William Parra, periodista colombiano
que pasó dos meses en el frente de guerra sirio
Público.es
02-09-2013
El periodista colombiano William Parra,
que pasó dos meses en el frente de guerra sirio como enviado especial de
Telesur, narra su experiencia y su sorpresa de descubrir que los combatientes a
los que apoya Occidente son implacables islamistas fanáticos.
Julio y agosto de 2012 fueron uno de los periodos de mayor enfrentamiento entre
el Ejército de Bashar al Asad y los rebeldes. Aunque en aquellas fechas la
capital, Damasco, estaba tranquila, los combates se desarrollaban en Alepo,
donde tropas de los dos bandos se disputaban a tiros cada calle y cada
edificio. Fueron fechas -y lo siguen siendo- donde la información que llegaba a
occidente de esa guerra era peor que confusa. Ni el gobierno ni los rebeldes
facilitaban el trabajo a los periodistas por lo que las mentiras y las
manipulaciones estaban a la orden del día. Para unos, Siria se encontraba bajo
la bota de un cruel dictador y un pueblo se había levantado en armas; para
otros, mercenarios financiados por potencias extranjeras junto a terroristas
islámicos querían derrocar a un presidente que se había mostrado firme frente a
Estados Unidos y leal a las luchas palestinas y antiimperialistas.
Durante esas fechas, el periodista
colombiano William Parra estuvo en Siria al frente de un equipo de televisión
de Telesur, el canal público multinacional con sede en Caracas. Durante sus
informaciones diarias los periodistas no deben hablar de cómo deben hacer su
trabajo o las dificultades que encuentran, deben limitarse a contar y explicar
la guerra. Tampoco tienen por costumbre detallar el funcionamiento del resto de
medios de comunicación, y mucho menos criticarlos. Pero cuando han abandonado
el lugar de los hechos y el debate en torno a lo que es verdad y mentira en la
guerra de Siria y el comportamiento de los medios es tan agitado, el testimonio
de un periodista honesto que vivió directamente los acontecimientos resulta tan
valioso como necesario.
-¿Cómo entráis en Siria y cuál es
vuestra primera experiencia?
-Entramos con un visado de diez días
emitido por la embajada siria en Caracas. Después lo renovaría dentro de Siria.
Nuestra cobertura comienza con tres días en Damasco. Un equipo integrado por un
cámara venezolano, un traductor sirio y yo visitamos un campo de refugiados
palestinos, bajo control del Frente Popular de Liberación de Palestina, donde
cayeron numerosos morteros procedentes de los rebeldes. El ambiente es hostil,
los palestinos han comprobado que poco después de recibir la visita de los
periodistas vienen los bombardeos. Es evidente que había muchos espías
infiltrados como periodistas. Observamos una estación policial bombardeada pero
también muchos civiles, un hombre le cuenta que le mataron dos hijos y necesitó
que pasaran cinco días para encontrar el momento tranquilo para enterrarlos.
-¿Qué periodistas viste en Siria?
¿Percibiste suficiente presencia de medios en el conflicto?
-Sinceramente, en Damasco solo vi, ya
cuando me iba, un equipo de Televisión Española y a unos japoneses. Y en el
lugar donde de verdad se desarrollaban los combates, en Alepo, al británico
Robert Fisk. Casi todos estaban y escribían desde Turquía. El asunto funcionaba
así. Los rebeldes se entrenaban y refugiaban en Turquía, donde tenían sus
bases. Allí tenían a los periodistas, los llevaban de excursión algún rato a
Alepo, recogían algún testimonio de algún civil y se volvían a Turquía. Imagina
el rigor y libertad del testimonio de ese civil que lo está entrevistando un
periodista rodeado de milicianos rebeldes.
-¿Simplemente se refugiaban en Turquía
o consideras que ese país les estaba ayudando?
-Los propios rebeldes nos reconocían
que Turquía les daba ayuda y refugio. Incluso les proporcionaba medicamentos y
algunos armamentos.
