Tienda de juegos GameStop en Umeå (Suecia) en 2011.
CAPITALISMO FINANCIERO
El capitalismo, en su configuración actual de dictadura mundial del capital financiero, está cometiendo crímenes contra la humanidad y devastando el planeta.
29/01/2021
Robar un banco es un delito, pero más delito es fundarlo. – Bertolt Bertolt
En 1968, un fallo de un tribunal de Minnesota, puso de manifiesto la naturaleza del capital financiero1.
El litigio enfrentó a un particular, el señor Daly con un Banco, el First National Bank of Montgomery, su acreedor hipotecario. Cuando el señor Daly se atrasó en sus pagos al Banco quiso cobrarse con la casa. Daly adujo que en la hipoteca no hubo contraprestación del Banco, pues éste no poseía el dinero de la hipoteca pues la suma del préstamo había sido creada de la nada en el momento de autorizarse el crédito. Es decir, al acreditar en su contabilidad que se otorgaban 14 mil dólares Daly, el banco había creado dinero y no lo había sacado de un activo preexistente. En otras palabras, el banco no acudió a su bóveda para retirar esa suma en billetes para prestársela a Daly.
El tribunal en su fallo le dio la razón a Daly resolviendo que el contrato hipotecario era nulo, porque carecía de una contraprestación legítima por parte del banco. En consecuencia, la pretensión del banco de adueñarse de la casa del señor Daly carecía de bases legales 2.
I. Cuando los seres humanos pasaron de subsistir con los productos de su trabajo al intercambio de sus propios productos con los resultantes del trabajo de terceros, se encontraron con el problema de que dicho intercambio involucraba objetos distintos, por ejemplo botas por gallinas y tuvieron que resolverlo encontrando un denominador común a fin de que el intercambio fuera equitativo. La solución fue establecer un equivalente general: el dinero. Primero fueron las monedas de oro, plata o bronce que tenían o se les atribuía un valor intrínseco.
Pero faltaba saber por qué a una gallina se le atribuía, arbitrariamente o no, un precio de X monedas y a un par de botas un precio de XY monedas.
Aristóteles abordó la cuestión:
“En realidad no puede suceder que cosas tan diferentes sean conmensurables entre sí; pero también es cierto que, efecto de la necesidad, se puede llegar sin gran trabajo a medirlas todas suficientemente. Es preciso que haya una unidad de medida, pero esta unidad es arbitraria y convencional : se la llama moneda”.
Marx, comentando a Aristóteles escribió:
“El propio Aristóteles nos dice, pues, por falta de qué se malogra su análisis ulterior: por carecer del concepto de valor. ¿Qué es lo igual, es decir, cuál es la sustancia común que la casa representa para el lecho, en la expresión del valor de éste? Algo así "en verdad no puede existir", afirma Aristóteles. ¿Por qué? Contrapuesta al lecho, la casa representa un algo igual, en la medida en que esto representa en ambos --casa y lecho-- algo que es efectivamente igual”.
Y eso es el trabajo humano en general. O trabajo abstracto. Tanto el que produce bienes materiales como el que se traduce en bienes inmateriales.
En la economía de mercado el intercambio de mercancías se realiza en base a un precio que se expresa en dinero. Ese precio en dinero refleja en cierta medida la cantidad de trabajo humano abstracto que se empleó en producir la mercancía, sea esta material o inmaterial
Pero sólo en cierta medida, porque en el precio intervienen otros factores como la ley de la oferta y la demanda, el trabajo concreto que se invirtió en producir una mercancía dada, la competencia entre los productores, etc. Pero ese precio puede sufrir distorsiones cuando se trata de un precio de monopolio es decir cuando en el mercado hay un solo oferente de un determinado producto (o un pequeño grupo concertado para fijar un precio). Siempre que respeten un plafond a fin de que la demanda no se reduzca drásticamente. Plafond que pueden atravesar –si las condiciones sociopolíticas lo permiten cuando se trata de un artículo de primera necesidad, como los alimentos, el agua y la electricidad o que la publicidad lo ha convertido de primera necesidad en la mente de los consumidores.
Teniendo en cuenta todos esos factores se puede decir que hay una relación aproximada entre el valor trabajo y el dinero circulante que lo representa y que sirve para el intercambio de mercancías.
