MIRABEAU:
Erotika Biblion
La pornografía en
la Biblia y en la Antigüedad
Primera edición española de la edición francesa
Revisada y corregida sobre la original del año IX
Con las notas de 1833 atribuídas al caballero
Pierrugues por Enrique Díaz-Retg
F. Granda &Cía, editores. Biblioteca contemporánea
(Barcelona1905) pp. 224.-
erg
Proyecto Gutemberg.
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Libertinaje en la antigüedad
En su libro hace
reflexiones sobre temas como las funciones del Estado y los valores de la
sociedad.
Por: Por
Édgar Bastidas Urresty |
9:38 p.m. | 4 de septiembre
de 2014
Honoré Gabriel Riqueti,
conde de Mirabeau, cita ejemplos tomados de la biblia, o de textos griegos y latinos.
La primera traducción al
español de este libro, de Honoré Gabriel Riqueti, conde de Mirabeau, (Gätinais,
1749, París, 1791), escrito entre 1779 y 1780, fue hecha por Enrique Díaz-Retg,
de la edición francesa “revisada y corregida sobre la original del año IX, con
las notas de la de 1833, atribuidas al caballero Pierruges”, según lo expresa
Díaz-Retg en la Nota bibliográfica del libro.
Enrique Díaz-Retg, escritor
español, especializado en la antigüedad clásica, es autor de una extensa y
profunda obra, de una biografía sobre Pericles y de un libro sobre Simón
Bolívar.
Mirabeau, dice Díaz-Retg,
tuvo una juventud tormentosa y lances amorosos, notablemente con la joven Sofía
de Ruffley, esposa del sexagenario marqués de Monnier, que le costó la cárcel.
Pagó prisión en el famoso
castillo de Vincennes, en París, donde también estaba recluido el marqués de
Sade, por el escándalo y condena de sus novelas juzgadas escandalosas, pero con
quien Mirabeau tuvo divergencias.
Aprovechó la cárcel para
leer el Antiguo Testamento y escribir Erotika Biblion, libro que habría de
darle celebridad. Mirabeau hizo política, fue elegido representante del Tercer
Estado, a pesar de pertenecer a la nobleza y de su vocación monarquista. Se
destacó como un gran orador, y fue elegido presidente de la Asamblea nacional
que coincidió con su muerte.
En su libro hace
reflexiones sobre las funciones del Estado, la ciencia, los valores de la
sociedad, el comportamiento de los hombres en la antigüedad y en la sociedad de
su tiempo.
Los títulos de los
capítulos del libro de Mirabeau están escritos en griego, en hebreo o en otro
idioma antiguo: Anagogia, (el sentido místico de la Biblia), La Anelytroide,
(desnudo), La Ischa (Mujer), La Tropoide (la moralidad, las costumbres; La
Thalaba (la masturbación), La Anandryna (el lesbianismo), La Akropodia (la
circuncisión), La Kadesch (la castración), Behemah (el lesbianismo), La
Anoscopia (las profecías), La Linguomanía (la prostitución).
Mirabeau trata con erudición y buen estilo temas como la fornicación, la prostitución, el incesto, el onanismo, el priapismo, la homosexualidad, el lesbianismo, la circuncisión, la castración, la zoofilia, algunas enfermedades venéreas, que encuentra en la Biblia y en la antigüedad, que a primera vista son prohibidos y escandalosos dado el carácter sagrado que se le confiere a la Biblia.
Por esta osadía el libro
desde su salida fue condenado al escándalo, la censura, el Índex y a su
destrucción, como ocurrió en 1792 y posteriormente.
El autor no se limita a
mencionar y describir esas inclinaciones sino que cita ejemplos tomados de la
biblia, o de textos griegos y latinos.
El matrimonio y los hijos
eran obligatorios y quien no se casaba era repudiado así como la esterilidad.
Jair, caudillo en el periodo de Jueces, que gobernó las tribus de Israel, tuvo
30 hijos. La impotencia era tan grave que a los impotentes los llamaban
“eunucos, inválidos”, y la esposa podía abandonarlos.
El incesto era otra
inclinación muy frecuente. Judá, por ejemplo, “preñó a su hija, que tuvo dos gemelos
porque sus hijos no procrearon” (Gén. Cap. XXXVIII. V. 18) Muestra que un “hijo se
acostaba con su madre (Lev. Cap. XVII.v.9), “un hermano veía sin escrúpulo a su
hermana en la mayor intimidad”, o “un abuelo cohabitada con su nieta” (Lev.
Cap. XVIII). Que “cohabitábase con la
tía, la nuera, la cuñada, todo es pecado diminuto, en fin, de la propia hija”
(Lev. Cap. XVIII. V. 12. 15, 16 y 17).
