viernes, 21 de agosto de 2020

LOS GRANDES PROBLEMAS DEL GLOBALISMO Y EL COVID-19

 

Fecha: 19 de agosto de 2020

Artículo: Los grandes problemas del Globalismo y el COVID-19

Autor: Ramón Espinoza Guerrero

www.mnip.pe

 

 

I.               Crisis económica, social y política mundiales[1]

 

La globalización[2] ha fracasado. A partir de los años de 1980, Estados Unidos, Japón y Europa perdieron su capacidad productiva debido a que las empresas transnacionales de estos países trasladaron sus industrias hacia China y otros países de mano de obra barata. Mientras tanto, se constituían gradualmente a nivel supranacional como un sistema de grandes corporaciones autónomas:

 

• Que actúan en los mercados nacionales a través de subsidiarias y cadenas de suministros de bienes intermedios, eludiendo en gran parte los controles tributarios y arancelarios de la importación de bienes finales.

• Que provocan el desacoplamiento del capital financiero y las economías nacionales reales, ocasionando la concentración del capital financiero mundial en un puñado de grandes inversores por fusiones y compra-venta de acciones en el gran casino de las bolsas de valores más importantes del mundo.

• Que han causado, finalmente, cierto grado de bienestar en el 10 por ciento o 20 por ciento de la sociedad, pero el empobrecimiento del 80 por ciento de la misma como consecuencia de la destrucción de las economías locales endógenas y el éxodo rural de masas hacia las ciudades en búsqueda de empleo, educación y oportunidades para sus hijos.

 

Que, en tal sentido, sería improbable alcanzar el logro de un nuevo equilibrio y recomposición de la globalización económica debido (1) a la gran contracción de la demanda mundial de bienes y servicios básicos por desempleo y empobrecimiento masivo, sobre todo en los países subdesarrollados como Perú, y (2) porque ya no estaríamos en un tiempo histórico de recuperación sino de obsolescencia del capitalismo industrial.

 

Y que, por lo consiguiente, en las décadas del 2020/2040, estaríamos presenciando un cambio de época: del Sistema Industrial Global —cuyas materias primas, incluidos los minerales originarios de los Andes, se desvalorizan sostenidamente— a un Sistema Posindustrial de bases científico-técnicas que implicaría otras materias primas, otros minerales, mercados y conocimientos, y otras relaciones productivas. No estaríamos, pues, viviendo tiempos de regeneración del mundo industrial del siglo XX sino de destrucción de este, y de creación del Sistema Posindustrial del siglo XXI. En los países andinos, los procesos de recuperación de grandes depresiones, como la ocurrida después de la Guerra con Chile, se darían en un período de tiempo de dos o tres décadas grosso modo, pero hoy tendrían que ser necesariamente posindustriales.

 

He aquí algunas manifestaciones, entre otras, que grafican el surgimiento del Poscapitalismo como sentenciaba Peter Drucker:

 

1.  La impresión monumental de dinero ficticio (sin respaldo en oro ni divisas), y su inyección en negocios de compra-venta especulativa de valores por parte de los Estados Corporación más estructurados: Estados Unidos, Reino Unido, Japón… Mientras que China y Rusia se han lanzado a la compra masiva de oro como valor refugio para la guerra comercial y monetaria mundial.

 

2.  La desolación con la que tendrá que lidiar el mundo después de encontrar la vacuna del COVID-19:

 

o  Gran caída de la demanda y precios de los minerales, así como de la demanda interna nacional de alimentos agropecuarios —y la parálisis total de segmentos del sector servicios (hotelería y turismo, restaurantes, recreo y transportación masiva de personas), así como del sector construcción y manufacturero de bienes básicos— que grafican en muchos países una caída de más del 20 por ciento de la recaudación tributaria del 2020.

 

o En el Perú hemos transitado por una de las cuarentenas más largas y peor administradas de América Latina, para después estar enfrentando la mayor contracción económica de la región: no solo estarían colapsando actividades muy importantes de la economía sino de la administración y ejecución presupuestal del Estado (en Perú, solo habrá una ejecución presupuestal regional no mayor al 40 por ciento en promedio).

 

3.          Mientras tanto, los gigantes tecnológicos han crecido significativamente (Google, Facebook, Amazon, Apple, Microsoft…). Actualmente, las grandes empresas de tecnología, alimentación y farmacéuticas, entre otras, adquieren gran cantidad de patentes para crear monopolios de productos, conocimientos y tecnología (paralelamente se constituyen redes globales de innovadores que se organizan en torno a la guerra contra las patentes).

 

II.            El cambio tecnológico y la destrucción del trabajo[3]

 

La masa laboral del Perú está compuesta por 18 millones de personas aproximadamente (25 por ciento con educación superior). Antes de la pandemia, la estructura de los segmentos del empleo era la siguiente:

 

- En microempresas formales establecidas (1.9 millones de MYPES) → 2.5 millones de empleos.

- En microempresas informales establecidas (7 millones de MYPES) → 9.5 millones de empleos.

- En grandes, medianas y pequeñas empresas formales (100 mil empresas) → 1.2 millones de empleos.

- En instituciones y empresas públicas → 1.3 millones de empleos

- En emprendimientos efímeros (2.5 millones de emprendimientos) → 3.5 millones de empleos.

 

Estos segmentos del empleo, mayormente microempresarios e informales, se distribuían en los siguientes sectores:

 

- Servicios → 38%

- Agropecuario → 24%

- Comercio minorista → 20%

- Manufactura → 8%

- Construcción → 6%

- Minería → 3%

- Pesca artesanal → 1%

 

En todo este universo de empleo empresarial, sin considerar el sector público, han sido destruidos, por el impacto pandémico, alrededor de 7 millones de puestos de trabajo (3 millones en los sectores MYPE; 3 millones de emprendimientos efímeros, los cuales no existen en las estadísticas oficiales; y 1 millón de los sectores de la pequeña, mediana y gran empresa formal).

 

En el Perú, estas cifras son tan monumentales como reales, teniendo en cuenta 1) que más del 96 por ciento son microempresas, y que el 80 por ciento de estas son informales y emprendimientos efímeros; 2) que el Perú, así, es el quinto país en el mundo con más MYPES y emprendimientos efímeros, y que menos del 10 por ciento de los segundos supera un año de actividades; 3) que solo el 6 por ciento de las MYPES accede al sistema financiero formal, y que estas pagan 8 veces más que la tasa de interés que pagan las grandes empresas, siendo aquella la tasa de interés MYPE más alta de América Latina; 4) que más del 60 por ciento de la PEA no tiene una cuenta de banco; 5) y que la productividad de las MYPES solo es el 20 por ciento de la de las empresas formales.

 

En tal sentido, el sector de los pequeños agricultores merece una atención especial:

 

• El ingreso de 2.5 millones de pequeños agricultores (15% de la PEA) se ha contraído en 60 por ciento aproximadamente, debido a la caída del consumo de alimentos.

• Solo el 9 por ciento de los pequeños agricultores tiene alguna experiencia crediticia. El crédito agrario está orientado tan solo a 300 mil pequeños y medianos agricultores, igualmente la asistencia técnica y la capacitación.

• La política agraria solo tiene relación con la agricultura de riego, sin considerar que el 60 por ciento de la pequeña propiedad agraria no tiene riego.

• La mayoría de los pequeños agricultores son considerados pobres, que solo son sujetos de ayuda humanitaria estatal. No estarían en la visión de la burocracia estatal mientras se siga con la política general de importación de alimentos.

 

III.         Destrucción de las economías locales y el ambiente natural[4]

 

Las consecuencias de la pandemia se medirán en años. Está aceptándose que la hecatombe pandémica y social provocará más de 2 millones de muertes, que gran parte de los sectores de la economía no se recuperarán nunca más, y que la PEA autogestionaria informal será la más afectada. Inclusive las élites corporativas globales (Foro de DAVOS) están considerando “reglamentaciones más justas de mercado, tributarias, sociales y de conservación del ambiente natural”; es decir, “reinventar el mundo para el bien común”. Todo ello configuraría una propuesta mundial de corto plazo: la distribución de bonos de ingreso básico para la sobrevivencia en los sectores masivos de desempleados y subempleados.

 

En tal sentido, la destrucción de las economías locales endógenas y la contaminación ambiental y el calentamiento global que ocasionan el deshielo de los casquetes polares y los glaciares permanentes como los de los Andes —así como la extinción de las reservas naturales del planeta, lo mismo que puede generar otros virus y pandemias— no obliga tan solo a rehacer los modelos económicos de mercado global y estatal-paraestatal a través de reformas legales, tributarias y de “respeto del ambiente natural”, sino que nos obliga, sobre todo, a modernizar y desarrollar los modelos económicos sostenibles de la ciudadanía: redes MYPE, economías solidarias, cooperativismo integral…, así como a conservar las Regiones Biofísicas agropecuarias, de arborización y reservas naturales como patrimonio de la humanidad.

