¿Tienen las fuerzas políticas que alegan querer
transformar la sociedad un plan de combate alternativo?
Partiendo
del panorama social y laboral de los Estados Unidos, nuestro colaborador Manuel
Medina analiza el contenido de los llamados «planes de reconstrucción» de los
gobiernos y del conjunto de la patronal occidental. Según nuestro colaborador,
el conjunto de medidas que las burguesías occidentales pretenden aplicar, no
son el resultado de una improvisación. Se trata de proyectos largamente
gestados, estudiados y necesitados que ahora han encontrado el momento adecuado
para su aplicación: recortes salariales, cierres patronales, «modernización» de
los puestos de trabajo, etc etc.., Paralelamente, Medina se pregunta si
aquellas fuerzas políticas y sindicales que alegan estar empeñadas en cambiar
la sociedad disponen de algún «plan revolucionario» alternativo que sea capaz
de detener la marcha arrolladora de la gran patronal.
El volumen
de la catástrofe social y laboral que
vive la sociedad estadounidense resulta todavía difícilmente medible.
Sólo la
semana pasada, 2
millones 100 mil trabajadores de ese país
presentaron solicitudes para recibir las ayudas por desempleo.
No
obstante, la cifra citada es una insignificancia si se la compara con el 40.8 millones de asalariados que
se han visto en la calle como consecuencia de los cierres
empresariales provocados por la virulencia de la
pandemia.
En estos
momentos, la realidad muestra que el número de parados sobrepasa con
creces el casi el 25% de
desempleo registrado en el año 1933, coincidiendo
con el momento más agudo de la «Gran Depresión» que
que había tenido sus inicios en 1929.
Y es que
en los Estados Unidos son
millones de trabajadores los que no están siendo contabilizados por
las cifras oficiales de parados, por tener estos la categoría de «indocumentados
inmigrantes» o simplemente «independientes». También
son inexistentes para las cifras oficiales aquellos empleos que se realizan a «tiempo
parcial», o aquellos otros que han abandonado
la búsqueda de un empleo.
Sin
embargo, las cifras oficiales de desempleados que ya están proporcionando
algunos Estados federales
nos pueden servir para deducir la enorme magnitud de la catástrofe
laboral en EEUU: Nevada (26,7), Nueva
York (19,9) , Washington (31,2 por
ciento), Florida (25,0), California (20,6), Michigan (23,1).
Pero quizá
la faceta más terrible de este augurio lo defina un informe hecho público por
la Universidad de Chicago, según
el cual alrededor del 42% de los
empleos que ya se han perdido, no se van a recuperar nunca.
EL PANORAMA QUE SE AVECINA PARA EL MUNDO LABORAL OCCIDENTAL : UN
TSUNAMI DE DESPIDOS, RECORTES SALARIALES, «MODERNIZACIONES»…
Hace unas
fechas, la empresa estadounidense Boeing puso
en conocimiento de sus trabajadores que recortará en 13.000
los puestos de trabajo. Este tijeretazo laboral
afectará, según indicaron las mismas fuentes, no sólo a sus
unidades en los Estados Unidos,
sino igualmente a Nueva Zelanda, Australia y Canadá
Otra
empresa estadounidense, la American
Airlines, que para más «coña
marinera» obtuvo la friolera de 50.000.000.000 $ del
rescate ofrecido por el gobierno de Trump a las líneas
aéreas estadounidenses, con el supuesto objetivo de que estas retuvieran
laboralmente a sus trabajadores, no tuvo «pelos en la lengua» a la
hora de anunciar públicamente que pondrá en la calle a 5.000
de sus asalariados. O sea, al 30% del total de su fuerza de trabajo.
Ni que
decir tiene que otro frente de batalla que la patronal tiene previsto abrir es
el de intensos recortes
salariales. El grueso de los sectores productivos del
país, desde los trabajadores de supermercados,
enfermeros/as, repartidores, etc., que el gobierno y los medios
de comunicación tuvieron la hipocresía de exaltar efusivamente por
su heroicidad en los más duros momentos de la pandemia, se verán igual y
gravemente afectados.
