Escribe: Milciades Ruiz
En estos días, todos los peruanos se alistan a celebrar la independencia del Perú. Los parlamentarios y todo el aparato estatal, incluyendo represores del pueblo, recibirán su premio en dinero y otros bienes, mientras en los niveles más pobres de nuestra sociedad se alista una movilización de protesta social. Lo que recibirán estos, será más represión. ¿Es la historia de siempre? Veamos.
Cada sistema de dominación, genera su estructura económica que la sustenta, con su propia filosofía que la justifica. Sobre esta base, se erige la cultura de la sociedad, con valores que refuerzan la dominación. Todos los hechos históricos, son registrados a conveniencia del sistema dominante. De lo contrario, se reprime por considerarse una amenaza a su vigencia.
De este modo, la historia se tergiversa, omitiéndose la verdad. Los rebeldes al sistema son catalogados de la peor manera. Entonces, en una confrontación entre rebeldes y defensores del sistema, los héroes que reporta la historia resultan siendo los represores y, villanos los sometidos. La operación militar “Chavín de Huantar” es una muestra de ello, como lo es, la falsa “defensa de la democracia” frente a la movilización popular de protesta.
La tergiversación histórica en el Perú, se origina desde el momento en que la monarquía española del siglo XVI, invade el Tahuantinsuyo. Desde entonces, tenemos una sola versión histórica ya que los dominantes siguen siendo los descendientes de los invasores, los mismos que, impiden que los pueblos originarios recuperen sus dominios. No hay historia neutral. Ella está condicionada por el poder vigente.
Esa versión oficial, es la que se imparte desde los inicios de la educación escolar. Todos crecemos creyendo en ella, sin percatarnos que la educación que recibimos está orientada a reforzar el sistema de dominación imperante. Los profesores han incrustado en nuestras mentes que, Túpac Amaru II, fue precursor de la independencia de sus opresores, y que Hipólito Unanue, es un prócer de ella, omitiendo que este, fue del campo enemigo, terrateniente esclavista y delegado por el virrey para pactar con la “Expedición libertadora” su sujeción al rey de España.
Manejamos pues, una versión histórica que, es una estafa, al estar adulterada fraudulentamente. Por ello, decir una versión distinta a la que se nos ha inculcado, causa desagrado en muchos, porque rompe el esquema de nuestra estructura mental. Es que todas las generaciones de la república bicentenaria, han sido educadas a conveniencia de la dominación, generando una cultura alienante.
Al decir que, no es cierto que los llamados “libertadores” vinieran en 1821 a emancipar nuestro país, suena a una herejía. La tergiversación histórica ha creado convicciones que no aceptan la verdad. A veces, la mentira es más agradable que la verdad, porque esta, nos desilusiona. Sin embargo, a nadie le gusta vivir engañado por intereses ajenos. Pero es así, como se establece una dominación social.
No es lo mismo decir, la independencia del Perú que, decir independencia del virreinato del Perú. En aquellos tiempos, se consideraba peruanos solo a los descendientes españoles y no a los oriundos- A estos se les denominaba “naturales” e “indios”. (como hasta ahora). En ningún momento, los criollos independentistas, que por entonces eran “españoles sudamericanos”, pensaron en liberar el Tahuantinsuyo. Hacerlo, hubiese sido buscar su propia eliminación. No hay documento alguno que diga lo contrario.
Lo que hicieron los criollos fue aprovechar el descalabro económico y político de España después de 1808, hasta el punto de perderlo todo, entregando el imperio español a Francia. Los criollos estaban hartos de depender de España y querían aprovechar la ocasión para tener su propia monarquía independizando los virreinatos. Inglaterra promovió y financió la subversión a fin de romper el monopolio comercial español con sus colonias. Todo está documentado.
Lo primero que hizo San Martín al llegar a Lima, fue tranquilizar a la nobleza colonial asegurándoles que la revolución no era contra ellos, que podían conservar todos sus privilegios, sus esclavos y sus vasallos “indios”, sus propiedades y cargos públicos. Fue la nobleza colonial la que firmó el acta de la independencia. Ningún representante de los nativos fue invitado.
San Martín, propuso al virrey La Serna, negociar en Madrid, el establecimiento de una monarquía constitucional en el Perúcon un príncipe de la familia reinante. Esto, no fue admitido por el virrey, por lealtad al rey. El historiador Jorge Basadre en su obra “Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú Republicano”, consigna una prueba documentaria en la que, San Martín al ver que su propuesta fue rechazada, desdeñosamente les dijo a los realistas que, no les quedaba otra cosa que capitular o pegarse un tiro. Fue refutado por el coronel realista Valdés, amenazando con instaurar el Tahuantinsuyo apoyando a los nativos que acabarían con los criollos.
Por razones militares La Serna, abandonó Lima el 6 de julio de 1821, para protegerse en la serranía, lo que permitió a San Martín tomar Lima sin ningún disparo y proclamar la independencia. Muchos peruanos nacieron esclavos por descendencia. No fueron libres sino 33 años después de la declaración de la independencia (fines de 1854) previo pago sobrevaluado a sus dueños criollos. Sin embargo, los afroperuanos cantan hasta hoy, “Somos libres seámoslo siempre” cada vez que se entona el himno nacional, ignorando que ese himno fue hecho para los amos y no, para sus antepasados. La alienación impide la consciencia de los hechos.
Peor les fue a los nativos que, siguieron en la misma condición de vasallos durante siglo y medio, hasta que la reforma agraria de 1969, los liberó de los señores feudales. Se les devolvió la tierra arrebatada por los invasores, pero quedó pendiente la devolución de su derecho a gobernar su territorio ancestral. Siguen segregados del poder político por un sistema racista de dominación confabulada.
Los peruanos ancestrales ni siquiera tienen derecho a reclamar por justicia. Es que tampoco hay justicia neutra o imparcial, pues ella responde a la dominación vigente. Se criminaliza la protesta de los oprimidos, se ejerce sobre ellos la violencia de estado, con total impunidad. No tienen acceso a la oficialidad de las fuerzas armadas, ni al cuerpo diplomático. La segregación es en todos los aspectos, de manera directa, y encubierta.
Todos sabemos que, no hay efecto sin causa. ¿Cómo no entender la reacción popular frente a tanta segregación? Si a los peruanos ancestrales se les cierra todas las puertas, ¿Qué les queda? No hay otro camino que la rebelión. Así sucedió desde que la dominación extranjera se apoderó del Tahuantinsuyo.
Hay mucho dolor acumulado desde que llegaron los conquistadores del Tahuantinsuyo. Hay mucho rencor generacional deseando justicia. Son muchos los abusos en cerca de medio milenio de dominación y, si la gente explota sin reparar en los peligros, es porque es preferible morir luchando, antes que seguir soportando tanta maldad.
En 1626, el arzobispo Gonzalo de Ocampo, celebró un “auto de fe” inquisidor en Huamalíes, contra algunos oriundos que hizo castigar por herejía y apostasía. Fueron quemados varios cadáveres de los ancestros gentiles a los que los nativos veneraban. (Diccionario histórico biográfico- M. Mendíburu-tomo octavo). ¿Puede haber olvido de esta afrenta irracional? Pero casos de abusos como este, suman millones.
En las últimas movilizaciones populares de protesta han aflorado los rencores ancestrales. Al igual que un empozamiento de agua rompe los atajos arrasando lo que encuentra a su paso, el fenómeno ocurre también en el torrente social. La movilización insistente que simbólicamente se le llama “toma de Lima”, es la expresión de un volcán de resentimiento social, pero la dominación maneja una versión a su conveniencia, tergiversando la realidad histórica.
La sociedad sería distinta si no fuera porque las minorías gobernantes se mantienen en el poder engañando a las mayorías tergiversando los hechos. El “tonto útil” es el que se presta al engaño. La lucha continuará hasta encontrar justicia. Tarde o, temprano, la lucha popular triunfará.
Julio 15-2023
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