TERRY CONWAY
Martes 5 de marzo de
2013
El 18º Congreso del Partido Comunista
Chino, celebrado del 8 al 14 de noviembre de 2012 ha relanzado los
debates sobre la naturaleza del estado y de la economía china. En esta ocasión,
Terry Conway ha realizado para la web británica Socialist Resistance una
entrevista al militante altermundialista y escritor de Hong Kong, Au Loong Yu /1.
Para describir la situación en China
utilizas el término “capitalismo burocrático”. ¿Puedes explicarlo?
No lo he inventado yo. Irónicamente,
fue utilizado en primer lugar por el Partido Comunista Chino (PCC) en los años
1940, para describir el tipo de capitalismo que había sido puesto en pie bajo
la dominación del Kuomintang /2.
En su libro La era de Deng Xiaoping, una investigación sobre la
evolución del socialismo chino de 1978 a 1994, Maurice Meisner define el
capitalismo burocrático por la utilización del poder político con fines de
ganancias pecuniarias, a través de métodos económicos que son capitalistas o
casi capitalistas. Añade que, si bien no es nueva en la historia, esta forma de
explotación está actualmente bastante más desarrollada en China que en
cualquier otra parte. Añadiré que hoy los burócratas chinos, a todos los
niveles del gobierno, dirigen empresas, sacan ganancias de ello y son raramente
llevados ante los tribunales, porque la burocracia ha monopolizado totalmente
el poder del estado, lo que le permite elevarse por encima de todas las clases.
Se podría incluso decir que la burocracia ha privatizado el estado.
Marx señalaba que la burocracia
considera el estado como su propiedad privada. Pero lo veía como una tendencia
inherente a la burocracia. Es en la
China de hoy donde esta evolución ha ido hasta el final. Esta
burocracia totalmente incontrolada se ha aburguesado ya plenamente. Un ejemplo
reciente ha sido dado por el Grupo de Seguridad de Chongking, un grupo dirigido
por Wang Lijun hasta su detención tras su demanda de asilo en la embajada de
los Estados Unidos, para escapar a un complot fomentado por el antiguo
dirigente de Chongking, Bo Xilal /3.
Fundada por los principales responsables de la policía de esta megalópolis,
esta sociedad había demandado su registro, pasando por encima de la prohibición
legal establecida para los departamentos de policía de dirigir compañías de
seguridad.
Lo que ha desacreditado el socialismo
en China, es el hecho de que el PCC, que había hecho una revolución contra el
capitalismo burocrático del Kuomintang, haya acabado por abrazar el mismo
modelo. Es bastante común hoy interpretar el término de revolución en su
sentido original: algo que gira alrededor de su órbita para volver a su punto
de partida. De hecho, el sentido original de la palabra china para revolución
(“geming”) es el de un cambio de mandato divino para una dinastía.
Sugiere así un cambio restringido al tipo de dirigentes, que no afecta al orden
social dinástico, de hecho, la función de un geming es precisamente restaurar la paz
dinástica. Numerosos intelectuales interpretan hoy la revolución de 1949 en una
perspectiva así y, sobre esta base, toman posición contra la idea de revolución.
Yo no estoy de acuerdo en interpretar
de esta forma la revolución de 1949. Incluso si el capitalismo burocrático ha
sido restablecido por el PCC, que lo había erradicado anteriormente, ciertos
frutos de esta revolución permanecen intactos: por ejemplo, la independencia de
la nación o la propiedad colectiva de la tierra por los campesinos. Hay cada
vez más tentativas de erosionar esta última conquista, a través de
apropiaciones de tierras por parte de los gobiernos locales o por los
delincuentes que son sus acólitos, pero los campesinos hacen también uso de sus
derechos constitucionales para defender sus tierras.
La industrialización galopante
organizada por el PCC tiene también como consecuencia modernizar la estructura
económica y social de China, lo que alimenta las fuerzas sociales que podrían
finalmente poner en cuestión una tradición milenaria de despotismo. El
capitalismo burocrático permite a la burocracia saquear la economía a una
escala espantosa, pero crea al mismo tiempo una nueva clase obrera formada a
partir del éxodo rural, igual que impulsa el reagrupamiento de otras fuerzas
sociales, como el campesinado y los estudiantes, en lucha contra esa
burocracia.
¿Cuál es exactamente el papel jugado
por el PCC en la reintroducción del capitalismo? ¿Y cómo se ha beneficiado de
ello?
