Escribe:
Milcíades Ruiz
La
administración de un país, depende de la capacidad de los gobernantes en el
manejo de los recursos nacionales. Su mal manejo suele causar desgracia en
millones de familias. ¿Qué haríamos en el hogar ante una crisis de ingresos?
Obviamente, lo primero que pensaríamos, sería eliminar gastos no indispensables
y buscar ingresos de cualquier manera. Si no lo hacemos, habrá sufrimiento
extremo. Esto ya está sucediendo en la familia nacional. Sin embargo, el
gobierno está actuando con otra lógica.
Lo ideal en épocas normales es que se gobierne para todos y no solo para
una minoría. Pero en circunstancias de crisis como las que tenemos ahora, se
precisa gobernar para las mayorías. La justificación es que todo se reduce a la
disponibilidad de recursos y en una sociedad piramidal, ordenada por el dinero,
las minorías tienen un margen de soporte que las mayorías no la tienen. Se
atiende primero lo más débil.
Muchos de ustedes dirán: Este no sabe dónde está parado. Realmente, esta
lógica no rige en un país capitalista como el nuestro. Sería ir contra la
historia “bicentenaria”. Solo los incautos piensan que la lógica capitalista
funciona con sentimentalismos humanitarios. Basta ver los miles de millones que
vienen ganando los fabricantes de medios sanitarios y medicinas, laboratorios y
cadenas de farmacias, traficando con la angustia de las familias contagiadas
por el coronavirus.
Lo que manda es el capital. Capital, es poder. Se gobierna para el
capital y así está concebido el plan de reactivación del gobierno. Te suelto de
la cuarentena, pero para que sirvas al capital. Si no tienes capital, no vales
nada económicamente. Así, todos trabajamos para el capital, aunque no lo
hagamos directamente. Aquel que diga que no, “Perdónalo señor …”. Pero basta de
palabrería y volvamos al punto. Austeridad estatal salvo para combatir la
pandemia.
A medida que la pandemia va perdiendo predominancia, se va imponiendo la
predominancia de la crisis económica que se agrava aceleradamente. Entonces, lo
primero que tendríamos que pensar es en reestructurar nuestro presupuesto
nacional como hacemos con el presupuesto familiar, eliminando gastos
superfluos. Necesitamos un plan nacional anticrisis para la emergencia y un
plan nacional de reestructuración de la república, para generar condiciones
económicas que nos proteja frente al poder de la dominación social.
Podríamos plantear el cambio de política de estado sobre los recursos naturales.
Es momento de reorientar la explotación de nuestra despensa marina, como
socorro alimentario contra el hambre por crisis. Actualmente, la mayor parte se
va al extranjero para alimentar cerdos, mientras nuestra gente pasa hambre y
desnutrición. Habría abundancia de pescado barato deshidratado y fresco como
era antes de que aparecieran las fábricas de harina de pescado. En ese
entonces, todas las bodegas, hasta las más pequeñas de la serranía vendían
pescado seco a precio de centavos.
También, podríamos plantear la fusión de ministerios, lo que podría
significar una reducción del 50% en los gastos totales pues estas dependencias
tienen partidas presupuestales duplicadas, triplicadas y multiplicadas. Gran
parte de funcionarios poseen tarjetas de crédito a costa del presupuesto
nacional (bonificación de víveres). Igualmente es menester la postergación de
gastos militares en armamento, maquinaria, equipos, aviones, barcos, vehículos,
etc.
Eliminar el régimen de empleados públicos para las autoridades electas,
como era antes cuando los alcaldes no percibían sueldo, pues hay muchos
peruanos patriotas que lo harían sin provecho personal. Muchos se han jubilado
con el sueldo de congresista, de alcalde, con tan solo un periodo de gobierno.
Ni qué decir de los gastos parlamentarios, aguinaldos, gratificaciones,
escolaridad, aunque no tengan hijos en edad escolar, representaciones
ficticias, viajes al extranjero y un sin fin de granjerías.
Hay pues, abundante material para fundamentar ambos planes. Declarar en
estado de emergencia la administración estatal es mucho más que la
reestructuración presupuestal, pero me circunscribiré a esto último, que es lo
más elemental y urgente para detener los malos manejos del presupuesto
nacional. La corrupción gubernamental ha sido una constante histórica que se
repite consuetudinariamente a nivel nacional, regional y municipal. Pero nadie
reclama por el mal uso del presupuesto, aunque la burocracia lo despilfarre.
