20-01-2016
Tres
encuestas, aunque distintas y con variables, han registrado determinados
elementos comunes en el escenario electoral que tendrá un primer desenlace el
próximo 10 de abril. Las empresas, patrocinadoras de los sondeos, se han
empeñado en subrayar el carácter episódico de la información, y han augurado cambios
más adelante.
¿Qué se puede deducir de las muestras presentadas
muy recientemente? Lo primero, es que Keiko Fujimori sigue a la cabeza
de las preferencias ciudadanas con algo más del 30% de las opciones.
Esto confirma el segmento duro del fujimorato y la
insuficiencia del trabajo de sus adversarios. Quizá demuestre que no basta
recordar a los peruanos los aciagos años 90 del siglo pasado, sino -además-
poner en evidencia los intereses que defiende hoy la “chinita de la yuca”,
propietaria de minas y de empresas de muy dudoso origen.
En todo caso, hay que mantener muy en alto, y sin
dar tregua, la campaña orientada a demostrar la descomunal barbaridad que
implicaría optar por esa candidatura puesta en evidencia incluso por las
recientes declaraciones del excarcelado narco traficante Demetrio Chávez
Peñaherrera, asociado al régimen fujimorista
Las encuestas registran, en segundo lugar, el
crecimiento de la candidatura presidencial de César Acuña. Unas, lo sitúan
en un segundo lugar, y otra en tercero; pero ellas reconocen su ascenso en la
estima de los electores que comienzan a verlo como “una alternativa” ante las
más grotescas expresiones de la Mafia -Keiko y Alan-.
Bautizado malévolamente como “el chapo peruano”
gracias a sus no aclarados y supuestos vínculos con el narcotráfico, Acuña ha
gastado él solo mucho más dinero que todos los otros candidatos juntos,
probablemente guiado por el viejo dicho: el que puede, puede. Su vida
política, sin embargo, es precaria, por inconsistente y falsa.
El crecimiento de la opción Acuña no se muestra,
curiosamente, como resultado de la pérdida de apoyo de García -que ciertamente
sigue muy abajo-; sino por el descenso de Pedro Pablo Kuczynski, el ex
ciudadano norteamericano que postula por segunda vez a la Jefatura del Estado.
La caída de PPK y el bajo estimado de Alan García,
constituyen el tercer rasgo que se deriva de la consulta que comentamos.
Una cuarta novedad, la expresa el surgimiento de la
candidatura de Julio Guzmán, un tecnócrata relativamente joven y con
poca presencia en el pasado. Ese mismo hecho lo sitúa en una cómoda ubicación,
por cuanto carece de enemigos; y no tiene resistencias marcadas en el
electorado. Por el esfuerzo de las “redes sociales” despierta interés, y asoma
como un “outsider” con cierta consistencia. Se le estima, sin embargo, ligado a
un empresario rico, y amigo del gobierno de Israel. No es poca cosa.
Guzmán, por lo demás –recoletano en la edad escolar-
estudió en los Estados Unidos; y trabajó en organismos financieros
internacionales antes de cumplir tareas en la administración de Humala, de la
que tomó distancia en el 2013.
Y el quinto sesgo que cabe anotar, es la débil
presencia de la izquierda en la contienda. Verónica Mendoza, del denominado
“Frente Amplio” asume décimas más que el 2% en la estima ciudadana en tanto que
Vladimir Cerrón se ubica en 1.5% y Gregorio Santos en 1%.
Aunque es probable que alguno de ellos incremente
su porcentaje más adelante, es poco posible que sea capaz de pasar a la segunda
ronda, y vencer a Keiko Fujimori el 5 de junio.
Adicionalmente hay que señalar que la dispersión de
la izquierda es más grave y profunda de lo que formalmente se acepta. Gente de
izquierda, o figuras progresistas, van en listas que no tienen ese carácter.
Así ocurre con las tiendas de César Acuña, Yehude Simon, Julio Guzmán, Daniel
Urresti o incluso Felipe Castillo. En otras palabras, el “rompan filas” cundió,
y las hojas se esparcieron en un total 8 fórmulas, o listas distintas.
Esto es algo muy serio que no se puede ocultar con
poses triunfalistas que a nada conducen. Es mejor tocar la realidad, y
afrontarla como corresponde.
Si de modo general se admite que la hija de Alberto
Fujimori logrará el primer lugar de las preferencias electorales el 10 de
abril; su suerte ulterior dependerá de quién quede ubicado en el segundo puesto
en la contienda. A él, tendrá que vencerlo; o por él, será derrotada.
El peligro principal, en el terreno concreto, radica
en la eventualidad que sea García quien finalmente logre esa presea. Aunque
muchos lo dan por “liquidado”, eso no es exacto. No sólo porque en el Perú
nadie está “`políticamente muerto” mientras esté físicamente vivo; sino porque
el candidato de la llamada “Alianza Popular” desdichadamente posee recursos,
que otros no tienen.
El subjetivismo les hace creer a algunos, que
García ya no tiene chance alguna, que está “destruido”, y que no pasará,
en ningún caso a la segunda ronda electoral de junio. Ojalá fuese cierto.
Cuando en los años treinta del siglo pasado la
parafernalia fascista abrumaba a la península itálica, los bien versados
decían: “Cuando Mussolini habla, el cerebro descansa”. Y era así,
el bagaje retórico de “Il Duce” seducía multitudes, pero carecía de contenido.
Era una suma de palabras bonitas que no tenían significado alguno.
Algo similar puede decirse aludiendo a los
discursos de García en nuestro tiempo. Algunos lo escuchan para descansar, es
decir, para evadirse de los problemas y no pensar en nada. Otros -peor aún- se
dejan seducir por una verborrea incontrolada que los encandila. Después, cuando
se les pregunta qué dijo el orador, voltean los ojos y sonríen en silencio y no
sin vergüenza: no lo saben, pero les gustó.
Los discursos de García, son retórica vacía,
hojarasca que atrae. Y que marcha de la nada a la nada, pasando por la nada.
Cuando comienza hablar, la gente no sabe dónde inició el relato. Y después,
tampoco sabe a dónde llegó. Pero hubo quienes, lo colmaron de aplausos.
Encantador de serpientes, le dicen; o vendedor de cebo de culebra, también.
Y es que García es el caudillo típico de un país
políticamente muy atrasado, casi en pañales, que prefiere “no pensar” para
aliviarse la vida. Así asoma con trágica solvencia y “vende” su imagen al Gran
Capital. Por esas razones, y otras, es el preferido del Imperio. Washington
siempre lo vio como “suyo”. Y lo necesita ahora, cuando busca un “líder”
de expectativa continental, que pueda usar contra Venezuela. No hay que perder
de vista eso.
En definitiva, las cosas aun no están resueltas. Y
así será hasta que la vida, dé aire a la justicia, y la esperanza alumbre la
luz de los peruanos.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de Dirección de
Nuestra Bandera /
http://nuestrabandera.lamula.pe
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