Los altos dirigentes de la burocracia
tomaron conscientemente la decisión de restaurar el capitalismo. Deng Xiaoping
estaba ya en ese camino en 1984, cuando China firmó con el Reino Unido el
acuerdo que especificaba que la restitución de Hong-Kong se acompañaría del
mantenimiento durante cincuenta años de un capitalismo de laissez faire en la excolonia –evidentemente en
total contradicción con los principios “socialistas”. Se ha informado que
posteriormente habría dicho que Hong-Kong debería ser autorizada a proseguir en
esa misma vía incluso después de ese plazo. En 1987, dijo a una delegación
africana: “No sigáis la vía del socialismo. Haced lo que esté en vuestra
mano para hacer crecer la economía”. Su decisión ulterior de aplastar el
movimiento democrático de 1989 significaba que su partido se había transformado
de forma decisiva y cualitativa en un partido capitalista.
La posición de ciertos maoístas, que
consiste en echar toda la responsabilidad sobre Deng Xiaoping, no es
convincente. Es un hecho que Deng no encontró ninguna oposición significativa y
gozó, muy al contrario, de un apoyo entusiasta de la burocracia. Esto significa
que no hacía sino lo que ésta quería. Ningún socialista debería extrañarse por
ello.
Incluso en la época de Mao, cuando la
burocracia era ferozmente anticapitalista, tenía una situación muy privilegiada
como élite dirigente. Monopolizaba la distribución del sobreproducto social a
través de su control absoluto del estado. Como cualquier otra élite dirigente,
no estaba jamás satisfecha de su salario (de diez a treinta veces superior al
de un trabajador de base) y quería apropiarse una parte cada vez mayor del
sobreproducto social. Su interés fundamental es la restauración de la propiedad
privada, no jugar el papel de eterno administrador público de una propiedad
común.
A finales de los años 1980, la reforma
de los precios generó los llamado gandao,
es decir los sectores oficiales que se dedicaron la especulación. La burocracia
comenzaba entonces a transformarse en clase capitalista. Esto indignó a la
población, que en 1989 se rebeló contra el gobierno. La represión del PCC
eliminó entonces toda oposición a la reforma capitalista –lo que basta para
demostrar que este partido había pasado definitivamente del anticapitalismo a
la adhesión al sistema capitalista.
La gira de Deng Xiaoping por el sur, en
1992, mostró que el PCC había dado otro paso importante hacia una integración
plena y total en el capitalismo global. Para que ese salto estuviera coronado
por el éxito, el terror de después de 1989 no bastaba. Era imperativo infligir
más derrotas a los trabajadores de las empresas propiedad del estado,
privatizándolas y despidiendo así a más de 40 millones de asalariados.
¿Cómo se ha creado esta nueva clase
obrera a partir del campo? ¿En qué difiere su conciencia de la que tenía la
“vieja” clase obrera del sector estatal?
Un aspecto positivo de la restauración
capitalista en China –en oposición a lo que ocurrió en el exbloque soviético–
es la industrialización acelerada. El número de asalariados en China no deja de
aumentar, representa hoy la mitad de la población activa y la cuarta parte de
los obreros industriales del mundo. La mayor parte de ellos son inmigrantes del
campo.
Estar en el centro de la producción y
de la distribución hace de ellos una fuerza social potencialmente explosiva,
aunque por el momento sean más una clase “en sí” que una clase “para sí”. Hay
razones más profundas que la represión del estado para explicar las dificultades
del nacimiento de un nuevo movimiento obrero. Si bien los trabajadores de
origen rural, hoy 250 millones, no han conocido las terribles derrotas de los
de las empresas estatales, no disponen de una memoria de clase colectiva. Son
los “nongmingong”, literalmente trabajadores campesinos, más campesinos
que trabajadores, no porque cultiven la tierra –la mayor parte de ellos lo
hacen muy raramente– sino porque el sistema de control de residencia del “hukou”
actúa como una forma de apartheid social, impidiéndoles fundar una familia y
echar verdaderamente raíces en las ciudades. Pasen el tiempo que pasen en las
ciudades, lo consideran como un interludio.
Pero no están tampoco totalmente
pasivos. Los trabajadores inmigrantes del campo han llevado a cabo numerosas huelgas
espontáneas contra sus patronos y las autoridades locales. Esas huelgas
espontáneas logran a veces victorias parciales, y son tan comunes que la
prohibición de facto de las huelgas ha sido levantada desde hace mucho, hasta
tal punto que los gobiernos locales han aprendido a convivir con ellas.
Organizarse sigue siendo a pesar de todo muy difícil. Es muy posible que la
próxima etapa de la lucha esté dirigida contra la prohibición de organizarse,
aunque esto será un combate duro y a largo plazo. Hoy es sin embargo posible
formar redes militantes, que podrán servir de plataforma para una futura
organización.
¿Puedes hablarnos de las luchas
recientes que han planteado la cuestión de la democracia, la oposición a las
privatizaciones, o la mejora de las condiciones de trabajo?
