Escribe: Milcíades Ruiz
En los momentos más dramáticos de la vida, nos acordamos de nuestros
padres. Extrañamos su sabiduría y nos duele en el alma haber sido tan ingratos
e injustos con ellos. Ahora que sufrimos el exterminio por nuestros desatinos
planetarios, es bueno recordar a nuestros ancestros andinos. Su sabiduría
milenaria salvó muchísimas vidas en el genocidio colonial. La coca fue la tabla
de salvación, como lo puede ser ahora.
Hemos sido
ingratos con los cultivos andinos, a los que hemos dado la espalda adquiriendo
hábitos de consumo extranjeros, que ahora resultan más caros y nos esclavizan
con la dependencia alimentaria. Han sido desplazados por el pollo industrial
que nos hace dependientes del maíz norteamericano, habiendo sido país
originario de este cereal. Ahora importamos papa para lo mismo. Nos hemos
acostumbrado al arroz que nos quita divisas y hasta importamos chocolate,
teniendo de sobra nuestro cacao nativo.
Nuestra coca
tiene doble virtud. Es un gran alimento y una gran medicina. Dos pilares del
origen y desarrollo de la civilización andina. Fue su principal alimento en
estado salvaje y su salvación ante muchas epidemias, incluyendo las que
trajeron los conquistadores europeos. Perseguida, satanizada, pisoteada,
reprimida de mil maneras durante siglos, no han podido eliminarla de nuestra
cultura. Esta planta milenaria sigue alimentando y curando. ¿Cómo no comprender
la adoración ancestral por ella?
La coca siempre
ha sido y es la vida para hombres y mujeres ancestrales. La peor desgracia fue
la llegada de los conquistadores que les arrebataron sus fuentes de vida y los
sometían al trabajo criminoso. Pero allí estaba la coca, siempre aliviando los
males del holocausto colonial. Esta identidad, jamás fue comprendida por los
descendientes de los conquistadores que se adueñaron de la república, hoy
bicentenaria. El tesoro natural, que nos legó nuestra cultura milenaria, ha
sido envilecido por la cultura occidental.
Hoy que la
pandemia mata mucha gente por falta de oxígeno, viene a mi memoria la triste
historia de la mita colonial que, obligaba a aportar un joven de la familia
para los trabajos en los socavones mineros, donde faltaba el oxígeno. Pero allí
estaba la coca socorriéndolos, oxigenando su sangre. ¿Cómo no estar agradecidos
de su bondad? Y fueron millones los que lograron sobrevivir, sin medicinas, sin
apoyo alimentario, sin protección sanitaria.
Es que la
coca es un cardiotónico que regula la carencia de oxígeno, mejorando la
circulación sanguínea. El oxígeno es
absorbido por los glóbulos rojos y llevado por ellos a todos las partes del
cuerpo. Allí reacciona con las sustancias grasas, produciéndose la combustión
que mantiene la temperatura del cuerpo y, con ello, la vida misma. ¿A cuántos no ha sucedido el síndrome hipóxico del mal de altura, por
deficiencia de oxígeno en la sangre? La receta, mate de coca.
Ella fue siempre la salvación en
el martirio colonial. Esto debemos tener presente ahora que el hambre amenaza
a los más desprotegidos. Y es el alimento más barato. Con un dólar a la semana
se cubre los requerimientos del organismo, aunque no te llene el estómago.
¿Saben por qué? Esto es lo que hay en cada 100 gramos de coca:
Análisis
Bromatológico:
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Vitaminas
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Oligoelementos
|
Calorías
305
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Caroteno(*)
8 mg
|
Fósforo(*)
405 mg
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Acidos
orgánicos 3.2 mg.
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Alfa
carotina 2.65 mg.
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Bario
17.00 mg.
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Carbohidratos
46.2 g.
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B2
(riboflavina)(*) 1.49 mg.
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Boro 24.00
mg.
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Fibras
14.4 g.
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B1
(tiamina)(*) 0.8 mg.
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Calcio(*)
2196.00 mg.
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Grasas 3.3
g.
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B6
(piridoxina) 6.30 mg.
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Aluminio
49.00 mg.
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Proteínas
18.9 g.
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Beta
carotina 20.00 mg.
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Cobre 1.10
mg.
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Humedad
7.0 g.
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E
(tocoferol) 44.10 mg.
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Cromo 0.23
mg.