La prostitución,
considerada un hábito muy antiguo, se ejercía con mayor libertinaje y
depravación en Roma, en el trono, en la corte, en las clases altas de la
sociedad.
El ejemplo más conocido es
el de Mesalina, princesa romana, esposa de Claudio I, según el testimonio de
Juvenal (li, II sat. 6), cuyo nombre está asociado a la liviandad.
Suetonio, (Jul. Ces., cap.
I) citado por el caballero Pierrugues, afirma que Pompeya, esposa de Julio
César, se dejaba seducir por Clodio, mientras que él vivía en adulterio con
Cleopatra, reina de Egipto.
Entre los personajes más
lascivos y enamoradizos, cita a Salomón, que tuvo setecientas esposas y
trescientas concubinas, algo más que un harén.
Sobre la circuncisión, dice
que el prepucio de Abraham (Gén. XVII, 24) que se hizo cortar a los 94 años,
“es el símbolo de la alianza entre el Creador y su pueblo”.
Que Josué, jefe de los hebreos
y conquistador de la tierra prometida, ordenó circuncidar a todo el pueblo. Es
muy recordado por haber logrado que el sol se detuviera, gracias a la
intervención de Yahvé.
La castración en la
antigüedad se hacía como castigo a los prisioneros al término de una batalla,
para mermar el apetito sexual, para la esterilización, o para que los niños
cantantes no cambiaran su voz (los castrati).
Que “los hebreos fornicaban
con los demonios en forma de cabra” (Lev. Cap. VII. V. 5), Que “Cohabitábase con todas
clase de bestias (Lev. V. 3). Que “Las costumbres del
pueblo de Dios no podían ser comparadas con las nuestras” San Agustín, citado por
Mirabeau, expresa que “en laviniun en las fiestas de Baco, llevábanse en
procesión miembros viriles, sobre los cuales colocaba una corona la matrona más
respetable”.
“La mitología griega había
consagrado el onanismo”, en la Biblia aparece Onám, que se masturbaba por
placer, para evitar la procreación y que nacieran seres desdichados.
Mercurio induce a su hijo
Pan a practicar la masturbación, Diógenes, el cínico, lo hacía en su soledad.
Mirabeau se refiere a la
creación del mundo y del hombre, para decir que la Biblia no explica si Adán
tenía los dos sexos y si con Eva “perdió uno de sus atributos”.
A propósito dice que “Hubo
tres clases de seres, machos, hembras, machos y hembras a la vez, cada uno
tenía 4 brazos, 4 pies, dos caras vueltas unas hacia otras y colocadas en un
solo cuello, 4 orejas, dos partes genitales, cada mitad procuraba juntarse con
la otra, tanto que no querían separarse, por el placer que les procuraba, hasta
que Dios los separó”.
Se menciona el caso de un
monje que tenía los dos sexos. En la página 70 de la
edición prologada por Enrique Díaz-Regt, Mirabeau habla del hermafrodita y el
andrógino y establece sus diferencias.
El lesbianismo era una
costumbre admitida y como ejemplo se menciona a Safo, la poetisa de Lesbos de
quien el poeta Anacreonte dijo: “En sus versos se encuentran todos los síntomas
del amor”.
A Orfeo, luego de la muerte
de Eurídice, su mujer, se le atribuye el haber introducido en la Tracia la
pederastia. Filipo de Macedonia, la practicó con Pausanias; Platón, con sus
amados Alexis y Agatón; Sócrates, con Fedón y Alcibíades; Aristóteles con
Herminas.
En el Levítico, encuentra,
“cuán corrompido estaba el pueblo de Dios”. El capítulo XV de este libro,
agrega, versa exclusivamente sobre la gonorrea
Las Notas del libro del
caballero Pierruges, sobre cada una de las partes o capítulos del libro de
Mirabeau, son sabias, extensas y orientadoras, y en algunos casos sus
explicaciones divergen de las de Mirabeau.
Mirabeau dice que el clima
ejerce una influencia en los seres organizados, en sus formas de
comportamiento, en el amor, en el sexo. El clima cálido despierta las pasiones
y el frío las controla o las adormece.
Para evitar los excesos en
la sociedad contemporánea propone una educación que los modere, como una forma
de templanza porque: “La moral es siempre débil contra la pasión”. “La verdadera gloria de un
ser inteligente es la ciencia, y la paz su verdadera felicidad”.
Uno de los propósitos del
libro es mostrar la decadencia de la antigüedad y contratarla con las
costumbres de hoy.
Mirabeau era creyente, lo afirma reiteradamente, habla de Dios como “El eterno geómetra”, que creó la mujer como la mayor obra maestra, y el universo.
Por Édgar Bastidas Urresty
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