Más allá de la victoria electoral del
Presidente Chávez
El socialismo en un país rentista
03-11-2012
Traducido por Silvia Arana para Rebelión
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Introducción
La exitosa reelección del Presidente
Chávez con una diferencia contundente de 10 puntos porcentuales, ganando 20 de
los 22 estados y con una concurrencia electoral masiva del 80% le otorga al
gobierno venezolano un mandato claro y decisivo para conducir la política y la
economía del país durante los próximos seis años.
Para entender tanto las oportunidades como
las limitaciones que encontrará el gobierno, es esencial resumir no solo las
características positivas del gobierno sino también las complejas y difíciles
características estructurales de "transición" de una economía y
sociedad, fundamentalmente "rentista", basada en los enclaves
extractivos de una economía dominada por el petróleo. El proyecto socialista
enfrenta un ámbito externo con características contradictorias, que incluye una
economía altamente globalizada que ofrece oportunidades de intercambio e
inversiones y socios económicos en expansión a nivel regional y de
organizaciones globales (OPEC, MERCOSUR, UNASUR, PETROCARIBE, ALBA) al igual
que amenazas político-militares por su proximidad con la patria imperial de
América del Norte.
Mientras que los cimientos institucionales
y las iniciativas de política exterior del Presidente Chávez generaron un
verdadero "muro de fuego" -al menos en la actual coyuntura- contra
cualquier intervención directa o indirecta de EE.UU. o de la OTAN, como sucedió
en Irak, Libia y Siria. En cambio, las estructuras internas, en particular las
sociales, económicas y políticas, son más problemáticas. Y por esa razón,
Washington se ha reenfocado para concentrarse en debilitar los puntos
vulnerables políticos y estructurales del régimen de Chávez con el fin de
cuestionar y erosionar su gobierno. Este "reajuste" de la estrategia
imperialista "hacia dentro" exige un giro igualmente estratégico del
gobierno de Chávez: consolidar los cambios realizados y avanzar en nuevas
formas de organización y práctica socialista.
Respuestas post-electorales
Después del triunfo electoral de Chávez,
el terreno de las luchas futuras quedó en evidencia tanto por las reacciones de
EE.UU. y de sus adversarios domésticos como por la de los venezolanos que
apoyan a Chávez. La Casa Blanca elogió el proceso electoral, la participación
pacífica y ordenada de sus ciudadanos pero, a diferencia de las respuestas
congratulatorias de los presidentes latinoamericanos, no felicitó al Presidente
Chávez -una señal clara de la continuación de las hostilidades diplomáticas.
Washington no reconoció la relación entre el proceso pacífico y el programa
sustantivo del gobierno de Chávez: dada la inmensa popularidad de los programas
sociales y redistributivos hubo un consenso general (incluso entre la mayoría
de votantes de la oposición) que la violencia y una campaña desestabilizadora
solo hubiera aislado a los testaferros de Washington, perjudicando sus
perspectivas electorales en las próximas elecciones de diciembre de 2012 y
febrero de 2013 y polarizando al electorado de una manera muy desfavorable.
El reconocimiento de la legitimidad e
integridad del proceso electoral por el candidato derrotado, Capriles, y por la
Casa Blanca es una indicación de que el enfoque principal de la oposición
reside en intensificar la lucha electoral para captar el control institucional
a nivel legislativo local, estatal y nacional durante los próximos cuatro
meses. EE.UU. se prepara para entregar millones de dólares a las bases de apoyo
de la oposición -sobretodo usando los fondos para forzar la "unidad"
entre la docena de partidos, sectas, ONGs, sindicatos y asociaciones de
propietarios rivales. Las divisiones y separaciones entre la oposición irán en
detrimento de los esfuerzos para derrocar a los funcionarios chavistas, incluso
a los más vulnerables.
El Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), a favor de Chávez, sostiene que las elecciones le dieron al Presidente
el "mandato" de continuar con la agenda socialista. El problema es
que muchos líderes, organizaciones de base, grupos barriales y funcionarios
tienen importantes discrepancias sobre el significado del "mandato" con
respecto a la agenda socio-económica. El problema es que ellos también tienen
discrepancias importantes sobre cuáles deberían ser los próximos pasos
hacia una "transición socialista".
