11.FEB.21 | PostaPorteña 2185
Por ASTARITA
En entradas anteriores sostuve, en polémica con concepciones voluntaristas y subjetivistas, que incluso en la Unión Soviética, con la economía centralizada, fue imposible manejar a voluntad los precios y la moneda.
Rolando Astarita 10 02 2021
En esta entrada amplío el argumento, centrando la atención en el período 1917 – 1930.
El objetivo es mostrar que incluso un gobierno revolucionario no puede manejar a su antojo el valor de la moneda, los precios relativos, o el nivel de precios. Como tampoco puede desconocer la relación entre las formas de financiar sus déficits, y las funciones de la moneda (medida de valor, medio de cambio y de pago, medio de atesoramiento). El mercado y el dinero son creaciones sociales – esto es, tienen objetividad social – y están condicionados, entre otros factores, por el nivel productivo; las relaciones de producción y distribución; las relaciones de fuerza entre las grandes clases sociales; y las restricciones asociadas a la inserción de la economía en el mercado mundial. Es propio del fetichismo estatista pensar que estas constricciones puedan ser evitadas, o eliminadas, con meras medidas administrativas dictadas desde las alturas del Comité Central de un partido socialista, por más revolucionario que se considere. En este respecto, la experiencia de la Rusia Soviética es ilustrativa. Dada la extensión de la nota, la he dividido en partes.
Etapas
En el período 1917 – 1924 distinguimos cinco etapas: 1) desde la toma del poder por los bolcheviques hasta el inicio, a mediados de 1918, de la guerra civil; 2) la guerra civil y el comunismo de guerra; 3) desde el inicio, en marzo de 1921, de la Nueva Política Económica, hasta noviembre de 1922, período que Nenovsky (2015) considera “economía inflacionaria”; 4) el período posterior, de doble circulación, que termina en la reforma de 1924, cuando la circulación monetaria fue unificada en base al oro; 5) la ruptura con la reforma monetaria, entre 1925 y 1926, y el giro hacia la colectivización forzosa, a fines de la década (sobre la colectivización forzosa, y la industrialización acelerada, véase la nota que se inicia aquí).
De octubre 1917 a junio de 1918
La orientación más general de la política económica de los bolcheviques luego de la toma del poder fue expresada por Lenin en el famoso folleto “El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo”. En ese escrito el líder bolchevique planteó que el capitalismo de Estado no era el enemigo principal del socialismo, sino la economía pequeñoburguesa (campesina o artesanal), más el capitalismo comercial privado, que enfrentaban al capitalismo de Estado y al socialismo. Es que el capitalismo de Estado era un medio para organizar la economía y para que la clase obrera, y el Estado, avanzaran en la socialización de los medios de producción. El mercado, los métodos de la contabilidad burguesa y la convocatoria a antiguos directores de empresas y bancos para organizar la economía, eran ejemplos de ese peculiar capitalismo de Estado que, en el enfoque leninista, estaría controlado por los soviets y el gobierno revolucionario.
Planteada en esos términos la estrategia, entre las cuestiones más urgentes que enfrentó el gobierno revolucionario estuvieron el presupuesto y la estabilización de la moneda. Tengamos presente que durante la guerra el zarismo había financiado buena parte de los gastos estatales con emisión monetaria. Luego, el Gobierno Provisional que surgió luego de la revolución de Febrero de 1917, profundizó esa política. De manera que, tomado de conjunto, el déficit pasó del 39% del gasto total en 1914, al 81% en 1917. En 1917 la reserva de oro continuó en baja, y aumentó la circulación de los kerenki, los billetes emitidos por el Gobierno Provisional. La inflación se disparó: el índice de precios para toda Rusia pasó, entre enero de 1917 y enero de 1918, de 3 a 23,5 (Efremov, 2012). El encarecimiento de la vida, el desabastecimiento y el hambre en las grandes ciudades llevaron, primero a la revolución de Febrero, y luego al triunfo bolchevique en octubre.
Precisemos que la alta inflación, entre 1919 y 1924, fue generalizada en Europa Central y del Este. Además de Rusia, la padecieron Alemania, Austria, Hungría y Polonia. “Las causas de la inflación son fácilmente identificables y se debieron en gran medida a las consecuencias de la Gran Guerra y las políticas subsecuentes. Con pocas excepciones, todos los países enfrentaban las consecuencias del excesivo gasto de guerra, grandes déficits presupuestarios, destrucción física, colapso de la producción y pérdidas de territorios y población. Como resultado de los problemas económicos y presupuestarios, los gobiernos de estos países recurrieron a crecientes emisiones de papel moneda sin respaldo, para financiar sus gastos” (Efremov). Por eso también la agitación revolucionaria, por caso, en Hungría y Alemania.
