martes, 29 de diciembre de 2020

CHINA 2021: EL TONO DE LA POLÍTICA ECONÓMICA

 


Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

by Xulio Ríos

2020-12-28

 

China 2021 (I)

 

Llegó a su término la Conferencia Central sobre Trabajo Económico, celebrada en la capital china entre los días 16 y 18 de diciembre. La importancia de esta cita en el calendario político ha ido creciendo en significación a lo largo de los años. En este peculiar 2020, se ha visto complementada con la celebración de la primera conferencia central sobre el trabajo relacionado con la gobernanza integral basada en la ley en la historia del PCCh, que se celebró entre el 16 y el 17 de noviembre pasado. Ambas piezas forman parte de una misma agenda que debe marcar el rumbo de China en los próximos años tanto en lo político como en lo económico.

Se esperaba que la conferencia económica de este año destacara el concepto de “circulación dual” y revelara más detalles sobre la orientación del XIV Plan Quinquenal. Sin embargo, unos días antes llamó poderosamente la atención un editorial del Diario del Pueblo criticando a los gigantes nacionales de Internet “por estar demasiado concentrados en el éxito rápido y obsesionados con monetizar su gran base de usuarios cuando lo que deberían hacer es invertir en innovación tecnológica y obtener mayores beneficios dentro de ese sector”. El diario oficial del PCCh daba un fuerte tirón de orejas para que “hagan más por asumir la responsabilidad en la promoción de la innovación en ciencia y tecnología, fundamental responsabilidad social de ese tipo de empresas”. Y reiteraba la importancia de los nuevos reglamentos en curso para “erradicar el monopolio de la industria, con 27 empresas, entre ellas Alibaba, Tencent y JD.com en la lista”.

El editorial venía precedido de la reunión del Buró Político del 11 de diciembre en la que se subrayó el “papel estratégico de la ciencia y la tecnología”, al tiempo que se pidió el “fortalecimiento de los esfuerzos antimonopolios y la prevención de la insalubre expansión del capital”.

Es imposible no relacionar estos mensajes con la situación vivida recientemente por Alibaba y la rama financiera de Ant Group que se vio obligada abruptamente a retrasar las ofertas públicas iniciales previstas en Shanghái y Hong Kong.

En paralelo, cabe destacar igualmente el incremento de la vigilancia sobre los casos “demasiado grandes para fracasar”, multiplicando los controles para evitar riesgos sistémicos asociados a las empresas tecnológicas y el mercado de micropagos. Se avizora una regulación más estricta en este campo en una estrategia diseñada para fortalecer los esfuerzos antimonopolio y la prevención de lo que el Diario del Pueblo llamó la “insalubre expansión de capital”.

En la Conferencia Central de Trabajo Económico se enunció el objetivo de fortalecer las tecnologías estratégicas nacionales con esfuerzos que incluyen aprovechar al máximo el papel del Estado en la organización de las principales innovaciones científicas y tecnológicas. Es decir, el sector público va a desempeñar en el futuro un papel de mayor significación en este ámbito. Las iniciativas del PCCh apuntan claramente a limitar el poder de las grandes empresas privadas del sector a través del impulso de regulaciones restrictivas que afectarán tanto a su tamaño como a sus actividades a fin de que no pongan en riesgo ni la seguridad financiera ni económica ni política del país.

Nuevo paradigma de desarrollo

La conferencia insistió en que el nuevo patrón de desarrollo de “circulación dual” se basa en que los mercados interno y externo pueden reforzarse mutuamente, con el mercado interno como pilar. La lógica subsistente es impulsar la transformación de una economía basada en las exportaciones y las inversiones a otra centrada en la demanda interna. Y mediante la expansión de la demanda interna, el mercado chino puede convertirse en un destino de exportación más atractivo para productos de bienes y servicios de otras economías, asegura el comunicado final.

Además de los tópicos generales, los puntos destacados por la dirigencia china a propósito del XIV Plan Quinquenal son el 5G, la inteligencia artificial, computación cuántica, semiconductores, ciencias de la vida y reproducción biológica o tecnología aeroespacial. Este plan debe establecer las bases de un nuevo impulso de desarrollo con el doble horizonte de 2035 y 2049.

 

China 2021 (II)

China iniciará 2021 con una cierta y fundada sensación del deber cumplido al hacer efectiva esa “misión histórica” de erradicar la pobreza extrema en el país más poblado del mundo. Sin duda se trata de un logro importante que se le ha resistido al PCCh durante décadas a pesar del considerable progreso económico experimentado que, en paralelo, ha permitido la acumulación de grandes fortunas a unos pocos exacerbando las desigualdades al punto de elevar el coeficiente de Gini a niveles ciertamente inauditos, aunque en descenso desde 2010. Y como se ha demostrado en la lucha contra la pobreza, en la segunda economía del mundo, la voluntad política es un factor determinante a la hora de encarar estos desafíos.

