Dos criterios básicos para
afrontar el estudio y aprender de
la Construcción del Socialismo
en China
02 de febrero de 2012
Estimado Luís Chau:
Muy agradecido por tu rápida,
para ser más preciso diría “inmediata” respuesta del día 08, a mi comentario
del día 06 de enero. Me parece que esa envidiable eficiencia de tu parte,
comprueba tu inocultable y preocupante inquietud por los destinos del
proletariado mundial y por la construcción del socialismo. Ya quisiera yo
tener esa capacidad y esa disponibilidad para poder contestar a
todos mis amigos “con tanta rapidez”.
En primer lugar, te agradezco
por las observaciones que presentas a algunas de mis
expresiones que aparecen “poco claras”, las que se pueden prestar a
malentendidos, y que lo justo es corregirlo. Gracias por las observaciones, me
preocuparé por ser más preciso en mis próximas expresiones.
Pero, sobre todo, te agradezco
muy sinceramente por ampliar los aspectos del debate, planteando ideas nuevas,
con una intención clara y precisa, como tú mismo dices “que servirán para
seguir elaborando una teoría y una práctica sobre lo que debe
hacerse en nuestro país”.
Precisamente, de eso se trata,
tenemos que aprender de la experiencia ajena, no se trata de estar
hurgando en la política interna de otros países para cumplir la función de
“acusetas”, como viejas chismosas y criticonas, que a la primera
diferencia o discrepancia que se les presentan en el camino, sueltan
expresiones como “revisionistas”, “restauración del capitalismo”, y otras
palabras vacías sin ningún contenido.
Y ante esas palabras vacías,
me vuelvo a preguntar: que ejemplos prácticos nos dan esos
criticones superficiales. El día que ellos nos demuestren “en los hechos”,
y no solo con palabras, las bondades de sus “teorías
ortodoxas”, los tomaré realmente en cuenta, y modestamente
decidiré aprender de ellos.
A continuación expongo dos
criterios previos a tener en cuenta, antes de responder y comentar las críticas
puntuales que tú expones. Lo primero es recordar que “la lucha será
prolongada”, y lo segundo es la necesidad de utilizar el “relativismo
histórico” en los análisis de carácter comparativo de dos realidades
diferentes, como son la realidad peruana y la realidad china.
LA LUCHA SERA PROLONGADA
En los dos últimos párrafos
de tu respuesta planteas algo muy importante, a lo cual por lo general se
le presta muy poca atención, por ahí comenzaré la continuación de este
intercambio.
Tú anotas lo siguiente:
“En el punto 7 insistes en esa teoría donde los
intereses del proletariado deben sacrificarse en aras de la gran tarea de la
construcción de la "patria socialista". No importan las duras
condiciones en las que vive el proletariado chino, ya que es necesario
"socializar la producción". Cuando esta tarea se cumpla, entonces
recién verán cambiada su situación. La revolución política en China se dio hace
60 años es decir la primera generación de proletarios chinos nacidos bajo
su amparo, hoy con 60 años (como nuestra generación) siguen trabajando a
sabiendas que no verán ellos los frutos del cambio. ¿Cuántas generaciones más
tendrán que pasar para que ello sea posible?
La realidad nos enseña que los trabajadores no
solo luchan por el cambio, para las generaciones futuras, sino para ver mejorar
sus propias condiciones de vida. Negar ello, es justamente lo que ha sido la
justificación para todos los gobiernos que se montan sobre los hombros del
pueblo para vivir a expensas de él, en aras de "un futuro mejor".”
Esa preocupación tuya es muy
importante: “¿Cuántas generaciones más tendrán que pasar para ver los frutos
del cambio?”
Lo cual dicho de otra
manera sería: ¿Cuánto tiempo demandará la construcción del socialismo? Será
tarea de una sola generación, o acaso demandará el esfuerzo de varias
generaciones.
En esta cuestión, tenemos que reconocer que la
mayoría de socialistas en todo el mundo nos hemos equivocado, y por lo
general hemos pecado de un optimismo excesivo al pensar que
la construcción del socialismo es tarea de una sola generación. El error
no es solamente de los modestos militantes de base, como somos nosotros,
sino que incluso los propios maestros del proletariado han caído en ese
error. Y lo correcto es señalar esos errores y no quedarnos callados.
En el folleto de Stalin Los
Fundamentos del Leninismo (abril-mayo de 1924) --que lo estoy volviendo
a revisar para refutar algunas opiniones erróneas que se siguen
divulgando sobre “el carácter de la época histórica” en que vivimos
actualmente--, encuentro la cita de una expresión de Marx que resulta muy
ilustrativa.
