martes, 20 de abril de 2021

¿TENDRÁN LOS ALIADOS DE WASHINGTON QUE ‎MORIR POR KIEV?‎

Joe Biden ha sido siempre “el hombre del Pentágono”.‎

por Thierry Meyssan

La existencia en Ucrania de dos culturas –una supuestamente europea y otra rusa– esa ‎una singularidad que proporciona a Washington un terreno de maniobra ‎contra Moscú. Hace semanas que resuenan los tambores de la guerra. Pero ninguno de ‎los aliados de Washington quiere morir por Kiev ni inmolarse contra Rusia.‎

Red Voltaire | París (Francia) |

 

Las fuerzas armadas de Estados Unidos

‎1- Les anglosajones ven a los rusos como un enemigo hereditario. Los consideran gente ‎despreciable y destinada, desde los tiempos de Otón I –en el siglo X–, a ser esclavos, como ‎lo indica el término utilizado para denominarlos (en inglés, la palabra slave designa tanto a ‎los esclavos como a los pueblos que pertenecen a la etnia eslava). En el siglo XX, ‎los anglosajones estaban contra la URSS, supuestamente porque esta era comunista; ahora están ‎contra Rusia… sin saber por qué. ‎

‎2- Segundo adversario para los anglosajones: los enemigos que ellos mismos crearon al desatar ‎contra ellos una «guerra sin fin», desde el 11 de septiembre de 2001. Se trata de las ‎poblaciones del Medio Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente), región donde los anglosajones ‎vienen destruyendo desde entonces los Estados de sus diferentes países, sin importar que sean ‎aliados o adversarios, para hacerlos «regresar a la edad de piedra» y poder explotar así las ‎riquezas de esa región, siguiendo la estrategia Rumsfeld/Cebrowski ‎ [1]‎.‎

‎3- Tercer adversario: China, cuyo desarrollo económico puede relegarlos al segundo lugar. ‎Los anglosajones estiman no tener más opción que la guerra. Al menos eso es lo que piensan ‎sus politólogos, que hablan incluso de la «trampa de Tucídides», en referencia a la guerra que, por ‎razones similares, se libró entre Esparta y Atenas [2].‎

‎4- Los diferendos con Irán y Corea del Norte vienen sólo mucho después en relación con los 3 ‎que acabamos de enumerar. ‎

La Orientación Provisional sobre Seguridad Nacional de Joe Biden [3] y la Evaluación Anual de Amenazas [4] elaborada por su Comunidad de ‎Inteligencia así lo remachan constantemente desde diferentes puntos de vista. ‎

Librar tres guerras a la vez resultaría extremadamente difícil, así que el Pentágono busca ‎actualmente cómo jerarquizar las prioridades y emitirá su informe al respecto en junio. El más ‎profundo secreto rodea el trabajo de la comisión encargada de esa evaluación. Ni siquiera ‎se conoce quiénes la componen. A pesar de ello, la administración ya está focalizándose ‎contra Rusia. ‎

Sin importar que seamos independientes o sumisos al «Imperio estadounidense», tenemos que ‎dejar de mirar para otro lado. Los Estados Unidos de América no tienen otro objetivo que ‎destruir la cultura rusa, destruir las estructuras de los Estados en los países árabes y, a la larga, ‎destruir la economía china. Absolutamente nada de esto está relacionado con la defensa legítima ‎del pueblo de Estados Unidos. ‎

No hay ninguna otra manera de explicar por qué Estados Unidos dedica a sus ejércitos sumas tan ‎astronómicas que sobrepasan varias veces los presupuestos militares de aquellos que Washington ‎presenta como «amigos» o «enemigos». Según el Institute for Strategic Studies de Londres, ‎el presupuesto militar de Estados Unidos es al menos igual a la suma de los presupuestos de ‎los 15 países más armados del mundo [5].‎


 Comparación de los presupuestos militares de los 15 países que ‎más fondos dedican a ese sector (en miles de millones de dólares estadounidenses).‎

Fuente: Institute for Strategic Studies

Los temas de enfrentamiento con Rusia

Estados Unidos está inquieto ante la recuperación de Rusia. Después de haber registrado una ‎brutal caída de la esperanza de vida –que disminuyó en al menos 5 años entre 1988 y 1994– ‎Rusia recuperó y sobrepasó ampliamente –en más de 12 años– la esperanza de vida registrada ‎en tiempos de la Unión Soviética, aunque la esperanza de vida saludable de los rusos todavía es ‎una de las más bajas de Europa. La economía rusa está diversificándose, principalmente en el ‎sector agrícola, pero Rusia sigue dependiendo de sus exportaciones energéticas. Las fuerzas ‎armadas de la Federación Rusa se han renovado, su complejo militaro-industrial es más eficiente ‎que el del Pentágono y Rusia ha adquirido una importante experiencia militar en Siria. ‎