La política social en China es un asunto que debe seguir primando en el conjunto de las políticas públicas. En primer lugar, por justicia: quienes más sacrificios han hecho por aupar a China a su actual estatus, en su inmensa mayoría han estado privados de los beneficios y es hora de corregir drásticamente dicha anomalía, muy especialmente en lo que se refiere a las docenas de millones de inmigrantes rurales que aun padecen discriminaciones que les remiten a la condición de ciudadanos de segunda categoría. Pero también porque si se trata de dar un impulso significativo al nuevo modelo de desarrollo en base al ensanchamiento de la clase media y la conversión del consumo en un pilar determinante del crecimiento económico, son necesarias políticas ambiciosas capaces de liberar el ahorro en base a un incremento sustantivo de los derechos sociales. El producto interno bruto (PIB) per cápita de China superó los 10.000 dólares en 2019, y más de 400 millones de chinos ahora clasifican como consumidores de clase media. No obstante, para que esa cifra siga creciendo es indispensable la adopción de políticas redistributivas activas y sostenidas.

En el XIII Plan Quinquenal que ahora finaliza se incorporó, por primera vez, el objetivo de no solo duplicar el PIB en 2020 con respecto a los niveles de 2010, sino también el valor del PIB per cápita. Este compromiso debiera mantenerse en el XIV Plan Quinquenal, al igual que las inversiones en el sistema público de salud, educación y otros rubros de carácter social.

Entre las directrices que han trascendido para el año próximo persisten las grandes preocupaciones tradicionales de la dirigencia china: el empleo, la mejora del sistema de seguridad social, la optimización de la estructura de distribución del ingreso, la expansión de ese grupo de ingresos medios como parte de los esfuerzos por aumentar el consumo interno, la reducción de las desigualdades campo-ciudad y los desequilibrios territoriales.

Uno de los anuncios más destacados se refiere al abordaje de los “prominentes problemas de vivienda” en las grandes ciudades como una de sus tareas económicas clave para 2021. El enfoque general se basaría en la premisa de que “las casas son para vivir, no para especular”, lo cual debiera traducirse en la adopción de múltiples políticas para promover el desarrollo estable y saludable del mercado inmobiliario. No es la primera vez que se realiza un anuncio de estas características, por lo que es comprensible cierto escepticismo con respecto a la voluntad efectiva de propiciar soluciones que pongan freno a la enorme onda especulativa que desde hace años sacude el acceso a la vivienda en la inmensa mayoría de las ciudades chinas.

Otro elemento importante en el que pueden producirse novedades en 2021 es la política demográfica. El patrón chino está experimentando cambios significativos. La población total sigue aumentando, aunque la tasa de crecimiento disminuye. Al mismo tiempo, crece el envejecimiento del país. En 2019, la proporción de personas mayores de 65 años había alcanzado el 12,6 por ciento de la población total, y en 2025 es probable que supere el 14 por ciento. Es probable que las restricciones existentes para tener hijos se flexibilicen aún más, de modo que el derecho a decidir sobre tener hijos puede regresar a las familias y a las propias mujeres. La política demográfica del país debe apoyar el desarrollo familiar de una manera más integral, en la seguridad de que no sólo es una cuestión reproductiva sino social, que por tanto requiere políticas activas colaterales, desde la crianza a la educación.

China 2021 (III)

El significado del factor territorial en la política china no ha dejado de crecer en los últimos años. Reconocido como uno de los principales talones de Aquiles de su estabilidad, durante la saliente Administración Trump se ha afianzado también como un eje referencial de las tensiones políticas bilaterales y, en general, con los países desarrollados de Occidente.

Tres son los capítulos que seguirán condicionando el acontecer en el próximo año. En primer lugar, las nacionalidades minoritarias, con especial mención, por orden de intensidad, del problema uigur, tibetano y, en menor medida, mongol. En el primer caso, las denuncias reiteradas a propósito de la represión ejercida sobre la población uigur en Xinjiang con el argumento de la seguridad, no perderán intensidad. Al contrario, podría ser un obstáculo significativo en la deseada normalización de la agenda internacional post-Trump por parte de la diplomacia china. Aunque las autoridades de Beijing rechazan las acusaciones (campos de concentración, genocidio, etc.) y dicen ser objeto de una gran manipulación, el reconocido hecho del internamiento de cientos de miles de uigures en centros que oficialmente se califican de formación y ocupación y para otros son antesala del “trabajo forzoso”,  se anticipa una dura y larga pugna que va más allá de lo propiamente narrativo.

En el punto de mira de EEUU y la UE se encuentra la figura de Chen Quanguo, jefe del PCCh en Xinjiang, quien es señalado como probable primer blanco de las sanciones estipuladas por Bruselas para castigar las violaciones de derechos humanos en otros países al amparo de su nuevo Régimen de Sanciones aprobado a primeros de diciembre.  De producirse, habría consecuencias también por parte china en una espiral de difícil contención.

Igualmente, en el caso tibetano, las alertas sobre una intensificación del proceso de sinización a marchas forzadas, ya hablemos de la cultura, la lengua, la arquitectura o la economía, pueden deparar sobresaltos en cualquier momento en un conflicto que hoy transcurre en relativa baja intensidad. El Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar una normativa que obliga al gobierno a imponer sanciones económicas y restricciones de viaje a los funcionarios chinos que interfieran en la sucesión del Dalai Lama Tenzin Gyatso, líder espiritual del budismo tibetano.  La conocida como Tibet Bill,  prohíbe a China abrir nuevos consulados en los EEUU en tanto y en cuanto Beijing no permita a Washington establecer una sede diplomática en el Tíbet.