La oposición hará todo lo posible para
conservar sus bases de poder institucional y su contraparte en EE.UU. se
aprovechará, sin dudas, al máximo de sus puntos de acceso al sistema político.
La oposición se opondrá a cualquier cambio en la propiedad de los bancos
privados, de los medios masivos de comunicación y de los centros económicos
estratégicos, bajo su dominio. Promoverán cambios en la política gubernamental,
pidiendo reducción del gasto social; apoyando legislación que debilite la
regulación por parte del estado; y pidiendo investigaciones legislativas de
funcionarios chavistas elegidos por voto. La oposición neoliberal se enfocará
en explotar cualquier error cometido por las empresas públicas y en denunciar
una "persecución" autoritaria si el gobierno enjuicia a estafadores
del sector público, a delincuentes que lavan dinero o a banqueros que hacen
operaciones financieras ilegales internacionales. Por sobretodo, tanto EE.UU.
como la oposición denunciarán que la "democracia" y la
"libertad" están en peligro si el gobierno cierra los conductos
organizados para transferir fondos de EE.UU. a las llamadas ONGs, en
respuesta a la resistencia de estos "conductos" a registrarse como
agentes extranjeros. Las ONGs financiadas por EE.UU. son burdamente disimuladas
"organizaciones de fachada" que tienen un rol principal en el
financiamiento y preparación de la oposición, proveyendo entrenamiento,
asesores, propagandistas y estrategas electorales. Washington le pone la
siguiente condición al financiamiento de la fragmentada oposición: unan sus
fuerzas y sigan las directivas de EE.UU.
La estrategia actual de EE.UU. del camino
electoral no excluye que en el futuro cambie a una directiva más violenta y
autoritaria. Washington piensa que la coyuntura posterior a las elecciones de
octubre no es el momento propicio para un golpe de estado; con varios puntos de
acceso disponibles, con medios de comunicación corporativos e instituciones
bancarias fortalecidas en un ambiente político relativamente estable.
Washington está preparado para maniobrar a través del proceso electoral con la
intención de ganar poder institucional para bloquear la agenda socialista del
Presidente mediante la obstrucción legislativa. EE.UU. va a cambiar de
estrategia y optar por el golpe si logra suficiente poder institucional como
para fabricar un procedimiento de "destitución" o un llamado a
referéndum. La oposición va a decir que Chávez "abusó" del poder
constitucional, con la esperanza de convertir para su causa a sectores
militares "constitucionalistas" o de la Guardia Nacional, una táctica
preferida por el Departamento de Estado en el derrocamiento de los presidentes
elegidos democráticamente de Honduras y Paraguay. En otras palabras, en la
actualidad la postura democrática adoptada por Washington y la oposición es
compatible con la toma autoritaria del poder en un futuro cercano. De hecho, en
las condiciones actuales, las tácticas electorales son un complemento necesario
para un futuro cambio estratégico de régimen usando la violencia.
Chávez en el período post electoral:
Múltiples opciones
Después de las elecciones, el Presidente
Chávez ha formulado dos respuestas aparentemente contradictorias, que reflejan
dos momentos políticos específicos. Por un lado, habla de avanzar con la agenda
socialista: por el otro, de abrir el diálogo con la oposición incluyendo a la
élite capitalista y de negocios. La postura socialista refleja el mandato
popular que recibió con el triunfo electoral reciente; la postura sobre el
diálogo apunta a las próximas elecciones locales, estatales y nacionales.
Además, Chávez enfrenta presiones internas
que lo tironean en diferentes direcciones. Los activistas radicales, los
movimientos sociales y unos pocos líderes políticos presionan por una nueva
ronda de nacionalizaciones, con objetivos políticos, económicos e ideológicos.
Sostienen que los sectores estratégicos, como la banca, el comercio agrícola,
las telecomunicaciones, las industrias relacionadas al petróleo y otras le
proveerán al gobierno con los recursos y el poder para relanzar sus planes
estancados de una diversificación rápida de la economía y un crecimiento
acelerado. Plantean además que la propiedad pública debilitará políticamente a
la base de la oposición neoliberal y cerrarán los conductos del financiamiento
de la derecha opositora por parte de Washington.