Volviendo ahora a Rusia, la situación fiscal siguió agravándose después de la Revolución de Octubre. El desorden y la desintegración de la economía limitaban mortalmente la recaudación fiscal. La industria nacionalizada, fuera central o local, estaba en crisis y exenta de tributación. Además, en la medida en que se eliminaban las grandes rentas burguesas, desaparecía la posibilidad de gravarlas con impuestos. Por eso el debate sobre si los impuestos debían ser indirectos o directos y progresivos, se hizo cada vez más abstracto. Además, dado que el gobierno revolucionario anuló (febrero de 1918) las deudas con el exterior, no había posibilidad de financiarse tomando créditos externos (en el plano interno tampoco había financiamiento). “De aquí que el imprimir papel fuera la única fuente importante de renta posible para el Gobierno soviético” (Carr, p. 152). La inflación continuó en alza: entre enero de 1918 y enero de 1919 el índice de precios para toda Rusia pasó de 23,5 a 164; y en enero de 1920 llegaría a 2.420 (Efremov). En mayo de 1918 Lenin admitía que esa situación no podía durar (citado por Carr).
Se abrió entonces una discusión al interior del partido Bolchevique sobre la moneda, y la necesidad, o no, de estabilizar el rublo. El ala izquierda sostenía que el dinero debía ser abolido. A través de Rosentuk, propuso un sistema monetario “basado en una contabilidad social centralizada” (Nenovsky, p. 4), articulado en tickets de trabajo y bonos de empresas estatales. Como complemento, el ala izquierda sostenía que la depreciación del rublo apuraba la desaparición de la moneda, y ello era acorde con el programa socialista. El ala izquierda tampoco veía problema en que no hubiera presupuesto, ni que fuera deficitario “con tal de que el capítulo de salidas favoreciese objetivos deseables”.
Sin embargo, la mayoría del partido no acompañó esta propuesta. Lenin, en particular, sostuvo que la desaparición del dinero no podía llevarse a cabo con medidas coercitivas. Así, el punto de vista oficial fue defendido por Gukowski, y era de corte “ortodoxo”: mientras hubiera moneda en circulación era esencial que el oro respaldara la emisión de billetes. El Narkomfin (Comisariado del Pueblo para Hacienda) debía restringir gastos y ajustarlos a las entradas. Aunque no había posibilidades de aplicar realmente ese programa; ni siquiera de elaborar un presupuesto basado en datos reales (véase Carr). En el primer Congreso de Economía Nacional de toda Rusia, realizado en mayo de 1918. Sokólnikov, expresando el punto de vista mayoritario planteó los peligros de la excesiva emisión de moneda, y que no podían evitarse manteniendo fijos los precios. El Congreso, sin embargo, no tomó una resolución (ibid.).
En ese contexto, surgieron fuentes descentralizadas de emisión. Por ejemplo, cooperativas y consorcios de bancos privados (bancos de menor tamaño no habían sido estatizados) emitieron dinero. Este movimiento fue favorecido porque hasta mediados de 1918 se intentó establecer un intercambio de bienes basado en precios fijos, lo que llevó a escasez de bienes y a que se utilizaran las monedas de emisión descentralizada (véase Nenovsky).
Comunismo de guerra
Naturalmente, con la guerra civil y la intervención de las potencias capitalistas, la situación económica empeoró. Hubo que recurrir a más y más emisión. Desde 1919 y hasta 1924 se emitieron los sovznaks. Estos circulaban junto a los kerenki, rublos del zarismo y diferentes valores; además de oro, plata y moneda extranjera. La moneda continuó depreciándose, al punto que dejó de cumplir sus funciones elementales de medida de valores y medio de cambio o pago. Como señala Carr, la caída del valor del rublo “finalmente acabó con la buena voluntad de los vendedores para aceptar billetes casi ya sin valor en pago de sus productos; de tal modo que la moneda perdió su función de facilitar los procesos normales de comercio y cambio” (Carr, p. 258).