En otra dimensión, el problema de Hong Kong seguirá en la agenda, aunque no probablemente en la agitada dimensión que hemos conocido meses atrás. La aprobación de la ley de seguridad nacional y su drástica aplicación ha conllevado una efectiva toma del control de la situación por parte de las autoridades locales y centrales. En 2021 deben realizarse las elecciones aplazadas este año por causa de la pandemia. Según una encuesta reciente de Hong Kong Public Opinion Program (Hkpop), la popularidad de Carrie Lam, jefa del ejecutivo de la ciudad, bajó a 30,6 puntos de un máximo de 100. En comparación con la última encuesta (23-26 de noviembre), supone una caída del 5 por ciento. Todos los indicadores considerados revelan una escasa satisfacción por la situación actual en Hong Kong. En materia de libertad, los entrevistados otorgaron 4,68 puntos sobre 10; el puntaje es de 4,01 para el estado de derecho y 3,85 para el grado de democracia.

China tiene razón al reprochar a Occidente que durante el dominio colonial británico sobre Hong Kong, que se prolongó por más de 150 años, los sucesivos gobernadores locales fueron nombrados por Reino Unido, la región no tenía democracia y el pueblo nunca disfrutó una libertad real, pero el actual rumbo es regresivo: ¿se trata de una derivada coyuntural de la crisis  política o de un propósito duradero, sin vuelta atrás?

La incógnita a despejar en 2021 será la capacidad de arraigo e impacto de la nueva formación política (Bauhinia) que dirigida por tres personalidades del mundo de los negocios estrechamente ligadas al poder central (Li Shan, Chen Jianwen y Wong Chau-chi) plantea propuestas específicas para lograr que Hong Kong salga airoso de la actual encrucijada.  La plataforma del Partido sugiere, entre otros, la creación de una cámara alta instituyendo un sistema bicameral, promete tanto el desarrollo de la democracia como el apoyo a la ley de seguridad nacional al tiempo que garantiza la sostenibilidad del principio “Un país, dos sistemas” hasta 2097, es decir, con una prórroga de otros 50 años. Básicamente, las elites financieras tratan de afirmar una tercera vía entre la oposición demócrata pro-independentista y Beijing, huyendo de una confrontación que ha bloqueado amargamente el presente de la región.

Por último, no se esperan cambios significativos en las tensas relaciones con Taiwán. Beijing descarta la posibilidad de cualquier diálogo y consulta con el gobernante PDP en tanto no se adhiera al Consenso de 1992 y acepte el principio de una sola China. Una variable que puede afectar al tono de la relación es el comportamiento de la Administración Biden. Recuérdese que Taiwán, junto con Israel, ha sido el lugar del mundo donde los ciudadanos han expresado un mayor nivel de apoyo a Donald Trump. Miles de manifestantes recorrieron el domingo 13 las calles de Taipéi para mostrarle su ciega adhesión y en reprobación del “fraude” demócrata.

Beijing seguirá aplicando presión (incluida la militar) y bloqueando a Taiwán en el espacio internacional, intentando ahogar los beneficiosos efectos que para Taipéi ha tenido una excelente gestión de la pandemia y la utilización por parte de la Casa Blanca de la carta taiwanesa para confrontar e impedir la definitiva emergencia china.

China 2021 (IV)

Para China, la promoción de la innovación en ciencia y tecnología es algo más que un mantra retórico. Se trata, en efecto, de un imperativo que va más allá de su valor estrictamente económico para convertirse un factor que remite a la preservación de su soberanía y a la viabilidad misma del proyecto modernizador.

A lo largo de 2020, China evidenció tanto sus avances como los problemas, en buena medida asociados a la persistencia de carencias propias como derivados de  las tensiones con EEUU que han tenido en lo tecnológico uno de los frentes más sobresalientes.

Aun así, deben destacarse éxitos significativos: la aventura espacial china, por ejemplo, ha dado un salto importante con la sonda Chang´e-5, que logró completar su misión con el regreso a la Tierra con muestras lunares. Por otra parte, en el marco de la pandemia, la investigación y desarrollo de vacunas específicas (cinco en fase 3 de los ensayos clínicos) también ha dado muestras de su madurez y seguridad en este aspecto, a la espera de iniciar el ciclo de vacunación masiva con el visto bueno no solo de las autoridades locales sino también de terceros países (EAU o Bahréin, por ejemplo ya dieron su conformidad).

Asimismo, China anunció el 31 de julio la definitiva puesta en operación del sistema BeiDou, marcando la apertura oficial para los usuarios globales del sistema BDS-3. China logró así poner en servicio el cuarto sistema de navegación satelital totalmente global tras EEUU, Rusia y la Unión Europea. Este programa, que nació en 1993, a diferencia de los sistemas GLONASS (Rusia), GPS (EEUU) o Galileo (Europa) que solo disponen de satélites en órbitas de altura media (MEO), cuenta con tres tipos de satélites situados en órbitas geoestacionarias (GEO), geosíncronas inclinadas (IGSO) —ambas a 36.000 kilómetros— y de altura media (MEO), a 21.500 kilómetros. Las prestaciones globales del sistema —sin apoyo de estaciones terrestres— permiten una precisión de hasta 2,4 metros de posición horizontal y 4,3 metros en vertical, 0,05 m/s en la velocidad y 9,8 nanosegundos en el tiempo. El sistema debía estar completo antes de finales de este 2020, una meta que China logró alcanzar seis meses antes de lo previsto. Además, ha construido estaciones terrestres para controlar el sistema en Túnez, inaugurada en 2018, y planea instalar alguna más en otros países árabes.

