HORMIGAS Y HOMBRES
Las hormigas actúan
solidariamente bajo un régimen de trabajo para satisfacer las necesidades de
toda la colonia. El individuo, glorificado por el individualismo capitalista, labora
bajo un régimen de trabajo que sólo se preocupa por su bolsillo. La iniciativa
privada, como motor de la sociedad, conduce a una guerra sin cuartel entre
familias y al caos de la economía por la feroz competencia para apropiarse de
los recursos que la naturaleza provee a TODOS los seres vivos.
Cuanta diferencia entre el mundo
de las hormigas construido a base de solidaridad y el mundo capitalista, caótico
e infectado por el virus individualista, que conduce a los seres humanos a su
deshumanización bajo el imperio del egoísmo individualista.
Pese a todo. El siglo XXI dará a luz
una nueva época. La naturaleza no sólo es fuente de trabajo del hombre sino,
también, es materia de reflexión que le permite lograr lo que su constitución
física no le admite realizar por sí misma (volar como las aves, por ejemplo).
En materia de organización, los
hombres siempre hemos admirado la “perfección” organizativa de las abejas o de
las hormigas. Sergio A. Moriello considera que una hormiga aislada “es una
criatura sumamente tonta, estúpida, capaz únicamente de ejecutar -aunque de
forma fiel y obstinada- un pequeño conjunto de rutinas innatas, pero
condicionada por el entorno circundante. No obstante, tomadas en grupo, son
capaces de erigir sociedades complejas con sofisticadas actividades como
agricultura, ganadería, arquitectura, ingeniería e, incluso, prácticas de
esclavitud. De esta forma, podría considerarse al hormiguero como un macroorganismo,
que presenta un comportamiento global inteligente. Es decir, nadie planifica,
nadie ordena ni controla, pero surge un comportamiento colectivo -quizás
instintivo- o una necesidad que las "obliga" a trabajar juntas
persiguiendo un fin común.”
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