Seminario “Planeta
Tierra: Movimientos Antisistémicos”
desInformémonos
08-01-2013
Palabras de Pablo González Casanova
enunciadas en el seminario “Planeta Tierra: Movimientos Antisistémicos” en el
Cideci, Chiapas, México, el 1 de enero de 2013.
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“La posibilidad de crear esta organización
mundial en defensa del territorio constituiría la posibilidad de enfrentar una
política que tiende a irse a la extrema derecha del capital corporativo y de los
complejos empresariales, militares, mediáticos y políticos”.
En primer lugar, propongo que enviemos un
mensaje de solidaridad al extraordinario documento que es el comunicado que
publicó el 30 de diciembre el Comité Clandestino Revolucionario Indígena y la
Comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Es un
comunicado de una enorme importancia.
Estaba pensando en cómo se vincula a los
cambios que ha habido en este tipo de encuentros en varios sentidos:
particularmente, en el énfasis que se está poniendo en la categoría del
capitalismo corporativo, que nos permite un análisis mucho más profundo y preciso
que la categoría del poder, desvinculada del poder del gran capital y su
articulación con ese complejo empresarial, militar, político y mediático, que
maneja un proceso mundial llamado globalización.
En segundo lugar, quiero decir que he
aprendido mucho oyendo las reflexiones de los compañeros, producto de la
memoria de sus luchas, de la práctica de sus teorías y del encuentro con las
que vienen de los movimientos de liberación y emancipación de otros mundos, en
particular del mundo occidental, pero también de África y Asia, particularmente
de las que vienen de los años sesenta y setenta. Es muy interesante ver cómo se
ha enriquecido y se ha precisado el discurso de lo uno y lo diverso.
Tuve la oportunidad de preguntar a un
compañero tzotzil: “¿Cómo leyeron ustedes el comunicado?” Porque cada uno de
nosotros lo leyó e interpretó de una manera determinada. Lo que me contestó es
muy significativo para darse cuenta que uno lee de una manera especial y otros
leen tal vez con más riqueza de la que uno halló.
Me dijo el hermano tzotzil: “No lo leímos
como si nos dijera ‘¿quién eres?’, sino ‘¿cómo te vas a ver en este mundo de
diferencias y que no es en todo diferente?’. Tenemos que encontrarnos y que
actuar juntos”.” Eso se relacionó con algo que yo vi en el documento, que es el
vínculo más estrecho con la organización nacional de los pueblos indígenas, así
como el intento de aumentar los vínculos con los adherentes del movimiento
zapatista y con otros movimientos sociales de México y del mundo. Esto me permitió
replantear el problema del que les quiero hablar.
Ésta es la oportunidad para pensar y
organizar una inmensa red de colectivos en defensa del territorio, de la Tierra
(con t minúscula y con T mayúscula). Es una tarea fundamental si pensamos en la
otra política desde abajo y desde la izquierda, y si pensamos en la dialéctica
de las necesidades inmediatas, que muchas veces de oponen a las grandes luchas
de largo plazo -pero que la organización de los pueblos más oprimidos, que aún
conservan su territorio y que ven cómo se los quitan de una u otra manera,
constituye una aportación a la vieja alternativa de reforma o revolución-.
Es una creación histórica nueva difícil de
entender, no sólo por el pensamiento conservador, sino por aquellos que están
acostumbrados a hacer política institucional, política al estilo del siglo XX.
La posibilidad de crear esta organización
mundial en defensa del territorio constituiría la posibilidad de enfrentar una
política que tiende a irse a la extrema derecha del capital corporativo y de
los complejos empresariales, militares, mediáticos y políticos. Es una política
de recolonización del mundo que usa dos elementos del poder, que son la
propiedad y la fuerza; el dominio y la soberanía.
Son dos formas en las que se ha metido en los
países y en el mundo, y en que ha transformado muchos intentos de reforma al
capitalismo o de revolución frente al capitalismo. Los ha reestructurado de una
manera tal que los ha destrozado y, al destrozarlos, comete uno de los actos
que debíamos ver como críticos del sistema de dominación y acumulación
capitalista: está destruyendo las mediaciones que hizo en la postguerra, para
no irme más lejos.
Estas mediaciones constituyeron distintos
proyectos, muchos de ellos originalmente deseosos de lograr el socialismo y la
democracia a través de reformas, con genuinos luchadores que pensaban que por
ese camino podían llegar; otros, que planteaban la revolución al estilo del 48
en el siglo XIX, o como la plantea Lenin, vinculando la lucha de los
trabajadores con la lucha contra el imperialismo y la toma del poder de los
zares.