En el debe, debe reseñarse el boicot a Huawei, alentado con fiereza por EEUU y convertido en parte aguas en la comunidad internacional. Washington alienta todo tipo de especulaciones sin base factual acreditada alguna, recurriendo al proselitismo de sospechas. A la espera de que algunos países se decanten sobre su admisión o no en las redes nacionales 5G, es claro que el objetivo consiste en dificultar el avance chino en una estrategia que incluye trabar el aprovisionamiento, afectando a empresas clave como la SMIC (Semiconductor Manufacturing Internacional Corporation). Esta y otras empresas como el gigante de los drones SZ DJI se han unido a un total de varias decenas de fabricantes incorporados a una lista negra de futuro incierto, en un intento desesperado por ahogar el rápido progreso científico chino haciendo lo que sea para acabar con quien resulte señalado como amenaza para su supremacía tecnológica. Pese a ello, está por ver que dicha política funcione o que, por el contrario, acelere si cabe los avances del gigante oriental. Así parece deducirse, por ejemplo, de anuncios como la presentación del sistema de computación cuántica Jiuzhang,  que puede implementar GBS (muestreo de bosones de Gauss) a gran escala 100 billones de veces más rápido que la supercomputadora más veloz que existe actualmente en el mundo.

Convertido en señuelo de avances y pugnas, Huawei anunció el pasado 16 de diciembre su previsión de extender el sistema interno HarmonyOS a todos los productos desarrollados, incluyendo smartphones y tabletas, avanzando en la creación de un ecosistema de aplicación genuino para enfrentar las restricciones del gobierno estadounidense. El gigante chino se prepara a conciencia para acelerar la transición del sistema de explotación Android de Google hacia el HarmonyOS, cubriendo más de 100 millones de aparatos de más de 40 grandes marcas. Por cierto, que Huawei eligió Francia para instalar su primera planta de manufactura en Europa, el mayor mercado de la compañía en el extranjero, donde ya dispone de 23 centros de investigación y desarrollo.

En el despliegue de estaciones base 5G, hasta octubre de 2020, más de 700.000 fueron ya construidas según recoge el libro blanco de la Academia de Tecnología Informática y de Comunicaciones presentado el martes 15 de diciembre. La red de 5G de China todavía no ha logrado la cobertura de todo el territorio y las industrias de apoyo aún están en la etapa inicial, pero el documento citado sostiene que la industria 5G entrará en un período de desarrollo crítico en los próximos dos o tres años.

China se propone en 2021 fortalecer sus tecnologías estratégicas nacionales con esfuerzos que incluyen aprovechar al máximo el papel del Estado en la organización de las principales innovaciones científicas y tecnológicas. El énfasis del decimocuarto plan quinquenal de Beijing apunta al 5G, inteligencia artificial, computación cuántica, semiconductores, ciencias de la vida y reproducción biológica o tecnología aeroespacial. Es previsible que en los próximos años y décadas, la comunidad internacional asista al florecimiento y progreso de cada vez más empresas chinas de alta tecnología pues, no en vano, el país está llevando a cabo una enorme inversión en educación, fondos y políticas para apuntalar su desarrollo científico y tecnológico. ¿Podrá Washington prohibirlas a todas?

A medida que se intensifican las presiones a los gobiernos de todo el mundo para que se distancien también de Beijing en lo tecnológico, China apurará el ritmo para reducir la dependencia de la alta tecnología occidental y, en primer lugar, estadounidense.

China 2021 (V)

Para China, y desde hace ya algunos años, la cuestión ambiental se ha convertido en un asunto de la máxima importancia, inseparable de la transformación de su modelo de desarrollo. Entre las “tres duras batallas” enunciadas por el liderazgo chino se incluye la lucha contra la contaminación, lo cual la señala rotundamente como una prioridad política.

En la superación de los desequilibrios actuales, la cuestión energética es clave. El pasado 21 diciembre, se dio a conocer un libro blanco sobre el desarrollo energético del país. En él se afirma que “China ha estado trabajando en todos los frentes para reformar las maneras de consumo de energía, construir un sistema de suministro de energía limpio y diversificado, implementar una estrategia energética impulsada por la innovación, avanzar en la reforma del sistema energético y reforzar la cooperación energética internacional”, precisa el texto.

China es hoy el mayor emisor de dióxido de carbono en el mundo, un potente gas de efecto invernadero que ha causado que las temperaturas globales aumenten y los niveles del mar suban. Cada año, China produce un 28 por ciento de la producción mundial, y en el año 2019, sus emisiones superaron a las de Estados Unidos, Europa y Japón, combinados. En años recientes, China ha estado tomando medidas para una transición a menores niveles de carbono. Un ejemplo es el esfuerzo por promover las energías renovables. China es uno de los mayores inversores del mundo en este tipo de energía y tiene el mercado de bonos ecológicos más grande del mundo. De hecho, se ha convertido en el mayor productor en el mundo de paneles solares, turbinas de viento y vehículos eléctricos; también en uno de los principales inversores en energías limpias. Aunque sus emisiones actuales han aumentado en comparación con 2005, las emisiones de CO2 de China por unidad de PIB disminuyeron un 48 por ciento en 2019, lo que equivale a una reducción de aproximadamente 5.620 millones de toneladas.

