viernes, 23 de octubre de 2020

DEFENSA DE LA EXPERIENCIA SOCIALISTA (II)

 

 


 

(10 de junio de 2005) (*)

Por Miguel Aragón

 

INICIOS DE LA ÉPOCA DEL SOCIALISMO

 

En abril de 1917, dos meses después de la revolución de febrero, los dirigentes del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia (bolchevique),   consideraron que la revolución democrático burguesa había concluido en Rusia, y se iniciaba ininterrumpidamente la revolución socialista. Esta nueva revolución enfrentaba al proletariado ruso con el apoyo del campesinado, contra la burguesía rusa (Ver: Lenin. Tesis de Abril, 1917). Meses después, en noviembre de 1917,  triunfó la revolución socialista en Rusia, dándose inicio a la revolución social, a la construcción del socialismo en un  país. Ahora sí,  se iniciaba una nueva época histórica en el desarrollo de la humanidad: se daba inicio a la época socialista.

Sin embargo, hay quienes desconociendo este trascendental cambio histórico, siguen diciendo que “vivimos en la época del imperialismo”. Hay quienes consideran que, en el desarrollo de la historia del siglo XX, el paso del capitalismo de su fase de libre concurrencia a su fase monopolista, “es un cambio más trascendente”  que el paso del viejo régimen capitalista a la construcción de una nueva sociedad, a la sociedad socialista.

La revolución socialista triunfó primero en Rusia en noviembre de 1917, y después en una parte de Alemania en noviembre de 1918, y en Hungría  en marzo de 1919. A un año de la “revolución de octubre” se comenzó a construir el nuevo orden social en tres países, pero el desarrollo de la revolución fue desigual. El inicio de la construcción del socialismo en Alemania fue interrumpido violentamente, y en  Hungría la duración del nuevo orden social  fue todavía  más efímera. En 1920 el proletariado solamente se sostenía en el poder en un solo país, en la nueva Rusia.

José Carlos Mariátegui analizó en todos sus aspectos  estas tres experiencias, y las comentó en el aula de la Universidad Popular, en las sesiones del  13 y 20 de julio, y del 18 de agosto de 1923 (Ver: Historia de la Crisis Mundial, quinta, sexta y sétima conferencias, págs.  54, 67 y 82 respectivamente).

Mientras que, para los pesimistas y derrotistas, de ese entonces, los reveses temporales de las revoluciones en Alemania y Hungría demostraban “la imposibilidad de construir el socialismo”, y “la restauración del régimen capitalista”; para Mariátegui la conclusión fue otra.

Comentando el desenlace de la Revolución Alemana, Mariátegui  nos dijo: “Por todas esas razones, los actuales acontecimientos alemanes no son sino episodios de la Revolución Alemana, el actual gobierno burgués de Alemania no es sino un período, “un capítulo de la Revolución Alemana”. La Revolución Alemana no se ha consumado, porque una revolución no se consuma en meses ni en años; pero tampoco ha abortado, tampoco ha fracasado. “La Revolución Alemana se ha iniciado únicamente”. Nosotros estamos presenciando su desarrollo”.

Precisando más el significado de estos reveses temporales, Mariátegui continuó: “Un período de reacción burguesa es un período de contra-ofensiva burguesa, pero no de derrota definitiva proletaria. Y desde este punto de vista, que es lógico, que es justo, que es exacto, que es histórico, el gobierno fascista, la reacción fascista en Italia, es un episodio, un capítulo, “un período de la Revolución Italiana”, de la guerra civil italiana. El fascismo está en el gobierno; pero el proletariado italiano no ha capitulado, no se ha desarmado, no se ha rendido. Se prepara para la revancha”.

Más adelante, comentando la revolución en Hungría,  Mariátegui comentó: “Pero, de hecho, el régimen del regente Horthy es un régimen absoluto, medioeval y feudal [...]. Pero un período de reacción, un período de absolutismo, no puede ser sino “un período transitorio, un período pasajero”.

Mariátegui agregó: “Como ya dije a propósito de la Revolución Alemana , una revolución no es un golpe de estado, no es una insurrección, no es una de aquellas cosas que aquí llamamos revolución por uso arbitrario de esta palabra. Una revolución  no se cumple sino en muchos años. Y con frecuencia tiene períodos alternados de predominio de las fuerzas revolucionarias y de predominio de las fuerzas contra-revolucionarias”.