El gobierno bolchevique intentó entonces con los impuestos para estabilizar las cuentas y la economía. Estableció un “impuesto revolucionario extraordinario” a ser aplicado a quienes tuvieran ingresos superiores a un cierto mínimo; y un impuesto en especie, a los campesinos. Pero esas medidas fueron inefectivas, y la recaudación no mejoró. El impuesto en especie incluso desembocó en requisas. De hecho, los presupuestos de Estado eran una formalidad vacía: “… durante los años 1919 y 1920 la progresiva devaluación de la moneda y el abandono del dinero contante hicieron que dejase de tener sentido cualquier clase de presupuesto” (Carr, p. 262). La recaudación se transformó en inútil. Siendo la emisión la única fuente de financiamiento, hubo una elevada inflación. En el partido Bolchevique nadie ponía en discusión que el financiamiento del déficit vía emisión depreciaba la moneda y por lo tanto impulsaba la suba de precios. Pero no había forma de evitar esa emisión.
Paralelamente, aumentó la emisión de dineros locales, a la que ya nos hemos referido. Algunos calculan que hubo unas 200 monedas, otros elevan la cifra a 6000 (Nenovsky). Unos 60 tipos de monedas fueron emitidos solo por gobiernos locales; también emitieron restaurantes y cafés; hubo incluso moneda religiosa en Turkestán; asimismo emitieron firmas privadas, y grupos de Guardias Blancos). El Tesoro (Narkomfin) reconocía, a fines de 1918, que no se debería permitir la emisión local, pero la inaplicabilidad de ese criterio obligaba a retroceder.
Una consecuencia del colapso del rublo, señalada por Carr, fue una creciente diferencia entre los precios oficiales, que no se elevaban de acuerdo a la depreciación del rublo, y los precios del mercado libre. La distancia entre ambos “se ensanchó hasta alcanzar proporciones fantásticas” (p. 272). En consecuencia, en sectores en los que regían los precios oficiales aparecieron formas de trueque y de pago en especie. Nenovsky llama al período febrero/marzo de 1920 a marzo/agosto de 1921 (cuando se instala la NEP) “intercambio mercantil (no monetario) socialista”. Debido a la inflación y los diferentes poderes de compra en las regiones, aparecieron los “vendedores ambulantes de paquetes”, que viajaban de lugar en lugar vendiendo bienes y especulando con las diferencias de precios. También, y de forma espontánea, se empleaban medios de cambio como monedas extranjeras, oro o alguna forma de dinero mercancía. Así surgían formas dinerarias por fuera del control del Estado. Lenin llegó a considerar que esta podía ser una forma de seleccionar el sistema monetario y de intercambio más apropiado (Nenovsky, p. 12).
Inevitablemente, se extendió el trueque. Por ejemplo, los proveedores de materias primas a la industria nacionalizada, que debían facturar a los precios oficiales, recibían como pago los productos de las fábricas. A los obreros también se les pagaba con productos de la propia fábrica, que utilizaban para su uso o los cambiaban en trueque. Además, la distribución de productos racionados a precios fijos “se fue acercando cada vez más a una distribución gratuita” (Carr, p. 272). En octubre de 1920 se dispuso suprimir el pago por parte de las instituciones soviéticas o de sus obreros de los servicios públicos (correos, teléfonos, telégrafos, agua, etcétera). Hasta se contempló la posibilidad de eliminar todos los impuestos. Y surgió un extendido mercado negro para los productos agrarios.
Además de los gastos de guerra, una parte significativa del gasto estatal se destinaba a subsidiar la industria nacionalizada. Es que la industria estaba descapitalizada, y la productividad derrumbada. En 1921 la producción industrial promedio fue un tercio de la producción en 1913. La mayor parte de las fábricas eran deficitarias. El quiebre era tan profundo que desde marzo de 1919 las empresas nacionalizadas recibían los fondos para la producción y salarios directamente del presupuesto estatal que, como vimos, se cubría con emisión. También se imprimía, aunque en menor medida, para comprar productos a los campesinos (Efremov, pp. 19-20). De manera que no había forma de sanear el presupuesto. De acuerdo a un cálculo de Kresinsky, citado por Nenovsky, el déficit representaba el 98% del presupuesto oficial (ingresos por 150.000 millones de rublos, gastos de 1,15 billones). Katzenellenbaum, también citado por Nenovsky, calculaba un déficit, en 1920, equivalente a casi el 87% del gasto total. El valor de la moneda se hundía irremediablemente.