Estos últimos, dentro de los países
hegemónicos del mundo capitalista, constituyen partidos comunistas que luchan
en los parlamentos pero que, en esta gran crisis de las mediaciones, no se
distinguen ya de los reformistas, como ocurre también con esos que vinieron del
nacionalismo revolucionario y adoptaron relaciones crecientes de dependencia en
la propiedad y en el poder con el capital corporativo.
Tenemos que darnos cuenta de que tres grandes
corrientes del pensamiento revolucionario, que querían lograr la democracia y
el socialismo mediante la revolución, han sido prácticamente anuladas. Los
vemos con una incapacidad ya no de hacer una crítica o de organizarse para
luchar contra el capitalismo corporativo, sino que incluso sus programas, sus
discursos y sus discusiones ya no son siquiera contra el neoliberalismo.
Algunas políticas elementales que se les pide que firmen y sostengan, no las
sostienen.
Ante esta gravísima crisis, surge un nuevo
movimiento que cambia la geometría política, y ésta ya no sólo tiene centro,
derecha e izquierda, sino abajo y arriba. Esto no es cualquier cosa. La nueva
geometría nos indica que hay una serie de antiguos compañeros y hermanos que
siguen luchando dentro de las normas, bajo el tipo de ideas y discursos y
luchas que fueron válidas y significativas en un momento dado, y que han
perdido su capacidad de reflexión y de acción.
Ha llegado un momento en que lo que llama
el vocero del gran capital no negociable, que es la dictadura, se está
aplicando en todos los terrenos de una manera tal que está provocando una
crisis a la que podemos dar el nombre de crisis de espectro amplio, como a las
guerras de espectro amplio del Pentágono.
Esta crisis de espectro amplio incluye
mucho más que las crisis financieras y las económicas. No es una crisis
coyuntural que se vaya a resolver en uno o dos años, como dicen muchos
gobernantes -y constantemente se están equivocando porque siempre no se
resolvió-. Es una crisis que no es cíclica, de corta duración, ni es una de
larga duración; es una crisis del modo de dominación y acumulación llamado
capitalista, movido no por el mercado, sino por la maximización de utilidades y
la minimización de riesgos.
Éste es un problema de gran importancia
para las ciencias hegemónicas y para las tecnociencias y, desde luego, para la
llamada econometría, que son disciplinas dedicadas a maximizar utilidades y a
minimizar los riesgos del Capital y de las hazañas que éste realiza en sus
nuevas formas de depredación, de ocupación de territorios y de violación del
derecho internacional que había establecido a raíz de la segunda guerra
mundial.
Se está dando un fenómeno de crisis que
tampoco alcanzamos entender muy bien porque es casi como la crisis de una era.
Por una parte, en nuestra práctica de la teoría, no teníamos los elementos para
pensar -y el error fue gravísimo para muchos de nosotros- que esfuerzos como
los que realizaban Lenin y Mao iban a acabar en el desastre en que han acabado,
que el heroico pueblo de Vietnam iba a terminar donde terminó.
Si nosotros vemos esta evolución con
sorpresa, nos damos cuenta de dos cosas: por un lado, que hay una nueva forma
de plantear los problemas y las alternativas, y que esta nueva forma tiene como
origen una región del mundo que está en el sureste mexicano y que ocupan los
antiguos pueblos mayas.
Ahí nació un proyecto universal que, desde
un principio, fue un proyecto que en la diversidad encontró la unidad, que
encontró que en la variedad inmensa del mundo hay ciertos elementos que tenemos
todos. Se planteó no como un proyecto para una nueva política indianista o
indigenista, sino como un proyecto de emancipación humana y como un proyecto de
transición pacífica en la medida de lo posible, a partir de una política de la
resistencia para vivir, para defender la tierra, el agua, el bosque, la vida.
Según el último comunicado, este hecho lo
han logrado los compañeros y hermanos zapatistas, que nos dicen cómo en
su territorio los niños tienen escuela, los enfermos tienen hospital y
medicina, y todos tienen alimento. Allí no hubo el narcotráfico, la inseguridad
ni las matanzas que existen con la corrupción espantosa en el resto del país y
en el mundo. Hablamos de un nuevo proyecto con todas las experiencias anteriores,
que son muchas y en las cuales no sólo están movimientos como el de Lenin o el
de Mao, sino también otros, como las guerrillas de los años sesenta y setenta.
Una segunda reflexión es que, al caer
todos estos proyectos y al deshacerse todos estos países -que llegaron a ocupar
una posición muy importante en la Tierra-, hay una pequeña isla que tenía 7
millones de habitantes, y que está allí. Podemos pensar que es un milagro o, si
nos limitamos a un análisis político, tenemos que preguntarnos qué hubo ahí que
una pequeña isla sigue resistiendo a la potencia imperialista más poderosa y
agresiva del mundo.