Los "moderados" sostienen que la
propiedad mixta, pública y privada, de las empresas consolidará y ampliará el
apoyo a Chávez entre las clases medias y preparará el terreno para una mayor
cooperación intergubernamental, especialmente si la oposición ganara gobernaciones
y lograra aproximarse a la mayoría legislativa. Los "moderados" dicen
que un "diálogo" entre Chávez y la oposición basado en la idea de una
alianza con sectores de la burguesía productiva, apuntando a inversiones
específicas, una mayor cantidad de crédito y de inversiones en proyectos
conjuntos ayudará a disminuir la polarización y facilitará el diálogo con
EE.UU., especialmente si Obama es reelegido. Los "moderados" se
concentran entre los funcionarios de alto nivel, los gobernadores estatales,
los ministros, líderes del partido, y entre los asesores presidenciales, muchos
de los cuales cuentan con el respaldo de los funcionarios públicos.
Los principales problemas que enfrentan
tanto los "radicales" como los "moderados" tienen dos
caras: una política y otra económica. Políticamente, en ambos grupos hay
dirigentes que no se han desempeñado efectivamente frente a su base electoral y
van a confrontar elecciones próximamente: buscan maneras de permanecer en sus
puestos, ya sea mediante promesas radicales o haciendo coaliciones con la
oposición.
Económicamente, ambas facciones, enfrentan
el profundo y generalizado problema de cómo lograr una estrategia económica
dinámica en un país esencialmente rentista. A pesar de los vastos y
progresistas cambios socio-políticos, Venezuela todavía depende en gran parte
de las exportaciones y ganancias petroleras y de una fuerza laboral dependiente
de los ingresos del petróleo para incrementar su consumo personal.
¿La posición de qué facción influirá en la
postura que tome el Presidente Chávez? Esto dependerá de qué tarea sea la
prioritaria en la implementación de la agenda socialista. Chávez busca un
conjunto de alianzas políticas para transformar Venezuela de la condición de
economía y estado rentista a un estado con una economía diversificada,
productiva y competitiva en los mercados internacionales.
Obstáculos y oportunidades para una
transición socialista
La construcción del socialismo o de una
nueva economía capitalista productiva es un proceso complejo y difícil en
cualquier economía rentista, incluyendo la venezolana.
Los ejecutivos de empresas públicas y
privadas han demostrado poseer muy poca capacidad para innovar, invertir en
nueva tecnología, buscar nichos en mercados y terminar los proyectos a tiempo.
En cambio, se recuestan en el estado rentista para conseguir contratos
públicos, subsidios, mercados internos cautivos, préstamos públicos de baja
tasa de interés y contactos políticos. Como un resultado de ello, los
defensores de los estados "mixtos", "socialistas" y
"neoliberal" hacen críticas de sus adversarios pero no ven las mismas
debilidades referidas a sus propias "agencias de desarrollo".
Durante décadas, el sector privado fue
incapaz de funcionar con sentido empresarial, confundiendo su tendencia a ganancias
rápidas, manipulando intereses diferenciales y tasas de cambio y ganancias
monopólicas con un signo de la "magia del mercado". De hecho, durante
décadas, antes de la época de Chávez, se dedicaron a extraer las ganancias del
petróleo del estado rentista para luego "invertirlas" en productos
importados, en el negocio inmobiliario nacional e internacional y en un inflado
y anticuado sector de servicios. La denuncia de la derecha neoliberal de que la
pobrísima trayectoria en inversión e innovación del sector privado es un
resultado de la postura poco amiga de los negocios de Chávez no se corresponde
con los hechos. El mismo comportamiento antiempresarial y rentista entre gente
de negocios, la banca y las élites agrícolas existió antes de la década de Chávez.
El comportamiento rentista tiene profundas raíces históricas, culturales y
económicas. La burguesía venezolana se ha adaptado desde hace largo tiempo al
estado rentista y en lugar de luchar contra él, ha optado por la complicidad,
la opción más ventajosa y fácil; exprimen las ganancias del petróleo usando
falsos "proyectos de desarrollo" que nunca llegan a nada.