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Nitrógeno(*)
2.88 g
|
G
(niacina)(*) 8.62 mg
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Estroncio
204.00 mg.
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Acido
nicotínico 5.00 mg.
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Hierro (*)
7. mg.
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H
(biotina) 0.54 mg.
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Fosfato
911.8 mg.
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Magnesio
0.37 mg.
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Manganeso
0.50 mg.
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Potasio
1.90 mg.
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Zinc 3.80
mg.
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Tabla
elaborada sobre la información: “Nutricional value of coca” James Duke, D.
Aulik, T. Plowman. Botanical Museum Leaflets, 1975. (*) “Nutrición y coqueo”
Carlos Collazos, R. Urquieta, E. Alvistur. Rev. del viernes médico, 1975.
“Tabla de Composición química de los Alimentos” Carlos Collazos, E. Alvistur y
otros.
También contiene alcaloides que, en estado natural son benéficos como
estimulantes vitales. Hoy que el estrés y la depresión abruma, no hay nada
mejor que un mate de coca. Solo la maldad por lucro capitalista, extrae químicamente la cocaína. El centro de este negocio es
EE UU, que amasa inmensas fortunas pues el
narcotráfico mueve su economía, expandiendo el mercado e inversiones. Pero este
es otro cantar. Este problema nunca existió en las sociedades andinas.
Los elementos vitamínicos y
minerales de la coca, ingeridos al masticar o, como harina
sola y combinada con otros alimentos, desarrolla un proceso metabólico de
resultados asombrosos. Es levanta muertos e inmunizante. Como sabemos, un
organismo debilitado es presa fácil de enfermedades y epidemias, pero no un
cuerpo nutrido con coca, pues se defiende y desarrolla anticuerpos. Casos hay
muchísimos. Hasta de cáncer. Con coca no hay obesidad ni anorexia, ni
raquitismo ni hambre.
La harina de coca combina con una inmensa cantidad de alimentos para
preparar galletas, caramelos. chocolates, queques, jugos, refrescos, etc. pero
también con productos terminados como gelatinas, helados, postres, dulcería
diversa. Pero la cultura de la dominación ha demonizado el consumo de alimentos
andinos, discriminándolos como propios de costumbres salvajes. Por eso es
necesario reivindicar el enorme valor de la coca como alimento. Rescatar el
sentimiento de compartir, inherente a su consumo.
Al igual que otros recursos naturales, nuestro país no ha sabido darle a
la coca la condición de recurso estratégico, como sí, lo ha hecho EE UU,
utilizándola como insumo de la bebida gaseosa coca kola distribuida en todo el
mundo acopiando divisas para su fortalecimiento económico. En nuestro país,
tenemos la empresa estatal ENACO, que no es desarrollada para combatir el
hambre ni para explotar comercialmente las virtudes de la coca. Apenas fabrica
filtrantes sin incursionar en otros rubros legales rentables.
Pero al
igual que la coca, nuestro país posee una inmensa variedad de cultivos de alto
valor nutritivo, en granos, tubérculos, raíces, frutas, hortalizas, semillas
comestibles, como también crianzas de animales menores. Escuelas e
instituciones pueden disponer de espacios para esto, aliviando esta crisis.
Aprovecho esta nota para sugerir la agricultura urbana, en terrazas, terrenos
desocupados, patios y jardines. Hortalizas y frutales se cultivan en macetas y
jardineras. A los dos meses ya hay producción.
Criar
animales menores es un encanto para los niños. Criar gallinas ponedoras y codornices
será de gran valor nutritivo. La comida de descarte también es reciclable. Las
autoridades deben proporcionar lo necesario. Todas las municipalidades poseen
terrenos, instalaciones y personal de parques y jardines que bien podrían
dedicarse a la producción de hortalizas para la gente necesitada, como alivio a
la crisis.
Pero tenemos
otro gran tesoro ancestral sepultado por la república bicentenaria: La ayuda
mutua. La minca y ayni, no reconoce desigualdades sociales. Solo el bien común
y la solidaridad con los que necesitan ayuda. Todos podemos colaborar aportando
trabajo o un pan, para socorrer a las víctimas de la crisis en nuestra
vecindad. Reconciliémonos con nuestro pasado nativo. Lo necesitamos.
Junio, 2020
NOTA: Si usted no cree en los cuentos
de caperucita y de la “meseta” pandémica, podrá ver las tendencias de este mal
en cada país, pulsando el siguiente enlace.
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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