Empujado por las necesidades de la guerra civil, el gobierno soviético introdujo más medidas para asegurar la distribución por fuera de los mecanismos monetarios. Se racionó la comida a precios fijos, y se establecieron pagos en bonos en especie para los trabajadores. Debido a que muchos campesinos se negaban a vender su producción a los precios oficiales, se apeló a la requisa, esto es, la quita compulsiva. Tampoco estaba en el programa bolchevique, pero también las requisas fueron consideradas medidas “inherentes a la dictadura del proletariado” (Lenin) y parte del “ataque frontal al capitalismo” (véase Bettelheim, 1976, p. 323). El colapso provocado por la intervención y la contrarrevolución fue gigantesco. “El centro bolchevique perdió varias regiones industriales y agrarias en manos del Ejército Blanco a finales de 1918 y no las recuperó hasta 1920. La pérdida de las tierras trigueras y petroleras de Ucrania fue particularmente dañina para la quebrada economía rusa, así como las del Cáucaso Norte” (Efremov, p. 18).
Discusiones sobre el dinero
Carr también observa que este colapso de la economía monetaria no formó parte de ningún plan originario de los bolcheviques. No es cierto lo que afirma Efremov, que los bolcheviques –por lo menos la mayoría de ellos- quisieran eliminar la moneda y el mercado inmediatamente después de la toma del poder. El quiebre de la economía monetaria se impuso por la vía de los hechos. Aunque sí es cierto que con el paso del tiempo “se hizo de la necesidad virtud y se puso de moda la teoría de que la destrucción de la moneda había sido un acto de política deliberada” (Carr p. 273). Por eso, y de acuerdo con Preobrazhenski, muchos dijeron que la gran emisión de moneda “era un método de expropiar a la burguesía en beneficio del Estado” (ibid., p. 274). En el mismo sentido, se sostuvo que la inflación llevaba a la desaparición del dinero en la futura sociedad comunista. Otro ejemplo lo da Efremov: durante una reunión partidaria, en 1919, el Comisario de Finanzas, N. Krestinskii dijo que su trabajo no tenía razón de existir en una sociedad socialista; el cálculo presupuestario apenas existía. Nenovsky también registra estas ideas. Por caso, cita a Trotsky en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista, realizado en julio de 1923:
“La emisión de papel moneda continúa escalando a velocidad creciente. Mientras que en Rusia Soviética la creciente cantidad de papel moneda y su devaluación, junto al desarrollo de la economía pública, la redistribución planificada de productos y la creciente naturalización de los salarios emerge solo como el resultado de la declinación de ‘las relaciones mercantiles y dinerarias”, en los países capitalistas la creciente cantidad de papel moneda es un signo del caos económico creciente y del colapso inevitable” (p. 8).
Sin embargo, años después, en La revolución traicionada, Trotsky reconoció la imposibilidad de suprimir por decreto el dinero: “El dinero no puede ser “abolido” arbitrariamente, no podrían ser “eliminados” el Estado y la familia; tienen que agotar antes su misión histórica, perder su significado y desaparecer. El fetichismo y el dinero sólo recibirán el golpe de gracia cuando el crecimiento ininterrumpido de la riqueza social libre a los bípedos de la avaricia por cada minuto suplementario de trabajo y del miedo humillante por la magnitud de sus raciones” (pp. 61-2). La idea de que el mercado y el dinero, como el Estado, no se pueden eliminar por medidas administrativas, “desde arriba”, estaba en la tradición marxistas; véase, por ejemplo, el capítulo “La distribución”, sección tercera del Anti-Dühring, de Engels (un texto clave en la formación de los marxistas de fines de siglo XIX, principios del XX).
El quiebre de la moneda no solo afectó a las transacciones – no cumplía sus funciones de medio de cambio y medio de pago – sino a la misma posibilidad de expresar valores. Por eso se planteó el problema de que no había unidad de cuenta. Se barajaron varias propuestas. Entre ellas, que hubiera una medida del valor basada en energía, humana y de las máquinas. También se propuso medir el valor en base al trabajo socialmente necesario. Otros, incluso, plantearon eliminar toda medida (véase Nenovsky, p. 9). Como prueba del espíritu imperante, Nenovsky cita una carta del 19 de mayo de 1919 en la que Lenin habría acordado con la perspectiva más o menos inmediata de una economía sin dinero.
Textos citados:
Bettelheim, C. (1976): La lucha de clases en la URSS. Primer período (1917 – 1924), México, Siglo XXI.
Carr, E. H. (1982): La Revolución Bolchevique. 2 El orden económico, Madrid, Alianza Editorial.
Efremov, S. M. (2012): “The Role of Inflation in Soviet History. Prices, Living Standards and Political Change”, Electronic Theses and Dissertations. Paper 1474. https://dc.etsu.edu/etd/1474.
