Al Segundo Congreso de la Internacional Comunista
(Moscú 1920), durante la discusión de la táctica a seguir con respecto
a las elecciones parlamentarias, Amadeo Bordiga presentó en nombre de la
delegación de la «Fracción Comunista Abstencionista» del Partido Socialista
Italiano (la misma que poco más tarde fundara el Partido Comunista de Italia en
Livorno), estas tesis que ahora rescatamos. Estas fueron
rechazadas por el Congreso el cual preferirá la táctica del «parlamentarismo
revolucionario» para «destruir los Parlamentos desde el interior».
Desgraciadamente la historia ha demostrado que es el, por el contrario, el
parlamentarismo quien largamente ha contribuido a destruir los Partidos
Comunistas.
1. - El
parlamentarismo es la forma de representación política propia del régimen
capitalista. La crítica de principio de los comunistas marxistas al
parlamentarismo y la democracia burguesa en general establece que el derecho de
voto otorgado a todos los ciudadanos de todas las clases sociales en las
elecciones a los órganos representativos estatales, no puede impedir ni que
todo el aparato de gobierno del Estado constituya el comité de defensa de los
intereses de la clase dominante capitalista, ni que el Estado se organice como
el instrumento histórico de la lucha de la burguesía contra la revolución
proletaria.
2. - Los
comunistas niegan rotundamente la posibilidad de que la clase trabajadora
alcance el poder a través de una mayoría parlamentaria, en lugar de
conquistarlo con la lucha revolucionaria armada. La conquista del poder
político por parte del proletariado, momento en el que se inicia la obra de
construcción económica comunista, implica la supresión violenta e inmediata de
los órganos democráticos, y la sustitución de éstos por los órganos del poder
proletario: los consejos obreros. Así pues, al estar privada la clase de los
explotadores de todo derecho político, se pondrá en práctica la dictadura del
proletariado, es decir un sistema de gobierno y de representación de clase. La
supresión del parlamentarismo es por tanto un fin histórico del movimiento
comunista. Más aún, la primera forma de la sociedad burguesa que debe ser
derrocada, antes aún que la propiedad capitalista, antes aún que la propia
máquina burocrática y gubernamental, es precisamente la democracia
representativa.
3. - Esto es
igualmente válido para las instituciones municipales y de distrito de la
burguesía, y es teóricamente falso contraponerlas a los órganos
gubernamentales. De hecho, su aparato es idéntico al mecanismo estatal central
burgués. Tales instituciones deben ser de igual forma destruidas por el
proletariado revolucionario y sustituidas por los soviets locales de diputados
obreros.
4. - Mientras
que el aparato ejecutivo, militar y policiaco del Estado burgués organiza la
acción directa contra la revolución proletaria, la democracia representativa
constituye un medio de defensa indirecta, que actúa difundiendo entre las masas
la ilusión de que su emancipación puede lograrse mediante un proceso pacífico,
y de que la forma del Estado proletario puede también tomar la forma
parlamentaria, con derecho de participación para la minoría burguesa. El
resultado de esta influencia democrática sobre las masas proletarias ha sido la
corrupción del movimiento socialista de la Segunda Internacional tanto en el
campo de la teoría como en el de la acción.
5. - En el
momento actual la tarea de los comunistas, en su obra de preparación ideológica
y material de la revolución, es, antes que nada, la de liberar al proletariado
de estas ilusiones y prejuicios, difundidos entre sus filas con la complicidad
de los viejos líderes socialdemócratas, y que le desvían de su cometido en la
historia. En los países en los que el régimen democrático existe ya desde hace
mucho, y ha echado raíces profundas en los hábitos de las masas y en su
mentalidad, y no menos que en la de los partidos socialistas tradicionales,
esta tarea reviste una particular importancia y se presenta en primer plano en
los problemas de la preparación revolucionaria.
6. - En los
tiempos en los que en el movimiento internacional del proletariado la conquista
del poder no se presentaba como una posibilidad próxima y no surgía el problema
de la preparación directa para la dictadura proletaria, la participación en las
elecciones y en la actividad parlamentaria todavía podía ofrecer posibilidades
de propaganda, agitación y crítica. Por otro lado, en los países en los que una
revolución burguesa está todavía en curso creando instituciones nuevas, la intervención
de los comunistas en estos órganos representativos en formación puede ofrecer
la posibilidad de influir en el desarrollo de los acontecimientos, para hacer
que la revolución prosiga hasta la victoria del proletariado.