La estructura energética del país también ha mejorado. El consumo de carbón continúa aumentando, pero su porcentaje de energía total producida se redujo de 72,4 por ciento a 55,7 por ciento, mientras que las energías no fósiles aumentaron de 7,4 por ciento a 15,3 por ciento. Por tanto, va en la buena dirección aunque le queda mucho por hacer. Los combustibles fósiles, que producen grandes cantidades de dióxido de carbono, aún representan el 85 por ciento del consumo de energía en el país. Esto significa que si China realmente quiere cumplir su objetivo para 2060, tendrá que duplicar sus esfuerzos para lograr una economía baja en carbono.

Otro aspecto sensible es el relativo a las tierras cultivables: el Consejo de Estado señaló que uno de sus objetivos para el año entrante persistir en evitar el uso de tierras cultivables para fines no agrícolas, cultivar más tierras agrícolas de alto nivel, mejorar la conservación del agua y la protección del suelo negro, consolidar el suministro de cereales y subproductos agrícolas importantes, y detener la contaminación en la industria agrícola. Los problemas relacionados con las semillas y las tierras agrícolas forman parte de la agenda de prioridades de 2021 como parte de los esfuerzos por garantizar la seguridad alimentaria.

Otra línea de acción relevante se refiere a la habilitación de un marco legal de referencia. Por ejemplo, el 26 de diciembre, en el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional se votó a favor de la adopción de una ley de conservación del río Yangtsé. Se trata de la primera norma del país sobre una cuenca fluvial específica.

Ese marco regulatorio define igualmente un procedimiento sancionador disuasorio. Según un informe reciente, China aplicó un total de 162.800 sanciones administrativas a infractores del medio ambiente en 2019, multando o confiscando cerca de 11.880 millones de yuanes (alrededor de 1.820 millones de dólares). Desde 2018, los tribunales de todos los niveles han abordado 89.000 casos penales relacionados con el medio ambiente y cerca de 510.000 casos civiles de primera instancia.

El apoyo financiero se vio ampliado en más de un billón de yuanes de fondos del gobierno central que se destinaron a la protección del medio ambiente en 2019, con un aumento de 11,9 por ciento respecto a 2018. Esta línea de acción, a falta de conocerse los datos relativos a 2020, se profundizará en el XIV Plan Quinquenal con inicio en 2021.

En el ámbito internacional, en una cumbre de los BRICS realizada en noviembre, el presidente chino Xi Jinping alentó a “cumplir el Acuerdo de París en base al principio de la responsabilidad común”, dos semanas después de que EEUU se retirara oficialmente de ese acuerdo. En la ONU, Xi anunció la iniciativa de “aumentar las aportaciones voluntarias para que las emisiones de CO2 disminuyan para 2030 y China se convierta en un país neutro en carbono para 2060″, un compromiso que invita a un esfuerzo mayor de todos los países en la lucha contra el cambio climático.

Este viene siendo el tono de sus compromisos que sin duda se mantendrán en 2021. En la cumbre sobre el clima del G20 de Riad, Xi aseguró que su país se esfuerza por acelerar el crecimiento de nuevas industrias energéticas más ecológicas. Además, mostró el apoyo a la propuesta de Arabia Saudita de que los países se comprometan a una economía circular del carbono como principal motor para la recuperación económica tras la crisis causada por la pandemia de la Covid-19. Xi también reclamó más cooperación al G20 en temas como la reducción de la degradación de la tierra, la conservación de los arrecifes de coral y la limpieza de plástico de los océanos. La 15ª reunión de la Conferencia de las Partes (COP15) en el Convenio sobre la Diversidad Biológica se celebrará en la ciudad china de Kunming en mayo de 2021.

De alumno rezagado, China se va resituando paso a paso en la vanguardia del compromiso ambiental en el mundo.

China 2021 (VI)

Tras un año de enorme complejidad en las relaciones bilaterales China-EEUU, el cambio de administración en Washington despierta la esperanza de un cambio de rumbo. Bien es verdad que las expectativas en tal sentido son moderadas y son muchos los que consideran que se ha llegado a un punto de no retorno; no obstante, los vínculos podrían verse reequilibrados con el ensanchamiento de la cooperación en ámbitos de preocupación común, asuntos globales como el cambio climático, el dossier de Irán o incluso la lucha contra la pandemia. Pero China no se hace ilusiones y la previsión primera es que la relación pueda seguir empeorando, aunque a otro ritmo, quizá más pausado. La mayor parte de los observadores occidentales aceptan la hipótesis de que la Administración Biden no modificará el fondo pero adoptará una estrategia menos provocadora para conjurar las manifestaciones más desafiantes de China. Por el momento, ya reiteró que mantendrá los aranceles y veremos qué pasa con las demás medidas.

