Una lección a las farmacéuticas que no
será noticia
Cubainformación
27-01-2013
El modelo de
industria pública médico-farmacéutica de un país socialista del Sur, frente a
un modelo de mera rentabilidad económica de las multinacionales de la
producción de medicamentos en el Norte: los medios miran para otro lado.
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Que Cuba haya desarrollado ya cuatro
vacunas contra diferentes tipos de cáncer es sin duda una noticia importante
para la Humanidad (1), si tenemos en cuenta que, según la Organización Mundial
de la Salud, cada año mueren en el mundo, por esta enfermedad, cerca de 8 millones
de personas (2). Sin embargo, los grandes medios internacionales la han
ignorado casi por completo.
En 2012 Cuba patentaba la primera vacuna
terapéutica contra el cáncer de pulmón avanzado a nivel mundial, la CIMAVAX-EGF
(3). Y en enero de 2013 se anunciaba la segunda, la llamada Racotumomab (4).
Ensayos clínicos en 86 países demuestran que estas vacunas, aunque no curan la
enfermedad, consiguen la reducción de los tumores y permiten una etapa estable
de la enfermedad, aumentando esperanza y calidad de vida.
El Centro de Inmunología Molecular de La
Habana, perteneciente al Estado cubano, es el creador de todas estas vacunas.
Ya en 1985 desarrolló la vacuna de la meningitis B (5), única en el mundo, y
más tarde otras, como las que combaten la hepatitis B o el dengue (6). Además,
investiga desde hace años para desarrollar una vacuna contra el VIH-SIDA (7).
Otro centro estatal cubano, los laboratorios LABIOFAM, desarrolla medicamentos
homeopáticos también contra el cáncer: es el caso del VIDATOX, elaborado a partir
del veneno del alacrán azul (8).
Cuba exporta estos fármacos a 26 países, y
participa en empresas mixtas en China, Canadá y España (9). Todo esto rompe
completamente un estereotipo muy extendido, reforzado por el silencio mediático
acerca de los avances de Cuba y otros países del Sur: que la investigación
médico-farmacéutica de vanguardia se produce solo en los países llamados
“desarrollados”.
Indudablemente, el Estado cubano obtiene
un rendimiento económico de la venta internacional de estos productos
farmacéuticos (10). Sin embargo, su filosofía de investigación y
comercialización está en las antípodas de la práctica empresarial de la gran
industria farmacéutica.
El Premio Nobel de Medicina Richard J.
Roberts denunciaba recientemente que las farmacéuticas orientan sus
investigaciones no a la cura de las enfermedades, sino al desarrollo de
fármacos para dolencias crónicas, mucho más rentables económicamente (11). Y
señalaba que las enfermedades propias de los países más pobres –por su baja
rentabilidad- sencillamente no se investigan. Por ello, el 90% del presupuesto
para investigación está destinado a las enfermedades del 10% de la población
mundial.
La industria pública médico-farmacéutica
de Cuba, aún siendo una de las principales fuentes de divisas para el país, se
rige por principios radicalmente opuestos.
En primer lugar, sus investigaciones van
dirigidas, en buena parte, a desarrollar vacunas que evitan enfermedades y, en
consecuencia, aminoran el gasto en medicamentos de la población. En un artículo
en la prestigiosa revista Science, los investigadores de Universidad de
Stanford (California) Paul Drain y Michele Barry aseguraban que Cuba obtiene
mejores indicadores de salud que EEUU gastando hasta veinte veces menos (12).
La razón: la ausencia –en el modelo cubano- de presiones y estímulos
comerciales por parte de las farmacéuticas, y una exitosa estrategia de
educación de la población en prevención de salud.
Además, las terapias naturales y
tradicionales –como la medicina herbolaria, la acupuntura, la hipnosis y muchas
otras-, prácticas poco rentables para los fabricantes de medicamentos, están
integradas desde hace años en el sistema de salud pública gratuita de la Isla
(13).
Por otro lado, en Cuba los fármacos son
distribuidos, en primer lugar, en la red hospitalaria pública nacional, de
forma gratuita o altamente subsidiada -precisamente- gracias a los ingresos en
moneda fuerte por sus exportaciones (14).
La industria farmacéutica cubana, además,
apenas destina presupuesto al gasto publicitario que, en el caso de la
multinacionales, es superior incluso al invertido en la propia investigación
(15).
Por último, Cuba impulsa la producción de
fármacos genéricos que pone a disposición de otros países pobres y de la
Organización Mundial de la Salud, a un precio muy inferior al de la gran
industria mundial (16).
Pero estos acuerdos, ajenos a las reglas
del mercado, generan fuertes presiones desde la industria farmacéutica.
Recientemente, el Gobierno de Ecuador anunciaba la compra a Cuba de un número
importante de medicamentos, en “reciprocidad” por la becas a estudiantes
ecuatorianos en la Isla y por el apoyo de especialistas cubanos en el programa
“Manuela Espejo” para personas discapacitadas (17). Las protestas de la
Asociación de Laboratorios Farmacéuticos Ecuatorianos se convirtieron de
inmediato en campaña mediática, difundiendo el mensaje de la supuesta mala
calidad de los fármacos cubanos (18).
Por otro lado, numerosos analistas ven
detrás del golpe de estado de Honduras, en 2009, a la gran industria
farmacéutica internacional, ya que el gobierno del depuesto Manuel Zelaya, en
el marco del acuerdo ALBA, pretendía sustituir la importación de medicamentos
de las multinacionales por los genéricos cubanos (19).
El bloqueo de EEUU a Cuba impone
importantes obstáculos para la comercialización internacional de los productos
farmacéuticos cubanos, pero también perjudica directamente a la ciudadanía de
EEUU. Por ejemplo, las 80.000 personas diabéticas que sufren en este país, cada
año, la amputación de los dedos de sus pies, no pueden acceder a la vacuna
cubana Heperprot P, que precisamente las evita (20).
El Premio Nobel de Química Peter Agre
afirmaba recientemente que "Cuba es un magnífico ejemplo de cómo se pueden
integrar el conocimiento y la investigación científica" (21). Irina
Bokova, directora general de la UNESCO, decía sentirse “muy impresionada” con
los logros científicos de Cuba y mostraba la voluntad de esta organización de
Naciones Unidas en promoverlos en el resto del mundo (22). La pregunta es
inevitable: ¿contará con la colaboración imprescindible de los grandes medios
internacionales para difundirlos?
Notas:
José Manzaneda, coordinador de
Cubainformación
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