lunes, 25 de mayo de 2015

PERCEPCIÓN, REPRESENTACIÓN Y NOMINACIÓN







sábado, 23 de mayo de 2015


“El nombre es el origen de las cosas particulares”.  
Tao Te Ching. Lao Tse.

¿Cuándo una configuración fónica se convierte en nombre? Cuando dicha configuración fónica se emplea en ausencia del objeto nombrado. Cuando una configuración fónica solo se emplea en presencia del objeto nombrado, entonces tal configuración fónica funciona como señal indicativa y no como nombre. A la relación de la configuración fónica con el objeto nombrado cuando este está presente la denominaré de indicación, diré que el objeto nombrado ha sido indicado. Y a la relación de la configuración fónica con el objeto nombrado cuando este está ausente la denominaré de significación, diré que el objeto ha sido significado.

Se produjo  un salto cualitativo muy importante en la evolución del homo lingüístico cuando las configuraciones fónicas empezaron a emplearse sin la presencia de los objetos nombrados. Este estadio debe ser denominado como la liberación de la significación respecto de la percepción. La necesidad de usar las configuraciones fónicas sin la presencia de los objetos nominados debió producirse en comunidad. Y su uso debía estar motivado por la necesidad de hacer presente lo que estaba ausente. Y esto suponía una llamada a la representación. La representación puede ser presentada como la rememoración de la percepción. Así que el salto de la configuración fónica de su uso como señal indicativa a su uso como nombre es también el salto de la percepción a la representación. La función nominativa de las configuraciones fónicas provocó una gran activación y desarrollo de la representación.  Pero esta representación tiene que ser continuamente renovada y confirmada con la percepción.

En la actualidad gran parte de las palabras que funcionan como nombres siguen conservando esa doble dimensión o función: siguen desempeñando su función indicativa cuando entra en juego la percepción, y desempeñan su función significativa cuando entra en juego la representación. Podríamos afirmar que es la percepción quien llama a la nominación y que es la nominación quien llama a la representación. Podríamos también aventurarnos y afirmar que la significación es la propiedad que tiene la palabra para evocar representaciones. Mientras que con la percepción el objeto nombrado no puede liberarse del contexto espacio temporal en el que está situado, con la representación el objeto nombrado queda liberado de su contexto espacio temporal. Dicho de otro modo: con la representación liberamos el objeto nombrado de su conexión referencial con el entorno. Con la representación logramos que la función significativa de la palabra quede delimitada y adquiera unidireccionalidad.

Si bien con la representación fortalecemos la función significativa de las palabras, no obstante, la representación se alimenta de la percepción o se forma a partir de ella. Si la percepción del objeto nombrado decae durante mucho tiempo, la representación del objeto nombrado se ira debilitando y empobreciendo en detalles. Y si la representación se empobrece más allá del mínimo necesario para la identificación del objeto nombrado, la palabra perderá su poder significativo. Así que la representación necesita continuamente bañarse en el río de la percepción.

Sin en una comunidad de seres humanos, supongamos que sea de 20 miembros, se emplea una determinada configuración fónica como nombre de un individuo, supongamos que sea un impala, las representaciones del objeto nombrado variaran en intensidad, viveza y detalles de un miembro de la comunidad a otra. Si bien en la percepción el impala nombrado es un individuo en concreto, en la representación la individualidad desaparece. Pero como cada individuo siempre lo es de una especie, la representación fortalece la visión del individuo como ejemplar medio de la especie. En la percepción la visión es la del individuo, mientras que en la representación la visión es la del individuo como ejemplar medio de su especie, esto es, como ser particular. Así que la afirmación de Lao Tse es cierta en cuanto la existencia de los individuos como seres particulares empieza a existir para la conciencia mediante los nombres, pero no es cierta en el sentido de que los seres particulares es una determinación de la existencia –no existe un individuo que no pertenezca a una especie o no sea miembro de una familia o de un conjunto de individuos–.


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