Dos pandemias acosan el escenario de nuestro tiempo. El
Coronavirus, es una de ellas, y la Trumpvirus, es la otra.
La primera
afectó en una primera etapa a Europa, donde causó –y aun causa- considerables
pérdidas humanas. En España, donde años de gobierno del “Partido Popular”
amagaron la Salud Pública en provecho de la inversión privada; los esfuerzo del
gobierno de Pedro Sánchez se multiplican, sin alcanzar éxitos notables.
En Italia,
los gobiernos neofascistas -desde Berlusconi hasta el actual Guiseppe Conte-
desmantelaron las políticas sociales considerándolas un costoso legado del
“Estado de Bienestar”, e impusieron las fórmulas del neoliberalismo cultivando
el egoísmo, el individualismo y el lucro privado. La tapa de la bombonera, es
USA, con casi 400 mil infectados y alrededor de 15 mil muertos.
Hoy, estos
países, pagan las consecuencias al costo de miles de muertos y de decenas de
miles de afectados por la pandemia que confina a todos en un extraño régimen de
detención domiciliaria. Aquí, ocurre lo mismo.
América
Latina soporta el coronavirus en condiciones muy precarias. Gobiernos
progresistas en el pasado más o menos inmediato, adecentaron la política social
y alentaron los programas de salud en beneficios de las grandes mayorías. Pero
en poco tiempo, la nueva ofensiva neoliberal echó por tierra esos esfuerzos.
Varias perlas podrían ser citadas para el caso. Quizá si los gobiernos de
Bolsonaro, Moreno, Añez, Duque y Piñera, fueran los más patéticos
En el caso
de los dos primeros, se acumulan los muertos sin que los mandatarios siquiera
frunzan el ceño. Les importa una higa lo que está ocurriendo en sus países. Y
los otros, se empeñan en priorizar otros temas. Les interesa usar la crisis
sanitaria como cortina de humo para encubrir sus despropósitos sociales,
escamotear reivindicaciones ciudadanas y atornillarse en el Poder a cualquier
precio.
Los peruanos
sufrimos el efecto de 40 años de neoliberalismo impuesto por Fujimori y seguido
sumisamente por gobiernos posteriores. Ahí están las consecuencias. Pareciera
que el Presidente Vizcarra no ha sido personalmente afectado por el Codiv-19,
pero si por la Trump virus.
En otros
escenarios, Alberto Fernández, de Argentina; Daniel Ortega, de Nicaragua;
Miguel Díaz Canel, de Cuba y Nicolás Maduro, el Presidente de Venezuela, miran
de otro modo el discurrir.
Fernández
tiene la tarea de recuperar el país luego del “Macrismo”, que lo dejó al borde
del acantilado. Y Ortega, Díaz Canel y Maduro lideran políticas que han
permitido mantener la pandemia en efectos mínimos.
Aunque se
han registrado contagios, el número de fallecidos por esa causa, ha sido
mínimo. Y es que, a los programas de salud apropiados, se ha sumado la
solidaridad humana cultivada en la conciencia del pueblo, y el monitoreo
oficial a una política de atención constante a las urgencias ciudadanas.
Pero
curiosamente, sobre estos países se ha desatado la otra Pandemia: la
Trumpvirus. Desde la Casa Blanca el mandatario de los Estados Unidos articula
una política agresiva de violencia y exterminio que ha generado una peligrosa
tensión continental. Como se ha denunciado en diversas oportunidades, pareciera
que los halcones de Washington, y su mandatario de hoy, se empeñan en trasladar
a nuestro continente la guerra, que hoy se vive en Afganistán, Irak y Siria.
Quizá no
reparen, sin embargo, en el hecho que un conflicto continental, como el que se
plantea para “derribar” al Gobierno Bolivariano de Venezuela, no acarreará
solamente bajas al país llanero. Con absoluta seguridad, una crisis de
frontera, como la que se plantea entre Colombia y Venezuela, traerá también
muchísimo tormento a los pobladores de la Patria de Nariño.
Y como bien
ha dicho el Presidente Maduro personalizando el conflicto: “quien quiera
matarme, debe también estar dispuesto a morir”. Y en eso no habían pensado los
estrategas de la Casa Blanca.
Que Estados
Unidos no juega con luces artificiales, lo confirman las palabras del general
Robert Neller, Comandante en Jefe del Cuerpo de Marines USA encargado del
Plan Militad “Libertad”, contra Venezuela: “Cuando ataquemos Caracas, el cielo
obscuro se iluminará de luces de misiles y aviones como jamás se vio, y el
terror del sonido de los cohetes y el ataque masivo de aviones infundirá el
temor en el régimen dictatorial y sus esbirros y abrirá la puerta a la libertad
en Venezuela, no dejaremos escapar a ningún criminal, de verdad lamentaran
haber nacido, trataremos en la medida de lo posible que la población civil
inocente no sufra el embate de este ataque masivo para su liberación". En
otras palabras, Bagdad en pos de Hussein; o Trípoli, luego de Kadafhi.
Las cosas,
sin embargo, no son tan simples. Los misiles nucleares y los aviones atómicos
están hoy también del lado de los pueblos. Y ahora, gobiernos progresistas de
diversas latitudes están dispuestos a jugarse por ellos. Como el COVID -19, la
Trumpvirus tiene también los días contados.
https://www.alainet.org/es/articulo/205861
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