Washington ve la construcción del gasoducto Nord Stream 2 como una amenaza porque ‎liberaría a Europa occidental de su actual dependencia del petróleo estadounidense. ‎

Al mismo tiempo, el regreso de Crimea a la Federación Rusa y una posible reincorporación del ‎Donbass son en parte un golpe para la dependencia de Ucrania del Imperio estadounidense –‎Crimea y el Donbass no son de cultura occidental.

Último factor, la presencia militar rusa en Siria ‎frena el proyecto estadounidense de destrucción política contra los pueblos de la región. ‎

Si quieres matar a tu perro,
di que tiene rabia

No cabe duda de que fue el presidente Joe Biden quien abrió las hostilidades al calificar ‎al presidente ruso de «asesino». Antes de Biden, las dos superpotencias nunca habían ‎intercambiado injurias, ni siquiera en tiempos de las acusaciones sobre el Gulag. Su interlocutor ‎le respondió cortésmente y le propuso un debate público, que Joe Biden rechazó. ‎

Estados Unidos ve el mundo sólo a corto plazo. Ese país no se percibe a sí mismo como ‎responsable de su legado. Para Washington, los “pérfidos” rusos han amontonado más de ‎‎100 000 hombres cerca de Ucrania y se disponen a invadirla, como hicieron los soviéticos ‎en Polonia, Hungría y Checoslovaquia. Sólo que, en aquella época, no se trataba de Rusia sino ‎de la URSS, y en Moscú no regía la doctrina de Putin sino la doctrina Brejnev y el propio Brejnev ‎no era ruso… era ucraniano. ‎

Al contrario de los estadounidenses, los rusos sí tiene una visión del mundo a largo plazo. ‎Para ellos, los bárbaros estadounidenses han venido poniendo en peligro el equilibrio de las potencias ‎desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Inmediatamente después, el 13 de diciembre ‎de 2001, el presidente George Bush hijo anunció que Estados Unidos se retiraba del Tratado ‎sobre Misiles Antibalísticos (el Tratado ABM). Después, Estados Unidos incorporó a la OTAN –‎uno por uno– prácticamente todos los antiguos miembros del desaparecido Pacto de Varsovia y ‎de la extinta Unión Sovietica, violando así el compromiso que Washington había contraído antes ‎de la disolución de la URSS. Esta política fue confirmada en 2008, en la Declaración ‎de Bucarest [6]. ‎

Todo el mundo conoce la particularidad de Ucrania, con una cultura occidental en su parte oeste ‎y una cultura rusa en el este. Ucrania se mantuvo políticamente congelada durante 15 años, ‎hasta que Washington organizó allí una seudo revolución y puso a sus títeres en el poder –títeres ‎que son neonazis [7]. Moscú ‎reaccionó con suficiente rapidez y la población de Crimea proclamó su independencia y decidió ‎‎[por vía de referéndum] reincorporar ese territorio a la Federación Rusa. Pero Moscú vaciló ‎en cuanto a qué hacer sobre el Donbass y desde entonces se ha limitado a entregar pasaportes ‎rusos a los habitantes de esa región, que ven en Rusia su única esperanza. ‎

La administración Biden

Desde que era senador, el hoy presidente Joe Biden se dio a conocer presentando al Senado las ‎disposiciones legislativas concebidas por el Pentágono. Ya como presidente, Biden se ha rodeado ‎de neoconservadores. Nunca nos cansaremos de recordar esto: los neoconservadores son ‎militantes trotskistas reclutados por el presidente republicano Ronald Reagan, y desde entonces ‎siempre se han puesto del lado del poder, exceptuando el paréntesis del presidente jacksoniano ‎Donald Trump. El hecho es que los neoconservadores han cambiado constantemente de bando, ‎poniéndose lo mismo del lado del Partido Republicano que del lado del Partido Demócrata, pero ‎siempre del lado del poder. ‎

Durante la «revolución de color» de la plaza Maidán –en 2013-2014–, Joe Biden, quien era ‎entonces vicepresidente de la administración Obama, defendió apasionadamente a los neonazis ‎ucranianos, agentes de las redes stay-behind de la OTAN [8]. Biden dirigió entonces las operaciones en Kiev con una colaboradora del ‎Departamento de Estado, Victoria Nuland (el esposo de Victoria Nuland, Robert Kagan, es uno de ‎los fundadores del Project for a New American Century, el órgano encargado de recoger fondos ‎para el republicano George Bush hijo). ‎

