20/07/2020
Lenin, el revolucionario ruso de quien se recordara
recientemente el sesquicentenario de su nacimiento, usó esta frase –“Un paso
adelante, dos pasos atrás”- , para referirse a los ires y venires de la social
democracia y el reformismo en la vieja Rusia de los Zares, en junio de 1904.
El recuerdo viene a cuento porque con ella el líder
bolchevique asegura que “en toda lucha larga, tenaz y apasionada, comienzan a
diseñarse generalmente, al cabo de cierto tiempo, los puntos de divergencia
centrales, básicos, de cuya solución depende el desenlace definitivo de la
campaña y, en comparación con los cuales, pasan cada vez más a segundo plano
todos y toda clase de pequeños y mezquinos episodios de la lucha”. Pues bien,
la imposición del Gabinete Cateriano, tiene mucho que ver en esta historia.
En el Perú, la pandemia –a la par de inmensos daños
inferidos a la salud y a la vida- puso en evidencia la casi soterrada lucha de
clases que enfrenta a distintos segmentos de la sociedad.
Tras las trapacerías de los empresarios y su
desmedido afán de lucro, las presiones de la CONFIEP, el negocio de las
clínicas privadas, la especulación de las farmacias, el manejo del gas y las
triquiñuelas de las AFPs; ha asomado como una hidra de mil cabezas la política
de la clase dominante, empeñada en descargar el peso de la crisis sobre los
hombros de los trabajadores y el pueblo.
Esto es lo que ha dado lugar a una “lucha larga,
tenaz y apasionada…” , a la que queremos referirnos, y nacimiento al Gabinete
Cateriano. El, cierra una etapa, y abre un periodo en el que las cartas
aparecerán jugadas de modo más nítido y trasparente.
Los puntos de divergencia se perfilarán mejor y
pasarán a segundo plano otros, que hasta ayer parecían ser los esenciales. En
otras palabras, Lenin -y el nuevo Gabinete- nos han vuelto a la realidad.
Vizcarra aspira a que este equipo de gobierno
cierre su gestión. Y cree que será exitosa si derrota a la pandemia, recupera
la economía y asegura los comicios del 2021. Ese es el “programa”, y la gestión
que le ha sido encomendada a los ministros que ya asumieron sus cargos. En el
fondo de tal propósito, asoman las orejas del lobo neoliberal duramente
cuestionado por la ciudadanía.
A partir de este “programa” dos habrán de ser los
perfiles básicos del nuevo Gabinete: Para “reactivar la economía”, se apoyará
sin cortapisas en los empresarios y sus organizaciones; y podrá en la mira a
los trabajadores. En otras palabras, verá las cosas a la inversa de lo que
debiera.
Para Pedro Cateriano, lo fundamental para este
efecto, es la inversión privada. Es -dice- la herramienta que nos permitirá
“superar la crisis”, Y es exactamente al revés: la única fuerza capaz de sacar
de la crisis a un país, no es el dinero, sino la fuerza que lo produce. Y esa
fuerza, son los trabajadores.
Sin ellos, no hay producción que valga, ni riqueza
que se pueda crear. En otras palabras, los trabajadores son la principal fuerza
productiva del país. Con ellos, es posible construir el futuro. Sin ellos, el
dinero carecerá completamente de valor.
Eso lo han constatado, incluso, los ricos en la
crisis sanitaria que nos agobia. Su vida, ha dependido de los trabajadores de
la salud; su higiene, de los trabajadores municipales; su tranquilidad, de los
trabajadores con uniforme; su alimentación, de los trabajadores de los
mercados. Y la riqueza, de los agricultores que sembraron la tierra, y no de
las excavaciones mineras.
Pero es claro que, en esta crisis, los empresarios
peruanos –como los desterrados de Coblenza a inicios de 1800- nada han
aprendido, y nada han olvidado. Vuelven a la misma política, confirmando que el
hombre, es el único animal capaz de chocar dos veces con la misma piedra.
Para “reactivar la economía”, los ministros no
pensarán así en los trabajadores, sino en la inversión minera, y en las
facilidades que se otorguen a la “inversión privada”. Conga, las Bambas y el
Valle de Tambo volverán a ser el escenario de la confrontación. Y la resuelta
defensa de los recursos naturales y la soberanía nacional, la bandera de un
pueblo dispuesto a combatir.
Lo otro, deriva de lo anterior. Si los empresarios
presentaron 50 mil expedientes para acogerse a la “suspensión perfecta” y
despedir a sus trabajadores, y sólo mil fueron autorizados a hacerlo; a partir
de ahora los 49 mil restantes podrán reír con optimismo: los “protocolos” serán
dejados de lado y la autorización de despidos será imparable. Para ese efecto,
el procaz y racista ministro de Trabajo Martin Adolfo Ruggiero Garzón está
pintadito. A su juego lo llamaron
Antes de la pandemia, el 72% de la PEA era
informal. Eso, equivalía a algo más de ocho millones de trabajadores. Hoy, ya
fue aceptado el despido de 2 millones y medio; y en unas semanas más, la cifra
aumentará. Más de diez millones de trabajadores, sorberá la sopa del desempleo.
En ese marco, lo que está en juego, entonces, es un
problema esencialmente político e ideológico. Objetivamente, lo que encarna el
nuevo equipo de gobierno, es el neoliberalismo en su más prístina dimensión.
Lo que recuperará el Gabinete, no será la economía
del país, sino la tranquilidad de los ricos. Estamos advertidos. Lo ha dicho
María Isabel León.
Dando un paso adelante -combatir la corrupción.-
Vizcarra dio dos pasos atrás: la mano generosa a los empresarios, y el garrote
feroz a los trabajadores.
https://www.alainet.org/es/articulo/207976
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