La campaña reciente del derrotado
candidato de derecha Capriles, quien se proclama adepto al ex Presidente de
Brasil Lula da Silva, decía promover el desarrollo capitalista en el sector
privado con el bienestar social de una manera fundamentalmente incongruente.
Capriles deja de lado el hecho de que Lula tenía el respaldo de la poderosa
burguesía industrial de San Pablo para hacer su alianza entre ricos y pobres.
En cambio, Capriles tendría que respaldarse en una anémica burguesía rentista
con poca competitividad de capacidad productiva.
El problema del rentismo no
está confinado al pasado y al presente de la burguesía del sector privado;
también se manifiesta en el desempeño de los ejecutivos de mayor rango a cargo
de las empresas nacionalizadas. Sus fojas de servicio referidas a la producción
e innovación van de mediocres a malas: baja productividad, dependencia de los
subsidios gubernamentales y propensión a no cumplir con plazos establecidos
incrementando costos de extensión de plazos (en la construcción) al igual que
debilidades administrativas. Es difícil ver cómo el modelo chavista
"moderado" de una "economía mixta" que combine lo público y
lo privado, uniendo mentalidades rentistas, pueda llevar el país a una
"economía dinámica y productiva". Chávez tiene un material humano muy
problemático para trabajar en una transformación de Venezuela, que la aleje de
la economía rentista.
Los tratados teóricos marxistas y los
postulados de "transiciones al socialismo" que no tomen en cuenta el
carácter profundamente clientelista del capitalismo venezolano no tienen
relevancia alguna. La transformación de un capitalismo rentista en una economía
productiva moderna con una administración pública capaz de ofrecer servicios
sociales es crucial para la transición al socialismo venezolano del siglo XXI.
La reafirmación del objetivo socialista de
la Revolución Bolivariana como un fin estratégico depende en primer lugar de
hacer responsables a todos los ministerios y funcionarios ante las bases que
usan sus servicios, dándole poder efectivo a los concejos de ciudadanos y
comités de supervisión capacitados profesionalmente. Los abusos, la corrupción,
las ineficiencias, la provisión defectuosa o inexistente de servicios son
problemas crónicos, con alto costo político y representan una burla de los
proyectos socialmente progresistas prometidos por el Presidente Chávez. La
"renovación" y el reemplazo periódico de ministros, civiles por
militares, solo puede proveer en el mejor de los casos un alivio temporal: pero
en condiciones de falta de control del poder, la cultura y mentalidad rentista
rápidamente recupera su lugar con la misma conducta disfuncional. La supervisión
ciudadana provista del poder de sancionar a los funcionarios que no cumplan
representa una herramienta de corrección más constante.
El centralismo de una administración
deficiente conlleva enormes consecuencias políticas; probablemente representa
más de la mitad del voto popular minoritario que se fue en apoyo a la
oposición. Es un error atribuir el 45% del voto a la oposición como un llamado
a regresar al neoliberalismo: de hecho representa un voto de protesta de los
simpatizantes de Chávez contra los funcionarios gubernamentales que
administraron mal los fondos y que nombraron a amigos incompetentes del
partido. Fue un voto en contra de los ministros que gastaron miles de millones
pero no supieron mantener el flujo de petróleo, de electricidad ni de agua. Por
sobretodo, el voto de protesta antichavista, fue una respuesta a los
Ministerios del Interior y de Defensa, civiles o militares, que fracasaron en
la reducción de los índices de delincuencia -en las calles, en el ámbito
privado y en las oficinas públicas.