A lo largo de 2020, aunque fue primero EEUU quien subió el tono de sus críticas a China, ya no solo en virtud de los diferendos económicos, comerciales o tecnológicos, sino por el “virus de Wuhan”, la crisis de Hong Kong y la pre-crisis con Taiwán y toda una larga ristra de acusaciones (desde retener agua en detrimento de las naciones del curso inferior del Mekong a esquilmar los recursos pesqueros en todo el mundo) a propósito de la política china en cualquier punto del planeta -y más allá- en consonancia con los discursos de Mike Pence (Instituto Hudson, octubre 2018) y Mike Pompeo (Biblioteca y Museo Nixon, julio 2020) que señalan a la “China comunista” como el gran enemigo a batir, fue la diplomacia china la acusada por medios y políticos occidentales de emular a los “lobos guerreros” por reaccionar en ocasiones airadamente ante las presiones, amenazas o acusaciones consideradas injustificadas. Para Beijing, toda esa atmósfera respondía a la estrategia de acuñar una nueva versión de la “amenaza china”. Fue entonces cuando la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying subrayó que China no tiene tradición de ser agresiva, pero tampoco se estremece ante el acoso y las provocaciones.

La guerra comercial del presidente Trump con China, incluida la implementación de aranceles a la exportación de bienes entre los dos países, fracasó. Trump apostó a que al gravar las importaciones chinas, el déficit comercial entre las dos naciones se reduciría y los empleos de manufactura regresarían a Estados Unidos. No ocurrió así. Por el contrario, China acortó distancias con EEUU.

Ahora, Joe Biden, como ya anticipó, se propone trabajar estrechamente con los aliados y amigos de Estados Unidos para establecer una especie de estrategia de circunvalación para contener a China, articulada sobre el énfasis en los desafíos de la ciberseguridad y la tecnología de la información, en contraposición a la dirección de “contención dura” favorecida por el presidente Donald Trump. Otros vaticinan que los derechos humanos y la confrontación ideológica general ganarán en relevancia en la agenda.

Beijing también se está preparando para cierto grado de  “decoupling”  (desacoplamiento, separación) de las dos economías más grandes del mundo. Pero mientras Trump parecía estar apuntando a una amplia separación de caminos, Biden podría limitar su visión a sectores económicos específicos, como la tecnología punta o high tech. Países como Japón, India, Australia y quizá también la Unión Europea sopesarán un cambio de estrategia para tratar con China, sumándose, con o sin matices, a la política de Washington.

Por su parte, China seguirá apostando por fortalecer la asociación estratégica integral de coordinación con Rusia y la cooperación práctica entre los dos países que ha demostrado una gran resiliencia e impulso de crecimiento interno. Un buen ejemplo es el proyecto conjunto de aviones de pasajeros de fuselaje ancho CR929 que avanza sin problemas a pesar de la pandemia, con unas 1.000 unidades de este tipo que se entregarán entre 2023 y 2045. China se ha convertido en el principal país de destino para los productos agrícolas de Rusia y se mantiene como su mayor socio comercial. En 2021 se cumple el 20º aniversario de la firma del Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa China-Rusia.

Beijing se apresta a desarrollar una estrategia que le permita salvar el bloqueo occidental que algunos sugieren con su “circulación dual” interna y modulando la velocidad de sus proyectos estrella como la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Asimismo, considera de vital importancia asentar un marco fluido de relaciones en escenarios geopolíticos como Asia-Pacífico o la UE, fundamentados en un impulso al desarrollo de relaciones económicas que abran camino en su conjunto y progresivamente a un orden multipolar.

China 2021 (VII)

La seguridad y la defensa han ganado relevancia en la agenda china en paralelo a su vasto programa de modernización de las fuerzas armadas y a la paulatina concreción de sus intereses en este ámbito, circunstancia que activa la reacción de terceros, en especial de EEUU, temeroso de verse irremediablemente desplazado. El último incidente entre las fuerzas navales estadounidenses y chinas tuvo lugar a fines de agosto, cuando Beijing aseguró haber conducido un buque de guerra estadounidense desde las islas Paracel (islas Xisha), que también son reclamadas por Taiwán y Vietnam.

Un nuevo y reciente informe de los responsables de la Infantería de Marina, Armada y de la Guardia Costera de los EEUU indica con rotundidad que “el orden internacional basado en reglas está nuevamente bajo ataque” y que el entorno de seguridad ha cambiado drásticamente desde 2015. El informe señala que China presenta “la amenaza estratégica a largo plazo más apremiante” para EEUU y que por tanto, en los próximos años, las fuerzas navales estadounidenses serán más “decididas” para contrarrestar a China en el Indo-Pacífico. Para el Pentágono, el Mar de la China Meridional es el escenario más caliente para las futuras operaciones en Asia.

En efecto, estas aguas han sido escenario en los últimos meses de tomas de posición en competencia entre las armadas del Ejército Popular de Liberación (EPL) y de los Estados Unidos. En 2018 y 2019, la Marina estadounidense penetró en numerosas ocasiones en la zona de 12 millas náuticas alrededor de los islotes y arrecifes reclamados por China que Beijing considera sus aguas territoriales. En los primeros seis meses de 2020, el Pentágono ordenó tantas operaciones de libertad de navegación (conocidas como “FONOP”, siglas en inglés) como en los últimos dos años del mandato de Barack Obama, respaldó más de dos mil misiones navales con patrullas aéreas en los primeros seis meses de este año, expandió el financiamiento militar a sus aliados y tomó la decisión sin precedentes de respaldar efectivamente los reclamos marítimos de los rivales de China en el mar de China Meridional, abandonando cualquier ambigüedad formal.