Con esta salvedad fundamental: en el sistema capitalista el trabajo humano está sometido a las leyes del mercado (la oferta y la demanda).
En la jornada laboral el trabajador produce un valor superior al valor que representa el salario. Esto es así porque en el sistema capitalista el trabajo es una mercancía, sometido a la ley de la oferta y la demanda, que varía en función de la mayor o menor oferta de empleo en general y en cada rama de la producción.
Como el desempleo, mayor o menor, es permanente, la oferta de empleo es siempre menor que la demanda, lo que pone siempre al patrón en situación de ventaja –entre otros factores (económicos, políticos y sociales) que sería largo enumerar aquí- para negociar el salario. De manera que el valor del salario que recibe el trabajador está siempre por debajo del valor que crea el trabajador con su labor.
Esa diferencia de valores constituye la ganancia –o lo fundamental de la ganancia- del patrón. Otras circunstancias favorables o desfavorables para el patrón pueden contribuir a acrecentar o disminuir sus ganancias obtenidas en el proceso de producción,
Estos valores se crean en el proceso de producción de bienes y servicios (industria, agricultura, investigación científica, educación, atención médica, transporte, agua potable, energía, salubridad, etc.).
El salario es entonces el precio que paga el patrón al trabajador manual o intelectual para que éste ponga a disposición de aquél su fuerza de trabajo durante un tiempo determinado. Debe entenderse por fuerza de trabajo no sólo la fuerza física sino también las habilidades y conocimientos, la capacidad de imaginar, de crear y de inventar del asalariado.
Así funciona el sistema y los valores creados por el trabajo humano se distribuyen desigualmente en la sociedad de manera dineraria en forma de salarios, ganancias e intereses y/o rentas.
II. Todo ha funcionado así hasta que el capital financiero adquirió una posición totalmente hegemónica en el sistema capitalista imperante.
Pero el proceso que condujo a la posición hegemónica actual del capital financiero comenzó con la constitución de las grandes empresas transnacionales como resultado de la concentración y acumulación del capital, que dio lugar a la formación de grandes oligopolios y monopolios cuya base financiera se consolidó desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX con la fusión del capital industrial y el capital bancario. Los grandes monopolios transnacionales reforzaron sus finanzas constituyéndose como sociedades anónimas, que absorbieron el ahorro popular a través de la emisión de acciones (participaciones en el capital y en los beneficios -o pérdidas- de la empresa) y obligaciones (títulos de crédito contra la empresa que además devengan un interés).
Hasta que se llegó a la actual supremacía planetaria del capital financiero como resultado de un cambio profundo de la economía mundial a partir del decenio de 1970, momento que marca el fin del Estado de bienestar, caracterizado por la producción en masa y el consumo de masas, impulsado este último por el aumento tendencial del salario real, y por la generalización de la seguridad social y de otros beneficios sociales. Es lo que los economistas llaman el modelo “fordista”, de inspiración keynesiana, caracterizado en la producción por el trabajo en cadena (taylorismo), iniciado en Estados Unidos y que se extendió a Europa sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial.
El agotamiento del modelo del Estado de bienestar obedeció a varios factores entre los que cabe destacar dos: la reconstrucción de la posguerra, que sirvió de motor a la expansión económica, llegó a su término y el consumo de masas tendió a estancarse o a disminuir lo mismo que los beneficios empresarios. También incidió el “shock” petrolero de comienzos de los años 70.
Para dar un nuevo impulso a la economía capitalista y revertir la tendencia decreciente de la tasa de beneficios, se hizo necesario incorporar la nueva tecnología (robótica, electrónica, informática) a la industria y a los servicios y eso requirió grandes inversiones de capital.
Alguien tenía que pagar la factura. Comienza entonces la época de la austeridad y de los sacrificios (congelación de los salarios, deterioro de las condiciones de trabajo y aumento de la desocupación) que acompañaron a la reconversión industrial. Al mismo tiempo, la revolución tecnológica en los países más desarrollados impulsó el crecimiento del sector servicios y se produjo el desplazamiento de una parte de la industria tradicional a los países periféricos, donde los salarios eran –y son- mucho más bajos.