En el Capítulo IV, titulado La
Dictadura del Proletariado, con la intención de reforzar sus argumentos
sobre el carácter prolongado de la dictadura del proletariado, Stalin
trascribe la siguiente cita de Carlos Marx:
“Tenéis que pasar –decía Marx a los obreros --
por quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y batallas
internacionales, no sólo para cambiar las relaciones existentes, sino también
para cambiar vosotros mismos y llegar a ser capaces de ejercer la dominación
política” (véase: C.Marx y F. Engels, Obras, t.VIII, pag.506)
De esa manera Marx criticaba a
quienes subjetivamente se hacían ilusiones y consideraban que “el cambio
social se podía hacer en pocos años”. Por un lado, Marx plantea la necesidad de
luchar muchos años para “poder cambiar las relaciones existentes”; y por otro
lado, también plantea la necesidad de “luchar para que los propios
obreros cambien” y puedan ser capaces de ejercer la dominación política.
Esas dos propuestas de cambios
son muy acertadas, pero si contrastamos las palabras de Marx con la práctica
social del proletariado mundial en el siglo XX, me parece que el propio Marx se
“quedó corto” en su propuesta. Él mismo cayó en exagerado optimismo al fijarse
plazos tan breves como “quince, veinte, cincuenta años”.
La experiencia real de los
inicios de la construcción del socialismo desde 1917 en Rusia, y posteriormente
en China (1949) y Cuba (1959), nos está demostrando que esta lucha demandará un
tiempo mayor, tal vez más de 200 o 300 años, demandará la gestión de por lo
menos ocho, doce, o tal vez muchas más generaciones. Nos parece erróneo creer y
esperar que una sola generación podrá “ver los frutos
definitivos del cambio”, tal como tú deseas, esperas y demandas. Tú
estás confundiendo “tus buenos deseos”, con las posibilidades
reales del cambio social.
En algunas de los primeras
opiniones de Lenin, después de instaurado el nuevo poder en
Rusia, recuerdo que también encontré algunas expresiones parecidas, y
hasta mucho más “optimistas” que las de Marx. Lenin se imaginaba y se proponía
erradicar la influencia de la vieja sociedad en escasamente 20 a 30 años, es
decir lo consideraba como ¡tarea de una sola generación! (No
tengo el documento a la mano, por eso no puedo citar textualmente). A fines de
la década de 1930, Stalin incurrió en el mismo error, y
subjetivamente llegó a afirmar que “ya no existían
clases sociales en la URSS”, ¡A escasamente 20 años de
haberse iniciado la construcción del socialismo! (Tampoco tengo este
documento a la mano. Espero que alguno de nuestros devotos
“marxistas-leninistas” intransigentes, de esos que se saben de memoria las
citas de Lenin y Stalin, contribuya a este intercambio divulgando de manera
textual esas expresiones de Lenin y Stalin. En todo caso, en la primera
oportunidad que yo pase nuevamente por mi casa, y tenga acceso a mi modesta
biblioteca, te enviaré las menciones textuales respectivas).
Esas opiniones de Marx, Lenin
y Stalin, que estoy recordando, fueron “previsiones”, o tal vez solo
fueron “buenos deseos”. Fueron afirmaciones que no se apoyaban en la
experiencia concreta de los cambios realmente realizados en una sociedad
determinada, fueron expresiones en las cuales, hay que reconocer que, los
maestros del proletariado pecaron de excesivo voluntarismo. La
práctica del proletariado mundial durante 90 años de lucha por la
construcción del socialismo desde 1917, nos está demostrado que el
desarrollo de la realidad ha sido a una velocidad muy diferente a sus
previsiones.
Por lo tanto, partiendo de la
experiencia práctica de las luchas del proletariado mundial, ahora
estamos en la obligación de “continuar, confirmar y corregir” esas
ideas de los maestros del proletariado, y así cumplir con nuestra
responsabilidad de realizar “la verdadera revisión del marxismo, en el sentido
de renovación y continuidad de la obra de Marx”. (Ver
Mariátegui, Defensa del Marxismo, Cap. IV, p.41, y Cap. I, p.20)
En ese sentido, los
socialistas chinos en algunas oportunidades han sido más prudentes en sus
proyecciones futuras de la historia. Recuerdo que en el Primer Seminario
sobre Socialismo Peruano, realizado en noviembre de 2005, el muy
documentado investigador y expositor Gustavo Espinoza, al comentar sobre el
desarrollo de la revolución socialista en el mundo, mencionó la siguiente
expresión de un destacado dirigente chino.
Espinoza nos recordó que en
una entrevista con corresponsales extranjeros, le preguntaron a Chou En-lai
“¿Cuál era su apreciación y valoración de la Gran Revolución Francesa de
1789?”. Y el genial y muy bien informado Chou, con mucha prudencia les
respondió: “200 años es un lapso muy corto para poder tener una
opinión certera sobre el significado de la revolución francesa de 1789”.
Por analogía, podríamos
decir que “sesenta años es un lapso muy corto para tener una opinión definitiva
sobre el significado de la Gran Revolución China”, que es el tema que
precisamente estamos tratando en este intercambio.