Ahora, en 2021, el presidente Biden ha decidido nombrar a Victoria Nuland secretaria de Estado adjunta. ‎En tiempos de la administración Obama, Victoria Nuland contó con la colaboración del entonces ‎embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt, hoy embajador en Grecia. En cuanto ‎al hoy secretario de Estado de Joe Biden, Antony Blinken, hay que destacar que es juez y parte ‎ya que es de origen ucraniano por parte de madre. Aunque Blinken fue educado en París por el ‎segundo esposo de su madre –el abogado Samuel Pisar, quien fue consejero del presidente ‎Kennedy–, el hoy secretario de Estado es de pensamiento neoconservador. ‎

La preparación del enfrentamiento contra Rusia

A mediados de marzo de 2021, Estados Unidos organizó con sus socios de la OTAN las ‎maniobras Defender-Europe 21, que continuarán hasta junio. Se trata de retomar el ‎megaejercicio Defender-Europe 20, cuya envergadura y duración se vieron finalmente limitadas ‎debido a la epidemia de Covid-19. Defender-Europe 21 es un gigantesco despliegue de tropas y ‎material de guerra en la realización de un simulacro de enfrentamiento contra Rusia. Todo eso ‎se desarrolla al mismo tiempo que un ejercicio con bombarderos estratégicos en Grecia, ‎en presencia del ya mencionado embajador estadounidense Geoffrey Pyatt.‎

El 25 de marzo, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski publicó la nueva Estrategia ‎de Seguridad ucraniana [9], precisamente 3 semanas después de ‎que el presidente Biden publicara la de Estados Unidos. ‎

En respuesta a la OTAN, Rusia emprendía entonces sus propios ejercicios militares en su frontera ‎occidental, incluyendo su frontera con Ucrania, y enviaba además tropas adicionales a Crimea e ‎incluso a Transnistria. ‎

El 1º de abril, el secretario de Defensa de Estados Unidos telefoneó a su homólogo ucraniano ‎sobre un posible incremento de la tensión con Rusia [10]. El presidente ucraniano Volodimir Zelenski hizo entonces una declaración en ‎la cual dijo estar vigilando los ejercicios rusos y afirmó que estos podían ser provocaciones ‎‎ [11]. ‎

El 2 de abril, el Reino Unido organizó una reunión de sus ministerios de Defensa y de Exteriores ‎con los de Ucrania, bajo la dirección del ministro británico Ben Wallace [12], quien estuvo particularmente activo en el ‎conflicto del Alto Karabaj [13]).‎

El 2 de abril, el presidente Biden llamó al presidente ucraniano para garantizarle su apoyo ‎contra Rusia. Según el Atlantic Council, Biden anunció al presidente ucraniano su decisión de ‎entregarle un centenar de aviones de combate (F-15 y F-16) y un avión de vigilancia radioelectrónica E-2C,‎ actualmente estacionados ‎en la base aérea de Davis-Monthan [14].‎

El 4 de abril, el presidente de la Comisión de la Cámara de Representantes estadounidense para ‎las fuerzas armadas –Adam Smith, del Partido Demócrata– negociaba con parlamentarios ‎ucranianos fuertes subvenciones para el ejército de Ucrania a cambio del posicionamiento ‎ucraniano contra el gasoducto Nord Stream 2 [15].‎

El 5 de abril, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski hizo una visita relámpago a Qatar. ‎Oficialmente fue para desarrollar las relaciones comerciales con Qatar, el principal proveedor de ‎armas de los yihadistas. Según nuestras informaciones, en ese viaje se habló de un eventual ‎financiamiento de combatientes. Entre los acompañantes del presidente ucraniano estaba Yuriy ‎Gusev, el director general de la industria militar Ukroboronprom. Fue este personaje quien envío ‎misiles antiaéreos a los terroristas del Emirato Islámico (Daesh), por orden de Qatar [16].‎

El 6 de abril, Lituania, que en el pasado protegía el oeste de Ucrania dentro de su propio ‎imperio, fue informada sobre la situación militar durante un contacto entre su ministro ‎de Defensa y su homólogo ucraniano [17].‎

El 6 y el 7 de abril, el general británico Stuart Peach, presidente del Comité Militar de la OTAN, ‎viajaba a Ucrania para precisar las reformas necesarias para que ese país pueda ser miembro de ‎la alianza atlántica [18]. ‎