De estos
embates no están excluidos, naturalmente, los «funcionarios
de base» de las grandes corporaciones como JPMorgan
Chase, Walmart, Facebook, Twitter. Para estos se
aplicarán, no obstante, «metodologías
especiales», como
las del «recién» descubierto «trabajo
doméstico», que irá acompañado igualmente de
estimables reducciones salariales y de prestaciónes
sociales. No deberia de resultar extraño que el propio
gobierno de la «coalición progresista española»,
en sus planes de «reconstrucción económica»
esconda este tipo de «reformas» bajo
el ambiguo concepto de «modernización» tecnológica
de las empresas españolas.
Pero ojo,
que aquí ya está todo inventado. A estas alturas todos deberíamos de saber
ya qué es lo que connota realmente el término«modernización», como
en su día debimos de haber sabido traducir cuál era el significado
auténtico de aquél otro que se le bautizó con el de «reconversión
industrial».
UNOS PLANES LARGAMENTE GESTADOS
Resulta
difícil aceptar que el diseño de la organización y ejecución de estos
planes, han surgido de manera repentina, de la noche a la mañana, y en el
curso de estos dos escasos meses de pandemia. La meticulosidad y las
previsiones que estos contienen indican que su planificación ha sido
larga y tiene su origen en mucho tiempo atrás. Y este macabro pero
coherente diseño que se prepara en los EEEUU, no es diferente al que se ha
elaborado para la Europa
Occidental.
Y es que,
al igual que lo que sucede en Europa y,
particularmente, en España, el gran
capital está utilizando la virulencia de la pandemia
para poner a punto una «reestructuración» que
estaba planificada, prevista y deseada desde hacía mucho tiempo, pero cuya
aplicación tenía «tempos» regulables,
areas geográficas de aplicación preferentes contingencias que pudieran
presentar las variables económicas y sociopolíticas no previsibles.
Esta «oportunidad de oro» y
ha venido que ni pintiparada a las burguesías occidentales . No es esta
una aventurada conjetura. ¿Quien ignoraba que la pugna en la que estaba
empeñado el gran capital europeo era la de proceder a recortes,
despidos, privatizaciones y cierres para de esa
forma poder estar en condiciones de reducir costes de producción y competir
ventajosamente en el mercado internacional sin que sus tasas
de beneficios se vieran reducidas?
PANORAMA A ESTE LADO DEL CAMPO DE BATALLA
Desde hace
más de una década la clase empresarial europea y su cohorte de Bancos,
grandes Aseguradoras, Corporaciones multinacionales, etc. había asumido
de manera realista la inferioridad de condiciones en la se estaba
batiendo en la «guerra económica» con
las potencias asiáticas emergentes, y particularmente con China.
Sin
embargo, para todo este conglomerado
empresarial no resultaba nada fácil imponer un corsé
de hierro sobre sociedades resultantes de la postguerra,
acostumbradas al relativo disfrute de sus conquistas sociales,
arrancadas en duras luchas sociales y politicas desde los finales de la Segunda
Guerra Mundial.
Esa es una
de las razones por las que a las diferentes burguesías occidentales les
ha venido ahora como «anillo
al dedo» la presente pandemia. Y, además, esta se ha
presentado con un panorama despejado. Con unos sindicatos de trabajadores ocupados
por burócratas,
adaptados a la «cogestión pacífica» de sus
litigios laborales con las patronales, en la que estas últimas resultaban
invariablemente beneficiadas. Carentes de ideología y de arraigo social,
e incapacitados para la movilización social.
Con unos Partidos Comunistas y revolucionarios,
borrados de la faz del mapa social y político europeo, o
fuertemente comprometidos y enredados con el establishment institucional.
Con una extrema derecha creciente, que ante la
ausencia de alternativas políticas realmente transformadoras, los medios de
comunicación son capaces de convertir en un pis pas en una
presunta alternativa para una sociedad – en el caso de la española- profundamente
despolitizada.
Aunque
resulte duro decirlo, nunca después de que en 1945 concluyera laSegunda
Guerra Mundial, las burguesías occidentales dispusieron
de un campo tan propicio y despejado para ganar cualquier batalla que
se les pudiera presentar, y lograr imponer su dominio indiscutido e
indiscutible sobre el conjunto de la sociedad.
Ya no hay
lugar ni para el lamento ni la dilación. Lo que hay que hacer para cambiar esta
desfavorable correlación de fuerzas resulta evidente: reconstruirlos
ejércitos sociales derrotados como consecuencia de las
erróneas tácticas de sus claudicantes Estados mayores, e
implementar estrategias distintas a las existentes. No
queda otra. Eso es lo que hay que hacer, contando
con las fuerzas que queden, que no son pocas.
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