Por Pepe
Escobar | 04/09/2020
Detrás
de la niebla de las informaciones se acerca un reordenamiento mundial con el
continente euroasiático como protagonista.
Hemos
visto cómo China está planeando meticulosamente todos sus decisivos movimientos
geopolíticos y geoeconómicos hasta el 2030 y más allá.
Lo
que están a punto de leer a continuación proviene de una serie de
conversaciones con analistas de inteligencia, y puede ayudar a bosquejar los
lindes del actual gran tablero de ajedrez de la política mundial
En
China, está claro que el camino a seguir apunta a impulsar la demanda interna,
y ha dirigir toda su política monetaria para consolidar la construcción de industrias
nacionales de nivel mundial.
Paralelamente,
en Moscú se discute: ¿Rusia debe seguir el mismo camino?
Según
un analista de inteligencia ruso, «Rusia no debería importar nada, salvo las
tecnologías que necesita hasta que pueda crearlas por sí misma y exportar sólo
el petróleo y el gas que se requiere para pagar las importaciones. China
necesita recursos naturales, lo que hace que Rusia y China sean aliados
insuperables. Una nación debería ser tan autosuficiente cuanto le sea posible».
La
estrategia del Partido Comunista de China (PCCH) fue delineada por el
Presidente Xi en la reunión del Comité Central del 31 de julio… y fue en contra
de un ala neoliberal el partido que han soñado con la conversión del partido en
una organización socialdemócrata al estilo occidental y supeditada a los
intereses del capital occidental – ¿colaboracionistas?
Comparar
la velocidad del desarrollo económico de China con el de los Estados Unidos es
como comparar un Maserati Gran Turismo (con un motor V8 ) con un Toyota Camry.
China,
proporcionalmente, tiene una reserva de generaciones jóvenes muy bien educados;
una migración rural-urbana acelerada; una rápida erradicación de la pobreza;
gran capacidad de ahorro de su población; un sentido cultural de gratificación
diferida; una sociedad -confucionista- con disciplina social y con una
inteligencia racionalmente educada.
El
proceso de que China comercie cada vez más consigo misma será más que
suficiente para mantener el necesario impulso para un desarrollo sostenible.
El factor hipersónico
Mientras
tanto, en el frente geopolítico, el consenso en Moscú (desde el Kremlin hasta
el Ministerio de Relaciones Exteriores) es que la administración Trump no es
«capaz de llegar a un acuerdo», un eufemismo diplomático que se refiere a un
grupo de embusteros que tampoco es «capaz de actuar legalmente». Otro eufemismo
que se aplica, por ejemplo, a la ruptura de los acuerdos por parte de Trump.
El
Presidente Putin ha dicho en el pasado reciente que negociar con el Equipo
Trump es como jugar al ajedrez con una paloma chiflada: un pájaro que camina
por sobre el tablero de ajedrez, caga indiscriminadamente, derriba piezas,
declara la victoria y luego huye.
En
contraste, el gobierno ruso invierte su tiempo en construir una alianza
euroasiática uniendo a Alemania, Rusia y China.
Este
escenario se aplicará en Alemania después de Frau Merkel. Según un analista
estadounidense, «lo único que frena a Alemania es que pueden perder sus
exportaciones de coches a los Estados Unidos. Pero esto puede suceder de inmediato
debido a la tasa de cambio dólar-euro, con el euro cada vez más fuerte».
En
el frente nuclear, y yendo mucho más allá de la actual situación en Bielorrusia
(ya que no habrá ningún Maidan en Minsk) Moscú ha dejado muy claro que
cualquier ataque con misiles de la OTAN será interpretado como un ataque
nuclear.
El
sistema de misiles defensivos de Rusia -incluyendo los ya probados S-500, y los
nuevos S-600- podrían ser un 99% efectivos. Esto significa que los rusos
tendrían que absorber algún tipo de castigo. Por esta razón Rusia ha construido
una extensa red de refugios antinucleares, en las grandes ciudades, para
proteger al menos a 40 millones de personas.
Los
analistas rusos explican que el enfoque defensivo de China está en la misma
línea. Pekín estaría desarrollando –si no lo ha hecho ya– un escudo defensivo,
con capacidad para contraatacar un ataque de misiles nucleares estadounidenses.
Los
mejores analistas rusos, como Andrei Martyanov, saben que las tres principales
armas de una posible próxima guerra serán; los misiles, los submarinos
(ofensivos y defensivos) y las herramientas de guerra cibernética.
El
arma clave hoy en día –y los chinos lo entienden notoriamente– son los
submarinos nucleares. Los rusos han observado que China está construyendo una
flota de submarinos –con misiles hipersónicos– mucho más rápido que los EEUU.
Las flotas de superficie están obsoletas. Una miríada de submarinos chinos
puede acabar fácilmente con una fuerza de ataque de un portaaviones. Las
fuerzas de ataque de los portaaviones estadounidenses tienen muy poco valor en
las actuales circunstancias.
Lo
que estimula a China a obtener la mayor parte de sus recursos energéticos por
tierra desde Rusia se explica por una estratégica: esta será la ruta segura en
el caso que los mares queden bloqueados – al tráfico comercial– por una guerra
entre Estados Unidos, por un lado y Rusia y China por el otro.
