Entrevista a Kevin Lin
03/04/2020 | No Borders News
En
esta entrevista, Kevin Lin cuenta cómo el personal sanitario de Wuhan, China,
hizo sonar la alarma a finales de diciembre, cuando comenzó a propagarse el
coronavirus. Tras un periodo inicial de desmentidos y ocultaciones, los líderes
chinos adoptaron medidas drásticas para contener el virus, si bien algunas de
ellas tuvieron consecuencias no intencionadas. Cuando las muertes causadas por
la Covid-19 se disparan en todo el mundo, China afronta un potencial
resurgimiento de la pandemia y una crisis económica creciente que pondrá a
prueba al Partido Comunista. Y aunque la sociedad civil en la China continental
y las manifestaciones callejeras en Hong Kong han sido aplastadas, la crisis
puede abrir una vía a la movilización obrera, feminista y democrática entre la
juventud, por mucho que crezcan las tensiones nacionalistas entre EE UU y
China.
No Borders News: ¿Puedes describir el brote
inicial del coronavirus en Wuhan? ¿Cómo se detectó y qué medidas adoptaron u
omitieron las autoridades para hacerle frente en los primeros días y semanas?
Kevin Lin: Los primeros indicios de que
ahí había algo nuevo y sumamente contagioso han podido rastrearse hasta
diciembre de 2019, aunque posteriormente se sospechó que las infecciones
pudieron comenzar antes. Médicos de Wuhan fueron quienes notificaron la
aparición de un posible nuevo virus que pensaban que era similar al SARS, pero
esas sospechas solo las compartieron en gran parte con amigos y colegas. La
primera reacción del gobierno de Wuhan consistió en silenciar lo que calificaron
de rumores, sometiendo a algunos de los médicos a custodia policial y
obligándoles a firmar una confesión para denunciar los rumores.
Sin
embargo, al aumentar los casos en Wuhan y ciudades vecinas, el gobierno de
Wuhan informó a las autoridades nacionales para solicitar instrucciones. El
gobierno nacional estuvo varios días deliberando y finalmente decidió tomarse
en serio el virus. Entre la detección de los primeros casos y la acción del
gobierno nacional transcurrieron semanas, que se perdieron y no se dedicaron a
contener el brote. Mucha gente considera que la prioridad dada a la estabilidad
social, al silenciamiento de todorumor socialmente explosivo,
impidió realizar una investigación minuciosa y a tiempo.
NBN: Una vez se percataron de la gravedad
del brote, ¿qué medidas tomaron los gobiernos locales y el nacional? ¿Fue
completo el confinamiento en Wuhan? ¿Se generalizaron las pruebas y qué sucedió
con las personas que dieron positivo?
KL: Cuando reconocieron la
gravedad, el gobierno nacional entró en pánico y aisló Wuhan y después toda la
provincia de Hubei. La gente tuvo poco tiempo para prepararse y unos cinco
millones de personas huyeron de la ciudad presas de pánico, llevando muy
probablemente el virus a otras partes de China. En aquellos momentos no había
muchas opciones con respecto a las medidas a adoptar, pero incluso entonces el
carácter extremo del confinamiento fue criticado desde el interior de China. Se
recurrió a la censura de los medios para acallar la crítica pública.
El
aislamiento de Wuhan fue sumamente restrictivo. Nadie podía entrar ni salir de
la ciudad. Dentro de esta también se controlaron los movimientos de las
personas. Se podían confinar a cal y canto desde pisos individuales hasta
bloques enteros de viviendas si se confirmaba la presencia de casos. Las
pruebas se demoraron y los hospitales estaban totalmente sobrepasados. Quienes
dieron positivo en las pruebas tenían que permanecer en casa o ingresaban en un
hospital para ser tratados, muchos en locales incautados y hospitales
prefabricados recién construidos. Sin embargo, quienes padecían otras
enfermedades lo pasaron mal porque los hospitales daban prioridad a las y los
pacientes de coronavirus.
NBN: ¿Por qué no se propagó el
coronavirus al resto de China? ¿Qué peligro hay ahora de una segunda ola de
infecciones?