Dos casos presentan un interés
particular. El primero y más reciente es el de los 700 obreros de Ohms
Electronics Shenzen Company, una empresa socia de la japonesa Panasonic, que
hicieron huelga durante tres días, del 29 al 31 de marzo de 2012, por un
aumento salarial y una reducción del tiempo de trabajo. Demandaban igualmente
la reelección de los responsables sindicales de la empresa, a fin de que su
intereses fueran mejor defendidos. En una carta del 26 de marzo, los
trabajadores se quejaban de que el presidente del sindicato estuviera pagado
por la dirección y formara él mismo parte de ella, lo que violaba las leyes
sindicales así como los estatutos del sindicato oficial.
La huelga pudo lanzarse cuando una
parte de los cuadros medios y del personal de seguridad se unió a ella. Los
trabajadores utilizaron igualmente la versión china de Twitter para dar a
conocer sus exigencias en Internet. Obtuvieron concesiones sobre sus
reivindicaciones económicas así como un acuerdo para reelegir a los
responsables del sindicato. Esta elección tuvo lugar a finales de abril,
comienzos de mayo, y aunque el antiguo presidente del sindicato haya perdido,
el nuevo elegido es un dirigente de la empresa y se ha informado de fraudes y
manipulaciones. A pesar de esto, la mitad de los elegidos al nuevo comité del
sindicato serían trabajadores que tomaron parte en la huelga. Pero la censura y
al represión hacen difícil verificar la información.
Este ejemplo muestra cómo los
trabajadores de origen rural, incluso cuando toman parte en las huelgas, no son
a menudo conscientes, debido a la ausencia de una identidad colectiva fuerte,
de la importancia de luchar por sindicatos que les sean propios.
No sé si los obreros de Ohms fueron
inspirados por la huelga de Honda Foshan. Esta huelga es considerada como la
que marcó un hito en el desarrollo de la conciencia de los trabajadores
inmigrantes. En mayo 2010, 1.800 obreros de Honda Foshan entraron en lucha por
un aumento de los salarios y la reorganización de su sindicato, lo que
desencadenó una oleada de huelgas en las fábricas de automóviles en manos de
las marcas extranjeras. En una carta abierta, sus representantes denunciaban al
sindicato del sector diciendo: “Estamos indignados por la apropiación del
fruto de las luchas de los trabajadores por parte del sindicato. Insistimos en
que el sindicato de la fábrica sea elegido por los trabajadores de la
producción”.
Las razones que daban en esta carta son
importantes: los obreros no luchaban solo por ellos mismos sino que se
preocupaban por los intereses de los trabajadores de toda China. Una conciencia
así es rara entre los trabajadores inmigrantes. La huelga duró más de dos
semanas y no terminó más que cuando fueron concedidos aumentos salariales
comprendidos entre el 35% y el 70%. Un poco más tarde, la dirección aceptó
también la reelección del sindicato. Se desarrolló en dos tiempos, en agosto y
en noviembre de 2011. No fue tampoco verdaderamente democrática, al arrogarse
la dirección saliente el monopolio de la designación de los candidatos. Así,
representantes de la dirección de la empresa fueron elegidos para la dirección
del sindicato mientras que los representantes de los huelguistas fueron
descartados. A pesar de eso, la huelga mostró que los trabajadores tienen el
poder de mejorar su situación.
Estos dos ejemplos de acción obrera,
con sus demandas de sindicatos controlados por la base, muestran a trabajadores
que luchan por sus derechos. Ofrecen una imagen alternativa a la que los
describe como un grupo social vulnerable, que tiene necesidad de una ayuda
exterior y no puede enfrentarse a la injusticia por sí mismo, como en el caso
de los obreros de Foxconn que se han suicidado /5.
26/02/2013
Traducción: Faustino Eguberri para
VIENTO SUR
Notas
1/ Su libro China´s Rise Strength and Fragility (El ascenso de China, fuerza y
fragilidad) debe publicarse próximamente en Resistance Books, IIRE y Merlin
Press. La entrevista íntegra en inglés está disponible en http://socialistresistance.org/4188/china-bureaucratic-capitalist
2/ Kuomintang: el partido nacionalista
burgués, creado por Sun Yat-Sen, que dominó el gobierno chino de 1926 hasta la
toma del poder por el PCC en 1949.
3/ Antiguo ministro de comercio del
gobierno central de 2004 a
2007, que dimitió bajo las acusaciones de corrupción después de que su esposa,
Gu Kailai, fuera acusada y luego condenada por el asesinato de un hombre de
negocios británico.
4/ El levantamiento y aplastamiento por el
ejército de la “comuna” de la plaza Tien Anmen.
5/ Grupo taiwanés de electrónica que
emplea en China a 1.200.000 asalariados. Las condiciones de trabajo y la
represión son tan terribles en sus empresas que hay obreros que se suicidan en
los lugares de trabajo.
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