Escribe: Milciades Ruiz
Afrontamos una situación política que se veía venir, como el punto de quiebre de un proceso social, en las actuales condiciones históricas de nuestro país. Aunque el depuesto presidente Pedro Castillo, ha estado circunstancialmente en la cresta de la ola, en la que sucumbió, la borrasca viene desde muy atrás. Ha sido el proceso el que lo puso allí por unos meses, pero este continúa invariable en tanto las condiciones se mantengan. Veamos.
Se podrá decir mucho sobre las torpezas, errores, ineptitudes, corruptela, malas influencias y traiciones de Castillo. Se podrá echar toda la culpa a la derecha, sin mirar la nuestra, pero pasada la indignación, tenemos que dejar de lado las especulaciones anecdóticas y recapacitar a cerca del ¿Por qué?, sucedió este descalabro político en este momento histórico de nuestro país.
Al interpretar los fenómenos sociales no solo deberíamos tener en cuenta los factores que intervienen en la generación de los hechos, sino también, sus antecedentes. Nada es espontáneo y hasta la noche se gesta desde muy temprano. Son las condiciones de poder las que determinan el curso de la historia, por la predominancia de algunos factores, que la encaminan en un sentido, u otro.
Sea como fuere, el colapso gubernamental no ha terminado. La gobernante de transición tampoco es de izquierda y, está en una posición política muy débil, sin partido político que la respalde ni representación parlamentaria. La oposición se ha fortalecido con las facilidades que otorgó Castillo y en la correlación de fuerzas tiene todo a su favor, hasta con respaldo de la OEA. La fagocitosis conservadora acabará con los restos que quedan.
Esto es así, porque en las condiciones de nuestro país, persiste un predominio político de las fuerzas antipopulares. Estas, mantienen la situación imperante, sin cambio fundamental, dado que, la resistencia social contraria no adquiere todavía la capacidad de anular tal predominio. No es casualidad que los siete últimos presidentes surgidos de las urnas, estén probadamente comprometidos con la corrupción, desde que el neoliberalismo se posesionó de nuestro país.
Si el producto social arroja siempre los mismos resultados negativos, es porque persisten las condiciones que los ocasionan. Podrían ser los insumos, los métodos, o todo el diseño del sistema político, pero sea cual fuere la causa, sus efectos afectan no solo a los órganos supremos del nivel nacional, sino también, a toda la estructura administrativa de nuestro país.
Este proceso degenerativo, ha impactado los gobiernos regionales y locales, pues son muchas las autoridades denunciadas judicialmente y encarceladas por corrupción. En el origen del surgimiento de Castillo está el partido político “Perú Libre”, cimentado desde el gobierno regional de Junín, en el que ha predominado una organización mafiosa que está identificada judicialmente.
Al acceder inesperadamente al poder político dicho partido, (debido en gran parte al temor del electorado a que el fujimorismo tome nuevamente el poder), ese estilo de gobierno delincuencial, se apoderó del gobierno central desplazando a la izquierda. Ha primado por ello, los malos manejos por lucro indebido, dejando de lado la ideología y las promesas electorales. Para el lumpen político no hay valores éticos.
Pero este proceso deteriorante, ha involucrado paralelamente a la izquierda peruana que se ha desprestigiado, reduciéndose a su mínima expresión. Con las condiciones favorables generadas por el gobierno de Velasco, la izquierda creció considerablemente, pero desde entonces ha venido perdiendo fuerza por su inconsistencia ideológica, primando en ella el acomodo electoral, en el que abundan los oportunistas propensos a la corrupción.
El partido “Perú Libre” accedió al poder bajo estas condicionantes. Los partidos más representativos de la izquierda electoral, vanamente, hicieron al comienzo, causa común con el gobierno de Castillo, y participaron, en la nueva administración. El líder de “Juntos por el Perú” fue uno de los escuderos de Castillo, hasta último momento en que renunció al ver todo perdido, pidiendo el apoyo de la OEA. Tras este episodio, la credibilidad de la izquierda está muy afectada.
En el escenario nacional, siguen predominando los partidos políticos conservadores. Accedieron al Parlamento unos siete partidos de derecha que siguen vigentes y dos agrupaciones de izquierda, con representantes de muy baja calidad, que se han desprestigiado y diezmado. La derecha tiene abrumadora mayoría en el poder legislativo. Esto es determinante para las decisiones gubernamentales.
En cambio, la izquierda se está quedando sin partidos políticos inscritos. Perú Libre y Juntos por el Perú, van camino a perder vigencia como lo indican las últimas elecciones sub nacionales. Entonces, la situación de la izquierda es bastante precaria. De convocarse a elecciones adelantadas o, a una asamblea constituyente, la izquierda no tendría mayor opción, aplicando el actual régimen electoral.
En estas condiciones, adelantando elecciones no se cambiará la situación imperante de predominio político. El proceso seguirá arrojando los mismos resultados negativos señalados, en tanto no se modifique las causas de la degeneración. El nuevo Congreso será tan detestable como el actual y el nuevo presidente podría ser otro corrupto. Entonces, de nada valdría luchar por nuevas elecciones para seguir en lo mismo. O quizá peor, si lo que manda, sigue inalterable.
¿Qué hacer frente a esta situación? Hay mucho por hacer, pero lo que se haga, depende del enfoque del diagnóstico. Lo que he expuesto es solo un punto de vista como lo tienen cada uno de ustedes. Hay que confrontar nuestros planteamientos y proponer alternativas. Opciones puede haber muchas, pero hay que optar por las más factibles realistamente, dentro de una estrategia integral de largo alcance.
Si consideramos que estamos en desventaja frente a un predominio de partidos de derecha, la lógica nos dice que el objetivo es fortalecer nuestras fuerzas hasta que estemos en capacidad de sobreponernos a esa predominancia. Pero aquí nos encontramos nuevamente con el requisito de las condiciones favorables. Si no hay condiciones, habrá que crearlas aprovechando las oportunidades que nos brinde la historia.
Aun cuando haya mucha voluntad, habrá que ver cuán decididos estamos en pasar a la acción. Lo declarativo suele quedarse en el papel cuando no hay la mística del sacrificio. Hay que ser claros en el reto, porque significa hacer una revolución dentro de nuestras filas. Nuevos planteamientos, nuevos liderazgos, nuevos métodos, nuevos mensajes, nuevo sistema orgánico, reformulación ideológica, etc.
En lo inmediato está el reto de lograr el cambio en el sistema político fraudulento y anacrónico, empezando por el régimen electoral, para lograr una democracia realmente representativa. Los sectores sociales territoriales y funcionales, en proporcionalidad equitativa deberían ser la columna vertebral del nuevo sistema político. Solo así, lograremos un Parlamento realmente representativo.
Si no trabajamos en esta perspectiva, con la honestidad requerida, no podríamos cambiar la correlación de fuerzas en el escenario nacional. Salvo mejor parecer. Ustedes qué dicen.
Diciembre 11-2022
Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com
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