Para EEUU, es vital frenar la expansión de la soberanía china efectiva hacia el sur, hasta Indonesia, cuyo archipiélago controla el paso al Océano Índico y al Pacífico Sur. Casi el 90% del comercio chino y el 80% de sus importaciones de petróleo pasan hoy a través del estrecho de Malaca. Beijing, por su parte, vive bajo el temor permanente a un potencial escenario en el cual Estados Unidos intervenga esta ruta comercial.

Esto explica que el punto más caliente del planeta sea el Mar de China meridional, porque es la principal ruta de entrada y salida del comercio chino, con puntos de fácil bloqueo naval. Según fuentes de EEUU, las actividades militares de China en el área, incluidos ejercicios, entrenamientos, visitas a puertos y operaciones, aumentaron en un 50 por ciento, hasta 65 en 2020, de los 44 ejercicios que hubo en 2019. El analista de Asia Times, Richard Heydarian, recuerda que Jake Sullivan, elegido por Biden como asesor de seguridad nacional, pidió recientemente la intensificación de las operaciones de libertad de navegación contra China en estas aguas, lo que marca una posible escalada de la política que siguió Trump. Biden, piensan otros, enfrentará la presión interna del Partido Demócrata para reducir el gasto en defensa, lo que podría imponer una reducción de la frecuencia de despliegue de tropas en el Mar de China Meridional.

Por su parte, la Armada china también ha aumentado el ritmo de sus actividades. Desde 2016, la ampliación de los islotes con 1.300 hectáreas de hormigonado artificial, ha permitido construir una eficiente red de puntos de apoyo logístico y operativo. Durante 2020, el EPL organizó 17 salidas y ejercicios. Beijing está decidido a mantener una línea divisoria destinada a disuadir a Washington sin correr el riesgo de una confrontación directa. Y amenaza con convertir sus islas en bases militares en pleno funcionamiento, exactamente lo que viene haciendo en los últimos meses.

Otro foco inevitable es Taiwán. En Taipéi creen que el incremento de las actividades de China en los mares contiguos o sus escaramuzas fronterizas con India son evidencia de que busca “expandir su dominio” y que Taiwán es su próximo objetivo. El control chino de Taiwán impulsaría significativamente el control regional de Beijing y el acceso a la región del Pacífico. “Teniendo en cuenta que China puede querer lanzar un ataque dentro de un par de años o varios años más adelante de una manera más masiva, necesitamos adquirir más armas de Estados Unidos”, aseguraba el primer ministro Su Tseng-chang.

Los gestos proliferan. Buena muestra de ello son algunos tránsitos recientes: el USS Mustin, un destructor de misiles guiados de la clase Arleigh-Burke de Estados Unidos, navegó a través del Estrecho de Taiwán el sábado 19 de diciembre, el 12º tránsito de este tipo realizado por un buque de guerra estadounidense este año. Por su parte, el portaaviones Shandong, el primero construido de manera autónoma por Beijing, pasó el 21 por el Estrecho de Taiwán acompañado de cuatro barcos de escolta.

Los tres elementos de la estrategia de Beijing en Taiwán son aumentar el desequilibrio militar entre ambos, detener las ventas de armas estadounidenses a Taiwán y alterar gradualmente el “statu quo” en el estrecho.

Es poco probable que a corto plazo China y Estados Unidos libren una guerra abierta, a pesar de que ambas potencias están incrementando su compromiso militar en estos dos frentes geopolíticos más candentes de Asia oriental, el Mar de la China Meridional y el Estrecho de Taiwán. Pero estos desarrollos, como el incremento de las patrullas aéreas, aumentan el riesgo de enfrentamientos accidentales e involuntarios en puntos críticos de la región. A ello se unen fracasos como el intento de celebrar, como estaba programado, las reuniones del acuerdo de consultas militares marítimas China-EEUU 2020.

En los últimos meses, la cooperación entre los países del QUAD (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral que reúne a EEUU, Japón, India y Australia) se ha acelerado y los ejercicios navales conjuntos Malabar en el Océano Índico se completaron el pasado noviembre. La invitación de la India a Australia fue especialmente significativa, ya que permitió a las cuatro naciones participar por primera vez en 13 años. Con el apoyo continuo de EE.UU. bajo Biden, el Quad tiene el potencial de convertirse en una coalición más consolidada y eficaz. Si se abre a otros socios regionales, como Corea del Sur, Filipinas y Vietnam, podría ser una versión asiática de la OTAN.

El South China Morning Post mostró recientemente imágenes satelitales que informan de que las autoridades militares chinas han construido un gran dique seco en la isla de Hainan, con capacidad para albergar portaaviones incluso más grandes que los dos que actualmente se encuentran en servicio en la Armada de Beijing. La preparación ante cualquier contingencia se acelera.

Por último, cabe significar que el vasto programa de modernización del EPL está impulsando la industria de armas de China, según indica el Stockholm International Peace Research Institute (Sipri). Los gigantes de la defensa de Estados Unidos dominan las cinco primeras posiciones. Junto con otras siete empresas estadounidenses, representan el 61% de las ventas mundiales. A continuación siguen las chinas, que controlan el 16% del mercado. El año 2020 es el quinto consecutivo de China en la segunda posición, muy por delante de Rusia.