En esas condiciones toma cuerpo la llamada “mundialización neoliberal”: el pasaje de un sistema de economías nacionales a una economía dominada por tres centros mundiales: Estados Unidos, Europa y China.
Con la incorporación de las nuevas tecnologías la productividad aumentó enormemente, es decir que con el mismo trabajo humano la producción pasó a ser mucho mayor.
Se abrieron entonces dos posibilidades: o se incitaba el consumo de masas de los bienes tradicionales y de los nuevos bienes a escala planetaria con una política salarial expansiva, una política social al estilo del Estado de bienestar, se reducía la jornada de trabajo en función del aumento de la productividad para tender a una situación de pleno empleo y se reconocían precios internacionales equitativos a las materias primas y productos de los países pobres, o se tendía a mantener y a aumentar los márgenes de beneficio conservando bajos los salarios, el nivel de ocupación y los precios de los productos de los países del Tercer Mundo.
La primera opción hubiera sido factible en un sistema de economías nacionales, en las que la producción y el consumo se realiza fundamentalmente dentro del territorio y entonces es posible el pacto social de hecho entre los capitalistas y los asalariados en tanto consumidores. Pero en el nuevo sistema “mundializado” la producción se destina a un mercado mundial de "clientes solventes" y ya no interesa el poder adquisitivo de la población del lugar de producción.
En las condiciones de la mundialización acelerada, los dueños del poder económico y político a escala mundial con su visión de "economía-mundo" y de "mercado global" apostaron a la segunda alternativa (bajos salarios, bajos niveles de ocupación, liquidación de la seguridad social, precios bajos para las materias primas, etc.) para elevar su tasa de beneficios.
Esta opción tuvo como consecuencia acentuar las desigualdades sociales en el interior de cada país y en el plano internacional, con lo que se creó una neta diferenciación en la oferta y la demanda de bienes y servicios. La producción y oferta de bienes se orientó no a la gente en general sino a los llamados “clientes solventes”. Fue así como la oferta de bienes de lujo aumentó enormemente y la oferta de nuevos productos como ordenadores y teléfonos portátiles encontró una gran masa de clientes en los países ricos y muchos clientes en la primera periferia no demasiado pobre. Entretanto, los bienes esenciales para la supervivencia (alimentos, servicios de salud, medicamentos, vivienda digna de ese nombre, etc.) quedaron fuera del alcance de la gran mayoría del sector más pobre de la población mundial: más de tres mil millones de seres humanos que viven con menos del equivalente de 3 dólares por día.
La idea de servicio público y de un derecho irrevocable a los bienes esenciales para vivir con un mínimo de dignidad, fue reemplazada por la afirmación de que todo debe estar sometido a las leyes del mercado.
Predominaron entonces tasas de crecimiento económico bajas, a causa de que un mercado relativamente estrecho imponía límites a la producción y surgió el fenómeno de las grandes masas de capitales ociosos (incluidos los petrodólares), puesto que no podían ser invertidos productivamente.
Pero para los dueños de dichos capitales (personas, Bancos, instituciones financieras) no era concebible dejarlos arrinconados sin hacerlos fructificar.
Es así como el papel de las finanzas al servicio de la economía, interviniendo en el proceso de producción y de consumo (con créditos, préstamos, etc.) quedó relegado por el nuevo papel del capital financiero: producir beneficios sin participar en el proceso productivo.
Este último aspecto se concreta básicamente de dos maneras.
Una consiste en que los inversores institucionales gestores de fondos de pensiones, las compañías de seguros, los organismos de inversión colectiva y los fondos de inversión compran acciones de sociedades industriales, comerciales y de servicios3. Esos grupos financieros pasan a intervenir así en las decisiones de política de las empresas con el objeto de que su inversión produzca la alta renta esperada, imponiéndoles estrategias a corto plazo. Y la otra manera en que crece el papel del capital financiero especulativo es que los grupos financieros (fondos de inversión, etc.) invierten en la especulación (por ejemplo con los llamados productos financieros derivados) y lo mismo hacen las empresas industriales, comerciales y de servicios con parte de sus beneficios, en lugar de hacerlo en la inversión productiva.
Así se generalizó la práctica de obtener beneficios creando productos financieros o adquiriendo los ya existentes y haciendo con ellos operaciones especulativas.