-También se decía que algunos
periodistas no lo eran o estaban con otra intención que no era la de informar
-Te cuento un ejemplo muy elocuente.
Estando yo en Siria murió en un tiroteo una periodista japonesa que viajaba en
un coche con los rebeldes. Primero se dijo que mataron a cuatro periodistas,
luego que se trataba de un muerto y tres desaparecidos. No es fácil comprender
cómo en un tiroteo muere uno y tres desaparecen. Al final allí se supo que los
"desaparecidos" que iban con la periodista japonesa eran tres
generales japoneses. El Ejército sirio reconoció que disparó al vehículo donde
viajaban porque formaba parte de un convoy rebelde, al final Japón no montó
mayor escándalo y no se habló más del asunto. Si de verdad hubieran muerto
cuatro periodistas, como dijeron, se hubiera organizado más lío, de modo que
todos prefirieron no remover el tema.
En otras ocasiones comprobabas cómo
mentían. Recuerdo estar viendo la televisión Al Jazira decir que el Ejército
sirio estaba bombardeando la zona en la que precisamente nosotros estábamos en
ese momento tan tranquilos, allí no pasaba nada. Salía en pantalla un
periodista que decía que estaba en Alepo y, a continuación, aparecían unas
imágenes muy precarias y movidas, como grabadas con un móvil. Era una cosa
absurda: si tenían una cámara adecuada para grabar al periodista hablando,
deberían tenerla para captar también las imágenes del bombardeo. En otra
ocasión emitieron unas imágenes que decían eran de la llegada de los rebeldes a
un barrio donde los civiles les recibían con vítores y aplausos; fuimos allí y
no había nada.
-¿Te podías mover con facilidad por la
zona de conflicto? ¿Cómo se comportaba cada una de las partes?
-El Ejército nos dejaba pasar porque
nuestro medio era de Venezuela, Telesur. El problema era con los rebeldes. No
podíamos mostrar ni permisos ni pasaportes venezolanos, ellos consideraban que
el Gobierno de Venezuela apoyaba al presidente sirio. Sólo yo podía ser
aceptado porque mi pasaporte es colombiano, y yo les decía que el Gobierno
colombiano les apoyaba.
El principal problema es que no
podíamos enviar las notas desde Alepo, no nos dejaba el Gobierno sirio.
Debíamos volar a Damasco y lo más peligroso era ir al aeropuerto. En Alepo, en
la zona controlada por el Gobierno, nos dejaban mover con total libertad para
ir donde quisiéramos. Cuando tropezabas con los rebeldes era más peligroso,
mataban a cualquier periodista que no fuera desde Turquía. Como ya te dije,
nosotros nos libramos porque nos presentábamos como colombianos. Al final, mi
cámara venezolano y mi traductor sirio apenas se podían mover y debía ser yo el
que más se movía. En una ocasión vi un retén de rebeldes que eran todos libios,
degollaron a varios periodistas sirios y a las mujeres les obligaban a ponerse
el pañuelo islámico.
Lo más peligroso eran los
francotiradores rebeldes. En una ocasión estábamos grabando y comenzaron a
dispararnos, pasaban las familias con mujeres y niños y les disparaban. Pude
comprobar cómo disparan de forma indiscriminada, vi cómo abatían a una mujer y
nadie podía acercarse a socorrerla.
-¿Cuéntame más de cómo eran los
rebeldes?
-Eran muy jóvenes, en torno a 18 años,
e incluso menores, de 16 años. Nunca vi mujeres. No vi un solo rebelde que no
fuese un fundamentalista islámico.
-Disculpa que te interrumpa, ¿entonces
no hay ningún grupo opositor en Siria que no sea islamista?
