Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez en 11:43
Domingo, 19 de abril de 2015
La realidad tiene su peso. La crisis económica desatada en 2008 ha
tenido consecuencias dramáticas para mucha parte de la población española.
Dicha crisis generó movimientos sociales de envergadura. También generó mucho
descontento en partes de la población que no se movilizan. Dichos movimientos sociales han cristalizado
en partidos políticos como Podemos, Ciudadanos, Ganemos y otros. Pero todas
estas formaciones que al principio eran aparentemente revolucionarias, se han
ido mediatizando tanto que han terminado por perder todo su sentido originario.
Cuando oyes hablar a sus líderes, no van más allá de los tópicos de siempre. El
sistema los ha engullido antes de que queden configurados dentro del sistema de
gobierno del Estado español. Hay muchos periodistas que se han convertido en
sus portadores y defensores, haciendo que la ideología de esas formaciones
nuevas sea aún más superficial de lo que es en boca de sus líderes.
Afirma Ada Colau, y Pablo Iglesias la
secunda, que en España se está
produciendo una revolución democrática. Pero eso es una perversión y un cambio
del significado profundo del sintagma “revolución democrática”. Es imposible
que haya revolución democrática si no hay un cambio significativo en el sistema
de Estado. Y hay cambio profundo en el sistema de Estado cuando sean otras las
clases dominantes que las actuales. No creo que la llegada de Podemos y Ganemos
al gobierno provoque ningún cambio sustancial en las clases presentes en el
sistema de Estado. En España no se está produciendo ninguna revolución
democrática. Lo único que se está produciendo es la formación de partidos
políticos nuevos que tienen la posibilidad de convertirse en partidos del
gobierno. El ejemplo de Syriza ilustra que la llegada de un nuevo partido al
gobierno no implica cambio alguno en el sistema de Estado y, por consiguiente,
no se abre un proceso de revolución democrática. Tal vez sería aconsejable que
los líderes de Podemos y Ganemos leyeran la historia de la revolución soviética
y la de Nueva Democracia en China para que supieran el significado profundo y
verdadero del sintagma “revolución democrática”.
Las palabras que usan los líderes de
Podemos y de Ganemos son en ocasiones muy sonoras, pero su contenido conceptual
es muy pobre. Escuché a Ada Colau en La
Sexta y pude comprobar que su preparación teórica, sobre todo en temas
económicos, es muy deficiente. El mundo de hoy es demasiado complejo. La
globalización está provocando cambios de mucha envergadura en el mundo
económico. La ausencia de un Estado global ha permitido que el sistema
financiero genere unas desigualdades en el mundo como jamás se habían conocido.
Las ciencias naturales se han desarrollado de una manera vertiginosa en los
últimos treinta años y sus consecuencias técnicas económicas nos darán un mundo
muy distinto al actual. Pero cómo será
este nuevo mundo está sobre todo en manos de las grandes compañías industriales
y del complejo poder financiero. Si los líderes políticos de los nuevos
partidos no tienen profundidad teórica y desprecian los conceptos y las
diferencias claras, no podemos esperar nada que pueda darnos un mundo mejor. Su
visión del mundo es demasiado local y demasiado unilateral. El desprecio por
las diferencias ideológicas profundas por parte de los líderes de Podemos,
Ganemos y Ciudadanos está provocando que los movimientos sociales pierdan su
papel como fuerza material para transformar el mundo. La reducción de las
expectativas del movimiento social del 15 M, que siempre fue ambiguo y lo sigue
siendo en la actualidad, ya es de sobras conocido. Un tertuliano de La Sexta lo decía: la decisión de votar
a Podemos y a Ciudadanos debe fundamentarse en el hecho de que están libres de
corrupción. Lo accidental, la corrupción, ha terminado por ocultar lo
sustancial: el cruel sistema capitalista de explotación en su nueva dimensión
globalizadora. Pero este tertuliano iba aún más lejos: “Desde el PP le piden a
Podemos y a Ciudadanos que se definan, y ¿por qué? No hay porque definirse. Un
liberal puede estar a favor del derecho al aborto”. Es obvio que la pérdida de
profundidad teórica en las nuevas formaciones políticas ha llegado a sus
niveles más bajos. Este contertulio, como sucede con muchos líderes, militantes
y simpatizantes de Podemos y Ciudadanos, confunde las conquistas sociales de la
civilización, que corresponde a todas las clases sociales incluidas las
dominantes de todos los tiempos, con las diferencias de clase que hacen que
cambien los sistemas económicos. No llega un tiempo nuevo. Nos hemos estancado
y en muchos sentidos hemos dado pasos hacia atrás. El derrumbe de IU es la
expresión política de que la conciencia de clase ha llegado a sus niveles más
bajos. Las vanguardias de izquierda que se han sumado al carro de Podemos y
Ganemos, en su mayoría oportunistas, no quieren un mundo nuevo, quieren
sencillamente llegar al poder. Y no podrán traer un mundo nuevo a los
trabajadores puesto que sencillamente llaman mundo nuevo a algo que no lo es.
Han terminado por ser víctimas de la enajenación capitalista, donde todo se
presenta invertido, y convierten así a la política en la causa de la
corrupción, convierten a la imagen en la causa de las deformaciones graves de
la realidad. Por alguna razón el empirismo y el neopositivismo han sido las
filosofías dominantes frente al marxismo y al hegelianismo durante el siglo XX
y lo que llevamos del XXI. La apariencia lo es todo, mientras que la esencia no
es más que una palabra carente de significado.
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