Además de los productos financieros tradicionales (acciones y obligaciones) se han creado muchos otros. Entre ellos los productos financieros derivados, que son papeles cuyo valor depende o "deriva" de un activo subyacente y que se colocan con fines especulativos en los mercados financieros. Los activos subyacentes pueden ser un bien (materias primas y alimentos: petróleo, cobre, maíz, soja, etc.), un activo financiero (una moneda) o incluso una canasta de activos financieros. Así los precios de materias primas y de alimentos esenciales ya no dependen sólo de la oferta y la demanda sino de la cotización de esos papeles especulativos y de ese modo los alimentos pueden aumentar (y aumentan) de manera inconsiderada en perjuicio de la población y en beneficio de los especuladores.
Por ejemplo cuando se anuncia que se fabricarán biocarburantes los especuladores “anticipan” que el precio de los productos agrícolas (tradicionalmente destinados a la alimentación) aumentará y entonces el papel financiero (producto derivado) que los representa se cotiza más alto, lo que repercute en el precio real que paga el consumidor por los alimentos.
Las inversiones en productos financieros implican diversos niveles de riesgo. Con la esperanza de cubrir dichos riesgos se han inventado una compleja serie de productos financieros que inflan cada vez más la burbuja y la alejan aun más de la economía real4.
Con esta "economía internacional de la especulación", como la llama Drouin, se aceleró la acumulación de grandes capitales en pocas manos a expensas sobre todo de los trabajadores, de los jubilados y de los pequeños ahorristas.
En el caso de las participaciones del capital financiero (fondos de pensiones, compañías de seguros, fondos de inversión, bancos, etc.) en industrias y servicios, la elevada renta que exigen y obtienen dichos capitales está fundada en la degradación de las condiciones de trabajo en esas industrias y servicios. Es bien conocido el fenómeno de que cuando una empresa anuncia despidos sus acciones suben.
Estas fueron las formas en que el capital transnacional mantuvo y mantiene una alta tasa de beneficios y un acelerado ritmo de acumulación y concentración a pesar del crecimiento económico lento y de la existencia de un mercado restringido.
¿La hegemonía del capital financiero es un rasgo permanente del sistema, como decía Hilferding (El capital financiero. 1910) o una fase transitoria del sistema capitalista, como decía Sweezy (Teoría del desarrollo capitalista, 1942), criticando a aquél? Aunque Sweezy se aproximó después a las posiciones de Hilferding (El triunfo del capital financiero. 1994).
No cabe duda de que la base permanente de la economía capitalista es el capital productivo, sin el cual el capital financiero (hegemónico no) no podría existir.
Por esa razón el gran capital transnacional no sólo desempeña el papel principal en el sistema financiero sino que realiza actividades productivas en las esferas más diversas: desde la extracción de materias primas hasta la prestación de toda clase de servicios (Bancos, seguros, salud, comunicaciones, información, fondos de pensiones, etc.) pasando por la producción de una gran variedad de mercancías: bienes de consumo inmediato como los alimentos, bienes durables como automóviles, etc. y también en la esfera de la investigación en todos los órdenes, especialmente en la tecnología avanzada: electrónica, ingeniería genética, etc.
La industria de armamentos está siempre interesada en colocar su producción, en ensayar sus nuevos productos en condiciones reales (guerras del Golfo, de Yugoslavia y de Afganistán, agresión a Irak, agresión a Gaza, etc.) y en ampliar sus mercados, por ejemplo a través de la incorporación de nuevos países a la OTAN.
La guerra es una opción recurrente del capital monopolista en los momentos de crisis económica, porque es una manera de reactivar la producción industrial sin necesidad de reactivar la demanda (el Estado compra la producción de armamentos con el dinero del contribuyente sin consultarlo y la población del enemigo elegido "consume", por cierto involuntariamente, las bombas que recibe sobre su cabeza). Y después de la guerra los grandes monopolios de la industria civil acaparan el negocio de la reconstrucción y de la "ayuda humanitaria".
La guerra sería la forma más drástica de "destrucción creativa" (Schumpeter) inherente al capitalismo. Otras formas de “destrucción creativa” que benefician al gran capital son las crisis las grandes catástrofes naturales, y las catástrofes sanitarias, como las epidemias y las pandemias.
La enorme acumulación de beneficios por parte del capital financiero parasitario se pretende justificar con teorizaciones acerca de que el dinero y otros productos financieros son creadores de valor.
Pero el problema es que el dinero no es un valor sino que representa un valor. Y que el valor se crea sólo en la economía real y el dinero por sí mismo no puede generar valor y producir beneficios.
De modo que a la tradicional expropiación del fruto del trabajo que practica el capital en el proceso de la economía real (obtención de plusvalía), se ha venido a sumar la que realiza el capital financiero especulativo sin participar en dicho proceso.
El capital financiero, además de estos mecanismos “legales” destinados a obtener una tajada cada vez mayor de los valores creados en la esfera productiva, se apropia directamente de los bienes de los trabajadores, jubilados y pequeños ahorristas, cometiendo verdaderas estafas.
Por ejemplo en Estados Unidos, el gigante transnacional de la energía Enron se declaró en quiebra reconociendo una deuda de 40 mil millones de dólares y dejó en la calle a su personal (12000 personas), al que, por añadidura, despojó del capital previsional de su jubilación, invertido en acciones de la propia empresa. En otras quiebras de grandes bancos o grupos financieros transnacionales, miles de pequeños ahorristas han visto evaporarse el fruto de muchos años de esfuerzos e incluso de privaciones.
Después de Enron se sucedieron otros casos similares como el de WorldCom y resultaron implicados los dos más grandes bancos estadounidenses: Citygroup y JP Morgan Chase.
En el caso de WorldCom, un pequeño ahorrista que en marzo de 2000 compró 10.000 dólares en acciones se encontraba en julio de 2002 con que sus acciones valían sólo 200 dólares (Despacho de AFP del 21/07/02 ).
Una situación similar se produjo también en algunas transnacionales basadas en otros países, como Vivendi y otras en Francia. La acción de Vivendi llegó a cotizarse a 141,60 el 10 de marzo de 2000 , valía sólo 9,30 el 16 de agosto de 2002 y 26,11 en enero de 2021.
Los escándalos financieros revelados en el curso de 2002 causaron enormes pérdidas a los más grandes fondos de pensión estadounidenses. Calpers, que administra el dinero de 1.300.000 funcionarios californianos , CalSTRS (687000 docentes del mismo Estado) y Lacera (132000 empleados de Los Ángeles) perdieron 318 millones de dólares a causa de la quiebra de WorldCom (más de 7 mil millones de dólares evaporados). El fondo de pensión de los funcionarios del Estado de Nueva York (112 mil millones de dólares de activos) perdió 300 millones de dólares en la quiebra de WoldCom.
Los altos cargos en grandes empresas transnacionales y en funciones gubernamentales importantes, son intercambiables (puertas giratorias) y tiene vigencia en numerosos países y en las organizaciones internacionales (ttps://es.wikipedia.org/wiki/Capitalismo Clientelista Https://es.wikipedia.org/wiki/Puerta_giratoria_(pol%C3%ADtica)
Dos ejemplos: Barroso ex presidente de la Comisión Europea, fue reclutado por Goldman Sachs.
Neelie Kroes, ex vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable de la Competencia aterrizó en UBER, transnacional negrera que se niega a reconocer la condición de asalariados al personal y los priva así de jubilación, vacaciones y otros seguros sociales. A esa especie de esclavitud moderna se la denomina “economía colaborativa”.
Todas estas quiebras, operaciones fraudulentas, escándalos financieros, fugas de capitales, etc., que han tenido lugar a la vista y paciencia (y con la complicidad) de los gobiernos, que no utilizaron los mecanismos de control de que disponen, significan un fenomenal despojo de recursos a enormes masas de la población y la concentración de dichos recursos en los grandes centros del poder económico-financiero transnacional.
Otras formas que permiten al capital financiero transnacional apropiarse en forma parasitaria del fruto del trabajo ajeno, es decir sin intervenir en el proceso productivo, son la privatización de la seguridad social, de la que se han hecho cargo fondos privados de pensiones, la sustitución de parte del salario o de otras remuneraciones de que es acreedor el personal de las grandes empresas por acciones o por opciones sobre acciones de la misma empresa (stock-options), etc., que son distintas formas de robar o estafar, como se puede leer en un libro de los economistas Labarde y Maris5.
