Julio C. Gambina 15 De Abril, 2022
Publicado en Debates estratégicos
Los distintos procesos de crisis en
la economía manifestados en este Siglo XXI tienen ahora expresión concreta en
el terreno militar. El costo en vidas es elevado, pero también en gasto e
inversiones inútiles para la sociedad mundial. Las guerras insumen recursos
necesarios para atender las necesidades vitales de la humanidad y de la
naturaleza. La guerra, en todas sus manifestaciones, son expresión de la
disputa por la hegemonía del orden mundial. Lo era la “guerra comercial”
declarada por EEUU contra China, como todas las confrontaciones derivadas de
sanciones unilaterales generadas en el último tiempo, especialmente emanadas
desde Washington y replicadas por los socios globales.
El horizonte cercano nos devuelve más
penurias para la mayoría empobrecida del planeta, lo que requiere pensar en
términos de construcción de alternativa. La estrategia para superar el momento
actual, de crisis extendida, alimentaria, energética, económica, financiera,
cultural, política, más pandemia y más guerras nos convoca a desplegar
estrategias conducentes a limitar la ofensiva del capital contra el trabajo, la
naturaleza y la sociedad, que definimos como anticapitalismo.
Nos queda claro que la situación de
guerras explícitas, que arrastran a posicionamientos definidos en la
institucionalidad mundial, caso de las resoluciones que se viene abordando en
las Naciones Unidas y que parecen no tener límites, nos presenta un escenario
de futuro inmediato de incertidumbre con perspectivas regresivas. En la
coyuntura puede ejemplificarse la regresión con la suba de precios de alimentos
y combustibles que sufren los sectores de menores ingresos, al tiempo que
mejoran las perspectivas de apropiación de las ganancias de los capitales más
concentrados del sistema mundial.
En otros tiempos de guerras se
gestaron condiciones para la revolución y por eso, vale recuperar el desafío
civilizatorio gestado a comienzos del Siglo XX.
La guerra mundial desatada en 1914
habilitó la revolución rusa en 1917, y entre sus principales consignas estaban
la lucha por la paz y el pan, premisa para
sustentar una propuesta de carácter anticapitalista y por el socialismo.
Son dos aspectos claves, la paz y los
alimentos, que están en juego en nuestros días, en un escenario de agravamiento
del cuadro belicista, especialmente en Europa, pero no solo.
Al mismo tiempo reaparece el temor inflacionario
(8,5% anualizado, para marzo en EEUU y del 7,5% para Europa) en un marco de
desaceleración de la economía. Las sanciones y bloqueos por la guerra en
Ucrania impactan en la disminución de la producción y circulación y bienes y
servicios en el sistema mundial. Es una realidad que agrava un cuadro de
desaceleración económica que vive la economía mundial, solo contrarrestado por
la fuerte expansión productiva de los llamados países emergentes, especialmente
China.
Gasto militar
Con la guerra se estimula la
expansión de la militarización y el consecuente gasto militar.
Ello ocurre en desmedro de otros
destinos orientados a superar las falencias esenciales de millones de personas
en el mundo, especialmente la alimentación. Dice la FAO:
“Hoy se producen alimentos más que
suficientes para alimentar a cada uno de nosotros. Sin embargo, hasta 811
millones de personas siguen padeciendo desnutrición crónica, en medio de signos
de disminución del impulso para alcanzar el Hambre Cero.”[1]
La caída de la producción de
alimentos y sus exportaciones por las afectaciones productivas en territorio de
guerra en Ucrania, más las sanciones del capitalismo desarrollado sobre Rusia,
obstaculizando globalmente la circulación de bienes y servicios, impacta en la
suba de los precios internacionales.
Es grave el tema en alimentos y
energía, estableciendo serios límites para atender las necesidades básicas de
los sectores más empobrecidos en el ámbito mundial, al tiempo que exacerba los
problemas de arrastre de contaminación que afectan el cambio climático y la
destrucción de la naturaleza.
La situación de guerra en Ucrania, en
Yemen, o en Palestina, entre otros territorios, se despliega en un marco de
expansión del gasto militar global y los argumentos presentados explicitan la
necesidad de la “defensa”. Como cada país asume la hipótesis de conflicto de la
amenaza externa, el resultado es un incremento del gasto militar de cada país
con capacidad de intervenir en la disputa mundial. Ese argumento defensivo está
azuzado por estrategias de inteligencia que inducen a un mayor gasto militar.
El crecimiento del presupuesto
militar queda explicitado en las informaciones para 2020 del Banco Mundial
(BM), quien se lamenta por la tendencia incremental, un 2,4% del PBI mundial,
especialmente en pleno desarrollo de la pandemia por el coronavirus iniciada en
marzo de ese año.[2]
Resulta interesante recoger los datos
del SIPRI[3], que también informa el BM, en donde
puede leerse:
“Las transferencias internacionales
de armas importantes experimentaron una ligera caída entre 2012-16 y 2017-21
(-4,6 %). Sin embargo, las exportaciones de los Estados Unidos y Francia
aumentaron sustancialmente, al igual que las importaciones a los estados de
Europa (+19 por ciento), Asia Oriental (+20 por ciento) y Oceanía (+59 por
ciento).”
Ahí puede entenderse los focos de la
guerra, los territorios del conflicto y las hipótesis de confrontación. Agrega
el informe:
“El mayor crecimiento en las
importaciones de armas entre las regiones del mundo se produjo en Europa. En
2017-21, las importaciones de armas importantes por parte de los estados
europeos fueron un 19 % más altas que en 2012-16 y representaron el 13 % de las
transferencias mundiales de armas.”