Nenovsky, N. (2015): “The Soviets monetary experience (1917 – 1924) through de perspective of the discussion on unity and diversity of money”, CRIISEA, University of Picardie Jules Verne, Amien.
Trotsky, L. (2001): La revolución traicionada. Qué es y adónde va la URSS, Madrid, Fundación Federico Engels
Fuente: http://www.postaportenia.com.ar/notas/11628/moneda-en-la-rusia-sovi%C3%A9tica-1917-1930-1/
18.FEB.21 | PostaPorteña 2186
MONEDA EN LA RUSIA SOVIÉTICA, 1917-1930 (2)
Por ASTARITA
La NEP
Rolando Astarita 15/2/21
Durante la guerra los campesinos aceptaron las requisas como un mal necesario para vencer a los blancos y a los intervencionistas. Pero una vez que el conflicto se decidió a favor de los bolcheviques, se manifestó el descontento frente a una situación gravísima. La cosecha de grano de 1920 fue apenas el 54% del promedio 1900 – 1913; en 1921 fue el 43% (Efremov). Hubo hambruna con una secuela de millones de muertos. Estallaron sublevaciones campesinas, y en 13 provincias se tuvo que suspender la colecta y requisa del grano (Bettelheim, 1978, p. 209). El giro de la dirección bolchevique hacia la Nueva Política Económica fue casi inevitable (véase aquí):
“La NEP consistió, en lo esencial, en restablecer los mecanismos de mercado para la relación entre la industria y el agro. Esto significaba el abandono del Comunismo de Guerra, el programa que el Gobierno soviético había aplicado durante los años de guerra civil e intervención extranjera. Ese programa había consistido, en esencia, en la requisa forzada de cereales, caballos, forrajes y otros productos a los campesinos, a fin de aprovisionar a las ciudades y al Ejército Rojo. Si bien había sido medianamente tolerado durante la guerra, cuando esta terminó los campesinos comenzaron a resistirse a seguir entregando el grano. En 1920 una autoridad gubernamental estimaba que los campesinos sustraían más de una tercera parte de la cosecha a los equipos estatales de acopiamiento; y empezaban a cultivar solo la tierra para cubrir sus necesidades directas. Se produjo una caída catastrófica de la producción y del aprovisionamiento de las ciudades. Era la expresión de la ruptura de la alianza de los campesinos con la Revolución, ruptura que era “funesta para República soviética” (Lenin).
El objetivo de la NEP, por consiguiente, fue restablecer la smichka, o unión económica y política duradera entre el proletariado y el campesinado, o entre la industria y la agricultura. Para eso, en lugar de la requisa, se estableció un impuesto (primero en especie, luego en dinero) y los campesinos fueron autorizados a comerciar su producción”.
El restablecimiento de las relaciones de mercado implicaba la necesidad de estabilizar un régimen monetario y financiero. Aunque, en un principio, esto no fue reconocido. Se pensó que la NEP podía aplicarse en una economía en transición a la desaparición de la moneda. En 1921 el valor del rublo era el 5% de su valor en 1918 (Nenovsky). Solo Preobrazhenski advirtió, en el Congreso partidario que aprobó la nueva orientación, que era imposible comerciar con el valor de un rublo que fluctuaba “a lo largo de días, sino de horas” (citado por Carr, p. 359). Propuso por eso crear una nueva moneda respaldada por plata, pero su recomendación no fue atendida.
Sin embargo, cuando el comercio comenzó a extenderse a nivel nacional “la política monetaria se convirtió en parte indispensable de la NEP” (Carr, p. 359). Era imperioso estabilizar la moneda. Pero eso era imposible en tanto se seguía financiando el déficit con emisión. Había que reducir los gastos o aumentar la recaudación. En los egresos estatales tenía un gran peso la mantención de la industria estatal, y de los obreros empleados en ella. Es que muchas empresas llevaban años de descapitalización, tenían baja productividad y eran deficitarias.