En pocos años los productos financieros derivados (futuros, opciones, forwards, swaps, etc.) con fines especulativos o supuestamente destinados a cubrir riesgos se multiplicaron exponencialmente y su monto de hizo astronómico y totalmente despegado de la economía real. Todos esos productos financieros circulan, en los hechos, como moneda, de manera que el papel de la moneda de representar los valores creados en el proceso de producción se ha distorsionado totalmente, pues la relación entre los valores reales creados en el proceso productivo y los ficticios que circulan en el mercado financiero es del orden de entre 10 a 1 y 20 a 1, según diferentes estimaciones.
Se produce así una verdadera hipertrofia, totalmente incontrolada, de la esfera financiera y se crea un enorme capital ficticio, como lo denominó y lo analizó Marx en el Tomo III de El Capital 6.
La deuda externa es un gigantesco sistema de transferencia de los valores creados por el trabajo humano al capital financiero y un mecanismo de despojo de los patrimonios nacionales 7.
En síntesis, el capital financiero transnacional está funcionando como una bomba aspirante de las riquezas producidas por el trabajo a escala mundial8 y es el factor determinante de la política económico- social hegemónica violatoria de los derechos humanos fundamentales en materia de alimentación, salud, medio ambiente, educación, vivienda, etc.
Así es como el Banco Central Europeo se ocupa de socorrer a los Bancos y se abstiene de financiar proyectos para afrontar los problemas provocados por el deterioro acelerado del medio ambiente 9. Mientras tanto, la esperanza de vida de los más vulnerables disminuye a causa de la contaminación ambiental 10. Y las vacunas contra el COVID fluyen a los países ricos mientras los países pobre carecen casi totalmente de ellas (“El mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico respecto a la distribución equitativa de las vacunas contra la covid-19”, advirtió este lunes 18 el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Grebreyesus. En la actualidad “se han administrado más de 39 millones de dosis de vacunas en al menos 49 países de ingresos más altos. Solo se han administrado 25 dosis en un país de ingresos más bajos. No 25 millones, no 25 000, solo 25 », recalcó Gebreyesus11.
En 2020 la brecha entre la ínfima minoría de los más ricos y la enorme masa de los más pobres aumentó enormemente, pues los primeros multiplicaron sus ganancias mientras los segundos se hundieron aún más en la miseria 12.
BIBLIOGRAFIA
-Aristóteles -Política, Libro I, Capítulo III (De la adquisición de los bienes) y Moral a Nicómaco, Libro quinto, capítulo V (La reciprocidad o el talión no puede ser la regla de la justicia).
-Carlos Marx- Salario, precio y ganancia. 1865; El Capital, Libro primero, Sección primera, Capítulo I, La mercancía, 1. Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia del valor, magnitud del valor;Tomo III Sección Quinta. Desdoblamiento de la Ganancia en interés y ganancia de empresa; Capítulo XXV Crédito y capital ficticio.
-Rudolf Hilferding -El capital financiero. 1910
-V.I. Lenin -El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916)
-Paul Sweezy – Teoría del desarrollo capitalista. 1942; El triunfo del capital financiero. https://monthlyreview.org/1994/06/01/the-triumph-of-financial-capital.
François Chesnais- La mondialisation financière. ed. Syros, Paris, 1996, Cap. 8.
Michel Drouin, Le système financier international, Edit. Armand Colin, Paris, enero 2001.
José Valenzuela Feijóo. Sobre la categoría capital ficticio. https://repositorio.ufsc.br/bitstream/handle/123456789/163003/sobre%20la%20categor%c3%8da%20capital%20ficticio.pdf?sequence=1&isallowed=y
Arturo Guillén. La nocion del capital financiero en Hilferding y su importancia para la comprensión del capitalismo contemporáneo. https://www.ieim.uqam.ca/IMG/pdf/GuillenA2011_hilferding_capitalismofinanciero.pdf
Philippe Labarde y Bernard Maris, La bourse ou la vie, la grand manipulation des petits actionnaires, edit. Albin Michel, Paris, mayo 2000.
