martes, 16 de marzo de 2021

ABRAZANDO LA UNIVERSALIDAD

 


Tim Hollo. Foto: Jamila Toderas.

 

Ponencia presentada en el Foro Ingreso Básico Universal

¿Ha llegado el tiempo? Great Transition Initiative,

noviembre de 202

 

Tim Hollo es director ejecutivo del Green Institute, donde se centra en la filosofía y la práctica ecológica política. Ha sido investigador visitante en la Universidad Nacional de Australia y ha formado parte de la dirección de Greenpeace Australia- Pacífico.

 

Si estamos discutiendo grandes transformaciones, necesitamos considerar profundamente qué es lo que estamos buscando transformar, por qué y cómo. Para mi hay tres transformaciones centrales para las que puede ayudar una aproximación bien implementada del Ingreso Básico Universal (IBU): 1) moverse del extractivismo a la potenciación; 2) pasar de lo individual a lo universal, y 3) moverse de lo binario a la complejidad.

 

1.                 La visión del mundo extractivista ha llegado a su fin. Esto se aplica, desde luego, a la visión del mundo que considera que la abundancia de la Tierra debe ser cercada, extraída y usada para la ganancia privada -una aproximación que nos está precipitando al colapso ecológico. Pero la misma visión del mundo, con los mismos antecedentes históricos, se encuentra detrás del laboralismo, que cree que el único valor humano se reduce a lo que puede obtenerse por la venta del trabajo. La gente ha de ser cercada con vistas a la ganancia privada y su valor extraído. La única manera de lograr eso, dada nuestra naturaleza autoorganizada, es ligar la capacidad de sobrevivir a la habilidad y voluntad de aceptar el trabajo pagado -y no importa que tan opresivo pueda llegar a ser.

Se ha dicho que el ingreso Básico Universal mercantiliza las necesidades de la gente al centrarse en el ingreso más bien que en los servicios. No estoy de acuerdo, porque lo que hace el IBU, en su núcleo, es desmercantilizarnos. El trabajo es la mercancía central en nuestra sociedad y en nuestra economía, y él mismo mercantiliza todo lo demás asegurando que la vasta mayoría de nosotros permanezca demasiado ocupada como para comprometerse en actividades no mercantiles -cultivar alimentos, reparar y compartir cosas, construir contactos sociales, tomar parte en los procesos colectivos de decisión. Si transformamos esa relación de poder, lo que haremos será crear espacio para que florezca la economía no mercantil. Si nos enfocamos a proveer servicios, pero permitimos que nosotros mismos continuemos siendo mercanzías, no realizaremos una verdadera transformación, sino únicamente haremos marginalmente mejores las vidas de las personas dentro de un sistema opresivo.

Fundamentalmente, si vamos a transformar nuestra sociedad más allá de sus bases extractivas, debemos cortar la conexión entre trabajo pagado y sobrevivencia. La forma más clara de lograr esto es a través de alguna forma de IBU o aportación social. ¿Eso es lo único que podemos hacer? Desde luego que no, pero ese corte tiene que ser parte de la transformación.

 

2.                 Una de las formas más poderosas a través de las cuales el actual sistema se sostiene es a través de atomizarnos, dividiendo y conquistando, convenciéndonos de que somos cada uno maximizadores de utilidad inconexos. Una parte vital de la transformación que necesitamos consiste en movernos hacia una visión del mundo universal, entendiendo nuestra interdependencia. La presunción que subyace a varias críticas al Ingreso Básico Universal -que se trata de una aproximación individualista que atomizará aún más nuestra sociedad- no se sustenta en ninguna evidencia. Más bien es contradicha por toda la evidencia en trono a las aproximaciones universalistas, no sólo sobre el bienestar, sino también sobre la salud y la educación. El apoyo focalizado, con sus necesarios mecanismos punitivos y de vigilancia para limitarse a la población objetivo, es inherentemente divisivo, alimentando tanto el resentimiento como la sensación, correcta, entre los de abajo, de que han sido rechazados.

Así como salud y educación universales promueven la cohesión social, así los ensayos del IBU muestran que la gente siente, correctamente, que la sociedad quiere incluirlos, y ellos corresponden a esa inclusión a través de compromiso y participación. Las aproximaciones universalistas alimentan la confianza demostrando confianza. Un Ingreso Básico Universal es un instrumento ideal para proporcionar tiempo a la vida de las personas, creando capacidades de autorrealización, y fomentando la agencia potenciando a la gente para que encuentre su forma preferida de participar y contribuir con los demás. ¿Puede el IBU hacer esto sólo por sí mismo? Obviamente no.

 

3. Vivimos en un sistema complejo adaptativo, un sistema de sistemas que son todos complejos y adaptativos. La visión del mundo ecológica necesita ser traída a la esfera de la política pública. Es vital notar, en este contexto, que es una bobería sugerir que el Ingreso Básico Universal es una varita mágica capaz de resolver todos los problemas y guiar la Gran Transición. Afirmar que el IBU puede y debe ser parte del grupo de políticas transformadoras, no sugiere que haya de ser la única política requerida, lo mismo que decir que debemos transformar nuestro sector de energía no quiere decir que no debamos cambiar también la agricultura, el transporte, las relaciones raciales, las relaciones de género, el manejo de desperdicios, etcétera. El Ingreso Básico Universal ha sido caracterizado como varita mágica por sus opositores, y sus defensores deberían subrayar la complejidad que supone y su papel como una parte de un conjunto complejo y adaptativo de perspectivas de política. El IBU implica complejidad porque a diferencia del bienestar centrado en el trabajo, reconoce la diversidad de formas en que la gente contribuye y participa, y la hace posible al ofrecer un piso de ingreso. El Ingreso Básico Universal promueve un ecosistema de contribución y participación radicalmente diferente de la monocultura laboralista actual. Pero además debe ser puesto en el contexto de una complejidad más grande, con mecanismos de educación, salud y vivienda, así como políticas que sostengan, promuevan y potencien la participación democrática y la inclusión social en todas las formas posibles.

 

Fuente: Tribuna Comunista 424,   Ideas y debate revolucionario, 2da Época,  27 de febrero de 2021

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