Resulta curiosa la confirmación de Europa como
destino principal de la venta de armas, lo que evidencia que el conflicto
desatado a fines de febrero era parte de las hipótesis de conflicto previas.
Completa la información destacando:
“Mientras continuaba el conflicto en
Yemen y las tensiones entre Irán y otros estados de la región seguían siendo
altas, las importaciones de armas jugaron un papel importante en los
desarrollos de seguridad en el Golfo. Las importaciones de armas de Arabia
Saudita —el segundo mayor importador de armas del mundo— aumentaron un 27 %
entre 2012-16 y 2017-21. Las importaciones de armas de Qatar crecieron un 227
por ciento, lo que lo impulsó del vigésimo segundo mayor importador de armas al
sexto.”
Es de interés verificar los
territorios que concentran el flujo del comercio de armas y asociarlo a los
intereses estratégicos del capital por la dominación de la producción mundial.
La misma fuente indica, para abril
del 2021, un aumento del gasto militar para alcanzar los 1.981 billones de
dólares, siendo EEUU, China, India, Rusia y el Reino Unido, los 5 mayores
involucrados, totalizando en su conjunto un 62% del volumen global.
No debe sorprender que este gasto
explicita las disputas que existen por la hegemonía del sistema capitalista
mundial, por lo que no extraña que, junto a lo militar, la guerra se manifiesta
como “comercial, financiera, productiva, tecnológica, monetaria, incluso,
cultural”.
Ese conjunto de países define hoy los
bloques de alineamiento internacional que arrastra a otros países, y desafía a
pensar en términos de lucha en contra y más allá del régimen de la ganancia, lo
que supone pensar en alternativas al orden global.
Estrategia alternativa
Son tiempos de desorden del orden
emergente en 1945 e incluso de aquel unipolar emergente en 1991.
La debilidad del dólar y la aparición
de una puja de varias monedas nacionales que intentan ser expresión del dinero
universal, resulta una clara manifestación de la búsqueda de una nueva regularidad
en la orientación del sistema global.
Mercancía y Dinero es la presentación
del fenómeno capitalista en los estudios de Marx sobre “El Capital”, por lo que
resulta de interés en una estrategia en contra del capitalismo analizar los
fenómenos visibles en el proceso de extensión de la mercantilización. Una
extensión dialécticamente obstaculizada por las sanciones que disparan
iniciativas de nuevos circuitos de valorización en el ámbito mundial.
Los caminos de la mercantilización y la
valorización de capitales es un proceso continuo desde los orígenes de la
acumulación capitalista, que hoy se define con mayor visibilidad en el terreno
militar.
El interrogante que muchos sostienen,
apunta a comparar críticamente este gasto militar en expansión, con otro
destino, alternativo, para enfrentar la desnutrición y el hambre. La respuesta
no pude buscarse en razonamientos o apelaciones “humanitarias”, relativas al
orden económico, social, político y cultural, sino en la esfera de la lógica de
la ganancia y la acumulación derivada del régimen del capital. No existe el
humanismo en el capitalismo, solo la ganancia y la acumulación.
Por eso, volviendo al inicio de la
nota, el desafío humanitario del presente está asociado a la búsqueda de una
alternativa civilizatoria, en contra y más allá del capitalismo. No hay espacio
para la reforma, aun cuando la lucha por reivindicaciones reformista puede
contribuir en una perspectiva de transformaciones profundas, revolucionarias.
En 1917 emergió una propuesta que
abonó el imaginario social mundial por el socialismo durante décadas, incluso
pudo construir un sistema mundial bipolar luego de la segunda guerra mundial en
1945, más allá de la opinión que pueda ofrecerse sobre el tipo de sociedad
construida en la URSS hasta 1991. Incluso, la estrategia “tercerista” y
variadas luchas por la liberación nacional y social fueron posibles en un marco
de bipolaridad del sistema mundial.
Aquella búsqueda frustrada por el
anticapitalismo y el socialismo, inspirada según sus seguidores en la crítica
de la economía política y del propio capitalismo, estaba asentada en los estudios
de Carlos Marx.
Con la caída de la URSS, se habilitó
la recuperación de la teoría en origen, con los desarrollos de los nuevos
tiempos y por eso nos motiva, nuevamente en tiempos de guerra, a pensar y
proponer rumbos estratégicos en defensa de la humanidad y la naturaleza.
Se trata de construir imaginarios
sociales colectivos, conscientes, sustentados en la des-mercantilización de la
cotidianeidad y una práctica extendida de autogestión y trabajo comunitario. Es
algo que recrean concepciones del “vivir bien” o el “buen vivir” que
recuperaron recientes reformas constitucionales en la región.
Buenos Aires, 13 de abril de 2022
[1] FAO. Metas de desarrollo
sostenible, en: https://www.fao.org/sustainable-development-goals/goals/goal-2/en/
[2] Banco Mundial.(https://datos.bancomundial.org/indicator/MS.MIL.XPND.GD.ZS
[3] Instituto Internacional de
Investigación por la Paz de Estocolmo. SIPRI. El comercio mundial de armas cae
ligeramente, pero aumentan las importaciones a Europa, Asia oriental y Oceanía
(14/03/2022); en: https://sipri.org/media/press-release/2022/global-arms-trade-falls-slightly-imports-europe-east-asia-and-oceania-rise
Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2022/04/15/la-revolucion-contra-el-capitalismo-es-la-estrategia/
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