La
solución es la democracia real, la cual sólo puede venir de abajo
0-12-2012
- Un gobierno que actúa contra el pueblo es
ilegítimo
Un gobierno que no es
elegido por el pueblo es siempre ilegítimo. Pero un gobierno que es elegido por
el pueblo para, una vez alcanzado el poder, hacer lo contrario de lo prometido,
es también ilegítimo. El hecho de haber ganado unas elecciones no le da derecho
a hacer lo que le da la gana, no le da derecho a darle la espalda al electorado
que le votó. El pueblo, en estas condiciones, tiene perfecto derecho a exigir
su dimisión. El pueblo tiene derecho a que sus gobiernos gobiernen de
acuerdo con el mandato popular. Ésta es la esencia de la democracia,
de la soberanía popular. Hay que cambiar este sistema que permite que los
gobiernos, aun siendo elegidos por el pueblo, actúen en su contra
sistemáticamente.
- No tenemos una democracia real
La democracia no
consiste sólo en elegir a nuestros gobiernos. De nada sirve elegirlos si luego
no cumplen sus compromisos electorales. Un gobierno democrático debe
gobernar de acuerdo con el interés general, debe responder ante el pueblo. No
se trata de elegir a nuestros dictadores cada X años. Actualmente, a la hora de
votar, no tenemos mucho donde elegir, casi no podemos escuchar a otras
formaciones políticas, pues las mayoritarias acaparan los grandes medios de
comunicación, apenas nos explican los programas electorales, nuestros votos no
valen igual dependiendo de a qué partido se vote y desde qué lugar se haga. Por
si todo lo anterior fuera poco, nuestros votos son simplemente cheques en
blanco. El pueblo no tiene aún realmente el poder. Por esto
los ciudadanos de a pie nos sentimos impotentes. No nos
representan. Nosotros les votamos pero ellos actúan contra nosotros,
representan los intereses de ciertas élites. La democracia es el gobierno de la
mayoría respetando a las minorías, los derechos humanos de todos los
individuos. ¿Dónde está el gobierno de la mayoría? Lo llaman democracia
y no lo es. Esta “democracia” es una estafa.
- Hay alternativas
Una mentira repetida mil
veces se convierte en verdad decía el ministro de propaganda de la Alemania
nazi. A base de repetirnos machaconamente en los grandes medios de comunicación
(controlados por personas con mucho dinero o por políticos a su servicio) que
no hay alternativas, mucha gente se cree esta mentira. El pensamiento
único es un claro síntoma de que vivimos en un sistema alejado de la auténtica
democracia. Como comprobamos cualquiera de nosotros en nuestras
experiencias vitales cotidianas, casi siempre hay alguna alternativa. Basta con
acceder a otra prensa, disponible en Internet, para descubrir que existen
alternativas, no sólo para salir de cualquier crisis, sino que también para
construir una sociedad distinta, más justa, más libre, más racional. Sin
embargo, mientras no tengamos un sistema realmente democrático, en el cual
exista una verdadera libertad de prensa, en el cual toda la prensa sea
independiente, informe y no manipule, dichas alternativas no podrán ser
conocidas por la mayoría de la población. Por ahora, sólo quienes tienen acceso
a Internet y conocen ciertas páginas, quienes con su iniciativa se atreven a
investigar, quienes tienen una rebeldía innata, pueden liberarse del
pensamiento único. La igualdad de oportunidades, entre las ideas, entre las
personas, es el ADN de la democracia. En la vida en sociedad la libertad no es
posible sin la igualdad en las relaciones sociales. Cuando todas las ideas
tengan las mismas opciones de ser conocidas, cuestionadas,
probadas, es cuando realmente podremos resolver los grandes problemas crónicos
de nuestra sociedad.
- Otro sistema es posible
Debemos cambiar
el sistema político para que los gobiernos gobiernen de manera
diferente, para que estén obligados a gobernar de acuerdo con el interés
general, para que respondan ante el pueblo. De un sistema podrido es muy
difícil que surjan gobiernos que no lo estén. La democracia representativa
puede mejorar mucho si, entre otras cosas, tenemos una ley electoral donde
todos los votos valgan igual, si los programas electorales son de obligado
cumplimiento (mandato imperativo), si los gobiernos pueden ser
expulsados inmediatamente del poder si el pueblo así lo desea (revocabilidad),
si hay referendos frecuentes y vinculantes, si los poderes son independientes
entre sí (sobre todo respecto del poder económico). No podemos esperar que
un partido político financiado por la gran banca o por el gran capital gobierne
para favorecer al pueblo, gobernará siempre para quienes le financian. Además
de todo esto, la democracia (realmente) representativa debe
complementarse con la democracia directa, la cual hay que priorizar
siempre que sea factible. Asimismo, hay que exportar la metodología democrática
a la economía, al centro de gravedad de la sociedad. Nuestra actual democracia
puede y debe ser regenerada. Y esto se hace a través de un proceso
constituyente en el que el pueblo toma la iniciativa para construir
una nueva Constitución. El pueblo tiene derecho a elegir su régimen político.
