A mediados del siglo XIX tuvimos un Castilla, el mariscal provinciano, tarapaqueño, durante cuyo gobierno se promulgó una nueva y progresista constitución. Sus gobiernos prácticamente fundaron el Perú republicano. El Perú se convirtió en una potencia sudamericana. En defensa de la constitución progresista, combatió al vendepatria conservador M.I. Prado.
Unos 160 años más tarde, tenemos un Castillo, maestro provinciano, cajamarquino, cuyo gobierno luchará por establecer una nueva y progresista constitución, de acuerdo a los tiempos modernos y exigencias del pueblo peruano de hoy. Como hace 160 años, se le opondrán corruptos y conservadores vendepatrias, esclavistas del "cholo barato", desfalcadores de las arcas públicas, racistas y toda suerte de parásitos sociales; en una palabra, el fujimorismo y su clique de cómplices. Pero, por fin estamos saliendo de los resabios nefastos de siglos precedentes: aun cuando al pueblo se le desoriente pasajeramente con mendaces campañas de marketing electorero, este pueblo finalmente ya no se deja engañar, y nuevamente se ha hecho sentir.
No hay dos Perús; lo que hay es un solo Perú donde parásitos viven a costa del trabajo de los pobres del campo y de la ciudad a los cuales ignoran y ningunean. Cuando estos humildes productores, los intelectuales, los empresarios patriotas, los artistas, los músicos, y todos los buenos hombres y mujeres peruanos se unan, habrá llegado el tiempo de ver realizarse el mito del Inkarri. Que esa sea la promesa, la guía y la acción del gobierno de Castillo.
Rebelde Marxista
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