Escribe: Milcíades Ruiz
Hace doscientos años, las colonias sudamericanas estaban convulsionadas
por el empeño en independizarse del imperio español aprovechando la ruina
económica y política de éste. Tanto los patriotas de Nueva Granada como los de
Río de la Platas habían declarado su independencia, pero no podían culminar su
propósito por la interferencia del virreinato del Perú, que enviaba tropas para
combatirlos.
El general
San Martín con el apoyo del Director Supremo del gobierno patriota rioplatense
Juan M. Pueyrredón, que era de su misma logia, había logrado liberar la
provincia de Chile, pero las tropas enviadas por el virrey de Perú, ponían en
peligro este logro. Tanto el libertador chileno Bernardo O'Higgins, como San Martín, propusieron a Pueyrredón, organizar
una expedición Liberatriz para atacar el virreinato del Perú. El costo era alto
pero necesario.
Tras muchas gestiones se logró el acuerdo suscrito por ambos gobiernos
en 1919, que asumían el alto financiamiento bajo la condición de recuperar los
costos y cumplir las instrucciones, entre las que figuraba no actuar contra la
propiedad de la nobleza ni de sus esclavos y dejar que autónomamente elijan su
forma de gobierno. Todo esto está acreditado con documentos probatorios.
Es así como,
el general José de San Martín llega a Pisco la tarde del 7 de setiembre,
desembarcando al día siguiente en Paracas, acompañado del Almirante Cochrane,
Jefe de la flota marina. Este último, ¿Era patriota? ¿Era revolucionario con
ideario independentista? Nada que ver. Era un ex oficial de la marina inglesa,
contratado por el gobierno chileno como mercenario, con una atractiva paga al
igual que a su personal de marineros.
¿Eran
patriotas los soldados argentinos y chilenos que venían a Perú, con el ideal de
luchar hasta morir por la independencia de quienes ni conocían ni tenían el
mismo interés? Tampoco. Entonces ¿por qué venían? Pues, por la paga. No fue
fácil conseguir esta clase de gente, pero al fin se logró reunir 4,118 hombres,
de los cuales, 2,118 eran argentinos. Se embarcaron en Valparaíso el 21 de
agosto de 1820, a las 4 p.m., y en Coquimbo se sumaron 500 chilenos más, hasta
completar 4,718 soldados.
La noticia
llegó a Lima. Abascal había sido reemplazado por el virrey Joaquín De la
Pezuela. El Dr. Hipólito Unanue era del círculo del virrey como lo había sido
del anterior, pues era realista y enemigo de la independencia. Las fuerzas
enviadas a expulsar a los invasores fracasaron. Entonces el virrey propuso un
armisticio que fue aceptado por San Martín, nombrando ambas partes sus representantes
para las tratativas.
En la
primera conferencia, los Comisionados del Virrey: Hipólito Unanue, Conde Villar
de Fuente y, Teniente de Navío D. Dionisio Capaz, propusieron por base de las
negociaciones que, en Chile se adoptara la Constitución española, y que el
ejército expedicionario, regrese a donde salió. Los Comisionados Patriotas
rechazaron como inadmisibles las bases propuestas. Se acordó un armisticio de 8
días.
Va entonces
la siguiente reflexión: De haber desistido San Martín de su misión, ¿Unanue se
habría convertido en patriota? Sin embargo, lo encontramos más tarde formando
parte de la Junta de Gobierno de la república y, decretando la reimplantación
del tributo indígena, que antes había sido disuelta por el gobierno
constitucional español, estando el rey retenido en Francia.
Otro
“patriota”, fue Andrés de Santa Cruz (héroe de Bolivia) oficial realista que
llevaba años combatiendo contra los patriotas argentinos y contra los patriotas
del Alto Perú, como lo hizo contra Mateo Pumacahua. Al llegar San Martín,
ordenó al general Arenales hacer un movimiento envolvente por la sierra
central. El virrey envió el 18 de noviembre de 1920, al general O´Relly para
batir el avance patriota, siendo el teniente coronel Santa Cruz uno de los
jefes oficiales.
El
enfrentamiento tuvo lugar el 6 de diciembre en Cerro de Pasco, siendo vencedor
Arenales. O´Relly fue apresado, mientras que Santa Cruz estaba huyendo cuando
fue capturado. Luis Alayza Paz Soldán en su libro “MI País”, - pág. 12, dice:
“Para salvarse, no se le ocurrió mejor idea que la de pasarse a las filas
patriotas. De haber vencido las fuerzas relistas, ¿se habría vuelto patriota?”.
Sin embargo, siendo de la nobleza y del ejército enemigo, lo encontramos más
tarde como presidente de la república del Perú (1826/ 1827).
Casos como
los señalados hay bastante, pero quizá sea suficiente para entender los
orígenes de la república bicentenaria. En ese escenario, la aristocracia
colonial del Perú contaba con 105 títulos nobiliarios, que incluían a un duque,
58 marqueses, 45 condes y un vizconde. Ninguno de ellos deseaba la
independencia del virreinato, menos la de la población nativa ni de sus
esclavos. Tener esclavos y vasallos indígenas era rango social.