La transición a la nueva democracia debe hacerse con la máxima participación
popular posible. No habrá democracia real sin una transición real.
- El pueblo debe luchar
No podemos esperar
ingenuamente que los mismos que nos están hundiendo nos salven. La
democracia real no vendrá de arriba. Las élites que nos gobiernan
necesitan evitarla. Quienes se enriquecen a nuestra costa no quieren la
democracia, no desean la igualdad. Necesitan que nos creamos que tenemos una
democracia para que su dictadura camuflada continúe. Nos usan como marionetas
para hacer con nosotros lo que quieren. Sólo les interesa que votemos para
legitimar su dictadura disfrazada de democracia. Los hechos nos están
demostrando con contundencia que no tenemos una democracia y que seremos
nosotros, los ciudadanos corrientes, el pueblo, quienes deberemos luchar por
ella. Ningún derecho ha sido nunca regalado. La libertad nunca es
concedida, es conquistada. No sólo debemos luchar para no perder los
derechos que tanto costaron lograr en el pasado, debemos luchar también, sobre
todo, para que nunca puedan arrebatárnoslos, para no vivir bajo la amenaza
permanente de la involución. No sólo debemos luchar para no retroceder sino que
también para seguir avanzando. No dejemos que nos distraigan con cortinas de
humo. De poco sirve la soberanía nacional si no se ve
acompañada de soberanía popular. No perdamos de vista lo esencial.
Debemos luchar por la democracia real, por el poder del pueblo. La
solución es la democracia. El pueblo debe asumir el protagonismo de su
destino. Del pueblo depende. Sólo el pueblo puede salvar al pueblo.
- ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros?
En primer lugar, informarnos mejor,
practicar el pensamiento libre y crítico. Debemos tener una
mentalidad mucho más abierta. Es imprescindible que diversifiquemos nuestras
fuentes de información, que contrastemos suficientemente, entre
la prensa más conocida y la menos conocida, entre la capitalista y la
anticapitalista. Cuanto más contrastemos, mejor. Más Internet y
menos televisión. Concienciémonos y concienciemos a nuestro alrededor.
A nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros
compañeros de trabajo,.. El boca a boca, tradicional y digital, es
imprescindible. Es posible y necesario un sistema mejor. La clave está en la
democracia, en desarrollarla. Salgamos a la calle para intentar
cambiar el sistema. Promocionemos libros, artículos, noticias,
webs,... Usemos las nuevas tecnologías para propagar ideas alternativas, para
romper el nefasto y artificial pensamiento único. Votemos responsablemente,
con coherencia, a aquellos partidos políticos que apuesten por hacer cambios
profundos, por regenerar la democracia. Demos oportunidad a otras
organizaciones. No olvidemos las traiciones. Por lo menos, dejemos de votar a
los partidos que sistemáticamente nos toman el pelo. Como mínimo, dejemos de
echar más leña al fuego, de realimentar al actual sistema. Hagamos las huelgas,
hablemos con nuestros compañeros de trabajo para unirnos. Seamos activos. Entre
todos podremos. Es una tarea de todos, menos de un 1%.
El sistema hace al
individuo, pero el individuo también contribuye a que el sistema sea de tal o
cual manera. Cada uno de nosotros tiene una parte de responsabilidad en la
situación general que tenemos. Si queremos cambiar las cosas debemos
cambiar radicalmente de actitud. Debemos despojarnos de la
comodidad, de la apatía, de la indiferencia, del conformismo, del derrotismo,
del miedo, del individualismo, del sectarismo. El sistema lo hacemos entre
todos, depende fundamentalmente de la manera de comportarse del conjunto de
la ciudadanía. Indudablemente, unos pocos (los políticos, los banqueros, los
grandes empresarios) tienen mucho más poder que el resto, pero si el pueblo se
une, esas minorías no tienen nada que hacer. Somos muchos más que ellos. El
pueblo unido jamás será vencido. Debemos luchar colectivamente, pero también
individualmente.
Cada uno puede aportar
su granito de arena, no debemos eludir nuestra parte de responsabilidad en
espera de esa necesaria unidad de acción. Al mismo tiempo que trabajamos por
unirnos, por organizarnos, por luchar de manera colectiva, contribuyamos al
cambio cada uno de nosotros en el día a día. Cambiar la
sociedad requiere un esfuerzo titánico, el cual debe ser distribuido todo lo
posible. No se trata de que unos pocos se esfuercen mucho sino de que muchos se
esfuercen un poco. Si sólo unos pocos llevan la batuta, tarde o pronto, se
agotarán, además de que los excesivos protagonismos personales son siempre
peligrosos para la causa democrática. ¡Sí se puede! Otro mundo es
posible y necesario. De ti y de mí depende.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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