 

IV.         Parálisis de las ciencias sociales y la falta de creación de liderazgo

 

El Movimiento Nacional de Innovación Política - MNIP asume que la actual crisis general de la sociedad se explica por las transformaciones históricamente divisorias en la tecnología, el capital financiero, el trabajo, las clases sociales y los mercados, pero, sobre todo, por la parálisis y la obsolescencia de las teorías económicas, sociales y políticas del siglo XX. El mundo ha cambiado radicalmente, especialmente durante los últimos 40 años, pero la mentalidad de la sociedad no lo ha hecho de la misma manera. Esa es la esencia del colapso civilizatorio actual, que se grafica como una brecha insalvable entre la sobrecapacidad industrial y la concentración de la riqueza social por un lado y la masificación del subempleo y la difusión de la pobreza por el otro.

 

En retrospectiva, reflexionemos sobre lo que nos planteaba Peter Senge hace aproximadamente 30 años:

 

Miremos hacia adelante 20 o 30 años, ¿espera alguien que sean menos turbulentos? ¿Cómo será el mundo que tendremos ante nosotros? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero sí sabemos que se pondrá a prueba nuestra capacidad colectiva de hacerle frente... El mundo será algo totalmente diferente al que conocemos. Por todo ello, estamos obligados a dejar viejas creencias… El problema está en nuestras maneras más fundamentales de pensar. Si estas no cambian, cualquier capacitación o recambio producirá los mismos tipos improductivos de acción (Senge, 1992).

 

Igualmente, reflexionemos sobre lo que nos planteaba Gary Hamel hace menos de una década:

 

Hoy por hoy, los problemas más apremiantes de la humanidad no son meramente tecnológicos; estos son más bien culturales, sociales y políticos. Asimismo, son globales en su esfera de influencia... Frente a tal situación, el futuro de la humanidad dependerá de nuestra capacidad de innovación ideológica, social y política (Hamel, 2012).

 

Próximo artículo:

Las grandes respuestas frente a la crisis del Globalismo y el COVID-19

 



[1] El Capitalismo de mercado global ha demostrado ser un gran motor de creación de riqueza, pero si en los próximos 25 años sigue funcionando como lo ha hecho en el último cuarto de siglo, se viene un grave colapso del propio sistema. Esto suena terrible. Y, de hecho, lo es. Las amenazas del Capitalismo de mercado global son diversas. Cuando las brechas entre ricos y pobres siguen creciendo, cuando millones de desposeídos migran desde los países pobres hacia los ricos —y estos últimos responden con un proteccionismo cada vez más estricto—, cuando los sistemas financieros globales son frágiles y nada transparentes, y cuando los protectores tradicionales de la sociedad —el gobierno, la industria, los negocios y las instituciones internacionales— son incapaces de abordar estos y otros problemas de primer orden, están todos los elementos para un desastre (Bower et al., 2011).

[2] Recomendamos estudiar el artículo anterior re-editado aquí adjunto (PDF) para tener una visión integral de la crisis general y retos del Globalismo y la pandemia del COVID-19.

[3] La sustitución de la mano de obra por la tecnología. Las economías modernas crean cada vez menos empleo. Producen cada vez más bienes y servicios con mayor precisión, calidad y sofisticación, utilizando menos tiempo y menos mano de obra. La computarización de procesos y la robótica, en innovación continua, sustituye a la mano de obra.

En tal sentido, los prolongados y difusos estudios académicos universitarios “para después trabajar” están muy por debajo de la innovación radical de la economía y la tecnología mundiales de los últimos 30 años. Así, poco tiempo después de graduarse, no se explican por qué se encuentran laborando en puestos de trabajo que no tienen nada que ver con lo que han estudiado ni menos con lo que querían llegar a ser —y la mayoría de veces mal remunerados—, contrariamente a sus necesidades más profundas y expectativas de futuro.

[4] La Sociedad Contemporánea, actualmente, puede sostener los más altos niveles de productividad de la historia humana con cada vez menos personas. Las nuevas herramientas y sistemas de gran velocidad y precisión vuelven obsoletos, rápida y definitivamente, a cientos de miles de puestos de trabajo tradicionales. Tal situación ha originado un desplazamiento de millones de personas en términos globales para las cuales no se puede encontrar una verdadera utilización productiva. El 80% de la PEA de los países atrasados, las cuatro quintas partes del mundo, vive en procesos de subempleo como nunca antes en la historia de la humanidad.

Nuestro ambiente natural actual, que existe hace 14 mil años —desde que terminó el último periodo glacial y apareció la geografía física que conocemos—, está en peligro. Los bosques y los suelos continentales, el aire y las aguas, la flora, la fauna y el hombre mismo están en peligro. El reto ya no es el desarrollo de la capacidad productiva del hombre en sí, sino su sentido y propósitos. La recomposición del equilibrio ecológico es una necesidad perentoria, antes de que sea demasiado tarde. El desarrollo social es ecosostenible o no es nada. Sin embargo, nada de eso es posible sin la superación de las viejas formas de desarrollo económico del Capitalismo Industrial.

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