La vacuna rusa contra Covid-19
Foto: Sputnik News
21/08/2020
Cuando de niños leíamos o escuchábamos noticias
sobre posibles guerras virales, nunca se relataban los oponentes. A diez meses
del primer brote de coronavirus, los oponentes siguen siendo difusos, aunque
los ganadores del capital están a la luz pública. La pandemia no
es solo un concepto médico, hoy es sobre todo geopolítico, económico,
filosófico, psicológico, cultural, ideológico, educativo, comunicativo y
atraviesa la estructura de la sociedad para entrelazarse con las dinámicas
objetivas y subjetivas de la reproducción.
Una fortaleza de la teoría de la dependencia de
orientación marxista es la exposición de la creación de la desigualdad entre
los centros y las periferias. La división internacional del trabajo subordina
la periferia a la producción de materias primas y población laboral barata,
mientras los centros monopolizan la dominación del valor agregado. Las
dimensiones de la dependencia son múltiples, al igual que las de la pandemia:
económicas, políticas, culturales, ideológicas, sociales, educativas,
comunicativas. Las naciones y poblaciones periféricas son subsumidas, al igual
que la naturaleza. Los centros imperialistas planifican bajo la dictadura
global digital la conservación universal de la hegemonía. La coacción militar,
comercial, impositiva limita la acción de los Estados subordinados. Los
intelectuales latinoamericanos analizaron las otras modernidades y
propusieron diferentes formas para superar la dependencia. La estrategia
periférica de Industrialización por Sustitución de Importaciones dio resultados
parciales en las naciones que la aplicaron, sobre todo México, Brasil y
Argentina, pero en estos días se necesita pensar en una perspectiva postpandémica.
La modernización neoliberal anuló varios probables proyectos. Ahora, la
estructura de la dependencia, configurada en siglos, está
atravesada por la pandemia. Vivimos los síntomas de una mezcla
entre las dos: la pandependencia.
Las corporaciones farmacéuticas generan ganancias
exorbitantes a través de la producción de sus mercancías. Los fármacos en el
mundo capitalista tienen como intención primaria la producción
de ganancias y sólo como intención secundaria la curación de
las enfermedades. Las farmacéuticas más grandes del mundo: Roche, Bayer,
Pfizer, Abbot, Merck, Sanofi, Novartis, Celgene, GSK (GlaxoSmithKline), Abbie
obtuvieron 42.9 billones de dólares de ganancias en 2019. Solo Roche,
entre el año 2018 y 2019, incrementó su valor en el 8% y su valor de mercado en
6.9 billones [CITATION Bus19 \l 12298 ]. En 2020 continúan al mismo ritmo de
crecimiento. Entre estas se encuentran las empresas productoras de vacunas más
grandes del mundo: GSK, Merck, Pfizer, Sanofi, CSL, Emergent, Mitsubishi Tanabe
Pharma, Sinovac. GSK, la más grande, obtuvo, en 2019, 8.326 millones de euros
por producir vacunas[CITATION Mar203 \l 12298 ].
Más de 170 proyectos combaten por la
aprobación en distintos niveles de las vacunas contra el SARS-CoV2. Esta
competencia se ha convertido en una verdadera guerra comercial. Rusia de inicio
ofreció que su vacuna sería gratis, como un principio ético para enfrentar la
pandemia; la población mundial está a la espera de que así sea. China envía
sucesivos créditos hacia los países periféricos para que puedan comprar insumos
y la futura vacuna. Trump negocia para EEUU la compra de lotes enteros de
medicamentos y vacunas. China y EEUU están preocupados más por los precios de
venta internacional y la monopolización del negocio, que por una solución
efectiva, gratuita y responsable.
Como dije en otro artículo, la vacuna segura para
el coronavirus puede asemejarse a la sonrisa de Gagarín cuando completó el
primer viaje tripulado por un humano a espacio exterior terrestre. Países y
medios de comunicación occidentales han abierto un cuestionamiento a la vacuna
rusa, aunque occidente usa tecnologías similares. La vacuna rusa, la de Oxford
y la de EEUU tienen similitudes tecnológicas standard, se distancian por las
composiciones de laboratorio y decisiones administrativas de cada nación. En
todo caso, los compuestos de la Sputnik V ya fueron usados años antes contra el
Ébola y el MERS-CoV y es parte del grupo de las vacunas vectoriales
artificiales (RT, 2020).
La anticipación de la vacuna rusa ha causado
oposición sobre todo en EEUU y de menor modo en Europa. EEUU, siendo la mayor
potencia mundial, ha ido a la zaga del tratamiento político, económico y
sanitario de la pandemia. Potencias como China y Rusia demuestran mayor
organización, al igual que ciertos países emergentes: Vietnam y Corea del Sur.
Un Estado pequeño y bloqueado como Cuba ha ayudado a tratar el virus en varios
países de Europa; Cuba está ya probando su propia vacuna. Es concluyente que la
guerra de las vacunas tiene objetivos geopolíticos de control, manipulación,
dominio, subordinación y alianzas a futuro. La guerra de las vacunas es una
herramienta que instrumentaliza las desigualdades. El coronavirus fue usado
políticamente para acabar con las movilizaciones globales y económicamente para
la pandependencia temporal.
20/08/2020
https://www.alainet.org/es/articulo/208579
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