Escribe: Milcíades Ruiz
Para la dialéctica, no hay hechos aislados. Son reacciones en cadena múltiple, en la que la predominancia determina el curso de los acontecimientos. La pandemia que nos agobia, fue generada por condiciones ambientales. La vacuna no elimina esas condiciones. Un microscópico virus ha dejado en ridículo a la inteligencia humana, multiplicándose y mutando de manera dialéctica, al amparo de esas condiciones que favorecen su desarrollo. Su predominancia sobre la economía, impedirá los buenos deseos de prosperidad del año venidero.
Ni tan pesimista, ni tan optimista, sin dejar de ser realista. Las noticias no son buenas para las mayorías nacionales. Ya nadie habla de la nueva normalidad. Lo normal es que todos los días hay muchos muertos diarios por la pandemia y muchos estamos en la lista de espera. Todos estamos esperanzados a la vacuna, pero si los organismos internacionales dicen que la economía de los países desarrollados, ha tenido una contracción de 5.8%, América Latina ha caído -7.7%, y Perú -13%, entonces la disminución del ritmo económico continuará provocando reacciones negativas en cadena.
A menor producción, las empresas ocupan menos trabajadores. Los que pierden el trabajo se quedan sin ingresos. A mayor desempleo menos dinero para comprar, caen las ventas y cae la recaudación de los ingresos estatales por menor monto de IGV facturado (-20%), así como, baja recaudación del impuesto a la renta (-16%). La menor disponibilidad de recursos estatales, limita recuperación, etc. Pero hay innumerables reacciones en cadena en el ámbito político, cultural, laboral, comercial, financiero y más, porque se desactivan planes personales, familiares y sociales, proyectos, programas, eventos, etc.
Si la pandemia lo permite, nuestro país podría crecer un 9% en el 2021, sin llegar a recuperar el nivel del 2019. Pero el actual gobierno carece de planes por ser provisorio y en el segundo semestre habrá incógnito cambio de gobierno. Entre tanto vivimos una situación de incertidumbre, toda vez que hay abundancia de candidatos a gobernantes, pero muy baja confianza en ellos. Los corruptos siguen postulando y hay desde vendedores de sebo de culebra, hasta mutantes.
“Infeliz daño nuevo”, es quizá lo que nos espera. Lo que veo en mi bola de cristal para el próximo año, es que el terremoto económico dejará en escombros nuestra edificación republicana. Más de 50 mil muertos acumulados, más de un millón de heridos y mucho sufrimiento entre los sobrevivientes más indefensos de la parte baja de la escala social. Pero no se piensa en la reconstrucción del país, sino en la recuperación de la normalidad pre pandemia.
Veo un efecto dominó en esta crisis. La caída mundial es del 4,4%, pero desde lo alto, los ricos trasladarán el peso de la crisis a la escala inferior, hasta llegar al último escalón en que ya no hay a quien trasladar ese peso. Avizoro una migración forzada de las clases altas hacia abajo, parte de las clases medias caen al piso de la pobreza y muchos pobres resbalan al piso de la pobreza extrema. Pero allí, ya hay demasiada gente luchando por sobrevivir alimentándose de ollas comunes y pidiendo limosna.
Veo que los países que compran nuestros productos, disminuyen sus pedidos. Nuestro país también disminuye sus compras o importaciones. No hay plata, la demanda de los consumidores sigue baja. Las empresas que recibieron fondos de Reactiva Perú, no están cumpliendo ni con reactivar ni con sus créditos. El FAE agro no llega a los pequeños agricultores y la campaña terminará en junio próximo.
Veo también, mucha tensión en los hogares por razones económicas, los niños lloran de hambre, no hay para pagar el colegio, muchos jóvenes dejan la carrera universitaria y buscan trabajo. Mucha gente saca una mesita a la vereda para vender preparados, pero son muchos los que se las ingenian para ganar algo como ambulantes en el comercio informal que crece como espuma. La lucha por la posesión de espacios en la calle es incontenible. Otros, no tienen otra opción que delinquir para llevar algo a casa.
Miro hacia la sierra y avizoro muchísimos reclamos en defensa del agua y la ecología frente a los daños por contaminación minera. Se derrama sangre campesina por represión policial, sus líderes van a la cárcel acusados de atentar contra la tranquilidad pública. Las contradicciones se agudizan y se multiplican los conflictos sociales. Están pendientes 6 conflictos mineros y 5 del agro. También la lucha de los lugareños en la ruta ferroviaria a Machu Picchu, contra la multinacional Carlyle por el abuso tarifario.
La mesa de diálogo o mecedora, desactiva la violencia, pero no soluciona. Los campesinos reclaman y piden ayuda, pero los gobernantes se hacen los sordos. Miro hacia la selva y hay sangre regada de las comunidades nativas luchando contra la contaminación, la tala ilegal y la destrucción de su hábitat natural. Los recursos madereros se tiñen de corrupción y pasan todos los controles rumbo al extranjero, la coca aumenta su área de cultivo.
Una joven madre lactando a su bebé, permanece ilegalmente como presa política, al igual que decenas de compatriotas, purgando carcelería por sus arengas radicales que no pasan más allá, en el MOVADEF. Sus ideas podrán ser detestables, pero la persecución política es también detestable. Nadie debería ser perseguido por sus ideas y el derecho a la discrepancia es universal. Pero veo mucha indiferencia frente a esta injusticia y nadie se quiere comprometer. Ni los organismos de derechos humanos les dan una mano. Hay silencio cómplice.
Se puede ver que a medio año llega un nuevo gobierno, producto de la ruleta electoral. Hay mucha mediocridad entre el legislativo y Ejecutivo. Se vive incertidumbre política. Los ofrecimientos de gobierno calman la impaciencia. Los corruptos predominan. Siguen las restricciones por la pandemia. Las vacunas todavía no calman el contagio. Las movilizaciones de protesta cobran auge. La anhelada recuperación económica va muy lenta. La paciencia se agota.
Pero no se necesita una bola de cristal para avizorar lo que se viene. Más importante que el presagio será, nuestra predisposición de lucha contra las adversidades. Sabiendo lo que se viene, y no hacer nada para mitigar el sufrimiento, es una cobardía. No hay nada fácil para los pobres que luchan careciendo de todo. Organicemos la resistencia con creatividad e inteligencia racional. Agrupémonos todos, en la lucha final. Salvo mejor parecer.
Diciembre 28/2020
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