La elección de concejos de control
ciudadano representarían una "revolución dentro de la revolución"
porque permitirían un mayor nivel de control y de implementación de algunas de
las iniciativas del Presidente Chávez. El proceso podría dar como resultado
cambios crecientes en el nivel micro, mejorando los servicios públicos y
acelerando la tramitación de permisos públicos -lo que ciertamente sería una
mejora con respecto a propuestas estruendosamente revolucionarias que no tienen
seguimiento (que no son concretadas) y sirven únicamente para multiplicar la
cantidad de funcionarios a expensas del erario público. El aumento de la
cantidad de funcionarios solo multiplica los trámites (firmas, sellos, pagos y
demoras) e incrementa los votos de protesta. El peligro para Chávez y el PSUV
no solo proviene de la desestabilización causada por EE.UU. a través de sus
clientes locales sino también a nivel barrial. La erosión del PSUV proviene de
los miles de abusos diarios de los funcionarios de "camisa roja" que acumulan
pilas de reclamos ciudadanos mientras se liman las uñas, disfrutan de almuerzos
de dos horas (debatiendo la "próxima etapa de la revolución" o la
"estrategia de consolidación versus la estrategia de radicalización")
mientras la gente con peticiones se aglomera alrededor de los ministerios.
La responsabilidad del Presidente
El Presidente Chávez ha hecho maravillas
en la politización y en la educación cívica de los ciudadanos venezolanos como
lo pone de manifiesto la concurrencia masiva a las urnas del 80% de la
población. Ningún presidente en la historia de Venezuela (o para el caso en la
historia de EE.UU.) ha hecho más en la creación de un sentido de identidad
nacional. Ha defendido al país con valentía e integridad. Ha preservado y
fortalecido las instituciones democráticas contra los intentos
desestabilizadores y destructores del orden institucional de EE.UU. y sus
socios subalternos. El Presidente Chávez ha creado una vasta red de ayuda
social que sacó de la pobreza a millones de personas, eliminó el analfabetismo
y proveyó un sistema de salud pública universal y gratuito. El gobierno de
Chávez ha implementado programas internacionales de ayuda económica
proporcionando petróleo a precios reducidos a países pobres de América Central
y el Caribe. Sin embargo, en el 2012 tuvo que enfrentar nuevos desafíos: la
batalla por una revolución dentro de la revolución en un contexto complejo y
difícil. Las economías rentistas presentan numerosos obstáculos para
desarrollar una economía productiva y participativa basada en una clase obrera
activa, una clase empresarial innovadora y emprendedora y una clase media
socialmente conciente. La mayoría de las clases sociales venezolanas apoyan a
un presidente socialista pero, fundamentalmente sobre las bases del incremento
del consumo individual y el gasto social. Los militantes políticos son
ardientes defensores del socialismo en las calles pero en sus puestos de
trabajo su comportamiento es más similar al de sus predecesores neoliberales.
Chávez debe caminar sobre una línea muy
fina entre, por un lado renovar el sistema administrativo en su totalidad y
transformar la economía rentista y, por el otro lado, financiar e implementar
programas sociales en el corto plazo que le garanticen resultados favorables en
las elecciones de los próximos cuatro meses para ganar escaños en el Congreso y
a nivel gubernamental. La definición de las tareas correctivas de la campaña es
bastante clara y sencilla pero la implementación implica un costo político
importante.
La lucha contra el amiguismo (en los
ámbitos público y privado), la corrupción, la ineficiencia, el autoritarismo y
la incompetencia requiere: 1) comités de control ciudadano, 2) fortalecimiento
y capacitación de los concejos municipales, 3) establecimiento de procesos judiciales
y legales eficientes para investigar irregularidades administrativas en plazos
aceptables, 4) instauración de institutos técnicos y empresariales para
identificar y diseñar proyectos de manufactura e industria que utilicen
recursos locales conectados con la industria petrolera, 5) creación de
industrias basadas en el petróleo (plásticos, químicos, fertilizantes, etc.).
Las intervenciones políticas de Chávez deben priorizar las cuestiones
nacionales, como la seguridad pública, la eficiencia económica y la
participación de los trabajadores. Debe poner el énfasis en hacer una conexión
entre el consumo social con la actividad productiva, el poder popular con una
cooperación efectiva en el cumplimiento de la ley a nivel local.
Por sobretodo, Chávez debería controlar
los sectores económicos estratégicos -al nivel de toma de decisiones- en
particular del complejo financiero-bancario. La preocupación del gobierno
debería enfocarse en incrementar las inversiones en un vasto rango de nuevas
industrias derivadas del petróleo. Las bases sociales del "Socialismo
Bolivariano" deben desplazarse de una conciencia de consumidores a una
conciencia productiva, de la ayuda social desde arriba a la solidaridad de
clase y productividad desde abajo.