Para el destacado y
genial socialista chino Cho En-lai “doscientos años era un lapso muy corto”
para llegar a conclusiones sumarias sobre un acontecimiento histórico; pero
para nosotros, “sesenta años” ya nos parecen un lapso demasiado largo. E
incluso, en nuestra desbordada impaciencia, nos atrevemos a
demandar resultados al nivel de nuestra “imaginación”, y de nuestros
“caprichosos” gustos y deseos.
Tenemos que entender que el
tránsito de la vieja sociedad dividida en clases a la nueva sociedad sin clases
sociales, no es cualquier cambio. Será, y ya es, el cambio
más trascendente de toda la historia de la humanidad. Y nosotros somos
parte de una generación privilegiada, que estamos viviendo este
trascendental cambio, y todavía no somos capaces de percibirlo, comprenderlo y
valorarlo, en su verdadera magnitud. Desde el punto de vista de la
importancia, este cambio solo se le puede comparar con “el tránsito
de la sociedad comunal sin clases a la sociedad dividida en clases” que ocurrió
en el pasado. A veces no tomamos en cuenta que ese cambio del pasado
demandó muchos siglos, y no entendemos que revertir la historia no
puede ser cuestión de unos pocos años.
En el Medio Oriente y en el
Sur de Europa, ese cambio evolutivo de la sociedad comunal a la primera forma
de sociedad dividida en clases sociales, a la sociedad esclavista, demandó
varios siglos, desde la formación de las primeras ciudades en la
Mesopotamia (en tiempos contemporáneos con Caral, 3,000 A.C.) hasta la
formación de las primeras sociedades esclavistas (1,000 A.C.), primero en
Grecia, y después en Roma. (Las grandes culturas desarrolladas en Asiria y
Egipto, que se formaron antes de Grecia y Roma, no fueron sociedades esclavistas,
sino estados teocráticos y despóticos, similares al Tawantinsuyu,
fueron sociedades y estados de transición, que precedieron a los conocidos
estados esclavistas griego y romano.
En el Perú y América del Sur
ese proceso de “evolución” a la sociedad dividida en clases sociales se inició
aproximadamente en los tiempos de la cultura Caral (3,000 A.C.), y a la
llegada de los españoles (después del 1,500 D.C.) todavía no había
concluido. Es decir, ese proceso de transición ya tenía más de 4,500 años de
duración al momento de ser interrumpido abruptamente por la conquista europea.
En esos 4,500 años lentamente se estuvo gestando “la formación de la familia,
la propiedad privada, las clases y el estado”.
Si “el paso de la sociedad sin
clases, a la sociedad dividida en clases sociales” demandó más de 2,000 años, o
sea aproximadamente ochenta generaciones, resulta absurdo pensar
que el proceso inverso, el paso “de la actual sociedad dividida en
clases, a la futura sociedad sin clases sociales”, se pueda realizar en un
plazo tan breve como son 25, o tal vez 50 años. Esos apresuramientos y
desesperaciones mentales, en que a veces nos vemos envueltos, son
expresiones de simple idealismo subjetivo, y no tienen nada que ver con
el desarrollo real de la humanidad, ni con la concepción científica de la
historia.
En síntesis, lo más
recomendable es que cualquier proyección de cambio social la tenemos que hacer
a largo plazo, y cada generación debe preocuparse “por cumplir su propia
jornada de trabajo”, es decir nuestra generación debe trabajar por cumplir la
parte que históricamente nos corresponde, y no pretender “cambiar todo” en un
instante, lo cual objetivamente será imposible. Al estudiar, evaluar y comentar
los cambios en China y en el Perú, debemos de tener siempre presente este
primer criterio previo: prepararnos para una lucha prolongada.
UN POCO DE RELATIVISMO
HISTORICO
Para aprovechar al máximo la
experiencia de la revolución china, o de cualquier otra revolución, y que
ella nos sirva de referencia y ejemplo para nuestras propias tareas de la
revolución socialista en el Perú, me parece que al hacer esta confrontación,
“hace falta un poco de relativismo histórico”, para así no incurrir
en el error de asumir que las realidades peruana y china son
idénticas o parecidas, como han pretendido en las décadas pasadas los seudo
maoistas criollos en nuestro país, estafadores políticos que bajo
ningún punto de vista pueden ser considerados “maoístas delirantes”. (Sobre el método del relativismo histórico, revisar la Nota 15 del
ensayo El Problema de la Tierra, en “7Ensayos…” de José Carlos
Mariátegui)
Primero tenemos que
preguntarnos: ¿Cuáles eran las características de la realidad china al comenzar
la construcción del socialismo en 1949? después de conocerlas, ¿podemos asumir
que esas características eran similares a la realidad peruana? Por mi
parte, considero que no es posible asumir la existencia de una semejanza
entre las realidades china y peruana, y mal haríamos en pretender copiar o
trasportar mecánicamente esa experiencia a nuestro país. A continuación
anotaré algunos elementos que respaldan mi afirmación.