-Sin duda hay opositores de izquierda,
pero esos no tienen presencia en el bando armado. Cuando tomaban un barrio,
sacaban a los niños de los colegios y allí montaban sus bases. En una ocasión
visitamos una de sus bases, conocí al que tenía rango de comandante y nos
enseñó su armamento, que incluía ametralladoras. Me impresionó ver una bandera
de Al Qaeda en una de las salas. Para ellos Al Asad es un infiel. En su
discurso no dejaban de pedir el apoyo de Estados Unidos y de Europa. No quería
darnos la entrevista, pero le dije que yo era colombiano y que Colombia era
amiga de Israel y le pareció bien.
También me dijeron que tenían preso a
"un perro de Al Asad", es decir, a un soldado enemigo. Nos llevaron a
visitarlo. Nos conducían atravesando viviendas en las que habían perforado las
paredes que las dividían. Llegamos a un lugar donde tenían a cuatro detenidos y
sacaron a uno de ellos que era evidente que llevaba varios días sin comer y
había sido golpeado y torturado. El soldado le golpeaba y nos decía que le
preguntáramos. ¿Pero qué le íbamos a preguntar a ese desgraciado en esas
condiciones? ¿Qué nos podía contar que fuera fiable?
Nos invitó a quedarnos esa noche en la
base, nos enseñó una habitación donde, dijo, se quedaba un equipo de la agencia
AFP que les acompañaban a todo. En ese momento no estaban los periodistas y se
los esperaba de un momento a otro. Pensé que, en cuanto volvieran, les dirían
que Telesur era un medio venezolano y nos matarían, por lo que optamos por
despedirnos amablemente.
Entrevistamos a algunos civiles que
estuvieron en zonas controladas por los rebeldes. Nos decían que lo primero que
les hacían era cortarles la luz y luego les cerraban la panadería del barrio,
su principal alimento, si no colaboraban. El discurso de los rebeldes
siempre era islámico y predominaban los extranjeros, principalmente libios,
tunecinos y qataríes. Se trata de grupos muy fraccionados, ellos aspiran a que
la OTAN bombardee algo y entonces ellos puedan entrar y repartirse el poder en
esa zona. Su modo de actuar en Alepo ha provocado que los partidarios de Al
Asad hayan pasado del 60 al 80%, porque veían que bajo el Gobierno sirio al
menos las diferentes comunidades convivían.
-Entonces, ¿me estás contando que unos
grupos armados que actúan bajo bandera de Al Qaeda consiguen refugio de un
Gobierno que pertenece a la OTAN y que tiene como periodistas empotrados a un
equipo de una agencia de noticias francesa?
-Sí
-Y los soldados gubernamentales, ¿cómo
eran?
-Llamaba la atención que iban mal
uniformados, sin embargo todos tenían su fusil y disponían de artillería. Sin
duda, los rebeldes estaban mejor uniformados. No recurrían a bombardeos desde
el aire, su recurso eran los tanques.
En uno de los retenes militares
oficiales en Alepo nos dijeron que no podíamos continuar porque teníamos un
permiso pero era para Damasco, no para Alepo. Insistí con el oficial al mando y
éste, un teniente, me dijo que me dejaría pasar si lo entrevistaba para que
hablase sobre Chávez, en inglés. Así es como pudimos continuar.
Los soldados gubernamentales me
parecieron totalmente convencidos de su lucha y con una moral impresionante. A
uno de ellos le vi una chapa del Che, les puse una canción sobre el Che que
tenía en el celular y todos se pusieron a cantar. Al final el soldado le regaló
la chapa al camarógrafo.
-¿Qué era lo que más te impresionaba de
ese conflicto?
-Era estremecedor escuchar a los
soldados sirios y a la población gritar "Alá, Siria, Asad y nada
más". Por su parte los rebeldes cuando abatían a alguien gritaban
"Alá es grande". Era espeluznante escuchar los tiroteos alternados
con gritos de Alá es grande, indicando otro muerto más.
Fuente original: http://www.publico.es/internacional/465582/me-impresiono-ver-una-bandera-de-al-qaeda-en-la-base-militar-de-los-rebeldes-en-siria
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