El gobierno intentó medidas “ortodoxas”: puso fin al proyecto de abolir los impuestos en moneda; implantó el principio de jozraschet (un método de dirección y planificación económica de la empresa basado en confrontar gastos de la producción con los ingresos); estableció un impuesto sobre la industria; restauró el principio del presupuesto estatal; y dispuso que todos los productos o servicios estatales debían pagarse con dinero contante (Carr, p. 361). Además algunas empresas fueron arrendadas a particulares y cooperativas, y se permitió que el sector privado dominara en la pequeña industria. Se ordenó al Narkomfin que tomara medidas para aumentar la recaudación y restringir el gasto. También debía desarrollar las operaciones bancarias necesarias para el buen funcionamiento de la economía y contratar la emisión de billetes. Carr señala que esta última disposición apuntaba a establecer una moneda estable. El capital extranjero fue invitado a invertir, pero hubo poca respuesta: en 1928 menos del 1% de la producción industrial era de empresas de propiedad extranjera.
En este marco, una medida trascendente fue la reapertura, en octubre de 1921, del banco estatal central, el Gosbank (el banco central había dejado de existir en enero de 1920). Se decidió que se regiría con los principios del jozraschet, y sería independiente, pero estaría bajo control del Namkofin (Nenovsky). Uno de sus objetivos principales era otorgar créditos. Sin embargo, comenzó estableciendo intereses muy elevados (para protegerse de la depreciación de la moneda), y hubo poca demanda de préstamos (Carr, 363).
La inflación, en tanto, continuó su marcha ascendente. Entre enero de 1920 y enero de 1921 el índice de precios para toda Rusia pasó de 2.420 a 16.800. La tasa de inflación aumentó de 598% en 1918 a 1.376% en 1919. En 1922 fue 7197%, y el índice de precios (en enero) alcanzó 288.000. En octubre de 1923 llegó a 21.050.00 (Nenovsky). No había forma de restablecer el comercio, de planificar o elaborar siquiera un presupuesto con ese nivel de inflación.
El giro hacia la estabilización se operó en sucesivos pasos. En noviembre de 1921 Lenin publicó en Pravda la nota “La importancia del oro ahora y después”; en ella sostenía que la tarea más importante del momento era restablecer el comercio interior “regulado (orientado) con acierto por el Estado”. En una futura sociedad comunista el oro podría servir para fabricar mingitorios, pero que por el momento era necesario “economizar oro en la RFSSR, venderlo más caro, adquirir con él mercancías a precios más bajos” (p. 360, 1972). Enfatizaba la importancia del oro para el comercio exterior; pero, de hecho, también para reanimar el comercio interno.
En diciembre de 1921, ante la 11° Conferencia del Partido los expertos del Gosbank (muchos de ellos antiguos banqueros) propusieron un programa de ortodoxia financiera: extensión de los “mercados libres”; ayuda financiera para la industria ligera; revisión del monopolio del comercio exterior; búsqueda de préstamos extranjeros y retorno al patrón oro (Bettelheim, p. 41). Estas propuestas fueron rechazadas, pero la Conferencia enfatizó la necesidad de desarrollar los intercambios entre la industria y la agricultura con una moneda estable (véase ibid.). En consonancia se proclamó que era un principio rector de las finanzas soviéticas limitar la emisión a fin de restaurar la circulación monetaria sobre una base metálica (Carr). Ese objetivo se reafirmó en el noveno Congreso de los Soviets de toda Rusia, a fines de 1921; y en el 11° Congreso del Partido, en marzo de 1922 (Carr, 366).
Por otra parte, en enero de 1922, en la resolución, propuesta por Lenin, “Rol y tareas de los sindicatos en la NEP”, se dispuso que las empresas del Estado debieran reorganizarse en base a la rentabilidad económica y regirse por principios comerciales. El presupuesto de 1922 fue calculado en términos de rublos de preguerra. Efremov observa que no era un respaldo sólido para garantizar el valor del rublo. Y en la medida en que continuó la alta emisión para cubrir el déficit, continuó la inflación. Todavía en 1922 el 60% de los ingresos del presupuesto correspondieron a la emisión de nuevos billetes (Bettelheim).
Se abrió una discusión sobre el sistema monetario. Se avanzaron varias propuestas. Algunas vinieron del exterior; también de académicos rusos (que habían participado en la reforma monetaria del ministro zarista Witte que estableció, a fines de siglo XIX, un patrón oro para el rublo); y del Gosbank; del Narkomfin; y del Comité de planificación, o Gosplan. Nenovsky resume las posiciones respectivas. Para nuestro propósito, nos interesa destacar que el Banco Central propuso una moneda respaldada por oro y convertible. El Tesoro, o Narkomfin, una moneda respaldada por oro, pero la convertibilidad debería postergarse durante dos años. El Gosplan planteó una estabilización inspirada en un programa para EEUU elaborado por el economista (neoclásico) estadounidense Irving Fisher, llamado de “dólar compensado”. Finalmente se adoptó el programa del Narkomfin.