1.- China y Perú son dos países muy extensos, en
eso si se parecen. Ambos se encuentran entre los 20 países más extensos del
total de 200 países existentes en el mundo. Dentro de ese sub grupo de los
países más extensos, China, con 9.6 millones de km2,
ocupa el tercer lugar, después de Rusia y Canadá. Mientras que el Perú,
con cerca de 1.3 millones de km2, ocupa el lugar 19,
(o se encontraba en esa ubicación antes del desmembramiento de la URSS, del
cual se desprendieron varios países también muy extensos). La extensión de
nuestro país “no es poca cosa”, pero evidentemente es un país menos
extenso que China, en una proporción aproximada a 1/10
de la extensión de la República Popular China. Esta es la primera
diferencia que debemos de tener en cuenta en nuestro análisis
comparativo, apelando al “relativismo histórico”.
2.- Al comenzar la construcción del socialismo
en China, el año 1949 había 600 millones de habitantes,
mientras que actualmente, en el año 2011, en el Perú somos escasamente
30 millones. Por simple comparación aritmética, podemos deducir
que las contradicciones objetivas, y los problemas reales en la China de
1949 eran veinte veces más complicados que los problemas actuales
de nuestro país. Esta es la segunda diferencia.
Si a nosotros, después de más
de noventa años de historia y lucha del movimiento socialista peruano, la
consumación de la revolución todavía nos parece “una tarea muy difícil” en un
país de escasamente 30 millones de habitantes, habría que ubicarse en la
situación de los trabajadores chinos, para entender lo complicado
que fue para ellos iniciar la construcción de una nueva sociedad en un
país que ya tenía 600 millones de habitantes en 1949. Una tarea que para
nosotros “nos parece difícil” en nuestro propio país, no tenemos el derecho a
esperar y reclamar que para los chinos esta tarea “debería ser una tarea
muy fácil”.
Solo comprendiendo en su
verdadera magnitud, “los problemas que nosotros estamos afrontando
actualmente en el Perú”, y luego multiplicándolos por 20, podemos tener una
idea aproximada de lo complicado que fue comenzar la construcción del
socialismo en China. Después de hacer esa comparación de “relativismo
histórico”, y si lo hacemos seria y honestamente, estoy seguro que podremos asumir
una actitud más comprensiva con el proletariado chino, tanto en lo que
respecta a sus miles de errores, como a sus pocos y grandes aciertos. La
experiencia nos enseña que la humanidad antes de llegar a un acierto,
“previamente ha tenido que cometer por lo menos cien errores”.
A fines de la década de
1940 los revolucionarios chinos lograron unificar al pueblo chino, a más
del 90% de los 600 millones de habitantes. Esa es una verdad incontrastable, y
un ejemplo digno de resaltar. Ahora, deberíamos preguntarnos, los socialistas
peruanos en la actualidad ¿a qué porcentaje de los escasamente 30
millones de peruanos hemos logrado unificar? ¿al 10%, al 1%, al 0.1%, o tal vez
a un porcentaje menor?
¿Estamos en condiciones para
“criticar” y “enseñar” arrogantemente al pueblo chino?, o por el
contrario, estamos para “aprender de ellos” y muy modestamente. Si
queremos criticar y enseñar, lo primero que tenemos que hacer es aprender de
ellos “el cómo unificar a la mayoría para luchar contra el enemigo
común”.
3.- En mi anterior comentario, anoté que de esos
600 millones de habitantes, el proletariado chino en 1949 solamente
llegaba a 10 millones, es decir “por cada proletario había cerca
de 60 pobladores no proletarios”. En nuestro caso,
actualmente en el Perú hay más de 1.5 millones de proletarios de un total de
30 millones de habitantes. En la China de 1949 la proporción
proletarios/población era 1/60, en el Perú actual es
aproximadamente de 3/60. Esta es la tercera diferencia
que debemos de tomar en cuenta.
Esa disparidad numérica
existente entre el sector económica y socialmente más avanzado (el
proletariado) y el sector atrasado de las fuerzas productivas en la China de
1949, necesariamente se reflejaba en la productividad y la
producción, en la base económica de esos años, como veremos más
adelante.
4.- En el folleto China 2001: La cuarta
revolución del investigador y comentarista español Ramón Tamames
encuentro la siguiente información, que me parece muy importante
para ubicar y entender las condiciones reales de la productividad y la
producción al comienzo de la construcción del socialismo en China. Dice así.
“Según una estimación de las Naciones Unidas, en
1947 la renta per cápita de China se situaba en
sólo 40 dólares por año, la mitad de la India, y muy por debajo de los 250
del promedio mundial de entonces”
Esa modesta y minúscula
cantidad, “40 dólares por habitante al año”, o sea “menos de un dólar por
habitante a la semana”, nos da una idea más real y
descarnada del tremendo atraso económico en que se encontraba China al
pretender iniciar la construcción de una nueva sociedad. Una nueva
sociedad, que no solo fuera diferente “en el color de la bandera, en la
letra del himno nacional, y en el nombre” a la vieja China, sino que fuera
radicalmente diferente, y muy superior, en todos los aspectos, sean
económicos, sociales, políticos y culturales.
Para comprender la magnitud de
ese denigrante atraso, nuevamente apelaremos al “relativismo histórico”, y
haremos una comparación con una realidad conocida por nosotros, una comparación
con nuestra realidad peruana.
PBI anual per cápita (año
1949)
(US $/habitante)
EEUU
|
¿?
|
Inglaterra
|
¿?
|
Francia
|
¿?
|
URSS
|
¿?
|
Perú
|
550
|
Prom. Mundo
|
250
|
India
|
80
|
China
|
40
|
|
|
En fecha próxima a 1949, el
promedio de la producción per cápita a nivel mundial ya era de 250
dólares anuales por habitante, y China con 40 dólares por
habitante se encontraba muy por debajo de ese promedio mundial. En esa misma
fecha, en el Perú la producción ya era de 550 dólares
por habitante, por encima y duplicando el promedio mundial, y muy
por encima de la producción por habitante en China, en una relación
de 550 contra 40, es decir la economía peruana era superior en productividad y
producción en más de catorce veces. Esta es la cuarta
diferencia que debemos de tener en cuenta.
En estos momentos, no
tengo a mano la información de la producción per cápita en EEUU,
Inglaterra, Francia y Rusia, en esos años de mediados del siglo pasado.
Pero sería conveniente investigarlo para hacer un análisis comparativo
más amplio y real, y así poder deducir las posibilidades y la probable
velocidad, reales, no imaginarias, de cambio de la atrasada realidad
china, que se les planteaba como tarea en esos momentos.
Con esa, o sin esa información
complementaria, lo cierto era que China comenzó la tarea de cambio social en
condiciones de un extremado atraso, muy lejos de nuestro atrasado
Perú, y mucho más lejos de los países más desarrollados como eran EEUU,
Inglaterra y Francia. En esas precarias condiciones, proponerse el cambio, y
fijarse como “primera meta alcanzar al nivel de vida de Inglaterra”, era
una tarea de titanes mitológicos, o tal vez era una inalcanzable
“ambición de locos”.
Si no entendemos en su real
magnitud esa cruda realidad, me parece que no entenderemos lo que
realmente ha ocurrido y tampoco entenderemos lo que está ocurriendo en la
lejana y misteriosa China. Si no entendemos esa situación, no sería raro que
idealista e injustamente continuemos “siendo demasiado exigentes
para con los demás, pero demasiado tolerantes para con
nosotros mismos”.
5.- En el mismo folleto de Tamames
se suministra información estadística de la evolución de la producción,
comercio exterior, reservas, e inversiones extranjeras en China desde 1949
hasta el año 2000.
A continuación trascribo un
resumen de la información suministrado sobre la evolución del PBI anual per
cápita en un periodo de cincuenta años, y lo haré con un doble objetivo. Tener
una idea de la verdadera magnitud de la velocidad de los grandes cambios
económicos realizados en China; y por otro lado, hacer un análisis comparativo
con la evolución económica de la realidad peruana, en ese mismo lapso.
EVOLUCION DEL PBI/per cápita
($/hab)
AÑO
|
CHINA
|
PERU
|
1952
|
48,34
|
551,62
|
1955
|
60,93
|
599,82
|
1960
|
75,15
|
674,26
|
1965
|
97,49
|
788,11
|
1970
|
111,71
|
849,54
|
1975
|
175,83
|
943,08
|
1980
|
306,99
|
936,70
|
1985
|
290,46
|
815,91
|
1990
|
341,61
|
669,24
|
1995
|
581,22
|
798,03
|
2000
|
810,30
|
|
Fuente información China:
“Statistical Communiqué on National Economic and Social Development”, para 1990
y 2000, embajada China en Madrid. Citado por Ramón Tamames
Fuente información Perú:
Compendio Estadístico del Perú·, INEI. Citado por Miguel Aragón en el artículo Hundimiento
del Perú, publicado en la revista Resurgimiento del Perú, 1995.
En 1950 el Perú era un
país “capitalista semifeudal y semicolonial”, un país muy atrasado
económica y socialmente, mucho más de lo que es ahora, y la producción
per cápita era de 550 dólares anuales, el doble del promedio
mundial, y más de catorce veces la producción per cápita en China, pero
muy por debajo de los países más avanzados como EEUU, Inglaterra y Francia.
(Para ese año no mencionaré a Alemania y Japón, porque ambos habían
quedado semi-destruidos como consecuencia de la Segunda Guerra
Mundial).
El largo periodo transcurrido
desde 1950 hasta 1975, fue una etapa de “relativa estabilidad y crecimiento
económico capitalista” en el Perú, y el índice de crecimiento de la
producción per cápita fue de 6% anual como promedio, uno de
los mayores índices de crecimiento en todo el mundo para un periodo tan
largo, muy por encima del ritmo de crecimiento de EEUU, Inglaterra y
Francia, países que en ese mismo lapso crecieron a un ritmo de 3% a 4% anual,
pero por debajo del ritmo al cual crecieron Japón y China en esos mismos
años. Así, a ese ritmo acelerado, en el año 1975 la producción anual per
cápita en el Perú llegó a los 950 dólares.
