14-03-2015
Hace algunas semanas, efectivos de la Dirección
contra el Terrorismo detuvieron en una calle de Lima a Guillermo Bermejo
Rojas. El hecho ocurrió el lunes 23 de febrero pasado, luego de un evento
en solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela
La acción
policial tuvo todas las características de un secuestro: de un vehículo con
lunas polarizadas descendieron varios hombres que virtualmente alzaron en vilo
al intervenido, lo redujeron, y lo trasladaron a la fuerza a una dependencia
del Estado. Allí quedó virtualmente incomunicado.
Esto me
trajo a la memoria un episodio casi idéntico que me ocurrió a mí en 1965 -el
fragoroso año de las Guerrillas-, cuando me desplazaba por La Colmena, entre el
Parque Universitario y la Plaza San Martín, con algunos compañeros.
También en
la circunstancia, hombres no identificados me tomaron a la fuerza, me subieron
a un vehículo y finalmente fui a parar a un recinto de Seguridad del Estado,
donde me esperaba Francisco Rosado, entonces jefe de esa dependencia
para conminarme a responder, acusado por acciones muy parecidas a las que hoy
se lanza contra Bermejo Rojas.
Quizá
llevado por la similitud de los hechos, y casi instintivamente, me apresuré a
denunciar este abuso y a protestar por él, considerándolo un atropello
inaceptable.
Y es que
todos los que conocemos las actividades policiales de este corte, sabemos
cuales son los métodos que se usan para incriminar a inocentes, vinculándolos a
las mas absurdas acciones.
Felizmente
una vez mas los hechos nos dieron la razón. El afectado por esta medida
punitiva, fue recientemente liberado por la inconsistencia de las acusaciones
presentadas en su contra.
Hubiese
querido comentar el hecho antes, pero una delicada afección de salud me puso
fuera de circulación por 10 días. Por eso, solo hoy vuelvo al tema con la idea
de resaltar algunos elementos relacionados al mismo.
¿De que lo
acusa la DIRCOTE a Guillermo Bermejo? de ser un supuesto "topo",
senderista infiltrado en las organizaciones sociales.
¿Qué pruebas
presenta? Ninguna. Los indicios, frágiles e inconsistentes que muestra, aluden
a supuestos "enlaces" y "vínculos" con los cocaleros. La
versión, como no podía ser de otra manera, aparece proporcionada por "colaboradores
eficaces" de la policía.
Bien sabemos
cómo se fabrica la "colaboración eficaz" en circunstancia como ésta.
Lo vimos en los años de la violencia y registramos su secuela en nuestros
tiempos: la policía detiene a 10 sospechosos y luego de diversos apremios les
ofrece la libertad a cambio que señalen a 3 senderistas. Pocos días después
tendrá a 30 nuevos presos. Asó. Crecerá esa cadena de “terroristas”
encarcelados..
Gracias a
tal procedimiento. bajo el fujimorismo fueron detenidas 650,000 personas, cada
año, entre 1996-1999. El 80% de ellas, fueron sometidas a lo que en el lenguaje
especializado de los organismos de los derechos humanos se llama "tratos
crueles, inhumanos, y degradantes". En otras palabras a brutales
torturas.
En el caso,
para redondear los cargos, algunos voceros de prensa –la revista “Correo
Semanal”, idearon un recurso deleznable. Hablaron del acusado llamándolo “El
Che”. Buscaban mimetizar a Bermejo con e guerrillero argentino como una manera
de confirmar su opción violentista.
Pero el
detenido, no es argentino. Ni es tampoco “El Che”. Es un simple activista de
izquierda, empeñado en la lucha por cambiar el país. Su movimiento -“Todas
las voces”- confirma esa opción.
La DIRCOTE
acusó a Bermejo de “tener vínculos” con Nancy Obregón. Podría acusar a
Ollanta Humala Taso de lo mismo.
El hoy
Presidente de la República tuvo vínculos, durante varios años con Nancy
Obregón.
Y también
los tuvieron los 120 congresistas que compartieron funciones entre el 2006 y el
201. Y muchísimos otros funcionarios de Estado.
¿Cometieron
delito todos ellos? ¿Por qué se acusa a Bermejo y no a los otros por ese hecho?
Se sostiene
que Bermejo es "chavista". Ese cargo podría dirigirse a
millones de personas que, en diversos países, apoyan al proceso bolivariano de
Venezuela.
En la
relación, podría incluirse a los presidentes Evo Morales, Rafael Correa, Daniel
Ortega y otros. Y también a muy destacadas personalidades del arte, la cultura,
el pensamiento y la política. Incluso al extinto Gabriel García Márquez.
Para
Bermejo, y para cualquier otro, ser meritorio de esa acusación, no es un
estigma, sino un honor.
Se le acusa,
además, de defender a los cocaleros, es decir a los cultivadores y productores
a la hoja de coca.
Pero la hoja
de coca no es droga, y los que la cultivan-que son centenares de miles-no son
delincuentes. Delincuentes son los narcotraficantes, varios de los cuales están
tras las rejas precisamente por la acción de este gobierno. Rodolfo Orellana,
es uno de los ejemplos..
En los
cargos contra Bermejo hay acusaciones francamente ridículas. Se dice por
ejemplo que es un "enemigo radical del presidente Humala".
Pero ese
"delito" podrían incoar a Martha Chávez, a Fernando Rospigliosi,
Cecilia Valenzuela o Aldo M., que son, sin ninguna duda "enemigos
radicales" de Ollanta Humala.
A esa lista,
podríamos añadir sin temor a equivocarnos a Alan García, Keiko Fujimori, y al
propio "chinito de la yuca" recluido en centro vacacional en Ate
Vitarte, el Fundo Barbadillo
Como si el
cargo no fuese simplemente idiota, se asegura que Bermejo, durante el gobierno
anterior, se encamino hacia la Plaza de Armas en busca de un voluminoso
objetivo: quería atentar contra la vida de Alan García.
La
información como se recuerda la proporcionó Gissele Gianotti, que tuvo
que guardar carcelería después por delitos de espionaje, el caso Bussines
Strack. ¿Qué sustento puede tener esa patraña?
Es bueno
subrayar todo esto para que quede como lección.
Todos
sabemos que detrás "de los servicios secretos", de los aparatos
represivos y de la estructura del Estado vinculado a esta función pululan
elementos francamente medievales, para los que tener ideas propias es delito;
luchar por la defensa de la soberanía nacional, un absurdo; y pretender la
transformación revolucionaria de la sociedad, simplemente un crimen.
Con
funcionarios de esta especie, casos como el de Guillermo Bermejo-ya felizmente
en libertad- se repetirán con frecuencia. Hay que estar en alerta entonces.
Cuando elementos maccartistas de esa calaña amenazan, por lo general no se
quedan en palabras.
Gustavo
Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra
Bandera.
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