganancias. Se
registra y analiza cada clic. Somos dirigidos como marionetas por hilos
algorítmicos. Pero nos sentimos libres. Asistimos a una dialéctica de la
libertad, que la vuelve servidumbre. ¿Esto todavía es liberalismo?
Corea del Sur: la filosofía de Byung Chul-Han, encarnada en el rigor
estudiantil
La pregunta que nos deberíamos
hacer es: ¿por qué toda esta vigilancia digital, que está teniendo lugar de
todas formas, debería detenerse ante el virus? Es probable que la pandemia haga caer ese umbral de inhibición que
venía impidiendo que la vigilancia se extendiera biopolíticamente al individuo.
La pandemia nos lleva hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No solo
nuestras comunicaciones, también nuestro cuerpo, nuestro estado de salud, se
está convirtiendo en objeto de vigilancia digital. La sociedad de la vigilancia
digital está experimentando una expansión biopolítica.
Según Naomi Klein, autora de No Logo, el shock es un momento
oportuno para instalar un nuevo sistema de dominación. El shock pandémico hará que se
imponga a nivel global una biopolítica digital que se apodere de nuestro cuerpo
con su sistema de control y vigilancia, una sociedad disciplinaria biopolítica
que vigile permanentemente hasta nuestro estado de salud. Tampoco descartemos
que vayamos a sentirnos libres en ese régimen de vigilancia biopolítica. De
hecho vamos a pensar que todas estas medidas de vigilancia son en pos de
nuestra propia salud. La dominación se completa en el momento en que coincide
con la libertad. En medio de la conmoción causada por la pandemia, ¿se verá
Occidente obligado a abandonar sus principios liberales? ¿Corremos el riesgo de
volvernos una sociedad de cuarentena biopolítica que restrinja de manera permanente
nuestra libertad ? ¿Es China el futuro de Europa?
Byung-Chul Han, filósofo de origen surcoreano y
docente en Berlín, ha sido casi integralmente traducido al castellano. Es autor
de ensayos breves como "La agonía del eros", "Enjambre",
"La sociedad del cansancio" y "Topología de la violencia".
Traducción del alemán: Carla Imbrogno.
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