En síntesis, en 25 años (1950-1975)
se había duplicado la producción en el Perú, lo cual no fue poca
cosa, pero a su vez, ese crecimiento fue el preludio de la crisis económica que
estallaría después. (Y llama la atención que todavía haya personas en
nuestro medio, que no entienden que “para que ocurra una crisis económica
capitalista, previamente tiene que ser precedida de un periodo de real
crecimiento capitalista”, o dicho de manera más breve: sin crecimiento
económico previo, no hay posibilidades de crisis económica.)
En ese mismo lapso, de 1950 a
1975, China recién había superado su condición de país semifeudal y
semicolonial, y al dar los primeros pasos, iniciando la
construcción del socialismo, se había convertido en un país socialista
en desarrollo, cuya organización social y
política era diferente y superior a la organización social y
política en el Perú. Pero la base económica china era 14 veces más atrasada que
la base económica peruana. (Al comenzar la construcción del socialismo en China
en el año 1949, no era posible pensar ni proponerse construir “un país
socialista desarrollado”, sino simple y modestamente un país socialista
en desarrollo)
En ese mismo lapso
(1950-1975), la economía china comenzó el año 1950 con una producción per
cápita anual de 40 dólares por habitante (menos de un dólar
semanal), y como resultado de los grandes cambios políticos y sociales
realizados en el transcurso de las décadas de 1950 y 1960, para el año
1975 alcanzó los 175 dólares por habitante (más de tres dólares
semanales por habitante), es decir se había cuadruplicado la producción
por habitante en China.
En ese lapso, la nueva China
siendo “económicamente más atrasada” que el Perú, ya daba las primeras muestras
de la ventaja de la nueva organización política y social que se había
instaurado. Al cambiar radicalmente las viejas relaciones de producción,
liquidando el feudalismo y rompiendo la dominación colonial extranjera, habían
comenzado a liberarse las fuerzas productivas.
Si en 1949 la producción era
“menos de un dólar por habitante a la semana”, para el año 1975 ya se había
llegado a “3.5 dólares a la semana por habitante”, una cantidad
muy modesta si lo comparamos con el promedio mundial, e incluso con la
producción en nuestro atrasado Perú, pero que era una cantidad muy superior si
la comparamos con los años de inicio de la construcción del socialismo en
China. Realmente se había dado un gran salto adelante, cuyos
primeros beneficios en mejorar las condiciones de vida de la inmensa población
china, pronto comenzaron a sentirse.
No obstante ese gran salto,
en términos relativos la producción en China en el año 1975 seguía
estando por debajo de su equivalente en el Perú. China después de cuadruplicar
su producción ya estaba en 175 dólares por habitante, y el Perú después de
duplicarla en el mismo periodo ya había llegado a cerca de 1,000
dólares por habitante.
En 1975 China socialista era
un país política y socialmente más desarrollado que Perú, pero económicamente
seguía siendo un país más atrasado, aunque en términos relativos ya no tanto
como en 1950. China había pasado de ser “un país muy pobre” a ser
“un país pobre”. La diferencia económica era una diferencia de
carácter cuantitativo en la cual el Perú estaba más avanzado que
China; mientras que la diferencia política y social era de carácter cualitativo,
en la cual China estaba más avanzada que el Perú.
En ese lapso, de 1950 a 1975,
en el Perú la contradicción básica seguía siendo entre las nuevas fuerzas
productivas en crecimiento, y las viejas relaciones de producción estancadas.
Para nosotros en el Perú el problema era cambiar las viejas
relaciones de producción capitalistas, para así seguir desarrollando
las fuerzas productivas. Por el contrario, en China la contradicción
básica que estaban resolviendo era entre las atrasadas y débiles fuerzas
productivas y las nuevas relaciones de producción socialistas. Para ellos en
China el problema era desarrollar las fuerzas productivas para
colocarlas al nivel avanzado en que se encontraban las relaciones de
producción. Esta es la quinta diferencia entre estas dos
realidades.
6.- Por último, veamos ahora, lo que ocurrió en
ambos países desde 1975 hasta 1992.
En este segundo periodo de
aproximadamente 20 años, desde 1975 hasta 1992, la producción per cápita en
China se elevó de 175 dólares a 400 dólares anuales por
habitante, es decir se multiplicó por 2.3 veces.
Mientras que en el Perú, en ese mismo lapso la producción se redujo de 950 a 650
dólares por habitante.
