En el film Tiempos Modernos Charles Chaplin aparece liderando el movimiento social como producto del azar.
Por Jorge Agurto
Servindi, 1 de febrero, 2022.- Desilusiona que miles de
compatriotas que se sumaron con entusiasmo a la candidatura de Pedro Castillo
Terrones hoy se ven decepcionados por su falta de manejo político para gobernar
con un mínimo de eficiencia y viabilidad democrática.
No se trata de exigirle un gobierno revolucionario y menos
socialista, sino que demuestre que los sectores populares y democráticos pueden
hacer las cosas con mayor racionalidad y ecuanimidad que la derecha vetusta y
neoliberal anclada en el pasado.
La confesión de que está "aprendiendo a gobernar" no
es mala. Es sincera. Ninguno de los expresidentes anteriores –excepto el corto
gobierno de Valentín Paniagua– supo gobernar y todos purgan procesos ante
la ley por sus fechorías.
El único que no purga nada es Alan García Pérez, quién prefirió
el suicidio como escape al vergonzoso suicidio político de su monumental
ego y la quiebra y desaparición histórica del partido APRA que ya habia
reemplazado en los hechos por el Alanismo.
Por esto, el
tema de fondo es cómo las representaciones populares adquieren la capacidad de
gobernar, de qué manera un sujeto político histórico puede conducir al
país por un camino viable y democrático, que proteja los bienes comunes y
defienda los intereses de las mayorías.
El tema se vuelve más complejo si consideramos que el Estado
Nación y el sistema democrático formalmente vigente no es viable en el país y
urge cambiarlo por un nuevo sistema edificado “desde abajo”.
Este nuevo poder, sería en esencia un "no poder" que
debe cimentarse en el protagonismo y la autonomía de las comunidades y la
libredeterminación de los pueblos indígenas u originarios.
Pero era demasiado complicado exigirle todo esto al humilde
profesor cajamarquino. Lo que sí eran requisitos era practicar la
transparencia, la honestidad y la consecuencia en la lucha contra la
corrupción.
El gran cambio que prometió Castillo descansaba precisamente en
el orden ético, en cimentar una moral a prueba de fuego y diferenciarse así de
los gobiernos anteriores.
Para la conducción del gobierno podía apoyarse en diversas
agrupaciones políticas democráticas, la academia y personal calificado de la
propia institucionalidad estatal.
Parecía que Castillo entendía esto cuando cayó el primer
gabinete encabezado por Guido Bellido y lo reemplazó -con buen reflejo- por uno
presidido por Mirtha Vásquez.
A pesar de la mediocridad de la cúpula cerronista de Perú
Libre que pataleó por su derecho a una cuota de poder, Castillo nombró a
Pedro Francke en Economía y Finanzas y luego a Avelino Guillén en el
sector Interior.
El cisma y la desconfianza se ha generado por no secundar la
propuesta de cambios propuesta por Avelino Guillén para impulsar modificaciones
que permitan darle mayor transparencia, eficiencia y profesionalidad a la
Policía Nacional del Perú.
Entre un hombre probo e intachable como Guillén –quién
llevó a prisión a Alberto Fujimori Fujimori– Castillo eligió mantener
personal PNP proclive a sus andanzas y manejos. Este ya no es un problema
de gobierno sino de ética política y marca un parte de aguas en su desempeño
público.
Junto con Avelino Guillén, se va no solo Mirtha Vásquez, sino
también Pedro Francke.
"Este ya no es un problema de gobierno sino de ética política y marca un parte de aguas en su desempeño público. "
Volviendo al problema de fondo
El maestro Felipe Torres Andrade comenta en Facebook
que “la ausencia de una organización política que lo respalde y lo asesore
facilitó la labor de los oportunistas de derecha e izquierda que hoy tienen
capturado al Presidente Pedro Castillo".
“Antes que profesionales y técnicos corruptos el Ejecutivo
necesita gente con ética, honradez y moral comprobada”, culmina el comentario
del lúcido profesor.
El problema es qué organización política está en la
capacidad de construir un plan de gobierno adecuado y pertinente a las
necesidades históricas del país y prepara dirigentes éticos y capaces de
llevarlo a cabo.
Perú Libre es gobernado por una cúpula aferrada a un
ideario sectario, anclado en el pasado, que no incorpora temas trascendentales
como la agenda climática, ambiental y de género, por citar solo algunos.
El sociólogo Roberto Espinoza se tomó el trabajo de analizar las
falencias del Ideario y Programa de Perú Libre (1), así como del Plan de
Gobierno del primer gabinete encabezado por el cerronista Guido Bellido (2).
La visión maniquea de los cerronistas los lleva a recusar la
agenda de las organizaciones no gubernamentales a las que califican absurda y
tontamente de “caviar”, una palabreja que usan a diestra y siniestra –con
la derecha recalcitrante– para descalificar a lo que no encaja en sus
moldes seudodoctrinarios.
Por esto, en lugar de ganar adeptos y fortalecer su bancada
parlamentaria, la cúpula cerronista expulsó a importantes cuadros políticos
como Dina Boluarte, Betssy Chávez y provocó la renuncia de Guillermo Bermejo y
Roberto Kamiche.
A pesar de todos sus defectos y limitaciones, a Perú Libre
debemos reconocerle el enorme mérito –de la mano de Pedro Castillo– de
interpretar el anhelo de cambio del pueblo y así derrotar a la derecha y todo
su poder mediático millonario.
Tuvo el enorme acierto de cerrarle el camino a la derecha
retrógada en el año del Bicentenario de la independencia y tenía en sus manos
la oportunidad histórica de demostrar que se pueden hacer mejor las cosas.
Pero los cambios de última hora y la incertidumbre política
abren posibilidades a nuevos embates que pueden hacer retroceder los pocos
avances logrados en los últimos años.
Los cambios de gabinete ocasionan que las gestiones se
interrumpan, se suspendan así sea momentáneamente acuerdos y compromisos, y se
pierda un valioso tiempo que vale mucho en materia de gestión pública.
La hegemonía: un tema clave
Lo cierto es que ninguna organización política sigue el camino
del amauta José Carlos Mariátegui La Chira, quién -coincidiendo con Antonio
Gramsci– dedicó sus energías a la educación política del pueblo.
Ambos maestros tenían la plena convicción de que la labor de
educación y propaganda era clave para formar una nueva conciencia ciudadana.
Entendían la política como un liderazgo ético-moral y la cimentación de una
nueva cultura.
Para ello era fundamental desarrollar un sentimiento y
conciencia de clase forjando el Frente Único. Al respecto el amauta Mariátegui
escribió:
“El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente,
muy limitado, para que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que
llegue la hora, inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar
mucha obra común, mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas
largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado
peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por
igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios. Todos tenemos
el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas. Todos
tenemos el deber de alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las
falsas "instituciones representativas". Todos tenemos el deber de
luchar contra los ataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemos el
deber de defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria. Todos
tenemos el deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida
raza indígena. En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes
elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea
nuestra meta última” (3).
Para la construcción del frente único Mariátegui concedía
especial importancia al periodismo y a la labor de propaganda. Con motivo del 1
de mayo en 1929, Mariátegui escribió:
“Es preciso que el proletariado, lo mismo que se acostumbra a
comprar el periódico burgués, deba comprar, leer y difundir el periódico de su
clase. Porque así como la burguesía tiene su prensa, el proletariado debe tener
la suya, que es la única que podrá defender sus intereses, denunciar los abusos
que con los trabajadores se comete y servirá como el mejor medio, por hoy, de
hacer propaganda de organización” (4).
Los sectores progresistas, sean o no de izquierda, no podrán
satisfacer la necesidad de cambio estructural sino vuelcan su mirada a la
realidad, se dedican a la docencia política, a la construcción programática y
promueven la formación de dirigentes con valores, honestos y capaces, capaces
de librar las batallas políticas que el presente nos exige.
Notas:
(1) Espinoza, Roberto: Perú: más derechos y democracia, nunca
menos. Ver artículo en Servindi: https://www.servindi.org/15/04/2021/analisis-critico-pero-propositivo-para-que-castillo-derrote-al-fujimorismo
(2) Espinoza, Roberto: Pueblos originarios y el Plan
Bellido: retórica, vacíos y peligros. Ver artículo en Servindi: https://www.servindi.org/actualidad-opinion/01/09/2021/pueblos-originarios-y-el-plan-bellido-retorica-vacios-y-peligros
(3) Mariátegui La Chira, José Carlos: El 1° de Mayo y el
Frente Unico. Publicado en El Obrero Textíl, vol. V, No. 59, Lima, mayo 1,
1924.
(4) Mariátegui La Chira, José Carlos: Manifiesto a los
trabajadores de la República lanzado por el Comité 1º de Mayo. Publicado
en el periódico “Labor", Nº 8, pág. 8, Lima, 1º de mayo de 1929.
Fuente: https://www.servindi.org/01/02/2022/pedro-castillo-mal-paso-y-oportunidad-perdida
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