Hoy algunos marxistas que reclaman mayor
participación de la clase obrera a nivel gerencial o control administrativo
subestiman la conciencia económica limitada de clase -el deseo de incrementar
los salarios y los beneficios sociales independientemente de la productividad.
La democracia en el lugar de trabajo debe estar vinculada con la misión más
amplia de transformar a Venezuela de un país con economía rentista a un país
con una economía moderna, productiva y diversificada. Si eso no sucede, la
militancia de la clase trabajadora, atada a la mentalidad consumista-rentista
se convertirá en el mayor obstáculo de la transición al socialismo.
El socialismo, como entiende el Presidente
Chávez a la profundización y expansión del poder popular, requiere un giro de
los mega-proyectos, especialmente internacionales y multinacionales- a
múltiples micro-proyectos, bien administrados e implementados, bajo el control
de los trabajadores y ciudadanos, y ejecutados con una disciplina estricta, con
guías y cronogramas.
La despolitización en los nombramientos de
puestos que requieran alto grado de capacitación técnica implica que algunos
buenos para atraer votos no sean necesariamente los mejores administradores. En
la actualidad la eficiencia de costo no se toma en consideración en la
construcción de un sistema de transporte evaluado en miles de millones ni en la
organización de un sistema de carreteras, si esto sirve para ayudar a elegir a
un alcalde o a un gobernador.
La socialización de la economía puede
privar a la oposición de un respaldo financiero estratégico, pero eso tiene que
ser evaluado teniendo en cuenta cuán efectivamente la banca o las empresas
públicas se desempeñarán y mejorarán la vida diaria, las actividades económicas
y el empleo de la gente en general. Una empresa pública mal administrada -en el
sector alimenticio, por ejemplo- puede hacer más daño a una estrategia
socialista que una empresa privada bien regulada y funcional. En otras
palabras, la socialización debería avanzar acorde con el grado de capacidad del
estado (o si este se halla en el proceso de desarrollar esa capacidad) para
administrar las empresas, como lo señaló Lenin en su ensayo "Mejor pocas
pero mejores".
La seguridad pública e individual, incluyendo
la propiedad privada, es integral al desarrollo del
socialismo (y no es una característica externa o marginal de
este). Cifras incalculables de miles de millones de dólares se pierden
anualmente a causa de la delincuencia: el miedo, la intimidación, medidas de
seguridad privada, limitaciones de movimiento y tiempo, todo tiene un precio.
Hasta ahora el sistema de seguridad de Venezuela ha sido desparejo: con un,
generalmente, alto nivel de desempeño en la seguridad de las fronteras,
conteniendo amenazas externas y protegiendo las instituciones democráticas; y
con un bajo nivel con respecto a la delincuencia callejera, guerras entre
pandillas, delitos de guante blanco y sabotaje y/o negligencia de instalaciones
petroleras y eléctricas fundamentales.
La prevención del delito implica convertir
a las multitudes electorales en una red nacional de luchadores contra la
delincuencia de comunidades locales respaldadas y protegidas por Fuerzas
Especiales de respuesta rápida entrenadas en guerra urbana contra el delito.
Los asesores de inteligencia cubana pueden ser expertos en la lucha contra el
terrorismo político pero, hoy en día, una ola de delincuencia urbana sin
precedentes tiene un efecto devastador en las ciudades. Esto pone de manifiesto
la necesidad de operaciones de inteligencia a gran escala contra los líderes de
las pandillas y sus cómplices entre los hombres de negocios y los políticos y
los que hacen lavado de dinero. Los programas de ayuda social, educativos y de
empleo no han sido suficientes para parar la espiral de delincuencia. La
delincuencia no surge solo de la marginalización social sino
también de una mentalidad rentista, en la que el consumismo, basado en
la violencia y en la apropiación de los recursos económicos, es considerada
como la vía más rápida de movilidad social. La mayoría de los delincuentes son
depredadores de la clase trabajadora. Si la clase trabajadora representa las
bases de una transición socialista, entonces, si se invirtiera todo el poder
del estado en hacer cumplir las leyes se estaría haciendo una defensa esencial
del socialismo -y se daría un paso adelante para ganar el respaldo de
importantes sectores de la clase media. La delincuencia callejera está
íntimamente ligada a sus cómplices en la función pública, incluyendo altos
funcionarios policiales y judiciales, algunos de los cuales dicen ser "chavistas
fervientes".