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/210734
GAMESTOP, UNA LECCIÓN SOBRE LO ABSURDA E INÚTIL QUE ES LA BOLSA
Quienes están detrás de la burbuja de la empresa de videojuegos tal vez pierdan un montón de dinero, pero nos hacen un favor: recordarnos que la bolsa solo sirve para que se enriquezca un reducido número de personas que no se lo merecen.
Doug Henwood (Jacobin) 29/01/2021
¿Quién podría haber sabido que GameStop se convertiría en tamaño juego?
El pasado verano, a la cadena de tiendas de videojuegos GameStop se la consideraba una empresa física tradicional en decadencia. Estaba perdiendo dinero, sus ventas llevaban años cayendo y las acciones cotizaban a unos cuatro dólares. En el momento de escribir estas líneas, la tarde del miércoles 27 de enero, sus acciones cotizan a 339 dólares. El día anterior, al cierre de la sesión, apenas alcanzaban los 148 dólares. Nada mal como aumento de rentabilidad de la noche a la mañana: 129%. Pero lo curioso es que tres días antes las acciones estaban a 38 dólares, y su valor se había multiplicado por diez en menos de una semana, ¿por qué?
Para responder a esta pregunta hace falta explicar el concepto de venta al descubierto (short selling), algo que la mayoría de la población considera prácticamente incomprensible. Una venta al descubierto es apostar a que una acción (o cualquier otro activo de especulación, como los bonos o el oro) va a bajar de precio. Sin embargo, para realizar esa apuesta tienes que vender algo que no es de tu propiedad, un comportamiento para nada habitual. Para hacerlo, tienes que tomar prestada la acción de un tercero que sí la tenga en propiedad. Al igual que sucede con cualquier otro préstamo, hay que pagar intereses y, en este caso, también hay que tener una garantía depositada ante el corredor, que asegure que podrás pagar. Lo que esperas es que baje el precio y que puedas comprar las acciones (cubrir una posición corta, en la jerga) a un precio menor. Tus ganancias serían la diferencia entre el precio de venta original y el precio de compra al cierre, menos cualquier interés que hayas pagado por el título que tomaste prestado.
¿Pero qué pasa si te equivocas y los precios suben? Entonces tienes un problema. Cuando compras una acción, te arriesgas a perder el precio total de compra, pero no más. Con las ventas al descubierto, si te equivocas, no existe un límite predefinido de lo que podrías perder si el precio sigue subiendo. Y si el precio no para de subir, tu corredor te pedirá más garantía en forma de dinero auténtico. En ese momento puedes darte por vencido (cubriendo la posición corta y aceptando las pérdidas) o seguir sumando más garantía a una posición débil con la esperanza de que el viento sople finalmente a tu favor.
Pero volvamos a GameStop. El pasado agosto, el inversor Ryan Cohen, que fundó la tienda online de alimento para mascotas Chewy y la vendió obteniendo cuantiosos beneficios, comenzó a comprar acciones de GameStop. Le dijo a la empresa que tenía que adaptarse a la era digital, cerrar un montón de tiendas y dedicarse a vender online. Los inversores, que auguraban un futuro mejor para la cadena de videojuegos en declive, empezaron a comprar acciones y su valor se triplicó a finales de noviembre. Quizá el optimismo no estaba justificado, pero tampoco era descabellado. Sin embargo, algunos fondos de alto riesgo, en particular Melvin Capital Management, comenzaron a vender al descubierto acciones de GameStop, porque creían que la supuesta recuperación no era más que un cuento.
Ahí es donde hicieron su aparición los sospechosos habituales de Wall Street Bets, un subforo del agregador de noticias Reddit, con un usuario conocido como DeepFuckingValue a la cabeza, que comenzaron a comprar las acciones. Su objetivo no era solo ganar dinero, sino también divertirse arruinando a algunos fondos especulativos, y por eso comenzaron a comprar las acciones en masa, como se dice en Wall Street. La consiguiente alza de precios obligó a aquellos como Melvin, que tenían abiertas posiciones cortas, a cubrir posiciones. Su avidez por las acciones, más la de los usuarios de Reddit, disparó el precio de las acciones por las nubes.