KL: El coronavirus se propagó al
resto de China, pero solo de forma limitada en comparación con lo que hemos
visto en otros países. Es posible que el cierre total de Wuhan ayudara a frenar
la expansión, pero también hizo que gente huyera de la ciudad y de este modo
llevara la infección a otras zonas del país. No obstante, fuera de Hubei, la
rigurosa restricción de movimientos de personas (asegurada por la tupida red
china de control social a nivel de bloques de pisos), el control generalizado
de la temperatura de las personas que viajaban, el uso de la vigilancia digital
para rastrear los contactos entre las personas, así como los poderes de la
policía subyacentes a estas restricciones, implementaron lo que parece haber
sido un distanciamiento social efectivo. La población también se adaptó
rápidamente al peligro de contagio y tomó precauciones.
El
hecho de que probablemente el origen del coronavirus se situara en una sola
ciudad también limitó su propagación. En cambio, otros países recibieron
posteriormente a viajeros internacionales, primero procedentes de China y
después de todo el mundo. Por eso ahora tienen que hacer frente a múltiples
focos de expansión, lo que dificulta mucho contenerla a nivel local. China ha
afirmado ahora que tiene casi cero contagios comunitarios, y los únicos
contagios son los causados por viajeros internacionales. Este es un reto al que
se enfrentan ahora también otros países asiáticos. Por esta razón, China ha
impuesto medidas extremas para someter a prueba y poner en cuarentena a todos
los viajeros que entran en el país en instalaciones habilitadas por el Estado,
expulsando a todas las personas extranjeras salvo al personal diplomático.
NBN: ¿Puedes decirnos en qué
situación se halla el sistema sanitario en China? ¿Existen grandes diferencias
entre lo que está a disposición de la clase trabajadora y la gente pobre en
comparación con la elite? ¿Afectó esta distinción a la calidad de la atención
en Wuhan?
KL: El sistema sanitario en China
ha ido cambiando a lo largo de las últimas décadas. Surgió del sistema
sanitario universal de la época de Mao, que cubría la atención médica de todo
el mundo a título gratuito, pese a algunas deficiencias en la calidad de la
asistencia. En la época de Mao, los centros de salud asociados a los lugares de
trabajo urbanos y los médicos
descalzosen el mundo rural mejoraron el estado de salud de la
población. Desde la década de 1980, la transición capitalista ha ido
desmantelando este sistema y lo ha sustituido por un sistema comercial. El
gobierno eliminó los subsidios y responsabilizó a los hospitales de su propia
financiación.
Esto
trajo la corrupción de profesionales médicos, que comenzaron a buscar ventajas
y aceptar sobornos de las empresas farmacéuticas, lo que mermó profundamente la
confianza en hospitales y médicos. En las décadas de 1990 y 2000, los medios
publicaban montones de historias de terror de pacientes gravemente enfermos que
eran rechazados por los hospitales porque no podían pagarse el tratamiento.
Consciente de que estos problemas son socialmente explosivos, en los últimos
años el gobierno ha ampliado la cobertura sanitaria a toda la población, pero
sigue habiendo trabas al acceso a la sanidad de las trabajadoras y los
trabajadores migrantes.
NBN: Explícanos la magnitud de la
crisis económica a que se enfrenta China hoy tanto desde el punto de vista del
restablecimiento de la producción como con respecto a las secuelas que tendrá
el confinamiento global para la clase trabajadora y las empresas chinas.
KL: El crecimiento económico de
China ya lleva frenándose desde hace una década, desde la gran recesión,
bajando del 8-10 % anual al 5-6 % actualmente. Sin embargo, hasta que
surgió el brote, China logró en gran medida mantenerse a flote, a pesar de los
múltiples problemas asociados al exceso de capacidad industrial, al
endeudamiento de los gobiernos locales y de la banca y a la burbuja
inmobiliaria. También ha estado lidiando con una reestructuración industrial
para pasar de una fabricación de productos de bajo coste a otros de alta
calidad, al amparo de la política Made in China 2025, y a una
economía de servicios. El parón económico impuesto a partir de finales de enero
no solo ha dañado a las empresas locales, sino también la cadena mundial de
suministros. Durante un tiempo, grandes fabricantes de automóviles
internacionales no pudieron mantener la producción debido a la disrupción del
abastecimiento de piezas de China.