Incluso
si los oleoductos son bombardeados, estos pueden ser reparados en muy poco
tiempo. De ahí la importancia que tiene para China la serie de proyectos
conjuntos con empresa Gazprom de Rusia.
El factor Ormuz
Un
secreto muy bien guardado en Moscú es que justo después de las sanciones
alemanas impuestas en relación con Ucrania, un importante operador mundial de
energía se acercó a Rusia con una oferta para desviar a China no menos de 7
millones de barriles al día de petróleo más una inmensa cantidad de gas
natural. Pase lo que pase, la propuesta sigue sobre la mesa de un asesor de
petróleo y gas del Presidente Putin.
En
el caso de que eso ocurriera, China se aseguraría de todos los recursos
naturales que necesita. Bajo esta hipótesis, la lógica rusa sería evitar las
sanciones alemanas cambiando sus exportaciones de petróleo a China, que desde
el punto de vista ruso es más avanzada en tecnología de consumo que Alemania.
Por supuesto este escenario no ha impedido la inminente conclusión de Nord
Stream 2.
Los
servicios de inteligencia le han dejado muy claro a los industriales alemanes
que si Alemania perdiera su fuente rusa de petróleo y gas natural, y el
Estrecho de Ormuz fuera bloqueado por Irán (en caso de un ataque americano) la
economía alemana podría simplemente colapsar.
Ha
habido serios debates entre los servicios de inteligencia sobre la posibilidad
de que una “sorpresa de Octubre” patrocinada por EEUU, que actuando con una
bandera falsa acuse a Irán del inicio de una guerra. La «máxima presión» del
Equipo Trump sobre Irán no tiene absolutamente nada que ver con el Tratado de
Control de Armas atómicas. Lo que importa es que, incluso indirectamente, la
asociación estratégica entre Rusia y China ha dejado muy claro que Teherán será
protegido como un activo estratégico – y como un nodo clave de la integración
de Eurasia.
Los
analistas de inteligencia centran su preocupación en un escenario -bastante
improbable – de un colapso del gobierno de Teherán. Lo primero que Washington
haría en este caso es tirar del interruptor del sistema de compensación SWIFT.
El objetivo sería aplastar la economía rusa. Si este escenario llegara a
ocurrir, China podría perder a sus dos aliados clave en un solo movimiento, y
luego tener que enfrentarse a Washington solo, en una etapa que todavía no
poder asegurarse todos los recursos naturales necesarios.
Esta
situación sería una verdadera amenaza existencial. Esto explica la lógica
detrás de la creciente interconexión de la asociación estratégica Rusia-China,
la aceleración al máximo la fusión de los sistemas de pago Mir ruso y CHIPS
chino, los más de 400.000 millones de dólares del acuerdo China-Irán de 25 años
de duración y las medidas para eludir el dólar estadounidense en el comercio
internacional.
Bismarck ha regresado
Otro
posible acuerdo secreto ya discutido en los más altos niveles de inteligencia es
la posibilidad de un Tratado de Reaseguros (inspirado en el canciller Bismarck)
a ser establecido entre Alemania y Rusia. La consecuencia inevitable sería una
alianza de facto Berlín-Moscú-Pekín que abarcaría la Iniciativa del Cinturón y
la Carretera (BRI), junto con la creación de un nueva moneda euroasiática
(¿digital?) para la alianza euroasiática, que incluiría actores importantes
pero periféricos como Francia e Italia.
Bueno,
el eje Beijing-Moscú ya está en funcionamiento. Berlín-Pekín es un trabajo en
progreso. El eslabón todavía desconocido es Berlín-Moscú.
Este
cambio mundial representaría no sólo la última pesadilla para las elites
angloamericanas – rebasados por Mackinder- sino también el paso de la antorcha
geopolítica de los imperios marítimos al corazón de Eurasia.
Ya
no es una ficción. Ahora está sobre la mesa.
Por
un momento, hagamos un pequeño viaje en el tiempo y vayamos al año 1348. Los
mongoles están en Crimea, sitiando la ciudad de Kaffa –un puerto comercial en
el Mar Negro controlado por los genoveses. Repentinamente, el ejército mongol
es reducido por la peste bubónica. Sus generales lanzan los cadáveres
contaminados sobre las murallas de la ciudad de Crimea.
Qué
pasa cuando los barcos comenzaron a navegar de nuevo de Kaffa a Génova. Transportaron
la plaga a Italia. En 1360, la Peste Negra estaba literalmente por todas
partes, desde Lisboa a Nóvgorod, desde Sicilia a Noruega. Se calcula que hasta
el 60% de la población de Europa pudo haber muerto, más de 100 millones de
personas.
Algunos
historiadores argumentan que el Renacimiento se retrasó un siglo entero, debido
a la plaga.
La
Covid-19, por supuesto, está lejos de ser una plaga medieval. Pero sería
adecuado preguntarse: ¿qué Renacimiento podría estar retrasando la actual
pandemia ?
Bueno,
podría estar adelantándose el Renacimiento de Eurasia. Esto ocurre justo cuando
el antiguo hegemón está implosionando internamente, «distraído por la
distracción», para citar a T.S. Eliot.
Detrás
de la niebla, de los juegos de sombras, ya está en marcha los movimientos
trascendentes que reorganizan la gran masa terrestre euroasiática.
https://rebelion.org/juego-de-sombras-la-alianza-euroasiatica-esta-mas-cerca-de-lo-que-se-cree/
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