7. - La
revolución rusa, como primera realización de la conquista del poder por parte
del proletariado, y la constitución de la nueva Internacional en oposición al
social-democratismo de los traidores, han abierto el periodo histórico actual,
con las consecuencias que éste tiene para la organización social burguesa. En
dicho periodo histórico y en los países en los que el régimen democrático ha
completado su formación desde hace tiempo, no existe, en cambio, ninguna
posibilidad de utilizar para la labor revolucionaria de los comunistas la
tribuna parlamentaria, y tanto la claridad en la propaganda como la eficacia en
la preparación para la lucha final por la dictadura del proletariado, exigen
que los comunistas movilicen a los trabajadores por el boicot a las
elecciones.
8. - En
estas condiciones históricas, al haberse convertido la conquista revolucionaria
del poder en la cuestión principal, toda la actividad política del partido debe
ser consagrada a este objetivo directo. Es necesario acabar con la mentira
burguesa según la cual, todo enfrentamiento entre partidos políticos
adversarios, toda lucha por el poder, debe llevarse a cabo en el marco del
mecanismo democrático, a través de campañas electorales y debates
parlamentarios; y esto no se podrá conseguir sin romper con el método
tradicional de llamar a los obreros a las elecciones – en las cuales los
proletarios son admitidos junto a los miembros de la clase burguesa – y sin
abandonar el espectáculo de delegados del proletariado que actúan en el mismo
terreno parlamentario que los delegados de sus explotadores.
9. - La
práctica ultraparlamentaria de los partidos socialistas tradicionales ya ha
difundido demasiado la peligrosa concepción de que toda acción política tenga
que consistir en las luchas electorales y en la actividad parlamentaria. Por
otra parte, la repulsa del proletariado hacia esta práctica de traición ha
preparado el camino a errores sindicalistas y anárquicos, que niegan todo valor
a la acción política y a la función del partido. Por eso, los Partidos Comunistas
no obtendrán nunca un amplio seguimiento divulgando el método revolucionario
marxista, si su trabajo directo por la dictadura del proletariado y los
Consejos obreros no se asienta en el abandono de todo contacto con el engranaje
de la democracia burguesa.
10. - La
grandísima importancia que se atribuye en la práctica a la campaña electoral y
a sus resultados, el hecho de que, por un periodo bastante largo, el partido
consagre a ésta todas sus fuerzas y sus recursos, sean humanos, de prensa o de
medios económicos, contribuye, cualquiera que sea el discurso en los mítines y
las proclamas teóricas, por un lado, a reforzar la impresión de que se trate de
la verdadera acción central para conseguir los fines del comunismo, y por otro
lado, lleva al abandono casi completo del trabajo de organización y preparación
revolucionaria, dando a la organización del partido un carácter técnico que de
hecho contrasta con las exigencias del trabajo revolucionario tanto legal como
ilegal.
11. - En los
partidos que se han pasado a la III Internacional por decisión mayoritaria, el
hecho de seguir desarrollando la acción electoral impide la necesaria
decantación de los elementos socialdemócratas, sin la eliminación de los cuales
la Internacional Comunista faltaría a su cometido histórico y dejaría de ser el
ejército disciplinado y homogéneo de la revolución mundial.
12. - La misma
naturaleza de los debates que tienen por escenario el parlamento y los otros
órganos democráticos, excluye toda posibilidad de pasar de la crítica de la
política de los partidos adversarios a una propaganda contra el principio mismo
del parlamentarismo, a una acción que traspase los límites del reglamento
parlamentario; al igual que no es posible obtener el mandato que da derecho a
la palabra si se rechaza el someterse a todas las formalidades establecidas por
el procedimiento electoral.
El triunfo en los
enfrentamientos parlamentarios siempre y solamente estará en función de la
habilidad en el manejo del arma habitual de los principios en los que la
institución se basa y las sutilezas del reglamento, al igual que el triunfo de
la lucha electoral se decidirá siempre y solamente por el número de votos o
escaños obtenidos. Cualquier esfuerzo de los partidos comunistas por dar un
carácter distinto a la práctica del parlamentarismo no podrá impedir que
fracasen las energías gastadas en este trabajo de Sísifo, y que la causa de la
revolución comunista reclama sin demora en el terreno del ataque directo al
régimen de la explotación capitalista.
Fuente: https://valladolorentodaspartes.blogspot.com/2022/01/tesis-sobre-el-parlamentarismo.html?m=1
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