China 2021 (y VIII)

El próximo año será de especial importancia en el proceso de modernización de China, señaló el Buró Político del PCCh en una de sus últimas reuniones de 2020, reclamando esfuerzos para garantizar un buen comienzo del periodo del XIV Plan Quinquenal (2021-2025) y excelentes logros para celebrar el 100º aniversario de la fundación del PCCh. En la misma sesión, los máximos dirigentes chinos subrayaron su adhesión a la nueva filosofía de desarrollo, la “circulación dual”, reclamando esfuerzos para formar un nuevo paradigma así como enfocarse en el impulso del crecimiento de alta calidad.

Sin duda, el centenario del PCCh marcará de principio a fin el ejercicio, un aniversario que debe servir para reafirmar las bondades del “camino propio” –o las “singularidades chinas”- como cristalización de una experiencia histórica genuina para lograr la revitalización del país. En un sentido más amplio, abundará en las causas originarias de su legitimidad para dirigir los destinos de China y su vocación de actualizar una gobernanza adaptada a la “nueva era”.

En 2021, la pandemia continuará representando un desafío enorme para la economía china si bien las esperanzas despertadas por las vacunas ofrecen un horizonte de salida, tanto a nivel interno como para su comercio exterior. China ha optado por una vía diferente a la de los países desarrollados de Occidente en la gestión de este desafío: en vez de contemporizar y surfear una ola tras otra, su alternativa consiste en potenciar la prevención al máximo, identificando el menor caso, test en masa, aislamiento, etc. Esto le ha permitido mantener a buen recaudo el sistema de salud y el funcionamiento de la economía. El balance ya lo conocemos.

La preservación de la estabilidad política es una preocupación permanente para el PCCh. Tras la quinta sesión plenaria (octubre 2020) se ha abierto un tenso periodo hasta el XX Congreso (finales de 2022). La prioridad para Xi Jinping en los próximos meses es asegurarse el máximo nivel de control de la estructura institucional. Su primer objetivo es el aparato de seguridad y justicia y su principal reto que la batalla en curso no afecte en demasía a la inquietud de un aparato burocrático que recela del avance de la arbitrariedad y del abandono de las medidas y criterios establecidos durante el denguismo para evitar la patrimonialización personal del poder. En este sentido, el principal problema de Xi no es el descontento social como factor de inestabilidad sino el recelo y malestar de las élites que no comulgan con su política.

Recientemente, Tang Yijun, cercano de Xi y gobernador de Liaoning fue nombrado ministro de Justicia en sustitución de Fu Zhenghua. La caída de Sun Lijun, viceministro de seguridad es otro indicativo de este foco. En año y medio, Xi se desembarazó de dos viceministros de seguridad, algo inusual. Esto no es más que la punta del iceberg de purgas que afectan a jefes de seguridad pública en provincias importantes, desde Shanghái a Chongqing. Los ya retirados Meng Jianzhu e incluso Zeng Qinghong, figura destacada del clan de Jiang Zemin, podrían ser próximos objetivos como en su día lo fue Zhou Yongkang. Otros clanes, como el de los afines a Wang Qishan o el futuro de Wang Huning, están en el alero. No hay en todo esto disensiones ideológicas significativas sino cuestiones de lealtades rivales. La campaña contra la corrupción puede conocer alguna sacudida violenta a modo de mensaje a navegantes.

El poder de Xi en el aparato también se define por el nuevo signo de los secretarios del PCCh y gobernadores provinciales. En los últimos meses han cambiado en Yunnan, Jilin, Hunan, Hainan, Fujian, Gansu, Sichuan, y la cuenta debe seguir a lo largo del año entrante. Por el momento, en estos cambios de personal, la única excepción de afinidad a Xi es Wang Wentao, sobrino de la esposa de Jiang Zemin, que dejó Heilongjiang para liderar el Partido en el Ministerio de Comercio, cartera para la que fue designado en las sesiones que la APN concluyó el pasado 26 de diciembre.

Un indicador del nivel de dominio del aparato por parte de Xi puede ser la inclusión en el argot del Partido del “Pensamiento de Xi” sin más apellidos (… sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era…) para situarle a la par de Mao. En estos años, se ha ido desarrollando esta idea de forma sectorial, estableciendo el pensamiento de Xi sobre determinadas áreas (el ejército, la justicia, el estado de derecho, etc.) que ahora podrían sintetizarse bajo esa fórmula más contraída. Es muy probable que Xi lo logre en 2021, lo que aventuraría un paseo triunfal en 2022. Sus rivales también lo saben y se debatirán entre la resignación o la oposición.

La gobernanza del PCCh y del país en ese propósito de conformar un Estado gobernado por la ley puede experimentar nuevos desarrollos. La primera conferencia central sobre el trabajo relacionado con la gobernanza integral basada en la ley en la historia del PCCh, que se celebró entre el 16 y el 17 de noviembre, indica el firme propósito de innovar este sentido. No obstante, como ha evidenciado la reciente condena a la periodista Zhang Zhan (cuatro años de prisión por “buscar problemas”), esto no implicará la adopción de enfoques más liberales respecto a los derechos humanos.

Fuente: https://politica-china.org/areas/sistema-politico/china-2021-y-viii-el-tono-de-la-politica-general

 

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