GameStop se ha convertido en una de las grandes burbujas de nuestra era. El martes 26 de enero se negociaban más acciones de GameStop que de Apple, las acciones más importantes, y con un valor total de mercado 108 veces superior al de la cadena de videojuegos. Según explicó James Mackintosh del Wall Street Journal: los movimientos sobre el precio y el volumen de negociación indican “una perturbación generalizada en el juicio de las personas”.
Este tipo de burbujas siempre terminan estallando y los usuarios de Reddit que no hayan vendido sus acciones se quedarán con los bolsillos vacíos. (Por sorprendente que parezca, la noticia de que Melvin cerraba su posición corta el martes por la noche no parece haber aguado la fiesta. Por lo general, las burbujas continúan mucho después de lo que los racionalistas pueden predecir). Mientras tanto, es divertido ver cómo algunos miembros de Wall Street se quejan de lo injusto de estos movimientos, porque este tipo de juegos los juegan entre ellos y con el público en general todo el tiempo. Inflan constantemente las cotizaciones o hacen que baje el valor de las acciones dependiendo de sus propios intereses, y también maquinan contra lo que perciben como actores débiles o vulnerables. Lo que sucede es que los especuladores con nombres como DeepFuckingValue, que los están destruyendo en la actualidad, no son la gente adecuada. No viven en Greenwich en casas con 20 coches en el garaje.
Más divertido aún es ver cómo los acólitos del mercado bursátil piensan que este tipo de juegos pervierte de algún modo la misión de la bolsa. Según declaró en Twitter el columnista de Business Insider, Josh Barro: “Ya sé que hay gente que piensa que esto es divertido, pero ¿para qué tenemos la bolsa? Para que las empresas productivas puedan recaudar capital y hacer cosas útiles. Desacoplar el precio de las acciones de su valor esencial (Gamestop vale ahora casi tanto como Best Buy) hace que los mercados no puedan ayudar a la economía real”.
Lo gracioso de este comentario, además de su fervor en plena farsa, es que la bolsa no tiene casi nada que ver con recaudar capital para la inversión productiva. Casi todas las acciones que se negocian en la bolsa, incluidas las de GameStop, se emitieron hace años, lo que significa que las empresas no ven un duro de los movimientos diarios de la bolsa. Las empresas emiten acciones de cuando en cuando, en lo que se conoce como salida a bolsa (u oferta pública inicial), pero en los últimos 20 años, según los datos del profesor de economía Jay Ritter, las ofertas públicas iniciales han obtenido un total acumulado de 657.000 millones, mucho menos del 2% de la inversión privada total en cosas como obras y materiales durante el mismo período. En el mundo real, al contrario de lo que sucede en la imaginación de Barro, las empresas obtienen casi todo su capital de inversión de forma interna, gracias a los beneficios. En lugar de obtener capital de los accionistas, las empresas les entregan paladas de dinero a ellos. Desde el año 2000, las 500 empresas que componen el índice bursátil Standard & Poor’s 500 se han gastado 8,3 billones de dólares comprando sus propias acciones para hacer que suban de precio (un poco más de la mitad de sus ganancias totales durante ese período y equivalente a casi el 20% de la inversión privada durante estas dos décadas). La recompra de acciones no solo alegra a los accionistas, sino que también engorda las nóminas de los CEO, que hoy en día cobran casi siempre en acciones.
Bromas aparte, este drama, como la aparentemente interminable subida de las acciones desde 2009, que solo se interrumpió brevemente durante la aparición de la covid-19 el pasado marzo, es una clara señal de que el sistema financiero está totalmente desconectado de la realidad económica. Los billones de ayudas públicas a las empresas y las inyecciones de la Reserva Federal en los mercados financieros han creado un chorro de dinero que no tiene dónde ir excepto a los activos especulativos, en un momento en que las UCI están desbordadas y 24 millones de personas le dicen a la Oficina del Censo de EE.UU. que tienen dificultades para conseguir suficiente comida. Sería aconsejable que Barro se preocupara más bien por eso.
-------------------
Este artículo se publicó originalmente en inglés en Jacobin.
Doug Henwood publica el boletín de noticias Left Business Observer y es el presentador del programa de radio Behind the News. Su último libro se titular Me toca [My Turn].
Traducción de Álvaro San José.
No hay comentarios:
Publicar un comentario