No hay duda de que una reestructuración
global de la seguridad interna será atacada por los medios corporativos
respaldados por EE.UU. como una muestra del "autoritarismo" de Chávez
(por la misma oposición que hoy vocifera contra "la Caracas sin ley, donde
reina la delincuencia"). Sin embargo, si las ciudades fueran más seguras
para sus ciudadanos, con procedimientos dentro del marco constitucional, el
resultado será inmensamente popular y habrá réditos políticos y económicos.
Notas finales en lugar de una conclusión
La transición venezolana al socialismo es
un "proceso abierto" con enormes factores positivos y con formidables
obstáculos. La tremenda fuerza de esta dinámica le dio una visión de futuro al
liderazgo del Presidente Chávez y de su extenso ejército de simpatizantes
populares y de militantes comprometidos; y los serios desafíos derivados del
legado de una economía rentista que impregna a la clase dirigente y hasta
cierto grado en las masas populares en general.
Mientras el gobierno avanza hacia el
socialismo es una responsabilidad de sus líderes explicar en detalle el
criterio que se aplicará en la socialización de las empresas, de definir las
"reglas del juego" -básicamente qué sectores empresariales y
económicos no serán expropiados; qué márgenes de ganancia son aceptables; qué
sectores serán destinados a la socialización, a la formación de empresas
mixtas, de empresas de autogestión obrera o de propiedad privada.
Criterios para la socialización de
empresas
Sabotaje político: Los
propietarios que desinvierten (hacen vaciamiento) o que se niegan a satisfacer
la demanda, acaparan o que, adrede, bajan el nivel operacional con el fin de
erosionar la política pública y crear descontento social.
Conflicto social: Las
empresas capitalistas que se niegan a respetar las leyes laborales o participar
de negociaciones colectivas con los sindicatos o que despiden a trabajadores
arbitrariamente provocando huelgas obreras y patronales. Estas empresas deben
ser socializadas y administradas por un equipo conjunto de trabajadores,
consumidores e ingenieros.
Ideología: Las
empresas que se identifican con la oposición y que colaboran con los grupos que
sirven de fachada a EE.UU.; empresas en las que los objetivos políticos priman
sobre los económicos podrían ser intervenidas.
Sectores estratégicos: Los
sectores y empresas clave que tienen un rol determinante en la economía, como
el sector bancario, financiero y de comercio internacional deberían ser
socializados para que los funcionarios públicos tengan las herramientas
necesarias para retener el superávit económico que permita fomentar el
crecimiento de nuevos sectores: sectores socialmente estratégicos, de la
industria petrolera y la producción de alimentos. Las pequeñas y medianas empresas
innovadoras no deberían ser socializadas.
Estos criterios no abarcan a todos los
sectores posibles pero cubren a los que forman parte de una transición
socialista, siempre y cuando el estado posea la capacidad de administrarlos. No
se debería socializar ninguna empresa que vaya a ser gestionada por
funcionarios mediocres e incompetentes o líderes sindicalistas que las lleven a
la ruina. El socialismo no es una carrera para ver cuántas empresas
pueden ser nacionalizadas en un corto plazo. Cuando el estado tiene una
capacidad limitada hay varias alternativas.
Intervención, regulación e impuestos
estatales: Para garantizar el cumplimiento de
las leyes laborales, de que las ganancias sean distribuidas equitativamente, de
que los empleadores incrementen el consumo social; de que los obreros reciban
capacitación y de que haya innovaciones tecnológicas.
Comisiones de producción basadas en la
participación de los trabajadores: Para "supervisar la
contabilidad" de las empresas y proveer información a los obreros sobre
las negociaciones laborales colectivas.