En este sencillo pero
necesario ejercicio de “relativismo histórico”, hemos visto que en los
primeros 25 años, de 1950 a 1975, China y el Perú, siendo dos países política y
socialmente diferentes, ambos crecieron económicamente, pero lo hicieron
a ritmos diferentes. El Perú país capitalista periférico de tipo
“semifeudal y semicolonial” duplicó su producción anual per cápita, mientras
que China “país socialista en desarrollo” cuadruplicó su producción anual per
cápita, dando el salto de país “muy pobre”, a país “pobre”.
En esos primeros 25 años, en
China, al comienzo se aplicó, entre otras, la orientación de “tomar la
agricultura como base y la industria como factor dirigente”, y después
de los primeros diez años de experimentación propia y de evaluación de
los nuevos problemas que se presentaban en la nueva realidad se guiaron
por la nueva orientación de “desarrollar las cuatro modernizaciones”,
para así continuar superando los lastres del pasado (recomiendo revisar los
artículos escritos en ese periodo por Mao Zedong, Chou Enlai, y
Deng Siaoping, entre otros autores).
En ese mismo lapso en el Perú
(entre 1950 y 1975) se aplicaron las orientaciones generales de la CEPAL,
complementadas con las políticas específicas de la Alianza para el
Progreso, ambas planificadas por el capitalismo monopolista
norteamericano para toda América del Sur, que seguía siendo considerada su
“patio trasero”. Éstas orientaciones se pueden resumir apretadamente en: “una política
populista cuyos componentes principales fueron: reforma agraria,
sustitución de importaciones, estatización de empresas, capitalismo de
Estado y asistencialismo benefactor”. Esta política populista burguesa,
al comienzo sirvió en toda América del Sur para impulsar un relativo y
temporal crecimiento económico capitalista, hasta mediados de la década de
1970. Posteriormente, el excesivo crecimiento del aparato estatal, la excesiva
deuda externa y la inflación galopante, frenaron la continuidad del crecimiento
capitalista, y el Perú y los otros países de América del Sur ingresaron a una
larga crisis.
En el siguiente lapso de cerca
de 20 años, de 1975 a 1992, el vertiginoso crecimiento económico capitalista en
el Perú que había ocurrido de 1950 a 1975, desembocó en un largo periodo de
crisis, de hundimiento y bancarrota, en el cual la
producción se redujo de 950 a 650 dólares por habitante. Las viejas
relaciones de producción capitalistas imperantes en el país, a mediados de la
década de 1970 ya no permitieron la continuidad del crecimiento de las fuerzas
productivas, y necesaria e inevitablemente estalló la crisis económica, la
crisis económica más profunda y más larga de toda nuestra historia republicana.
Mientras que en ese mismo lapso, en el cual comenzó a aplicarse como guía la
política de “reforma y apertura”, propuesta inicialmente por Mao
Zedong y Chou Enlai, el crecimiento económico en China continuo creciendo y se
multiplicó por 2.3 veces. Esta es la sexta diferencia entre la
evolución de China y el Perú, diferencia que debemos de tener en cuenta al
hacer cualquier comparación.
En 1980 China ya tenía 1,000 millones de habitantes, y se estimaba que en
los próximos veinte años, para fines del siglo pasado, para el año 2000, la
población ascendería a 1,200 millones de habitantes. En 1980, no obstante los
grandes progresos económicos que ya se había logrado, en términos relativos China
era un país pobre, y la mayoría de la población todavía tenía
muchas necesidades insatisfechas. Partiendo de esa realidad, los
dirigentes del gobierno chino implementaron la política de “reforma y
apertura”, fijándose dos metas estratégicas como objetivos de su
política de desarrollo.
En primer lugar, cuadruplicar
su Producto Bruto Interno en un lapso de 20 años, para alcanzar en el año 2000 un
nivel de vida modestamente acomodado, y en segundo lugar, alcanzar en
un segundo lapso de 50 años adicionales, para el año 2050, a un nivel de
producción y de las condiciones de vida de los países económicamente
desarrollados (equivalente al que tenían el pueblo en Inglaterra o
Francia en las últimas décadas del siglo XX). Es decir, los dirigentes chinos a
fines del siglo pasado, así como los actuales dirigentes, han dejado para las
próximas generaciones, que surgirían después del año 2050, la tarea de
construir un socialismo medianamente desarrollado. Según este
punto de vista, la tarea de construir un socialismo medianamente desarrollado
no es una tarea del presente, sino una tarea del futuro.
Debemos de tener en cuenta que
en China en el año 2000, el PBI anual per cápita era de 810 dólares (algo
similar a la producción per cápita en el Perú en la primera mitad de la década
de 1970), que equivalía a aproximadamente 16 dólares a la semana
por habitante. Fácilmente podemos entender que con esa modesta
producción resultaba imposible construir un socialismo altamente desarrollado.
¿Se podía “avanzar más
rápido”, “quemando etapas”? Posiblemente, pero no basta con reclamarlo a la
distancia, sino que debemos de sugerir propuestas concretas, que deberemos
aplicarlas en nuestro propio país.
