jueves, 26 de enero de 2023

A PROPÓSITO DE LA COMPLICIDAD DE LA IZQUIERDA CON EL NEOLIBERALISMO EN EL PERÚ

 


Excelente análisis de Juan Ramón Quintana: https://www.youtube.com/watch?v=lZzfw3Q9mIU

 

Más allá de ello, lo que es deplorable es que todo estaba a la vista desde hace decenas de años. Y solo la complicidad de una izquierda electorera, arribista y corrupta pudo haber logrado que los medios corruptos de la lumpen burguesía local y del imperialismo, trabajando conjuntamente, hayan podido ocultar el grado y las formas del coloniaje americano que esclaviza al Perú como nación y lo explota sin límite. Todas estas cosas que describe y denuncia Quintana era muy conocidas y denunciadas en los años 60. No fue extraño por ello que surgieran movimientos revolucionarios como el de De la Puente y el MIR, y también insurrecciones de jóvenes de la intelectualidad izquierdista como Javier Heraud. Grupos de izquierda socialista como el de Ruiz Eldredge, Ruiz Caro y sus compañeros de partido agrupados alrededor del semanario Libertad, novelistas y editores como Scorza, Mejía Baca, parlamentarios como el senador Montesinos, etc., etc., todos estaban claros en la sujeción colonial del Perú  al imperialismo yanqui y los vínculos con los descendientes locales del semifeudalismo y de la timorata pero sanguinaria burguesía lumpen, y de la APRA como principales representantes políticos de la casta estatal y gobernante.  Lo que ocurrió en los 80s y 90s es que la burguesía lumpen y sus patrones yanquis neoliberales simplemente arrasaron con todo lo que tenía nomás fuera un ligero tufo protestatario. La izquierda "revolucionaria" que amenazaba con la lucha armada de fusiles de palo quedó desnuda y de acuerdo con su cobardía y arribismo vieron su salvación en la democracia parlamentaria, para la cual muchos de esos líderes y partidos ya estaban bien entrenados en las aulas universitarias. Así se pudo ver a un "revolucionario” mini Mao peruano como Breña Pantoja proclamar enardecido que eran ellos, él y su banda Patria Roja, quienes habían organizado al campesinado contra el terrorismo subversivo y así salvado la democracia. Otros terminaron, en el curso de los años, donde en realidad les correspondía haber estado desde un comienzo: como militantes de la Apra, del belaundismo y otras capillas políticas del imperialismo y la lumpen, aplaudidos por su pasado "revolucionario" pero responsable.  Chicos buenos, demócratas certificados, por fin. ¿Lumpen-burguesía? ¿Imperialismo?, ¿semi-colonialidad? ¡No se escucha padre! Ahora tenían que preocuparse de cómo gobernar y para eso ya habían empezado a "gerenciar responsablemente" algunos sindicatos y sus ingresos. Los líderes del PUM, del PC Moscú, PR pekinés y otras sectas "revolucionarias" por fin lograron apoltronarse en el Congreso, algunos de ellos como parlamentarios permanentes a quienes la prensa lumpen estaba encantada de publicitar como "contestatarios". Esa fue la imagen que proyectaron para ganar un calientafundillos en el parlamento: defensores del pueblo (¿clase obrera? ¡Por Dios! Esas son antiguallas que no caben en el mundo globalizado. ¡Hablemos y mostremos que somos capaces de gobernar!). De los intelectuales de izquierda ni se diga.  ONGs patrocinadas por la USAID, becas y viajes en universidades como Harvard, plantillas, tests estadísticos y formatos para cómo ver la realidad, dádivas del régimen corrupto del Sr rey Juan Carlos para universidades, obras y centros de la intelectualidad peruana, publicaciones internacionales con el patrocinio de Vargas Llosa, inmediatamente hicieron comprender a esos intelectuales progres que Mariátegui y su Marxismo eran restos del pasado, antiguallas; ¿despojo de tierras? Eso no no es más que, de acuerdo a las teorías modernas de gringos sabios, más que migraciones de campesinos que ya no quieren ser pongos ni sirvientas sino ganar un salario, pues la utilidad marginal que así obtiene es mayor que sacan cultivando papas y maíz en sus tierras improductivas. Es pues el progreso y la globalización lo que los mueve. ¿La vida comunitaria? Otra antigualla propia de trasnochados, vetustos marxistas que se quedaron en el siglo 19. ¿Música criolla? Ruido para borrachines nostálgicos. ¿Huayno? ¡Caramba! Cómo querer volver al incanato, salto para atrás que solo mora en la imaginación del afiebrado José María. ¿Música chicha? ¡Horror! Eso huele a cerveza chinganera.

Pero el tiempo no pasa en vano. Y de repente estalla el pueblo trabajador desde abajo, por sus propias fuerzas y venciendo sus penas y dolores, poniendo al desnudo qué es lo que realmente ocurre en nuestra patria. La experiencia de la explotación y el sufrimiento, del menosprecio racial, ha hecho a este pueblo avanzar políticamente decenas de años, y aun sin teorías. Tal como surgen los verdaderos movimientos revolucionarios, creciendo subterráneamente hasta madurar y lograr una comprensión práctica de su condición de explotados. El Perú ya no será lo que era. Ahora el pueblo deberá coronar sus luchas organizándose, centralizando las luchas de los trabajadores asalariados industriales y de servicios en alianza con el campesinado. Hay ya los elementos del pueblo que asumirán esa lucha. Jóvenes esclarecidos y honestos. A ellos les corresponde elevar su nivel teórico revolucionario, su capacidad organizativa, la prensa popular, hacerse presentes en las organizaciones de la sociedad burguesa: municipios, regiones, departamentos. Y en las organizaciones de los trabajadores asalariados y campesinos. Esta es una tarea a su medida, no propia de iluminados ni traficantes de esperanzas. Propia de una juventud que no se arredra ante los sacrificios que demanda una sociedad gobernada por los propios productores, sin zánganos que viven del trabajo ajeno ni especuladores que se apropian de los pequeños ahorros del pueblo trabajador. ¡Hay hoy hermanos, como decía nuestro insigne vate comunista César Vallejo, muchísimo que hacer!

24 enero 2023

Rebelde Marxista

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