Emisión del chervonetz, o rublo oro, y “ajuste”
Para avanzar en la estabilización, en julio de 1922 se resolvió emitir una nueva moneda, el chervonetz, que sería de alto valor. En noviembre el Gosbank comenzó a emitir el chervonetz. Equivalía a 10 rublos oro de preguerra, o 7,74 gramos de oro fino. Estaba respaldado en un 25% por metales preciosos y monedas extranjeras estables (tenían respaldo oro); y en un 75% por letras de cambio de préstamos de corto plazo. Había también un excedente de reserva. La convertibilidad se postergaba por dos años. La emisión estaba limitada por el requerimiento de que debía ser compensada por la reserva de oro. El Gosbank pagaba 4% de interés por los depósitos en oro, contra entre 50% y 70% por dinero fiduciario.
En lo que respecta al presupuesto, ya en 1921 habían comenzado despidos en empresas del Estado, y continuaron al año siguiente. Por eso durante la NEP la desocupación fue relativamente elevada. Así, en 1927 la Plataforma de la Oposición Conjunta (u Oposición de Izquierda) estimaba que había dos millones de desempleados, sobre 3,5 millones de asalariados en todo el país (oficialmente se reconocían 1,478 millones de desocupados), y reclamaba una mejora del seguro de desempleo. Por otro lado, y como parte del “ajuste”, los aumentos de salarios se condicionaban a aumentos de productividad (una medida que criticaría, en 1927, la Oposición Conjunta).
Además, entre agosto de 1921 y febrero de 1922 se establecieron impuestos sobre el vino, alcohol, tabaco, cerveza, cerillas, miel y aguas minerales. En este punto recordemos que en su plataforma de 1927 la Oposición Conjunta también cuestionó el aumento de los impuestos indirectos, los cuales afectaban al consumo, sobre los directos. De todas formas, no encuentro que Trotsky haya criticado, entre 1922 y 1925, el programa de estabilización monetaria y ajuste del presupuesto. Por ejemplo, en Towards Socialismo or Capitalism?, publicado en 1925 y dedicado a las perspectivas de Rusia, no se menciona siquiera el asunto.
Por otra parte, en el verano de 1922 el gobierno solicitó suscripciones para su primer empréstito estatal. Significaba volver al endeudamiento interno. Con el objetivo de dar seguridad del pago y reembolso, se estableció que se haría en moneda vinculada al precio del centeno, y que el empréstito estuviera garantizado por un depósito de oro en rublos. Con estas medidas comenzó a reducirse el déficit. En el último trimestre de 1922 se anunció que la emisión monetaria cubría menos de un tercio de la recaudación (Carr, pp. 368-9).
En consonancia con las medidas descritas, en abril 1922 los bolcheviques enviaron una delegación a la Conferencia internacional de Génova, la primera que se realizaba desde el fin de la guerra. El objetivo era ampliar el comercio con los países capitalistas (véase intervención de Lenin en el XI Congreso Extraordinario del Partido). En Génova los delegados bolcheviques explicaron que si bien la Rusia soviética se negaba a pagar la deuda externa de la Rusia zarista, estaba dispuesta a discutir la cuestión en una reunión internacional. Los países acreedores exigieron el pago de la deuda e indemnizaciones por las propiedades confiscadas. El jefe de la delegación soviética, Chicherin, ofreció reconocer la deuda a cambio de la cancelación de la deuda rusa de guerra; comenzar los pagos después de un período de 30 años; compensación por los daños ocasionados por la Entente a Rusia y otorgamiento de créditos para Rusia. Estos créditos no debían destinarse a pagar la deuda, sino a la reconstrucción de la economía. La oferta rusa fue rechazada por los países acreedores.
La reforma monetaria de 1924
A partir de la emisión de la nueva moneda, la intención de las autoridades era que el chervonetz desplazara al oro y a las monedas extranjeras. Sin embargo el rublo – oro no fue bien recibido y el Gobierno debió imponerlo. Los chervonetz coexistían con los sovznak. Los primeros eran moneda de ciudad y de elevado valor; los segundos, de poco valor, eran la moneda de las aldeas. El gobierno intervenía tratando de estabilizar a los chervonetz y a los sovznak. Sin embargo, con el tiempo aumentó la demanda de chervonetz, y se estableció una tasa de cambio entre ambas monedas distinta de la oficial. Los chervonetz eran demandados principalmente por los “hombres de la NEP” (los nepmen, como se los conoce en la literatura) comerciantes que se enriquecían con la nueva política (Nenovsky).