El 9 de abril, en cumplimiento de la Convención de Montreux, el Pentágono comunicó a Turquía ‎su intención de hacer transitar buques de guerra a través de los estrechos de los Dardanelos y ‎del Bósforo. ‎

‎El 10 de abril, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan recibió en Estambul al presidente ‎ucraniano Zelenski, supuestamente en el marco de consultas regulares entre Turquía y Ucrania ‎‎ [19]. ‎Contando ya con la luz verde de Qatar, Turquía –país miembro de la OTAN– inició ‎de inmediato el reclutamiento de yihadistas de diversas nacionalidades presentes en Siria para ‎enviarlos a luchar en el Donbass (este de Ucrania). Instructores militares turcos llegaron ‎rápidamente al puerto de la ciudad de Mariupol, donde ya tiene su sede la Brigada Islamista ‎Internacional [20], creada por el presidente turco Erdogan y su homólogo ucraniano de aquella ‎época, Petro Porochenko, con tártaros que siguen órdenes de Estados Unidos, para utilizarlos ‎contra Rusia. ‎

Actuando con toda lógica, la Federación Rusa enviaba tropas a su frontera ‎con Ucrania. Los otros miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación ‎en Europa (OSCE) solicitaron a Moscú explicaciones sobre sus maniobras y recibieron respuestas ‎evasivas. El Documento de Viena, de 1999, estipula que los Estados miembros de la OSCE deben ‎proporcionarse entre sí las indicaciones necesarias sobre los movimientos de sus tropas y ‎material de guerra. Pero es sabido que los rusos no funcionan como los occidentales –‎informan a su opinión pública y sus socios o interlocutores sólo cuando han terminado sus ‎despliegues. ‎

Dos días después, el G7 publicaba una declaración sobre los movimientos rusos… pero ‎sin mencionar los despliegues de la OTAN y Turquía. El G7 elogiaba además la contención de Ucrania y ‎exigía a Rusia «poner fin a sus provocaciones» [21].‎

El 13 de abril, en ocasión de la reunión de los ministros de Exteriores de los países miembros de ‎la OTAN con la Comisión Ucrania/OTAN, Estados Unidos recurrió a la “artillería pesada” ‎invitando a todos los miembros de la alianza atlántica –donde nadie quiere morir sólo porque ‎los ucranianos no logran divorciarse– a aportar su apoyo a Kiev y a denunciar la «escalada» ‎de Rusia [22]. El secretario de Estado ‎de Biden, Antony Blinken, tuvo una larga reunión con el ministro ucraniando de Exteriores, ‎Dimitro Kuleba [23]. ‎Washington bogaba inexorablemente hacia la guerra. ‎

Súbitamente, el presidente Joe Biden distendió la atmósfera telefoneando al presidente ruso ‎Vladimir Putin. Le propuso un encuentro cumbre –aunque antes había rechazado con desdén la ‎propuesta de Putin de proceder a un debate público, propuesta que Putin emitió después del ‎insulto público proferido por Biden [24]. Después de esa iniciativa, parecía posible evitar la guerra. ‎

Sin embargo, el 14 de abril, el secretario de Estado Blinken convocó a los principales aliados de ‎Estados Unidos –Alemania, Francia, Italia y Reino Unido– para movilizarlos [25].‎‎

El 15 de abril, el presidente Joe Biden expuso su visión del conflicto, expulsó 10 diplomáticos ‎rusos y adoptó sanciones contra Rusia, acusándola no sólo de haber ofrecido primas por matar ‎soldados estadounidenses en Afganistán sino también de haber atacado los sistemas informáticos ‎del gobierno de Estados Unidos utilizando un programa informático de SolarWinds [26]. ‎

Como era previsible, Rusia expulsó un número similar de diplomáticos estadounidenses. Pero ‎además tendió una trampa a un diplomático ucraniano, al que arrestó en flagrante delito de ‎espionaje, en posesión de documentos rusos clasificados como secreto militar. ‎

Siguiendo siempre la misma línea, el presidente ucraniano Zelenski se reunió con el presidente ‎francés Emmanuel Macron y con la canciller alemana Angela Merkel. Estos últimos deploraron la ‎‎«escalada rusa»… pero se mostraron evasivos en cuanto a qué pasará en lo inmediato. ‎En definitiva, si Estados Unidos y Rusia van a conversar… es demasiado temprano para ir ‎a morir por Kiev. ‎

Thierry Meyssan

 

Fuente: https://www.voltairenet.org/article212790.html

 

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