Por último, desplegando un conocimiento profundo de las leyes de la revolución socialista, Mariátegui afirmó lo siguiente: “Así como el proceso de una guerra es un proceso de ofensivas y contraofensivas, de victorias y derrotas, mientras uno de los bandos combatientes no capitule definitivamente, mientras no renuncie a la lucha, no está vencido. Su derrota es transitoria; pero no total. Y, conforme a esta  interpretación de la historia, la reacción, el terror blanco, el gobierno de Horthy no son sino episodios de la lucha de clases en Hungría, “un capítulo ingrato de la Revolución Húngara”.

Y agregó: “Este capítulo llegará  algún día a su última página. Y empezará  entonces un capítulo más, un capítulo que, tal vez sea el capítulo de la victoria del proletariado húngaro” (JCM, La Revolución Húngara, en Historia de la Crisis Mundial).

¿Quién tenía la razón?

Los pesimistas, los derrotistas (y  claudicantes), de entonces (y de ahora),  que pensaban que “ya no era posible el socialismo en Alemania y Hungría”; o los optimistas, los espíritus afirmativos y perseverantes como Mariátegui, que reducían los intentos de la burguesía por restaurar el capitalismo, a simples  intentos, a “reveses temporales de la revolución”.

La historia le dio la razón a Mariátegui. Treinta  años después, en 1945, con el triunfo del frente unido de las fuerzas proletarias sobre el nazi fascismo en Europa,  nuevamente se  reanudó y continuó  la construcción del socialismo en Alemania y Hungría. Esta vez, acompañado del inicio de procesos similares en otros países de Europa Oriental. Simultáneamente en el tiempo,  en Asía triunfaban las revoluciones de nueva democracia, y se iniciaba  la construcción del socialismo en China, en el norte de Vietnam,  y en el norte de Corea. Quince años después, en 1959,  se iniciaba la construcción del socialismo en Cuba; y treinta años más adelante, en 1975, el agresivo capitalismo monopolista  norteamericano fue derrotado y expulsado en el Sur de Vietnam.

El año 1975 concluyó la larga etapa de defensiva estratégica del socialismo, y se inició la etapa del equilibrio estratégico. En esta etapa nos encontramos actualmente año 2005.   (Continuará el lunes 26 de octubre de 2020).

 

(*) Nota adicional, escrita el 23 de octubre de 2020.-

 Estos dos comentarios los escribí el año 2005. Lamentablemente la invitación a promover un foro abierto sobre el tema de la “Defensa de la Experiencia socialista”, fue recibida con la “conspiración del silencio”.

Doce años después, al comenzar el año 2017, con motivo de la proximidad del centenario de la Gran Revolución Rusa, públicamente de nuevo volví a hacer la misma invitación, sugiriendo concentrarnos en dos aspectos de la experiencia socialista, la cuestión del estado tipo comuna  por  un lado, y la cuestión de la aplicación de la NEP por otro lado. Otra vez la invitación  fue respondida con el silencio, no obstante que muchos que se reclaman socialistas en el país continuaron despotricando contra la experiencia soviética, negando el carácter socialista de la actual República Popular China, y poniendo en duda el carácter socialista de la actual Republica Socialista de Cuba. En esta negación de la experiencia socialista compiten especialmente los remanentes del anarquismo a lo Bakunin, los remanentes del trotskismo, los remanentes del falso maoísmo que simpatizan con la línea de Lin Piao, y los renovados socialistas románticos.

Dicen que “a la tercera va la vencida”. Ahora, al terminar este año 2020 parece que si habrá auditorio para impulsar este estudio y debate, un buen síntoma es que en varios foros de whats app, en varios foros  de Facebook, y en varios movimientos democráticos, se estén debatiendo estos temas.  Abrigo la esperanza que para noviembre de 2021, podamos arribar a un primer balance preliminar, y para noviembre de 2027 a un balance mucho más trabajado y desarrollado.  Este es el motivo que me obliga a volver a publicar estos dos comentarios provocadores que los escribí hace quince años.     

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