A
comienzos de febrero, el gobierno chino estaba preocupado de que el
confinamiento fuera demasiado riguroso, pero la gravedad del brote disuadió a
la gente trabajadora de volver al trabajo. Desde finales de febrero, China ha
estado relanzando la economía y la gente vuelve al trabajo, aunque muchas
personas siguen trabajando desde casa y en algunos lugares sigue habiendo
restricciones de los desplazamientos, especialmente para migrantes. También
puede haber un efecto retardado y tal vez tenga que pasar algo de tiempo para
que podamos saber la plena magnitud de la crisis económica.
NBN: ¿Cómo responderá el Partido
Comunista a la crisis a nivel de política económica nacional? ¿Tienen
suficientes reservas para repetir el estímulo masivo de 2009 que permitió sacar
a China de la gran recesión?
KL: Esta podría ser perfectamente
la peor crisis económica desde la transición capitalista en China. No solo
puede que disminuya la tasa de crecimiento, sino que puede acabar siendo
negativa. Hasta ahora el gobierno ha respondido con políticas monetarias
graduales para apoyar a las empresas. Mientras que EE UU y Europa están
lanzando ahora amplios paquetes de estímulo y ayuda, no está claro que China
todavía tenga la capacidad y la voluntad de implementar un paquete de estímulo
como hizo durante la gran recesión. Aquella intervención no solo salvó la
economía china, sino probablemente también toda la economía mundial, pero al
mismo tiempo provocó un endeudamiento de los gobiernos locales que todavía les
da quebraderos de cabeza.
La
guerra comercial entre EE UU y China debilitó asimismo la capacidad económica
de esta. Y puesto que el gobierno ha apostado por una transición suave de la
economía industrial a la de servicios, con el fin de generar puestos de trabajo
para absorber la destrucción de empleo en las fábricas, el declive económico
–tanto en China como a escala global– podría causar un desempleo masivo, como
ya estamos viendo en otras partes. Durante la gran recesión, alrededor de 20 a
30 millones de migrantes perdieron su empleo, pero el estímulo les salvó. Puede
que China no tenga esta vez tanta suerte.
NBN: ¿Ha abierto la crisis espacio
para una respuesta popular en los barrios o centros sanitarios u otros grupos
de personas en sindicatos, asociaciones vecinales o universidades? ¿Ha
monopolizado el Partido Comunista la respuesta a la crisis o ha abierto esta
última alguna brecha dentro de la burocracia del partido?
KL: La crisis ha golpeado a China
en un momento en que la sociedad civil ha estado sometida a continuos ataques
represivos y ha sido acallada. Desde el movimiento obrero hasta el feminista,
así como el de defensa de los derechos humanos y de las libertades civiles, las
autoridades del Estado han estado ensañándose con ellos durante media década.
La sociedad civil ya estaba antes estrictamente controlada, pero estos últimos
años hemos visto un mayor esfuerzo concertado por reprimir los movimientos
sociales y toda disensión importante de cualquier tipo. Así, a finales de
diciembre, justo cuando estaba propagándose el coronavirus, las autoridades
estatales habían iniciado una operación encaminada a detener a un grupo de
activistas y abogados defensores de los derechos civiles por el mero hecho de
reunirse y debatir sobre política. El último año y medio también han sido objeto
de la represión diversos sindicalistas y sus organizaciones han sido disueltas.
Todo esto obstaculiza toda respuesta popular más organizada, por mucho que la
gente desconfíe de los esfuerzos supuestamente humanitarios del gobierno.