Según los
datos censales de años anteriores a la independencia del virreinato del Perú,
más del 82% de la población estaba constituida por nativos y cholos, un 6% eran
negros y 12% eran blancos, incluyendo los de la plebe. Por su parte, el partido
(Provincia) de Lima, tenía en 1813 una población total de 63,809, consistente
en 20,175 blancos (32 por ciento), 10,643 indios (16.5%), 4,879 mestizos
(7.5%), 10,231 pardos o negros libertos (16%) y 17,881 esclavos (28%).
Sólo un 26.3 % de la elite limeña
podía ser considerada como productores generadores de riqueza y el resto, solo
consumidores parásitos. Los nobles que poseían títulos, tenían una renta
asegurada para una posición social privilegiada. Un 41.7% de la población eran
religiosos regulares o seculares, también con renta asegurada. El 18.2% eran
servidores de la corona o eran residentes permanentes que gozaban del fuero
militar, mientras que el 13.8% eran de oficios menores. Fuente: “La caída del
gobierno español en el Perú”- IEP- Timothy e. Anna
Esta era la
clase de gente con la que contaba San Martín para su revolución. La gran
mayoría dependía de nombramientos eclesiásticos y de la corona. ¿Les convenía
traicionar al rey, volviéndose patriota? Es cierto que había muchos resentidos
que se quejaban del favoritismo a los españoles netos en el monopolio comercial
y nombramientos, pero no por ello estaban dispuestos a luchar por la
independencia yendo contra su rey.
Los
resentidos se hacían eco de los ilustrados europeos que clamaban igualdad,
solidaridad, libertad, pero adaptando las ideas a la conveniencia de sus
propios intereses. No por consciencia ideológica. Igualdad frente a los
españoles peninsulares sí, pero no con los nativos. Solidaridad entre criollos
sí, pero no con los nativos ni esclavos, libertad de opinión sí, pero no para
los oprimidos de la colonia.
Ese era el
ideario del movimiento doctrinario de los liberales sudamericanos. Eran
críticos del sistema virreinal y de los abusos contra la población nativa, pero
solo de los excesos. No estaban por el cambio del sistema, pero sí, por las
reformas. Pero los liberales criollos eran mirados como subversivos por la
nobleza virreinal, con influencia en las autoridades locales y en la nobleza
española.
San Martín dirigió el siguiente
mensaje a la nobleza: "la revolución no está y no ha estado en
contra de vuestros verdaderos privilegios". Bajo el régimen
español, dijo, los nobles eran "una clase inerte y sin
funciones", pero bajo un régimen independiente podían jugar un
genuino papel en el gobierno. Bueno si es así, la cosa cambia, pudieron
haber dicho algunos de ellos, que se avinieron a firmar el acta de
independencia, aunque la mayoría eludió comprometerse.
El 14 de julio San Martín pidió
al cabildo de la ciudad que llamase a un cabildo abierto al día siguiente para
discutir el estatus futuro del Perú. Fue esta reunión la que declaró la
independencia en los siguientes términos: "Todos los señores
concurrentes por sí y satisfechos de la opinión de los habitantes de la Capital
dijeron: Que la voluntad general está decidida por la independencia del Perú y
de la dominación española y de cualquiera otra extranjera".
Después de que el acta fuera
firmada en el cabildo se puso en exhibición para recolectar firmas que llegaron
solo a 3,504 personas, aunque muchos se retractaron después. El virrey fue
depuesto por los militares realistas que pusieron en su reemplazo al general La
Serna. Firmaron esta acta: El Conde San
Isidro, el Conde de la Vega del Ren, el Conde de Las lagunas, el Marqués de
Villafuerte, el Marqués de Monte Alegre, el Conde de Torreblanca, el Conde de
Vista Florida, el Conde de San Juan de Lurigancho, el Marqués de Corpa, el
Marqués de Casa Dávila.
Y también,
otros personajes sin título honorífico como el sacerdote Xavier de Luna
Pizarro, José de la Riva Agüero, Andrés Salazar, Manuel Agustín de la Torre,
Tomás e Ignacio Ortiz de Cevallos, Antonio Boza, Hipólito Unanue, José y Miguel
de la Puente, Manuel A. Colmenares, Luis A. Naranjo, Mateo de Pro, Lorenzo
Zárate, Francisco Moreyra y Matute, Manuel y José Ferreyros, Francisco Xavier
Mariátegui, José Antonio de Ugarte, Antonio de Bedoya, José Pezet, Pedro
Olaechea, Manuel Tudela, José de la Torre, Agustín de Vivanco, Toribio de
Alarco, Manuel Gallo, Carlos de Bedoya y otros cuyos apellidos aún hoy resuenan
en nuestros oídos.
No fue pues, … “por la voluntad
general de los pueblos” como nos repiten cada año, ya que ninguna autoridad
ancestral del interior del país fue tomada en cuenta. Lo que sí es cierto, es
el enorme esfuerzo de O’Higgins, que
comprometió el endeudamiento de Chile en esta misión.
De lo dicho,
podemos concluir que la independencia del virreinato del Perú, se la debemos en
mucho, a Chile. Nos han inducido al odio a los chilenos por la guerra que la
aristocracia gobernante perdió, actuando al margen del pueblo cuyos miembros,
capturados y amarrados en fila, fueron obligados a enrolarse y combatir, contra
su voluntad, ignorando los motivos. Pero, es tiempo de corregir nuestra
historia y se conozca la verdad. Disculpen por ir contra la corriente.
Septiembre,
2020
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario