Escribe: Milciades Ruiz
Desde que se fundó la república del Perú, los dominadores siendo minoría, han mantenido adrede, una estructura jurídica de cerrojo contra los dominados que, siempre han sido mayoría. Desde entonces, la mayoría no ha podido liberarse de esta aberración, porque esa cerradura lo impide. Pretender cambiar esto, es “ilegal”, y atentatoria contra el “Estado de Derecho”. Viene al caso, la dramática situación de los trabajadores agropecuarios que, siendo el sector laboral mayoritario vive esclavizado jurídicamente, sin poder romper las cadenas de esa opresión.
Los derechos humanos no son para ellos. Comparen los derechos y beneficios sociales que poseen los trabajadores de otros sectores económicos y verán la abismal segregación. Vayan a cualquier chacra de la sierra y pregunten si perciben salario, vacaciones, dominical, adicional por trabajo en altura, descanso pre natal y post natal, subsidio por maternidad, CTS, aguinaldos, seguro social, jubilación, licencia sindical, etc.
El trabajador agropecuario y su esposa, se levantan a las 04 a.m. para preparar el caldo que le servirá de desayuno. Van a pie, subiendo y bajando laderas, a su centro de labores. Regresan cuando el sol se va. No trabajan en ambientes cerrados, sino a la intemperie, soportando laceraciones solares, lluvias, granizo y heladas. No usan máquinas ni tienen ayuda de tecnología digital. Todo es a fuerza corporal y las madres con los bebes a la espalda.
Ningún otro trabajador tiene la enorme responsabilidad de laborar con seres vivos, a los que cultiva, o cría, desde la germinación y el parto, hasta su madurez. Trabaja con seres que se alimentan, enferman, tienen sed, se estresan, sufren y hablan a su modo. Por eso los ama como a hijos. Cada vaca tiene un nombre femenino. Muchos laboran en la puna, al pie de la cordillera, con menos oxígeno que nosotros. Eso no ven los gobernantes, ni los consumidores de alimentos que, ignoran cómo se producen.
Se gobierna mediante leyes de ajuste a la estructura jurídica de dominación. Los trabajadores agropecuarios nunca tuvieron representación real en el poder legislativo. Por consiguiente, nadie que vele por sus intereses. Es que la estructura jurídica del sistema político electoral, está hecho precisamente para impedir la participación de los dominados en el gobierno nacional. Son los intereses de los dominadores, los que priman en el orden jurídico. Eso evita que la mayoría tome el poder de legislar.
La dominación nos ha amaestrado para concebir como gobierno del Perú a la gestión del Presidente que, es solo un administrador, de las leyes que las da el poder legislativo. Pero la responsabilidad de gobierno, es tanto del poder legislativo como del ejecutivo. Siendo así, ¿Cuál es la concepción que tienen ambos poderes de la problemática agropecuaria nacional? Busquen en la idiosincrasia de los gobernantes y verán el vacío que tiene sobre la problemática rural.
En la farándula política se habla del crecimiento del PBI (tergiversando la realidad), déficit fiscal, reactivación, crecimiento de exportaciones, inversión pública y privada, estabilidad política y otros brebajes que no alteran la estructura de dominación. Vayan al campo y pregunten a los campesinos si todo esto, tiene que ver con lo suyo. Las estadísticas podrán decir: “Creció el sector agropecuario”, pero el 97% de los agricultores que laboran en agricultura familiar, saben que lo único que ha crecido es la pobreza (el 80% es agricultura familiar es de subsistencia).
Los ministros del sector no lideran la reivindicación campesina, porque son designados por política y no, por su liderazgo agrario. Gobierna según su parecer sin seguir un patrón de desarrollo. Dirán que están aprendiendo, pero el anterior ministro no logró aprender y ha salido repudiado. El nuevo, recién tendrá que aprender y cuando lo haga, quizá será cambiado, y así, sucesivamente. Lo ministros podrán ser eminentes técnicos y empresarios, pero terminan fracasando sin sacar de la postración a esa mayoría campesina. Conocen lo suyo, pero no el entrampado estructural.
En alusión al título, hoy quiero abogar por la ganadería vacuna y particularmente por los criadores de vacas lecheras. Hicieron su marcha hasta el Parlamento para que atiendan sus reclamos y han obtenido al menos la consabida “mesa de diálogo” en la PCM. Solicitan, aumento del precio a la leche que compran las empresas oligopólicas privadas. Aducen que los costos de producción de la leche fresca se han incrementado en 70% (encarecimiento del forraje) pero se les compra a precio congelado de 1 sol el litro.
Su problemática no es tan simple, pues se trata de un sector estratégico nacional de seguridad alimentaria. Tenemos que ver “más allá de nuestras narices”. El gobernante tiene que ver esta problemática, en función del desarrollo nacional. La álgida situación de los ganaderos, motiva sus justos reclamos por los precios que no compensan los costos de producción. Es un reclamo justo, pero eso, es lo coyuntural, pues es toda la producción ganadera la que se encuentra en situación calamitosa.
El 73 % de la población vacuna se encuentra localizado en la sierra los que nos da una idea de los afectados, 12% en la costa y 15% en la selva (CENAGRO, 2012). Los pequeños productores(as) representan el 85.9%, los cuales tienen menos de 10 cabezas de ganado y menos posibilidades de explotar con economías de escala. El 51.3% de los ganaderos manejan ganado vacuno lechero.
Para muchas familias ganaderas, sus vacas lecheras son la “caja chica” que otorga el sustento familiar diario. Si cada vaca rinde 6 litros diarios y se le paga apenas S/. 1.00 por cada litro, entonces necesitaría más de 20 vacas para tener ingresos similares al salario diario de un obrero de construcción civil, sin descontar los costos de producción. ¿Se dan cuenta de esta disparidad? Pero la mayoría tiene menos de 10 vacas, pues cada vaca es un capital que se deprecia con la edad. (Holstein US$ 2,000 cada ejemplar de raza). Los más pobres solamente pueden tener ganado chusco o criollo.
Entonces, si los costos de producción han subido por la inflación y la devaluación de nuestra moneda, por la corruptela de las importaciones, la culpa no es de los campesinos ganaderos. Ellos, pagan culpas ajenas. El precio del maíz aumentó un 85% desde setiembre del 2020 cuando la tonelada métrica costaba S/ 664 y hoy cuesta más de 1,300. La soya para forraje pasó de S/ 1.224 a S/ 1.900. Si el costo de los insumos sube, pero no el precio, entonces las pérdidas son crecientes.
La causa de la grave situación ganadera, está en las políticas de estado. Si se gobierna para los grupos de poder y, la inversión extranjera onerosa, en perjuicio de la producción nacional, entonces la gestión gubernamental tendrá ese perfil. En cambio, si se gobierna anteponiendo los intereses nacionales a los particulares, las políticas de estado serán diferentes. La finalidad de las empresas compradoras de leche es generar utilidades para los accionistas, lo más rápido y en la mayor cantidad posible. Nada que ver con el sufrimiento humano ni con los intereses nacionales.
Indudablemente, si como gobernante permito que los grupos de poder que controlan el mercado lácteo (Gloria-Nestlé-Laive) importen cada vez mayor cantidad de leche en polvo, libre de aranceles, lo que estoy haciendo es sabotear la producción nacional porque, con ello, cada vez se comprará menos a nuestros ganaderos. En el 2021, según la SUNAT, hubo récord histórico de importaciones lácteas. Se importó 78.000 toneladas de insumos lácteos en polvo (leche en polvo, grasa anhidra, sueros y lactosueros).
Si tomamos en cuenta que por cada kilo de leche en polvo se obtiene ocho litros de leche para el consumo, entonces el grupo Gloria ya no tendrá necesidad de comprar a nuestros ganaderos. Con lo importado, alcanza y sobra para exportar leche evaporada, elaborada solo con leche en polvo, como lo viene haciendo en el país y vendiendo en países vecinos además de Centro América.
Gloria, Laive y Nestlé acopian diariamente 2.100.000 litros de leche, sin embargo, ya en noviembre del 2021 hubo una disminución del 18% con relación al mismo mes del 2020. Ya advirtieron que dejarán de comprar en ciertos casos, asustando a los pequeños ganaderos, pues se quedarían sin sustento familiar. Muchos ya optaron por vender su ganado y esto, es ya peligroso para el desarrollo nacional y la seguridad alimentaria.
Los siguientes gráficos son ilustrativos de la situación:
La mayor concentración de vacas lecheras está en Cajamarca que es la región más pobre del país (18% de participación), Puno (11%), Cusco (9%), Amazonas (9%), Arequipa (8%) y Lima (8%). Las cuencas lecheras más productoras son Cajamarca (17.12%), Lima (16.94%), Arequipa (16.77%), La Libertad (7.37%) y Puno (6.16%); las cuales representan el 64.36% de la producción nacional.
En nuestro país existen 452 mil productores de leche con sus respectivas familias. El mayor problema está en la serranía, en las zonas de mayor pobreza y entre los campesinos sin establo. A ellos no les alcanza ni la segunda reforma agraria, ni la reactivación frente a la pandemia, ni los subsidios crediticios y arancelarios. El Perú, tiene condiciones para ser una potencia ganadera para la autosuficiencia y exportar leche y carne. Pero nadie repara en ello, porque son otros los intereses que priman.
Este gobierno, ¿solucionará estas inequidades? Lo dudo. Tal como va la situación en las esferas gubernamentales, no creo que hay muchas esperanzas de que la problemática descrita, sea atendida con prontitud y eficacia. Ya no se puede confiar sino, en nosotros mismos. No queda otra alternativa que el empoderamiento de los sectores populares. Los ganaderos del Perú, tendrán que asumir el reto de generar poder organizado, para forzar decisiones políticas que resuelvan sus problemas. O no. ¿Ustedes qué dicen?
Febrero 04-2022
Otra información
en https://republicaequitativa.
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