21-03-2013
Esta semana conmemoramos dos
acontecimientos notables. El 18 de marzo se cumple el aniversario de la Comuna
de Paris de 1871 y el 21 de marzo es el Newroz, año nuevo kurdo. Estos dos
hechos sin aparente relación entre ellos, tienen ciertas cosas en común.
El Newroz es una celebración que
conmemora la llegada de la primavera o según la mitología kurda recuerda la
liberación del yugo del tirano Zohak tras una revuelta liderada por un herrero
llamado Kawa. Supone en Kurdistán un momento de reafirmación nacional y como
tal se manifiesta en las numerosas movilizaciones a lo largo de todo el país.
Estos días el pueblo toma las calles y reclama libertad.
Al igual que otros pueblos no
reconocidos y oprimidos del mundo, el pueblo kurdo lucha por el reconocimiento
de su idioma, su cultura, su identidad y sus formas de organización social.
Frente a este sistema en cuyo centro está el capital y que actúa como negador
de la diferencia y la idiosincrasia de los pueblos, reivindica el derecho a
decidir su destino y a desarrollarse libremente. Este pueblo oprimido se niega
a rendirse . Desde tiempo inmemorable resiste contra los ocupantes y sus
intentos por hacerlo desaparecer han sido siempre en vano. Hoy día, a pesar de
lo difícil de la coyuntura histórica y de la mayor presión del capitalismo,
tanto mediante chantajes económicos, como con intervenciones militares
directas, el pueblo kurdo sigue luchando e intentando nuevas vías de
organización.
A lo largo de la historia, este pueblo
milenario ha sido cruce de caminos de numerosas civilizaciones. Se encuentra en
la intersección de la cultura turca, la persa, la árabe y las culturas de los
pueblos del Cáucaso. Cuarenta millones de personas ocupan una vasta extensión
de 500.000 kilómetros cuadrados con grandes reservas de agua y materias primas
importantes para el desarrollo industrial de la región y de nuestro sistema.
Las últimas décadas han sido de dura
represión: asesinatos, torturas, personas presas, desaparecidas o en el exilio,
varios millones de desplazados y refugiados, y miles de aldeas destruidas. Así
se escribe la historia contemporánea en este sistema cruel que vivimos.
Sin embargo, tras décadas de lucha
armada, en el seno del movimiento de liberación kurdo han hecho un análisis
profundo y hoy día apuestan por un modelo que derive su fuerza del pueblo y no
de la globalización basada en los estados-nación. En parte obligados por la
represión y la ocupación, pero sobre todo para buscar maneras de desarrollar un
sistema alternativo al capitalismo actual, proponen un sistema de organización
social en el que las comunidades sean quienes hablen, debatan y tomen
decisiones autónomas. Ni el sistema capitalista ni la presión de las fuerzas
imperialistas serán las que conduzcan a los pueblos a la democracia, refieren.
En esta novedoso salto, no interpretan el derecho de autodeterminación para
establecer un estado-nación, sino para el desarrollo de una democracia propia a
pesar de fronteras políticas. La idea es crear una federación de los kurdos de
Iran, Turquía, Siria e Irak, al margen de fronteras y estados impuestos.
Comienzan a desarrollar asambleas del
pueblo, de la villa y de la ciudad y establecen una organización general
supraestatal y de carácter a veces alegal o ilegal, que engloba a las
ciudadanas y ciudadanos de cuatro estados en el llamado Koma Civakên
Kurdistan (KCK), Unión de las Comunidades del Kurdistán, que inició su
andadura a partir de 2005. Se establecen igualmente distintos consejos y se
hace especial hincapié en los de la mujer y la juventud. La meta es, según su
propia definición, “crear una sociedad en Kurdistán basada en principios de
democracia radical que viva de acuerdo a elementos de confederalismo social
democrático y que esté organizada democráticamente basada en la igualdad de
sexos y en la conciencia ecológica.”
Es en estas formas organizativas donde
se ven reflejadas experiencias históricas previas como la de la Comuna de
Paris. En 1871 el pueblo de Paris estableció lo que ha dado en llamarse la
primera experiencia histórica de un gobierno proletario. Desde el 18 de marzo
hasta el 28 de mayo, el pueblo de Paris tomó el poder y se creó una estructura
comunal para ejercer el poder popular desde la base: asambleas locales de
barrios, de pueblos, autogestión de las fábricas abandonadas por sus dueños,
etc. Fue una forma de transición hacia la abolición del estado como tal.
Mediante estas estructuras organizativas se establecieron medidas contundentes
en favor de la clase trabajadora y campesina y por los derechos de las mujeres.
También en otras ciudades de Francia se constituyeron comunas como en Marsella
y Lyon. Sin embargo el gran capital europeo, viendo cuestionado su estatus,
hizo un gran esfuerzo por hacer frente al levantamiento popular. Tras
aplastarlo, 30.000 communards fueron asesinados por el
gobierno burgués.
Otras experiencias históricas
posteriores retomaron estas prácticas como los Soviets en Rusia en 1917, o las
comunas de Aragón en 1937, o como hoy día los consejos comunales y las comunas
en la Venezuela Bolivariana, considerados órganos básicos para el desarrollo de
poder popular. Y el pueblo kurdo a su vez, también quiere demostrar que hay
alternativas a este caduco sistema capitalista.
Se ha relacionado este intento kurdo
con el llamado municipalismo libertario desarrollado entre otros por el
anarquista Murray Bookchin y las propias organizaciones kurdas lo reconocen. De
una manera o de otra, lo cierto es que este novedoso intento del pueblo kurdo
sólo ha recibido represión y encarcelamiento como respuesta por parte de los
estados. Sin embargo, esta estrategia también está dando frutos y los estados
se ven obligados a negociar. La organización continúa y la desobediencia
aumenta. Al igual que cuando se han extendido rebeliones al estilo de la Intifada,
como la Serhildan(levantamiento), hoy las resistencias se
multiplican. El pueblo kurdo tiene la fuerza de la razón y esperemos que los
vientos soplen a su favor. Es el momento de darles todo nuestro apoyo. El
intercambio y la solidaridad entre los pueblos se hace imprescindible. Su
experiencia puede servirnos de modelo y nuestras luchas pueden ser ejemplo para
otros pueblos. Como dijo el Che: “la solidaridad es la ternura entre los
pueblos”. No la perdamos.
Gontzal Martínez de la Hidalga, Komite Internazionalistak.
Rebelión ha publicado este artículo
con el permiso del autor mediante una licencia
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