Debe haber algo. Por más que le han hecho
la campaña más espantosa que hay, este “algo” es una mezcla de la enorme
cultura de la lucha por la independencia y de la lucha de clases, pero de otra
lucha de clases. La lucha contra la esclavitud de Toussant L’Ouverture, en
Haití, demostró, en medio de la tragedia, que el esclavo que se libera en un
país colonial no se libera porque siempre vienen los ejércitos de los
napoleones a acabar con el proyecto del esclavo.
Esto nos plantea a otro nivel, ya no de
las comunidades de origen indígena de la primera conquista, sino de las
comunidades nacionales: el problema de combinar nuestras luchas por la
autonomía con nuestras luchas por la independencia. Todas ellas están
vinculadas.
En el caso de Cuba, la conjunción muy
seria y profunda de Marx y de Martí. Así como los zapatistas toman la palabra y
el concepto de dignidad como forma de enfrentarse a la dictadura del poder, así
los cubanos le dan a la moral un sentido político de resistencia y lucha, de
articulación, cooperación, solidaridad, de fraternidad o de hermandad práctica
que no se queda en las palabras, no se queda en la moralina de la que hablaba
Benedetti, sino que es una realidad.
La gente que no tiene esta práctica de la
moral cree que todo esto son tonterías y que nada más estamos hablando, pero
ahí está una realidad que no podemos ignorar. Al abrirse hacia la diversidad
del mundo, como lo acaba de hacer el movimiento zapatista, tenemos que plantear
el problema de las resistencias frente a la nueva ofensiva del gran Capital o
del Capital corporativo y de los complejos militares, empresariales, mediáticos
y políticos.
En este momento vamos a confirmar que,
aparte de las características de recolonización del mundo que tiene el
capitalismo, su crisis es de la moneda, del salario, del crédito, del modo de
acumulación. Pero no queda allí; no quiero decir que haya otro modo de
acumulación, o que se repite lo que ocurrió en crisis anteriores.
En crisis anteriores también había una
combinación de los modos de acumulación depredadora con los modos de
acumulación salarial. La depredación o la explotación de las colonias, la
ocupación de territorios, etcétera, se hizo desde antes. Ahora es mucho más
serio porque la contradicción entre el modo de dominación y acumulación
capitalista por la vía salarial y por las utilidades, por el crédito, por las
finanzas, etcétera, está en plena crisis y no puede salir.
Aparte de esto, también está en crisis el
proyecto del imperialismo único o dominante que durante un tiempo tuvo Estados
Unidos, particularmente en los años ochenta. Estados Unidos invirtió durante
todo este tiempo mucho más que todos los países juntos en armas y municiones. Este
proyecto falló -lo ha analizado muchas veces Wallerstein- y está en crisis.
Se están formando dos bloques, informes
todavía, pero manejados por aquello que Roosevelt temía mucho. Él dijo: “Le
temo más a los negocios organizados que al crimen organizado”, pero se quedó
corto, porque ahora se juntó el negocio organizado con el crimen organizado.
Todo esto revela una crisis muy fuerte que
no sólo se da en Estados Unidos o Europa, sino en Rusia y en China, cuya
capacidad de producción es inmensa y la capacidad de destrucción es fatal. En
la teoría del Pentágono se habla desde hace mucho tiempo de la destrucción
mutua asegurada. Se ha dejado de hablar de eso no porque sea ahora más lejano
el peligro, sino porque ahora es mucho peor.
Las bombas nucleares y todos los aparatos
que sirven para este tipo de guerra son un negocio gigantesco, y son el motor
principal de la economía de estos países. Hace 50 años ya había suficientes
para acabar con el mundo pero han seguido produciéndolas y mejorando los
sistemas de lanzamiento. La capacidad destructiva es extraordinaria.
Hay otra crisis, que es gravísima, la de
la sociedad del conocimiento. Hay una crisis del conocimiento tremenda en losrulers,
en los gobernantes, ya sean jefes de gobierno que se convierten en gerentes que
buscan que venga el capital a salvarnos porque “van a crear empleo”, y haciendo
todo lo posible, incluso cuando se dicen socialistas: “Por favor, vengan a
invertir acá, les damos todas las facilidades”.