Empresas mixtas con capitales públicos y
privados: Para sacar provecho de las destrezas técnicas y de mercadeo de los
capitalistas productivos bajo la guía social de administradores del sector
público y obrero.
Planificación de objetivos de producción
obligatorios y voluntarios: Las pequeñas y medianas empresas del
sector privado no deben ser socializadas, especialmente aquellas empresas que
provean servicios esenciales y actividades de entretenimiento a nivel masivo.
Venezuela no debe hacer lo que hizo Cuba en 1968, con resultados desastrosos,
al cerrar miles de empresas privadas que el Estado no tenía la capacidad de
reemplazar. Tampoco debería implementar una política similar a la de Cuba de
1970 de exportación "especializada" de productos a mercados
restringidos (el bloque soviético).
Venezuela necesita crear empresarios
y tecnócratas emprendedores en el sector público al igual que
militantes trabajadores con una conciencia crítica de clase para
el sector productivo. La administración es clave para el éxito de una
"transición al socialismo" porque Venezuela está profundamente
inmersa en el mercado global, el que ofrece grandes oportunidades favorables al
igual que obstáculos. El Estado debe invertir en escuelas tecnológicas y
administrativas que desarrollen y apliquen criterios socialistas de producción,
mercadeo, innovación, financiamiento y contabilidad. Debería evitar el uso de
"modelos" basados en la filosofía del mercado libre, propagada por
los libros de texto de EE.UU. y por los manuales de la era soviética. Se
deberían incentivar textos que apliquen críticamente los escritos marxistas a
las particularidades de una economía rentista y que promuevan el liderazgo
transformador, la participación obrera en la planificación y la autonomía
relativa de las empresas.
Panorama general: Desafíos y oportunidades
La transformación de una economía y una
sociedad rentista en una economía socialista diversificada y productiva es un
proceso difícil, complejo y prolongado. Las economías rentistas son
generalmente enclaves de alto grado de consumo que atraen renta y están
rodeados por capitalistas financieros, inmobiliarios y 'compradores'
(importadores) y élites burocráticas con salarios exagerados. El negocio
agro-industrial transfiere ganancias de la producción a los sectores rentistas
hegemónicos conservando su carácter reaccionario.
El Presidente Chávez ha llevado a cabo una
exitosa lucha política al transferir una proporción importante de la renta
hacia el consumo popular masivo y al establecer un contexto político e
ideológico en el cual se enmarcan los vastos programas de consumo social.
También ha tomado control del sector clave (petróleo) de la economía rentista.
Pero el conjunto del aparato parasitario de los sectores económicos
relacionadas con el sector clave sigue intacto y próspero: las ganancias del
sector financiero, bancario, inmobiliario e importador son enormes. La
diversificación basada en la creación de un nuevo conjunto de empresas
productivas relacionadas con los productores rentistas aún no se ha
materializado. Pero su creación es la tarea central de un proceso digno de
llamarse transición al socialismo. Hasta ahora la clase trabajadora, fuera del
sector extractivo, es muy limitada en tamaño, y su militancia está conectada al
consumo más que a una conciencia de clase.
Venezuela ha promovido la formación de la
conciencia de clase en pos de una clase trabajadora socialista -que no sea
dependiente de la renta, de las campañas electorales ni de las huelgas por
reivindicaciones inmediatas. Actualmente, la lucha de clases entre la burguesía
y los trabajadores gira en torno al reparto de la renta y de los puestos
en el estado burocrático y rentista.
El Presidente Chávez ha logrado avanzar en
el control del enclave productor de renta y en la movilización masiva de los
ciudadanos a lo largo de una década de triunfos electorales. El mayor desafío
estratégico actual es convertir esos éxitos políticos, económicos y de política
exterior en una economía política que sea productiva, socialista y
participativa. Es necesario una transformación total del PSUV y del Estado
desde la base hacia arriba. Venezuela debe hacer un giro drástico hacia la
capacitación innovadora en tecnología y marketing dejando de depender en los "leales
al partido" y en los burócratas que cumplen horario.
El ideal es la creación de cuadros que
sean "rojos" y "expertos", en lugar de tener que elegir o
por lo uno o por lo otro.
Rebelión ha publicado este artículo con
el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons,
respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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