CONTINUAR CON EL ANÁLISIS,
INVESTIGACIÓN Y COMENTARIO
Apelando a estos dos
criterios, “visión de lucha prolongada”, y “relativismo histórico”, me parece
que estaremos en mejores condiciones de analizar las cuestiones puntuales que
tú nos planteas en tu comentario del día 08 de enero, pero eso será motivo de
un próximo comentario.
Solamente agregaré lo
siguiente.
En tu comentario anotas la
siguiente preocupación.
“La realidad nos enseña que los trabajadores no
solo luchan por el cambio, para las generaciones futuras, sino para ver mejorar
sus propias condiciones de vida. Negar ello, es justamente lo que ha sido la
justificación para todos los gobiernos que se montan sobre los hombros del
pueblo para vivir a expensas de él, en aras de "un futuro mejor".”
El requisito que los cambios
para llegar a un socialismo desarrollado, necesariamente se
tendrán que dar a largo plazo, y posiblemente demanden más de 200 o 300 años,
no significa que las generaciones presentes “no vean mejorar sus propias
condiciones de vida”.
En los primeros sesenta años
de construcción del socialismo en China, entre otros se han obtenido los
siguientes logros, que anotaremos de manera breve, y sin mayores
comentarios:
1.- En China desde 1949 ya no hay explotación
económica, opresión política y ni dominación cultural del feudalismo,
aunque todavía subsiste la pequeña producción en el campo y en la ciudad,
que son manifestaciones propias de la pesada herencia feudal.
2.- En China ya no existe dominio político ni
militar de ninguna potencia extranjera, como ocurrió en el pasado
cuando el colonialismo inglés primero, y después otras potencias, sobre todo
Japón y EEUU, invadieron y colonizaron su territorio. China ha liberado
su extensa parte continental, ha recuperado Hong Kong y Macao de los dominios
inglés y portugués a fines del siglo pasado, y dentro de muy pocas
años logrará la reunificación de la provincia de Taiwan, con la correcta
política de “un país, dos sistemas”.
3.- Al emanciparse las fuerzas productivas, en China
se ha incrementado vertiginosamente la producción en todos los sectores, tomando
la agricultura como base y la industria como factor dirigente. En 1949
cuando triunfó la revolución de nueva democracia, la producción social global
por habitante era de escasamente 40 dólares, mientras que en el Perú ese
mismo año era de 550 dólares. En términos sencillos, podemos decir que nuestro
país se encontraba catorce veces más desarrollado que China. Actualmente
la situación ha cambiado radicalmente, y China ha ingresado al siglo XXI como
el segundo país con mayor producción global anual, y es muy probable que al
comenzar la próxima década de 2020 desplace a EEUU del primer lugar en la
producción global en el mundo, aunque en términos relativos la producción por
habitante seguirá siendo la de un país modestamente acomodado.
4.- Antes del triunfo de la revolución en 1949,
todos los años morían cientos de miles de chinos por las periódicas
hambrunas y las catástrofes naturales. La mayoría de la inmensa población no
tenía acceso a la atención de la salud, ni a la educación, y vivían
en condiciones muy precarias. Por el contrario, actualmente se encuentra
en una segunda etapa de socialismo en desarrollo, con un nivel de vida
modestamente acomodado para su inmensa población. La mayoría de la población
tiene derecho al trabajo, también tiene derecho a la educación y a
la atención médica. No podemos cerrar los ojos ante estos cambios demasiado
evidentes.
La lucha por “el derecho al trabajo”
todavía no ha concluido en China, todavía hay varios millones de desempleados,
sobre todo campesinos que se están desplazando masivamente del interior a las
ciudades costeras. En la medida que en las próximas décadas se generalice para
toda la población “el derecho al trabajo”, el siguiente paso será elevarse a la
lucha “por el derecho al trabajo digno”, con el cual toda
la población tendrá acceso a la atención de todos sus derechos laborales, que
justamente es lo que tú estás reclamando en tus comentarios. Y más adelante,
cuando se hayan creado las condiciones para elevarse a un socialismo
desarrollado, necesaria y obligatoriamente se dará un mayor salto, al
elevarse a la lucha por “el derecho al trabajo emancipado”,
lo cual recién se podrá conquistar cuando las condiciones económicas objetivas
de una alta productividad y una alta producción lo permitan (posiblemente
después del año 2050).
No he leído, y ni
siquiera conozco la novela Rebelión en la Granja de
Orwell, que tú mencionas hasta en dos oportunidades. Solamente he leído algunas
críticas de carácter literario sobre el autor, pero prefiero no dejarme
influenciar por esas opiniones, sino que en la próxima oportunidad que pueda
visitar librerías, espero poder encontrar la obra mencionada.
Gracias por la sugerencia, la tomaré en cuenta.
Muy agradecido por tu atención. Espero sigamos con este intercambio polémico,
del cual podemos aprender mucho para seguir impulsando una práctica y
elaborando una teoría sobre lo que debemos hacer en nuestro país.
Atentamente, me despido con cálidos saludos
frente unitarios
Miguel Ángel Aragón
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