Las diferencias en las tasas de cambio entre chervonetz y sovznak se combinaron con la llamada crisis de las tijeras. Trotsky planteó el problema en 1923 ante el 12° Congreso del partido (el primero que se realizaba sin Lenin): los precios de los bienes industriales aumentaban cada vez más en relación a los bienes agrícolas, lo cual restaba incentivos a la producción campesina (sobre esta cuestión, puede consultarse aquí y aquí). Esta divergencia se acentuó porque las transacciones industriales se hacían en chervonetz, que se valorizaban; y las aldeanas en sovznak, que perdía valor. A su vez, la depreciación del sovznak perjudicaba a los obreros, que recibían sus salarios en esa moneda.
En el curso de 1923 las autoridades apuntaron contra el sovznak, aumentando su emisión. Esto provocó inflación y la tijera de precios se abrió más todavía. Se buscaba también introducir el chervonetz en las aldeas. El contexto era de relativa mejora de la economía: el presupuesto se había equilibrado; disminuyeron las pérdidas en la industria y algunas empresas estatales presentaban algo de ganancias; hubo superávit en la cuenta corriente; el sector estatal ganó en eficiencia y el chervonetz, que era obligatorio para los contratos, se valorizó. En febrero de 1924 la emisión de sovznak fue interrumpida, y se los cambió por rublo oro. En total la depreciación del rublo papel desde 1913 hasta la reforma había sido 5 × 106. Con la nueva moneda, gradualmente los precios pasaron de ser fijos a controlados, y luego a flotar libremente (Nenovsky). Además, se le quitó el derecho al Narkomfin de emitir billetes para cubrir el déficit fiscal.
Por otra parte, las autoridades soviéticas intentaron contener el alza de los bienes de consumo procurando eliminar intermediarios, los nepmen, imponiéndoles altos impuestos y reduciendo los suministros que recibían del Estado. Asimismo, los bancos estatales redujeron los montos de crédito de 42,4 millones de rublos a 17,8 millones en 1923/24 (Ball, 1990). También se impusieron controles de precios, aunque no fueron muy efectivos en el sector privado (volveremos sobre la política de controles en la tercera parte de la nota, en referencia a las propuestas de 1927 de la Oposición Conjunta). Sin embargo, junto a la reducción de los intermediarios privados, cayeron el comercio y los abastecimientos. En 1925 se dio marcha atrás en esta política y se profundizó la política “bujarinista” de estímulo a la acumulación de los campesinos acomodados, y del comercio privado.
.En cualquier caso, entre 1923 – 1924 se logró el equilibrio presupuestario; en 1924 – 1925, y en los años siguientes, hubo superávit. Este logro se debió esencialmente “al notable auge de las producciones industriales y agrícolas” (Bettelheim, 1978, p. 47). Terminó la hiperinflación; en 1924 el aumento de precios fue 37%. Las tasas de interés cayeron fuertemente. Además, aumentaron las reservas de oro: pasaron de 2,6 millones de dólares a fines de 1922 a 94 millones en 1925. Lo cual dio más solidez a la moneda. Hasta 1928 el chervonetz era comercializado en los mercados de cambio externos.
Textos citados:
Ball, A. M. (1990): Russia's Last Capitalists: The Nepmen, 1921-1929. Berkeley: University of California Press. http://ark.cdlib.org/ark:/13030/ft2199n7h5/
Bettelheim, C. (1978): La lucha de clases en la URSS. Segundo período (1923 – 1930), México, Siglo XXI.
Carr, E. H. (1982): La Revolución Bolchevique. 2 El orden económico, Madrid, Alianza Editorial.
Efremov, S. M. (2012): “The Role of Inflation in Soviet History. Prices, Living Standards and Political Change”, Electronic Theses and Dissertations. Paper 1474. https://dc.etsu.edu/etd/1474.
Lenin, V. I. (1972: “La importancia del oro ahora y después de la victoria total del socialismo”, Obras Escogidas, t. 6, Buenos Aires, Estudio.
Nenovsky, N. (2015): “The Soviets monetary experience (1917 – 1924) through de perspective of the discussion on unity and diversity of money”, CRIISEA, University of Picardie Jules Verne, Amien.
Fuente: https://infoposta.com.ar/notas/11638/moneda-en-la-rusia-sovi%C3%A9tica-1917-1930-2/
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