No es sólo en este terreno, sino en el uso
de la corrupción y la represión como armas para dominar a nuestros pueblos. Es
ahí donde nosotros le ponemos un alto muy grande a la dictadura del capital
monopólico. Cuando nos acordamos de que nos van a atacar, buscando cooptarnos, corrompernos
o matarnos, les decimos: ¡no! No hablamos de moralina, hablamos de una moral de
defensa de nuestro proyecto de emancipación humana en el terreno del
conocimiento, de la producción, de la diversión, de la educación, de la vida.
Es necesario darnos cuenta de que no
podemos, en algunos casos, generalizar la función política que tenemos en un
lugar del planeta a todo el planeta. Como se puede advertir en la lectura que
se hizo de este comunicado, hay elementos particulares en un país que no se dan
en otro.
Dentro de la gama de la resistencia, vemos
como la más avanzada a Cuba que, más que ser la última revolución marxista, es
la primera del nuevo tipo, en el que si se inicia el proceso desde arriba y a
la izquierda, se inicia con la lógica de que el Estado tiene un papel muy
significativo en el desarrollo.
De todos modos, constantemente y desde el
primer día, el proceso cubano establece vínculos con toda la población y
practica algo que es muy importante, la pedagogía política. Ésta consiste no
sólo en enseñar, sino en aprender todo el tiempo. Nunca la debemos olvidar,
porque si en 1959 había unos cientos de seres humanos que sabían de todos estos
problemas, ahora son varios millones, y esto no es cualquier cosa.
A partir de esto podemos ver a otros países,
como en el nuestro. El EZLN primero se levantó en armas y tomó varias ciudades;
después aceptó dialogar. Antes de los diálogos de San Andrés se tomó una medida
extraordinaria -que en gran parte se debe a Don Samuel Ruiz- que hizo que se
suspendiera el fuego en una guerra que estaba por empezar.
Es lo más raro en la historia de la
humanidad que dos ejércitos que están a punto de pelearse firmen un pacto de no
agresión y de “vamos a hablar”. Vinieron los diálogos de Catedral
primero, después los diálogos en el ejido San Miguel, después los diálogos de
San Andrés. Hubo un momento en que se aceptó la lucha en este terreno. Pero
¿qué pasó con esta lucha? La traicionaron todos los partidos y después la
traicionó el gobierno.
Fue entonces cuando dijo “ahora nos
encerramos”, pero nunca su proyecto fue de nada más luchar abajo y a la
izquierda. No, si podemos luchar arriba, también vamos a luchar arriba; el
problema es mantener estos principios fundamentales y una gran disciplina en
torno a ellos. Esto lo mostraron el otro día porque, a diferencia de los
jóvenes estudiantes en cuyas filas se pueden meter los provocadores cuando se
les da la gana, en estas filas no se podían meter ni uno.
Este tipo de cambios no provienen de
posiciones teóricas o emocionales, son hechos. Tenemos la posibilidad en este
momento de definir las luchas como proyecto de democracia, de autonomía, de
libertad, con hechos.
En el proceso se encuentran otros países
que están en la resistencia frente a ese proyecto colonizador. Entre ellos, a
la cabeza está Venezuela -puedo equivocarme-; también se encuentra Bolivia; con
más contradicciones y dificultades, Ecuador. Pero hay otros que están
resistiendo, como el Uruguay, con mucha fuerza de una democracia muy vinculada
a la cultura socialista y marxista. Se encuentran quienes de pronto se
enfrentan a la toma de las islas Malvinas por el imperio británico, se
enfrentan a la deuda externa y cancelan la deuda externa. Esas son resistencias
nuevas en las que no estamos pero que tenemos que respetar.
Tenemos que aprender a acercarnos a un
mundo que es diverso, que es distinto, pero que tiene problemas parecidos y que
puede luchar de maneras distintas. También que no estamos luchando contra el
poder en abstracto. Si el poder es nuestro, lo vamos a hacer muy distinto de lo
que ellos tienen. Por eso es que el Subcomandante habla, con la capacidad de
expresión que tiene, de una otra democracia muy otra. Vamos a hacer un muy otro
poder. Muy otro no tiene nada que ver con esta porquería, con esta vinculación
entre el poder de las corporaciones y el poder del crimen organizado, o con los
paramilitares y la subrogación de trabajadores que están ya en situación casi
de esclavitud.
No podría detenerme sin decirles lo
agradecido que estoy con los compañeros de esta universidad magnífica, y sin
pedirles que estudiemos mucho más a fondo el pensamiento de los zapatistas como
un pensamiento que viene de la experiencia universal del ser humano y de la
experiencia que han tenido en su lucha por la democracia, por la justicia y por
la libertad los descendientes de los pueblos mayas.
Transcripción: Brisa
Araujo/Desinformémonos
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