Pasen por cualquier oficina pública al
amanecer y verán que no hay consciencia del gasto de electricidad, como sucede
en millones de oficinas estatales. Pero el gasto es inmenso también en lo que
no podemos ver. La Dirección General de Presupuesto Público del MEF, de donde
proviene la actual ministra del ramo, tenía el año pasado 27 asesores con cargo
al FAG- (Fondo de apoyo gerencial). Según estudio del diario “El Comercio” este
fondo había desembolsado en el 2019 al menos S/ 55
millones, para 355 asesores en diversos ministerios (130 en el MEF), 20% más
que el año anterior.
Como se aprecia en el
cuadro del referido diario que se muestra aquí, el número de asesores (FAG) y
el gasto que realiza el MEF para la contratación, supera a la cantidad que
tienen 12 ministerios juntos.
Así como este, son muchísimos los casos demostrativos
de este mal endémico. Pónganse a pensar en la cantidad de asesores que hay en
todo el aparato estatal nacional regional, 196 municipalidades provinciales,
1,655 distritales y 2,534 municipalidades de centros poblados menores. Todos
ellos repartiendo canastas de víveres de emergencia a su regalado gusto.
Desgraciadamente, este mal continúa sin modificación. El presupuesto aguanta
todo, hasta el millonario seguro presidencial.
Sin embargo, el diario El Comercio, señalaba
en setiembre pasado que la ejecución de los proyectos de los 18 ministerios
apenas alcanzaba el 43,36% de lo presupuestado. En el colmo de la ineficiencia,
la burocracia del ministerio de salud solo utilizó el 23,1% de su presupuesto.
Esto ha costado muchas vidas con la pandemia. Tenían el presupuesto y no lo
usaron para equiparse. ¿Deberíamos continuar con este aparato estatal?
Este año, en el informe del economista Pablo
Villa del CENTRO BARTOLOMÉ DE LAS CASAS al 16 de abril, podemos apreciar el
gráfico de la ejecución presupuestal en los gobiernos regionales en plena
pandemia. Ver el caso de Piura, tan castigado por la inoperancia. (PIM
presupuesto inicial modificado)
Vemos pues, que la gestión del frondoso aparato estatal es, desastrosa.
A pesar de todas las gollerías, la burocracia es inútil hasta para gastar sus
propios presupuestos. No se trata de gastar por gastar, sino de emplear
eficientemente los recursos del Estado. No como hacen algunas dependencias que,
ante la incapacidad de gasto, aparentan cumplir utilizando el dinero en gastos
innecesarios con coima, tales como: remodelación de parques, de oficinas, de
almacenes y así gastar como sea en servicios, pintura, adornos, etc.
Hay mucho más que señalar porque es inmensa la cantidad de gastos
estatales vanos. Todos los gastos de emergencia están en manos de los buitres.
De allí la urgencia de proceder de inmediato. Cada día que pasa perdemos muchos
millones que se necesitarán para la recuperación. Perder tiempo es perder
dinero.
El Plan de austeridad de gastos estatales, reduciéndolos al mínimo
indispensable, incluye eliminar todas las partidas presupuestales de gastos
corrientes en celebraciones, gastos superfluos en actividades institucionales,
cafetería, papel higiénico, toallas, servicios no indispensables, etc. Son
miles de millones que se pierden en materiales y servicios no indispensables en
todos los ministerios y dependencias públicas, del gobierno nacional, regional
y local.
Son miles de millones los que se van en el consumo eléctrico pues todas
las oficinas tienen luz día y noche, aunque no se usen. Lo mismo sucede con los
combustibles y papel. Ni que decir de los gastos por publicidad estatal no
indispensable. Igualmente habría que reducir las falsas consultorías y
asesorías ficticias en las planillas públicas, incluyendo las del Parlamento.
Hay miles de asesores en todos los niveles de gobierno que no asesoran a nadie
y están solo por favoritismo político.
En política también podemos hablar de costo beneficio al momento de
reorganizar la administración pública, eliminando dependencias burocráticas de
bajo rendimiento. Pero me he extendido ya bastante en esta nota digital.
Únicamente concluiré diciendo que nada de lo dicho es posible si no hay
organización popular que asuma los exija corajudamente. En la desorganización
social está la causa de nuestra dominación. Yo me quedo en casa. No tengo ni
para salir
Mayo 26, 2020
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
--
No hay comentarios:
Publicar un comentario