Escribe:
Milcíades Ruiz
Estamos
viviendo las consecuencias de nuestro mal proceder, por la codicia capitalista
que no repara en atentar contra la naturaleza, al extremo de provocar su
reacción violenta. Esto se ha repetido una y otra vez y pese al genocidio
viral, se insiste en volver a lo mismo, tan luego se abren las puertas del
refugio. Se vuelve a clamar por la minería de alta contaminación como solución
económica. ¿No era que teníamos que rectificar
el camino erróneo?
¡Que cambie
la naturaleza, nosotros no! Parece ser el grito de guerra de los depredadores y
de los empresarios sub contratistas que parasitan la inversión extranjera.
Ocurre una y otra vez, pero no se cambia. Ocurrió con el salitre, con el guano,
con el caucho, hasta que se acabaron. Hoy se persiste con la gran minería de
tajo abierto, que no dejará sino, desechos malignos y extrema pobreza, cuando
la extracción se agote.
A
diferencia de la minería, que extrae la riqueza para empoderar a nuestros
dominadores extranjeros, sin reponerla; la agricultura extrae la riqueza del
suelo renovándola siempre. Es beneficiosa para la conservación de las
condiciones de vida planetaria, para la seguridad alimentaria y para el
desarrollo nacional porque la riqueza generada se queda para nosotros y sirve
de base para la industrialización y economía diversificada. Esto se ha repetido
una y otra vez, pero la tozudez persiste.
Si
la pandemia es consecuencia, cuya causa es el cambio climático por
responsabilidad humana, por qué, volver a lo mismo. Dejémonos de tozudeces y
actuemos reflexivamente. El ecosistema planetario está dañado y la vacuna no
resolverá el desequilibrio ecológico que ha motivado la eclosión viral. El
virus no desaparece, y puede adquirir resistencia a la vacuna. Entonces la
tendencia general es que los humanos se van debilitando cada vez más y
requeriremos mayor número de vacunas, conforme vayan apareciendo nuevas
pandemias, hasta que el cuerpo se atosigue de vacunas.
Todo
en la naturaleza funciona armoniosamente con ciclos procesales en cadena. Si el
hielo desaparece de los polos, romperá la cadena se sobrevivencia. Los osos
polares tendrán que invadir territorio inusual. Si los felinos salvajes se
quedan sin sustento por desequilibrio climático, entonces invadirán la
civilización buscando comida. Con frecuencia vemos la explosión reproductiva de
langostas que arrasan los cultivos. Esto no es normal. Ocurre cada vez que hay
desequilibrio ambiental, como ocurre con la invasión viral.
Los
virus habitan la naturaleza parasitando otros seres vivos y es normal
encontrarlos en todas las plantas, animales y humanos, actuando a nivel celular
junto a las proteínas que nos dan la vida. El problema es cuando sobrepasan
niveles de población, dañando al hospedero. Comemos virus a cada momento en los
frutos deformados que son más baratos: papa, tomate, durazno, etc. No pasa nada
porque la proporción es insignificante.
Muchas
veces comemos pollo de tamaño menor a lo normal, enfermos de coronavirus, que
son sacrificados antes que se mueran, para evitar pérdidas. No tienen tiempo
para eliminar los antibióticos, vacunas, hormonas y otros tóxicos de la
producción industrial. Nuestro organismo absorbe todo eso, hasta que por
acumulación se manifiestan síntomas de enfermedades que las atribuimos a otras
causas.
Si
los árboles maderables se cortan sin tener en cuenta la fase lunar apropiada
será atacada por las polillas. La sabia o sangre vegetal, sube a la corona,
abriendo sus conductos por donde ingresa más tarde la polilla que acaba con la
madera en poco tiempo. Este detalle explica cómo funciona la ecología. El
desequilibrio afecta a los insectos, bacterias, hongos, virus y otros patógenos
que deterioran la salud del portador, si la proporción rebasa lo soportable.
Pero,
así como hay insectos y parásitos dañinos, también la naturaleza provee los
enemigos naturales que los devoran conservándose el equilibrio. Pero esto
sucede sin dañar la ecología. En cambio, los humanos utilizan sustancias
químicas tóxicas para combatir micro organismos de cultivos, arrasando con los
dañinos, pero también con los benéficos, con lo cual eliminan las defensas
naturales. Por ello, se necesita cada vez más dosis y todo ese veneno lo
consumimos con los alimentos. Esta es la razón de la agricultura orgánica, sin
químicos.
En
los humanos, la cortisona resuelve el problema del momento, pero si hay
sobredosis, elimina las defensas de nuestro organismo frente a otros patógenos,
que finalmente nos matan al estar desprotegidos. En vez de limpiar los baños,
aplican sustancias que evitan los malos olores, como el caso poett, pero luego
aparecen con infecciones urinarias, alergias y otros males, que se atribuyen a
otras causas.
Es
así como se rompe el equilibrio natural, pero la tozudez es ciega. Entonces, si
lo que nos está pasando con el coronavirus que hemos contagiado a animales,
sucede con un virus mutante que se aloje en plantas, es de imaginar que no
podríamos comer nada porque hasta la carne es pasto procesado. Todos los virus
se componen de ácido nucleico y proteína que lo encapsula. Pero cuando hay
sobrepoblación, se multiplican con las nuevas proteínas que ingerimos.
Las
bacterias descomponen la materia orgánica que las plantas tomarán como alimento
para su crecimiento y desarrollo productivo. Así funciona la naturaleza.
Igualmente, los virus cumplen una función biológica que equilibra. No se trata
de eliminar las poblaciones de virus sino de equilibrar la ecología para
mantener condiciones saludables para la vida humana.
Pero
esto que sucede a nivel viral, también ocurre con las sociedades humanas. Los
males sociales ocurren por desequilibrio en las condiciones de vida. El
terrorismo, la delincuencia, migración, desigualdad social, pobreza,
feminicidio, sub desarrollo, corrupción política, son virus sociales, que
cuando alcanzan un nivel degenerativo devastan grandes áreas. Así, el
desequilibrio económico nos está causando pandemia de desempleo.
Un
desarrollo equilibrado es la mejor opción para nuestra patria. La república
“bicentenaria” siempre ha tenido un desarrollo desequilibrado y los problemas
sociales lo estamos afrontando con mucho sufrimiento. Nadie puede salir de su
casa sin dejar de pensar en los peligros de la calle. Pero la tozudez persiste
en continuar con los desequilibrios nacionales. Dejémonos de tozudeces y
emprendamos una ruta equilibrada en la vida nacional. O, no. Ustedes, que
dicen.
Julio,
2020
Otra información en https://republicaequitativa.
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