A
pesar de todo esto, la ciudadanía china se ha movilizado para adquirir y donar
equipos de protección a los hospitales y al personal sanitario, y personas
voluntarias de ayuda mutua han apoyado a los sectores más vulnerables de la
sociedad. Una campaña lanzada por feministas contra la violencia machista ha
ayudado a dar a conocer una cuestión que el confinamiento no hace más que
agravar. Este es sin duda un momento de despertar político de la gente,
especialmente de la gente joven. La magnitud de la pandemia y la pérdida innecesaria
de un gran número de vidas ha convertido todo, inevitablemente, en un asunto
político, como ha sucedido también en otras partes. Si la gente joven es capaz
de canalizar su energía hacia actitudes progresistas después de la crisis,
puede que veamos el renacimiento de unos movimientos que se han visto
debilitados durante muchos años.
Sin
embargo, en general la ausencia de una sociedad civil fuerte y de espacios de
organización política ha permitido que el gobierno monopolice la respuesta a la
crisis y la narrativa mediante un aumento de la censura y el control por el
Estado de la información que transmiten los medios. Las estrictas medidas de
confinamiento de barrios enteros, limitando el desplazamiento de la gente fuera
de sus casas, también han dificultado los esfuerzos de ayuda mutua, con lo que
las personas dependen del Estado para la gestión de la crisis. Al mismo tiempo,
esto significa también que todo éxito o fracaso será achacado directamente al
gobierno. Hasta ahora, el Estado chino parece disciplinado y no se ha
desarrollado ninguna oposición seria y organizada dentro del aparato estatal.
Sin embargo, en los próximos meses puede que la gente juzgue cómo ha manejado
el gobierno la crisis.
NBN: Puesto que tan solo hemos
rascado la superficie, ¿puedes recomendarnos fuentes y páginas web para que
quienes tengan interés puedan seguir los acontecimientos en China?
KL: La revista Chuang ha
publicado un excelente
artículo sobre el coronavirus, y en general publica muchos
análisis sobre China. Positions ha servido de espacio para
algunas de las aportaciones más teóricas. Humans of Wuhan ofrece
relatos de individuos de distintas procedencias. También contiene una sección
que cataloga las experiencias de ayuda mutua del voluntariado que podrían ser
útiles para otros países. Para análisis más generales, Made in China,
que coedito, abarca muchos aspectos del acontecer social, político y cultural
en China.
NBN: ¿Puedes decir algo sobre el
impacto de la crisis del coronavirus en el movimiento de masas por la
democracia en Hong Kong?
KL: El movimiento masivo de
protesta en Hong Kong ya estaba cambiando a finales de 2019 –antes del brote de
coronavirus–, sustituyendo las manifestaciones en la calle por formas de lucha
más cotidianas. Por ejemplo, el círculo económico amarillo de empresas que han
apoyado el movimiento ha pasado a ser la opción preferida de quienes simpatizan
con las protestas. Una ola de sindicación ha inundado una serie de industrias y
dado pie a la creación de nuevos sindicatos combativos y a una generación de
activistas. No obstante, las manifestaciones callejeras han cesado porque el
gobierno ha detenido a mucha gente y otras y otros participantes sienten
cansancio después de muchos meses de manifestaciones continuas. El brote de
virus ha dificultado la realización de manifestaciones callejeras.
De
todos modos, el personal sanitario recién sindicado organizó una huelga en los
hospitales a comienzos de febrero para reivindicar la mejora de la protección y
el cierre de la frontera entre Hong Kong y China continental. Por otro lado, el
brote pandémico también ha dado pie a una respuesta más nacionalista en el seno
del movimiento: por ejemplo, restaurantes del círculo amarillo que apoyan al
movimiento se han negado a servir a clientes de China continental so pretexto
de prevenir el coronavirus. En Hong Kong, al igual que en otras partes, el
virus ha sido racializado y se han reforzado las corrientes localistas y
nativistas dentro del movimiento. Tal vez el hecho más trascendente es el
recrudecimiento del conflicto entre EE UU y China. El gobierno de Trump ha
aprovechado la pandemia para redoblar la retórica nacionalista y racista contra
China, mientras esta ha intentado pagar con la misma moneda a EE UU. Esto puede
anunciar un mundo más peligroso después de la pandemia.
01/04/2020
Kevin Lin es activista e investigador
sobre el movimiento obrero chino, así como miembro del Comité Internacional de
Democratic Socialists of America.
Traducción: viento sur
Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article15812
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